Mi prima recibe su merecido por calentona
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Inés es mi prima, tiene apenas 18 años. Yo ya estoy en primer año de la universidad. Paso casi todo el año en el campus universitario donde gracias a Dios, lo que me sobra es sexo. Primero por que las chicas últimamente están muy excitadas, y las drogas que consumen las desinhibe, por lo que el sexo para ellas es lo más natural. Y segundo es que Dios me ha dotado de un miembro que muchos que me leen quisieran tener, ya luego les pasaré una foto del mismo para que lo aprecien y vean que no es mentira.
En definitiva me la pasaba más que bien. Habiendo regresado a casa, ya el tema sexo cambiaba debido a que no tenía tantas amigas en el pueblo y la mayoría de las chicas son mis amigas. Aunque más de una probó de mi carne. Y en los colegios los chismes entre estudiantes es parte del día a día. Por lo que luego de que tuve sexo con un par de chicas porristas del equipo de soccer, ya muchas de ellas se acercaban a mi simplemente para comprobar lo que se decía de mí. Que tengo una muy buena verga, es más, algo grande y gruesa para ser más exacto.
Esto me proveía mucho material sexual. Lo mismo pasó en la Universidad. Bueno volvamos a mi prima, el echo es que Inés que está en plena pubertad, recién sus tetas se están llenando, su culo es muy redondito y parado y tiene una boca generosa de labios gruesos. Este retorno recién ahora me fijé en que mi prima está creciendo a pasos agigantados y que ya está muy buena. Pero claro, a mi lado es una chiquita. Nunca hubiera pensado que lo que a posteriori pasó, se iba a dar.
Todo arrancó con una reunión de compañeros y compañeras del colegio. Cada vez que yo volvía al pueblo nos juntábamos. Esta reunión fue la primera a la que Inés fué invitada por mí. Llegó esa tarde a casa vestida con una falda corta que mostraba sus hermosas y largas piernas, traía un top que apenas contenía sus pechos y para mi delicia, no traía sujetador por lo que sus pezones se marcaban muy bien en la remera. Cuando entró a casa y la ví así, ya me prendió la mecha.
Cuando me abraza y me saluda, me apoya sus tetas en el pecho, siento sus pezones duritos. Me alejo un poquito, la miro y sonriendo le digo, oye primita como has crecido. Ya estás bien buena. Y llevándola abrazada al living pude comprobar que yo no le desagradaba para nada. Es más, durante toda la reunión no se separó de mi lado.
Un par de amigos se le acercaron pero los rechazó. Cada vez que yo la miraba la encontraba con su mirada fija en mí. Eso ya me puso cachondo. Y lo cierto es que también mi pija se ponía nerviosa y dura. En un momento hacían falta vasos por lo que le dije a Inés que buscara en la cocina. A todo esto mis padres están de vacaciones en Cancún. Por lo que tenía la casa para mí solo. De pronto siento que mi prima me llama desde la cocina.
Me acerco para ver que quiere y me dice que no encuentra los vasos. Le indico que en la alacena, pero están en el segundo estante, por lo que ella no los alcanza. Le digo que la levanto para que los alcance. Acepta sonriendo. La tomo por la cintura y la alzo, eso hizo que mi verga quedara pegada a su hermoso culo, y mis manos pegadas a sus tetitas. Aprovechando el momento le pego un par de empujones con la verga, ella gira la cabeza y sonríe.
La bajo y se da vuelta enfrentándome, baja la mirada a mi entre pierna y observa el bulto de mi pija semi erecta. Mi prima alza la vista y simplemente afirma una frase. Kike, no es mentira, tenés una verga grande. Y Se quedó paradita con los vasos en la mano sin sacar la vista de mi bulto. Yo ni lerdo ni perezoso le digo andá a dejar los vasos y volvé. Lo hizo en un santiamén. Al entrar en la cocina la tomo de la mano, la llevo al lavadero donde nadie nos molestaría, entramos y cerré la puerta.
Mi prima intrigada me pregunta que hacemos ahí. Yo simplemente no le contesto, me bajo el pantalón y el sleep y libero mi pija que ya está casi totalmente parada. Inés al verla abrió grande los ojos y la boca en una expresión de sorpresa. Es que al fin tuvo delante una buena verga al natural, son 23×6,5cms. Bastante cabezona por cierto.
Ella no sabía qué hacer, la tomé por los hombros y presionando hacia abajo la hago arrodillarse frente a mi badajo. Ella se deja hacer, sorprendida y algo confundida. Simplemente le ordeno que me la chupe. Me mira y no reacciona, la tomo de la cabeza y prácticamente le incrusto la cabeza y una tercera parte de mi verga en su boca. Medio se atora, luego simplemente toma mi pija por el tronco e intenta mamarme la poronga. Le voy enseñando como hacerlo, aprende rápido y es muy aplicada, en unos pocos minutos ya se comía media verga.
