La madre de mi amigo

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Creo que todos hemos tenido un amigo cuya madre era una mujer que deseábamos follar con ella.

Siempre estaba en casa de mi amigo, o él en la mía. Eramos como hermanos. (Ya follamos juntos a su hermana). Su madre era una mujer muy agradable, siempre tenía un gesto cariñoso conmigo y en aquella época mis hormonas se estaban revolucionando y siempre la miraba disimuladamente. Sobre todo en verano, me excitaba como se le insinuaban los pezones a través de la blusa, pues no usaba sujetador cuando estaba en casa.

A veces, en mi mente, comparaba a madre e hija. A la hija ya la había visto desnuda y disfrutado de sus encantos junto a su hermano, mientras dormía. (Al igual que hicimos con mi hermana). No sabría decir cual de las dos estaba más buena. La madre tenía el mismo cuerpazo de su hija, solo que sus tetas (.)(.) eran más grandes y sus pezones parecían querer romper la camiseta. Su culo se insinuaba con los pantalones ajustados o incluso con las faldas.

A veces, cuando se agachaba, se le subía un poco la falda insinuando su culo respingón a través de las bragas semitransparentes. Tanto mi amigo como yo, fantaseábamos con poder desnudar a su madre, igual que hicimos con su hermana.

Y la oportunidad la tuvimos un día de playa. Me invitaron a ir con ellos de vacaciones a su apartamento en la playa. Un día, el padre tuvo que volver a la ciudad, por problemas en la empresa. Ese día, después de pasar el día en la playa, con los típicos juegos en el mar, regresamos al apartamento por la tarde. Nos duchamos y salimos los cuatro a dar un paseo por el pueblo y tomar unas tapas en un bar. De regreso al apartamento, pasadas las 1:00 de la madrugada, después de fumar un cigarrillo, a escondidas, nos dispusimos a dormir en nuestras habitaciones. Mi amigo y yo en una, y su hermana y madre en las suyas.

Me levanté para ir al servicio, sobre las 3:30 de la madrugada. La habitación de la hermana estaba frente a la nuestra, pero tenía la puerta cerrada, pero la de la madre, que estaba un poco más retirada tenía la puerta abierta de par en par.

No pude contenerme y me acerqué sigilosamente a la puerta y eché un vistazo al interior, viendo la mejor imagen de ese verano, iluminada por las luces de la calle. La madre de mi amigo estaba plácidamente dormida, boca arriba, en su cama con una combinación tan transparente que no dejaba nada a la imaginación. Me acerqué muy despacio a la cama y me quedé observando su cuerpo. A través de la tela de la combinación, pude ver su cuerpo torneado.

Sus tetas subían y bajaban al ritmo de su respiración y sus pezones se notaban duros, rodeados por una aureola rosada. Su coño se notaba cubierto por una recortada mata de vello negro, pues no tenía bragas.

Mi polla se empalmó en poco segundos. Sin apartar la mirada de ese delicioso cuerpo, me bajé mis bóxer y comencé a masturbarme sin dejar de mirar su delicioso coño (Y) y sus impresionantes tetas, hasta que solté un chorro de lefa que manchó el suelo. Busqué un pañuelo de papel y limpié la mancha del suelo. Volví a mirar a la madre de mi amigo, antes de salir de la habitación, y me pareció que me estaba mirando, pero no dijo nada.

Al levantarnos a la mañana siguiente, al llegar al salón estaba allí, con la misma combinación, pero esta vez llevaba un bikini negro debajo. Al volverse y verme, me dedicó una sonrisa, mientras me daba los buenos días, y miraba el bulto de mi entrepierna.

Cuando estuve a solas con mi amigo, le conté lo de esa noche, y quedamos en intentar verla juntos, pues el padre seguía en la ciudad.

Llegó la noche, y mi amigo y yo procuramos quedarnos despiertos para intentar si podíamos ver a su madre. Sobre las 3:00 nos levantamos y fuimos a la habitación de la madre. Por suerte estaba igual que la noche anterior, desnuda y con la combinación transparente. Nos acercamos sigilosamente, colocándonos cerca de la cama.

Yo, ante el asombro de mi amigo, me envalentoné y coloqué mi mano sobre una de sus tetas, sintiendo la firmeza de su carne y la dureza de su pezón. Le di un suave masaje en la teta, antes de bajar mi mano para tocar su coño. Mi amigo seguía mirando incrédulo como manoseaba a su madre. Y eso que ya habíamos desnudado y manoseado a su hermana.

Después de disfrutar del cuerpo de la madre de mi amigo, salí al servicio a hacerme una paja, recordando la tersura de su piel en mis manos. Al salir, entró mi amigo para lo mismo. A la mañana siguiente, se repitió la misma sonrisa y un gesto cariñoso, volviendo a mirar el bulto de mi entrepierna y la de su hijo.

Volvimos a entrar en la habitación durante dos noches más, hasta que regresó el marido. Incluso una noche entramos en la habitación de la hermana, volviéndola a desnudar y disfrutar de sus encantos.

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Sevilla1972
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