Sábado de gloria con papá
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Mi nombre es Alexandra, tengo 28 años, mido 1.68 m. Soy de piel clara, tengo el cabello castaño claro, me gusta traerlo largo, me llega hasta la mitad de la espalda, soy delgada, tengo una cara bonita y ojos color café claro me gusta maquillarme y usar labiales rojos. En esta ocasión les quiero relatar una excitante experiencia que tuve con mi papá, cuando era una chica de tan solo 18 años. Como se podrán imaginar a esa edad yo estaba en plena flor, tenía bonita figura ya que desde chica me ha gustado hacer ejercicio solo para tonificar mis piernas y glúteos, mis senos medianitos y redondos, mis pezones son rositas y como montañitas. La cintura definida, el abdomen plano y un culito muy bien formado sobre todo cuando uso jeans se me marcan muy bien mis nalgas levantaditas y al juntar las piernas se me forma un huequito apretando mi zona íntima, tengo piernas estilizadas que me gusta mostrar cuando uso minifaldas pues tengo la piel muy suave. Me gusta ser muy femenina, seductora y vestir provocativa, aunque siempre procurando mantener una buena imagen ante las personas que me conocen.
En aquel entonces habían transcurrido aproximadamente 7 meses desde que perdí mi virginidad en manos de un albañil que vigilaba una construcción solitaria, lo que ya les conté en el relato titulado “fui desvirgada brutalmente por un albañil”. Desde aquella experiencia sentí el deseo de explorar más en mi sexualidad, así que cada que tenía oportunidad compraba juguetes, y lubricantes en una sex shop, me gustaba usar un plug anal con adorno de corazón, había investigado en internet como practicar el sexo anal de manera limpia, por ello compré un enema para lavados anales; que aprendí a utilizar con la práctica. Me encontraba cursando el primer semestre de la licenciatura en administración, aunque en esos días estaba de vacaciones por motivo de la semana santa y me la pasaba todo el día en casa. Mis padres estaban divorciados y yo pasaba la mayor parte del tiempo en casa de mi mamá en Zapopan, Jalisco. Ya que ahí se encontraba la escuela donde estudiaba. Mi mamá trabajaba como enfermera en una clínica, y tenía un horario muy extenso, se iba desde las 7 de la mañana y regresaba aproximadamente a las 8 de la noche.
Un día por la noche al bajar las escaleras escuché a mi mamá hablando por teléfono en la sala con Eduardo (mi papá). Estaban discutiendo algunas cosas sobre mí, ya que mi mamá le reprochaba que él no se hacía cargo de sus obligaciones como padre, y prácticamente no convivía conmigo, habiendo transcurrido dos años desde la última vez que nos vimos. El único contacto que teníamos era por teléfono y muy esporádicamente. Le comentó que yo había entrado a la universidad, pero estaba de vacaciones y que en lugar de que me quedara todo el día en casa, sería mejor que aprovecháramos el fin de semana santa para que conviviéramos. Él se encontraba viviendo en Morelia, Michoacán. Tenía una bodega de aguacate en una central de abastos y no quería descuidar su negocio, así que le dijo a mi mamá que me mandara en autobús y el me recogería en la terminal de autobuses. Cuando mi mamá terminó de hablar por teléfono regresé a mi habitación y fingí no haber escuchado nada. A la mañana siguiente cuando mi mamá regresó de trabajar me comentó sobre la plática que tuvo con mi papá. Me preguntó si me gustaría pasar el fin de semana con él, y yo le contesté que sí, me parecía divertido ir a Morelia y pasar el fin de semana con mi papá.
El día viernes santo, me levanté muy temprano por la mañana, me bañé con un shampoo con aroma de coco y depilé todo mi cuerpo, al salir me puse una tanguita y un brasier negros de encaje, un short de mezclilla azul muy cortito y ajustado que dejaba descubiertas mis deliciosas piernas de jovencita, me levantaba mi culito bien formado dejando un huequito en mi zona íntima. Me puse una blusa ombliguera de tirantes color negra, que me quedaba muy escotada y permitía ver entre mis senos. Me alacié el cabello, maquillé ligeramente, puse labial rojo y mis arracadas de plata 925. También me puse un perfume muy fino y dulce. Me miré al espejo y me sentí muy fresca y hermosa, así que me tomé algunas selfies.