Mientras Inés se tragaba mi polla, yo masajeaba sus tetitas. Pellizcaba sus pezones y ella gemía suavemente. Pasaron unos minutos y la detuve, la hice ponerse de panza frente al lavarropas un poquito agachada, lo que me brindaba la posibilidad de atacar desde atrás su vagina y su culito. Levanté su falda, bajé su calzón y me encontré con su vagina apenas decorada por unos pocos bellos, y su anito rosado, chiquito y apretado.
Lo cierto es que para entrar por ahí, sería complicado sin una buena preparación. Ahora el que se arrodilló fui yo, le hice abrir las piernas y ataqué con la lengua y mis dedos su conchita que para mi sorpresa ya estaba bien lubricada.
Le pegué una chupada de concha que hizo que casi se le doblen las piernas, y luego fui cambiando, un poco en su culito otro poco en su conchita mientras le metía dedos en ambos agujeros. Inés se dejaba hacer, lo que si gemía suavecito pero estaba muy excitada, entonces aprovechando el momento, me puse detrás de ella, la abrí las piernas para que me de lugar y desde atrás le presenté la verga a su conchita, sus labios vaginales apenas daban cabida a la cabeza de mi pija, se la froté varias veces, y luego intenté metérsela.
Forzando la entrada la cabeza pasó sus labios externos y se adentró muy apretada en su virginal cuevita hasta llegar a su himen, ella se quejaba que le dolía mucho, yo seguía tratando de penetrarla, hasta que de pronto su virgo cedió y la cabeza de mi verga se fue abriendo camino dentro de ese caliente túnel mientras Inés se quejaba y se retorcía.
Obviamente que solamente entraron dos terceras partes de mi aparato. Sentía como su vagina pulsaba, parecía como si una mano apretara y soltara mi verga. Pronto se relajó, entonces comencé a bombear esa conchita, cada vez con más fervor, pronto ya ella participaba buscando en cada empujón que la tripa le entrara más, y de pronto con un largo suspiro acabó llenando mi verga de calientes jugos, cedieron sus piernas pero al estar tan empalada se sostuvo con la pija hasta que se repuso.
Luego seguí dándole matraca, ella volvió a excitarse y ya estaba algo descontrolada en busca de un nuevo orgasmo, le saqué la verga de su conchita y abriendo sus nalgas escupí en su ano, y metí un dedo, entró suavemente, probé con dos y ella se quejó, insistí y entraron los dos dedos, muy apretados, eso sí.
Volví a meterle la verga en la conchita, cosa que recibió con mucho agrado y se abocó a cogerse solita mientras yo perforaba su culo con dos dedos, pronto ya estaba disponible para un tercer dedo. Presioné y entraron los tres, quiso quejarse pero le pegue tremendos pijazos a su concha que no pudo hacer nada.
Cuando los tres dedos bailaban suelto en su ano, saqué la verga de su concha, escupí en su agujero trasero, apoyé la punta de mi pija en su esfínter y sin miramientos le comencé a meter la verga. e quejaba, medio lloraba, luego gritó un poquito a medida que le iba entrando, cuando media verga ya estaba dentro parecía que mi pija estaba presionada por una guante. Insistí con la presión y finalmente le metí toda la pija hasta los testículos en su ano.
Ya simplemente lloraba en silencio. Cuando la tuve toda adentro, inicié un movimiento de vaivén cada vez más largo, ya luego le sacaba toda la verga y se la volvía a meter hasta el fondo. Eso pronto pareció gustarle por que comenzó a participar saliendo al encuentro de la pija con su culo. Ya no pude aguantar más y le llené el culo de semen. Tuve que esperar que mi poronga se ablandara para sacársela sin hacerla sufrir más.
Quedó despatarrada de panza al lavarropas. La ayudé a vestirse, todo sin mediar otra palabra. De pronto en medio de sus sollozos me dice, Kike, me hiciste doler mucho. Era cierto que tenías una pija grande. Es el comentario entre mis compañeras del cole. Me dolió demasiado, pero al final me gustó. Y sale del lavadero camino al baño medio caminando de costado por el dolor de su culo.
En el camino se cruza con Tamara, otra compañera del cole, se le acerca al oído y algo le susurra. Luego de eso sigue su camino. Tamara me mira, observa de lejos mi entre pierna y se queda pensativa. De pronto se me acerca y me pregunta si mañana puede venir que tiene que hablar conmigo un tema privado. Acepto. Ya se por donde viene la mano.
Mi prima le ha contado del tamaño de mi miembro y esta chica quiere comprobar si es cierto. jajaja. Veo que mujercitas no me van a faltar.