Tomé mi maleta que ya había preparado la noche anterior, incluí un lubricante íntimo, el plug y enema anal, ya que pensaba que tal vez podría aprovechar mi salida y tener alguna experiencia en Morelia sin que nadie se enterase. Mi mamá me llevo hasta la terminal de autobuses, se esperó hasta que me vio abordar el autobús con destino a Morelia, Michoacán. Tomé asiento en el lugar que me correspondía junto a la ventana, después de un minuto un hombre de unos 50 años se sentó junto a mí, por lo que sería mi acompañante durante todo el trayecto. Él sujeto no dejó de mirarme los senos y las piernas durante todo el viaje, y constantemente fingía que se quedaba dormido para ir acercando su mano y dejarla pegada a mi pierna, poco a poco iba acariciándome hasta dejar su mano por completo sobre mi suave piel. Eso fue algo que me excitó increíblemente, sabía que era solo un hombre que iba de paso y jamás volvería a ver, así que no le dije nada y disfruté que me fuera acariciando durante el largo trayecto. Bajé uno de los tirantes de mi blusa y dejé mi pezón excitado saliéndose del brasier para que él lo viera. El hombre comenzó a frotar su verga sobre el pantalón, después de un rato se levantó y fue al baño, tardo unos minutos, me imaginé que fue a masturbarse pues noté que al regresar a su asiento estaba algo agitado y suspiraba de relajación.
Después de algunas horas, ya estaba a punto de llegar a mi destino, así que le llamé por teléfono a mi papá para avisarle. Él me contestó con su voz varonil, y me dijo que ya iba en camino a la terminal y estaría esperándome al bajar del autobús. Yo estaba muy excitada por lo ocurrido durante el viaje, sentí mi vagina muy lubricada y mi cara ruborizada. Tenía dos años sin ver a mi papá, durante ese tiempo muchas cosas en mi vida habían cambiado, la más importante para mí era que había sido desvirgada, ahora mi forma de ver a los hombres era muy distinta, irradiaba una sensualidad y lujuria que inquietaba a cuanto hombre me veía pasar, me gustaba coquetearles y ponerles nerviosos con la mirada cachonda que se me daba de forma natural.
El vínculo que yo tenía con mi papá era más como de un familiar lejano
Le tenía mucho cariño, pero no sentía el apego que una hija puede sentir para con su padre con naturalidad, era algo más distante y quizá por ello cada que lo veía me sentía nerviosa, con un fuerte anhelo por abrazarle y convivir con él. Al bajar del autobús, mientras me entregaban mi maleta, pude ver a un hombre de 44 años, tez clara, aproximadamente de 1.78 m. de estatura, muy fornido, peinado hacia el frente con un copete estilizado que le daba un toque de juventud y con barba de tres días. Vestía una playera negra casual de manga larga, la que llevaba ligeramente arremangada y los tres botones del pecho los llevaba sueltos, también vestía pantalón de mezclilla azul oscuro y botas cafés casuales.
Él hombre que se me quedó viendo directo a mi culo bien formado, sentí como si quisiera meter su mano por el huequito que se me forma en la entrepierna, recorría mi cuerpo con una mirada lasciva, desde mis tacones altos y negros, pasando por mis deliciosas piernas, mirándome el culo como si me penetrase con la mirada, observó mi abdomen plano y mi ombligo descubiertos, los senos casi se salían de mi blusa, sentí mis pezones rositas muy duros y excitados, mi cabello un poco alborotado por el viaje y mis labios carnosos con labial rojo. Sí, ese hombre que me estaba viendo con unas tremendas ganas de meterme la verga era mi papi. Me puse muy nerviosa y con mi voz dulce y sensual me acerqué y lo saludé.
– ¡Hola papá! – Él se me quedó viendo un poco extrañado, como si le costara trabajo reconocerme, quizá por lo provocativa y maquillada que me veía.
– ¡Hola princesa! ¿Cómo estás? ¡Cuánto tiempo sin verte hija! – Me dijo mientras nos dábamos un cálido abrazo y un beso en la mejilla, manchándolo con mi labial rojo.
– Deja te ayudo con la maleta.
– Sí, gracias papá, vengo un poco cansada del viaje y tengo hambre.
Entonces él me propuso que fuéramos a un restaurante de comida china, ya que me gusta mucho y quería consentirme.
Llegamos a la camioneta de mi papá, y me abrió la puerta muy cortésmente. Nos dirigimos al restaurante, pude notar que él no dejaba de mirarme las piernas y los senos, cada que yo apartaba la vista para admirar la ciudad por la ventana de la camioneta, él aprovechaba y se deleitaba viendo mi hermoso cuerpo de jovencita en plena flor, en más de cuatro ocasiones lo atrapé mirándome y él se sonrojaba y se ponía nervioso.
– Has cambiado mucho papá, me costó trabajo reconocerte cuando bajé del autobús, ya hay que vernos más seguido. – Quise dar lugar a que él dijera algo sobre mi apariencia.
– Sí, la verdad que yo tampoco te reconocía, has cambiado mucho. – Me dijo mirándome a los senos.
– ¿Por qué lo dices papá? ¿Tan fea me puse que, ya no quieres que sea tu hija? – Él no podía resistir su lujuria y volteaba a verme los senos constantemente.
– Nada de eso hija, al contrario, te has puesto muy guapa, estás muy hermosa. Te pareces mucho a tu mamá cuando tenía tu edad.
Yo me sentí muy apenada y nerviosa pues noté que él se estaba comiendo mis senos con la mirada. Yo no podía creer que mi padre estuviera deseándome, estaba confundida y me sentía excitada, pues a decir verdad él es un hombre muy varonil y atractivo.
Llegamos al restaurante, se estacionó y se bajó de la camioneta para abrirme la puerta.
– Llegamos hermosa, espero que te guste el lugar.
– Sí, se ve que es un buen restaurante, desde aquí puedo oler la comida.
– Sí, ya he venido antes princesa, está muy rica la comida.
– ¿Y con quien has venido antes eh? – Mi papá sonrió.
– Con unas amigas.
– O sea que has traído a otras chicas en lugar de a mí. – Le dije seriamente.
– No te enojes hija, de ahora en adelante solo vendré contigo.
– Eso espero eh, porque me pongo celosa. – Le dije mirándolo muy cachondamente.
Entramos al restaurante, el mesero tomó nuestra orden y mientras nos servían, le dije que tenía que ir al baño retocar mí maquillaje. Me levanté y caminé muy sensualmente contoneándome, ya que sabía que mi padre deseaba cogerme, pues me veía como si yo fuese mi madre de joven y no su hija. Así que quise comenzar a seducirlo para calentarle la verga, ya que a pesar de que era mi padre y le tenía mucho cariño, yo había crecido y me había sido arrebatada la virginidad de una forma violenta y a la vez deliciosamente excitante, hace algunos meses, lo que desató en mí una fuerte lujuria y atracción por los hombres maduros.
Estando en el baño me ajusté más el short que traía puesto, lo levanté un poquito más para ajustar mi entrepierna y que se marcaran mis labios vaginales, mis piernas quedaron más expuestas y mis nalgas comenzaban a descubrirse un poquito, me retiré el brasier y bajé uno de los tirantes de mi blusa, descubriendo un poquito más mis senos, me rocié una loción con aroma a frutas exóticas de mi marca favorita victoria´s, y arregle mi cabello castaño claro y largo para verme muy, muy, muy provocativa, lo suficiente para levantarle la verga a cualquier hombre. Cuando Sali del baño y camine hacia la mesa, mi papá se me quedó viendo como si quisiera lanzarse sobre de mi para cogerme sobre una de las mesas, puso una cara morbosa y se levantó para acomodarme la silla de manera cortés, pero con un trasfondo de lujuria.
El mesero sirvió nuestros platillos, la gente no dejaba de vernos, los hombres de las otras mesas me veían morbosamente y sus esposas les reprendían, yo moría de risa por dentro, pues disfrutaba ser traviesa. Comenzamos a comer mientras platicábamos sobre nuestras vidas y en especial sobre el hecho de que mi mamá y él se divorciaron desde que yo era muy pequeña, y en su momento decidieron que lo mejor era que mi custodia quedara en favor de mi mamá, ya que mi padre como es evidente era un irresponsable. Después de tal fracaso marital, decidieron no volver a casarse por lo que vivían solos y eventualmente salían con algunas personas sin que formaran alguna relación formal. Me preguntó si yo tenía novio y le dije que aún no, que ciertamente había algunos chicos que me pretendían, pero ninguno se atrevía a declarárseme, le aseveré que seguramente me tenían miedo.
– y cómo quieres que no tengan miedo, te ves muy guapa – Me dijo el muy lujurioso- . Yo tardé mucho tiempo en decírselo a tu mamá.
¿Es enserio te parezco guapa, o solo lo dices para hacerme sentir bien porque soy tu hija? – Le pregunté mirándolo muy coquetamente.
– Es enserio, te has puesto muy hermosa hija.
– A ver y según tú ¿Qué es lo más bonito de mí? – El no pudo evitar mirar mis senos de nuevo- . Ah ya me di cuenta que es lo que te gusta de mí papi.
Él se puso rojo de la cara y me cambió de tema, para platicar sobre cómo me iba en la escuela. Terminamos de comer y salimos del restaurante para subir a la camioneta, nuevamente disfrutando de su manera tan caballerosa de tratarme. Al paso de unos minutos escuché el timbre de mi celular, era mi mamá.
– Hola mami ¿Cómo estás?
– Hola hija, me tienes con pendiente ¿Por qué no me habías hablado, para decirme que ya llegaste?
– Ay perdón mami, se me olvidó, pero estoy bien. Ya hace un rato que llegue. Mi papá me llevó a comer comida china, estaba muy rica.
– Y ahorita ¿En donde están? – Me preguntó curiosa.
– Vamos en la camioneta mami.
– Ah ¿Ya van para la casa de tu papá?
– Papi me pregunta mi mama que ¿para dónde vamos?
– Tu dile que ya vamos para la casa que no se preocupe y que le mando saludos. – Dijo mi papá en voz baja, un poco misterioso.
– Dice mi papá que ya vamos para la casa mami, tu no tengas pendiente.
– Ah bueno hija, cuídate mucho y me llamas más tarde. ¡Te quiero! Salúdame a Eduardo.
– Papi, te manda saludar mi mamá.
– Salúdamela también hija. – Me dijo mi papá muy risueño.
– Dice mi papá que también te manda saludos mami.
– Bueno hija cuídate mucho.
– Sí mami, ¡Te quiero! ¡Bye!
– Bye – Dijo mi mami terminando la llamada.
Cuando íbamos sobre una avenida, vi que se cambió de carril para entrar a un centro comercial,
– ¿Qué no íbamos para tu casa papi? – Le pregunté intrigada.
– No princesa, primero vamos a un centro comercial porque quiero consentirte, ahí hay unas tiendas de ropa muy buenas y quiero comprarte lo que tú quieras, para que te veas bien guapa como te gusta.
Yo me sentí muy extraña por que él había sido muy irresponsable, es decir, sí le mandaba dinero a mi mamá, pero nunca me había llevado de compras cuando era chica, y ahora resultaba ser un hombre preocupado por su hija y quería vestirme. Obviamente supe que lo que él quería era verme esa ropita puesta.
Llegamos al centro comercial y al caminar por los pasillos la gente se nos quedaba viendo, las mujeres murmuraban y los hombres me miraban lascivamente, pude notar que mi papá lo disfrutaba mucho, pues el de 44 años y yo de 19 añitos, era la fantasía de cualquier hombre. Así anduvimos visitando algunas tiendas.
– Escoge lo que quieras princesa.
– Pero ¿Como de que precios papi?
– Tú no te fijes princesa, yo me encargo de eso.
Yo sabía que él ganaba mucho dinero. Así que elegí lo que me gustaba, jeans y shorts muy ajustados y con rasgaduras, blusas escotadas, tacones altos y de correas, minifaldas, vestidos ajustados, estábamos en primavera y yo quería ropa que me dejara muy descubierta. Cada que me probaba algo salía para modelarle muy cachondamente, sobre todo cuando eran minifaldas, descubría poquito mis nalgas para que me viera y se le ponía roja la cara, él me miraba con mucha morbosidad y yo lo abrazaba y le daba besos en la mejilla, a veces, al besarlo me acercaba a sus labios de manera accidental, el llevaba puesto un perfume cítrico muy varonil que me derretía.
Estábamos metidos en un juego de seducción muy peligroso
Nos estaba llevando a un callejón sin salida, donde no habría marcha atrás. Y lo peor de todo es que lo estábamos disfrutando mucho, comenzamos a tomarnos más confianza, caminábamos abrazados, como si fuésemos novios, tal parecía que él fuese mi sugar daddy. Al caminar por el centro comercial pude ver una de mis tiendas favoritas de victoria´s, así que le pedí que entráramos, aunque a él le dio un poco de pena, porque era pura lencería. Yo estaba muy excitada y quería portarme traviesa con él, y ser muy descarada, entonces comencé a ver lencería muy erótica, unas tanguitas y brasieres lindísimos, y yo con mi voz sensual y dulce le pregunté cual creía que se me vería más lindo dándole algunas opciones a mi papi, él se sonrojaba y elegia los más eróticos. Yo lo abrazaba y cuando fuimos a pagar al conversar con la chica que atendía en caja, ella de forma imprudente comentó sobre una promoción en cremas y lociones.
– ¿Le gustaría comprar algo más para su novia señor? – Mi papá se puso rojo de la cara.
– No es mi novia, es mi hija. – La chica no sabía dónde meter la cara.
– Qué lástima que es mi papá verdad, está bien guapo, si no fuera su hija sí sería su novia. – Dije empeorando la situación. La chica sonrió muy ruborizada.
– Sí, me gustarían unas lociones y cremas si mi papá-novio me da permiso. – Dije mientras abrazaba a mi papá con ternura.
– Sí, elige las que quieras. – Me dijo acariciándome del hombro.
La chica nos cobró y salimos riéndonos de la tienda, mi papá apenas podía con las bolsas. Subimos a la camioneta y nos fuimos a casa, ambos estábamos muy nerviosos y nos sentíamos extraños por lo que estábamos haciendo, lo que sentíamos no era amor de padre e hija, era más bien una fuerte atracción entre una jovencita y un hombre maduro.
Cuando llegamos a casa, noté que mi papá tenía su casa muy ordenada, los muebles eran rústicos, típicos de la región de Michoacán, por lo que la casa tenía un aroma amaderado, la sala era muy cómoda, tenía un tapete grande en el centró y una televisión enorme. En la esquita había una cantina con botellas de vino tinto, tequila, vodka, whisky, etc. La casa era de dos pisos, así que subimos y llegamos a una habitación, para mi sorpresa era la suya, me comentó que como él vive solo, la única habitación amueblada es la suya, así que yo podría instalarme ahí ese fin de semana y él se quedaría a dormir en el sofá de la sala. La cama era muy cómoda y la habitación olía a su perfume, lo que me hacía sentir abrazada por él, me sentí ridícula, pero era lindo estar en la habitación de papá y saber que dormiría en su cama. Entonces yo de manera juguetona y cachonda me subí a la cama, me recosté con mi cabello largo esparcido en el colchón y le dije con voz dulce y riéndome:
– Que rica esta tu cama papi, de seguro aquí traes a tus novias verdad, para hacerles travesuras ¡Jajaja! – Dije esto mientras abría mis piernas para excitarlo.
– A veces. – Me contestó riéndose el muy cínico, mientras me miraba lascivamente la zona íntima.
– Lo bueno es que yo no soy tu novia, como dijo la chica de la tienda de lencería ¡Jajaja!
– Que ni se entere tu mamá, que te dejé comprar ese tipo de lencería, está muy provocativa, se vaya a enojar conmigo, y menos de lo que dijo la cajera, sobre que eras mi novia, por que tu mamá me mata, que quede entre nosotros ¿ok?
– Sí, no te preocupes, eres muy lindo conmigo no te voy a meter en problemas – Le dije sonriendo muy sensualmente.
Aunque por dentro yo estaba pensando cuanto me gustaría que mi papá me cogiera y como iba a hacer que eso sucediera, me sentía muy cachonda. Le comenté a mi papá que estaba algo cansada por el viaje, y que me gustaría descansar un rato, él me dijo que le parecía muy bien y que me dejaría sola una hora aproximadamente porque tenía que ir a la bodega para verificar que todo estuviera bien con los empleados y hacer el cierre del día.
Al quedarme sola comencé a desempacar y me dio curiosidad por saber que cosas tenía mi papá en su habitación así que traviesamente hurgué en sus cajones y encontré algunas cosas personales y algo que me llamó mucho la atención, había condones y tabletas de viagra, junto con revistas y películas pornográficas. Al ver eso me puse muy excitada, de inmediato vinieron a mi mente pensamientos lujuriosos, me imaginaba a mi papá cogiéndome en las posiciones que veía en las revistas. Así que comencé a idear un plan para que eso ocurriera, tomé la tableta de viagra y la puse en un vaso con jugo de naranja que había en el refrigerador, subí a la habitación de nuevo y dejé el vaso en el mueble con la tableta remojando.
Mi plug anal y el enema para limpiezas anales
Tomé mi plug anal y el enema para limpiezas anales que tenía en mi maleta, me desnudé y entre al baño para aplicarme los enemas hasta quedar muy limpia, me bañé de prisa con mi shampoo favorito, yo seguía depilada, así que salte ese paso, me salí de la ducha y apliqué en todo mi cuerpo una de las cremas victoria´s que me compro Eduardo (mi papá) elegí la de aroma a vainilla, me dejó la piel deliciosa, como si yo fuese un dulce de vainilla. Después me rocié un poco de loción de vainilla también. Tomé el lubricante íntimo de mi maleta y me lo apliqué vaginal y analmente, después con mucho cuidado y estimulándome coloqué el plug en mi ano, se me veía lindísimo. Me puse una tanguita y un brasier negros muy eróticos que mi papá había elegido para mí en la tienda.
Me alacié el cabello y maquillé con tonos cálidos, usé labial rojo, me puse de nuevo mis arracadas de plata 925 que me son inseparables. Para vestirme quise estrenar una minifalda negra muy ajustada, que me quedaba muy cortita justo debajo de las nalgas, también estrené una blusa ombliguera blanca de tirantes, ajustada que se transparentaba un poco mostrando mi brasier. Me puse unos tacones nuevos color rojo y me miré en el espejo, me veía preciosa, estaba segura que a mi papá se le pondría durísima la verga en cuanto me viera, aun así, le daría una ayudadita con una tableta de viagra, ya que estaba decidida a entregarme a mi papi durante horas, quería que me gozara mucho ya que había sido muy lindo conmigo. Así que ya con la tableta remojada en el jugo sería más fácil disolverla en la licuadora, ya se, soy muy traviesa. Cuando vi que se disolvió muy bien todo, lo dejé en el refrigerador de nuevo.
Después de una hora y media aproximadamente, escuché que mi papá llegó, así que decidí crear una situación excitante pero que pareciera accidental, para provocarlo más y comenzar a formar un ambiente erótico. Así que dejé abierta la puerta de la habitación y esperé a que el subiera. Rápidamente me quité la blusa de nuevo, y simulé que me estaba abrochando el brasier, y cuando él llegó y se asomó a la habitación, descubrí por completo uno de mis senos mientras acomodaba el brasier, tenía mis pezones rositas durísimos por la excitación de que por vez primera mi papá me mirara desnuda siendo una jovencita muy atractiva, en ese instante volteé a la puerta y lo vi a los ojos, su mirada morbosa se hizo presente, él estaba mirando fijamente mi pezón excitado yo solté un pequeño.
– ¡Aayyy! ¡Ah! Me espantaste papá,
– Perdón princesa, no sabía que te estabas cambiando.
– No te preocupes papi, que bueno que llegaste ¿Me puedes ayudar a abrocharme es que no puedo?
Entonces él se acercó a mi espalda y abrocho mi brasier mientras yo lo miraba por el espejo levantando mi cabello, fue un momento tan excitante que mi vagina comenzó a lubricar, sentí como mojé mi tanguita, me giré frente a él y tomé mi blusa para vestirme.
– ¿Cómo te fue en la bodega papi?
– Muy bien princesa, fue un buen día, regresé con hambre ¿te gusta la pizza?
– Sí, me encanta.
Así que me dio la libertad de elegir los ingredientes y que ordenara a domicilio, mientras él se daba una ducha, pero antes de que entrara al baño le pregunté:
– ¿Papi, puedo tomar poquito jugo de naranja que tienes en el refrigerador?
– Claro hija, todo lo mío es tuyo.
– Gracias papi, que lindo eres, te voy a servir juguito también a ti.
Fue entonces que le llevé el jugo hasta la habitación y como me daba pena que fuera a sospechar algo al ver mi cara de escuincla traviesa, solamente le dije:
– Te lo dejó aquí en el mueble papi, voy a pedir la pizza.
Bajé para ordenar la pizza y cuando escuché que mi papá estaba bañándose fui a revisar si se había tomado el jugo y afortunadamente para ambos, se lo tomó todo jajaja. Yo me quede recostada en el sofá de la sala viendo televisión, de pronto escuche que mi papá salió del baño, entonces quise ir a provocarlo. Me bajé un poco más el escote de mi blusa blanca dejando mi brasier negro al descubierto, casi mostrando mis pezones rositas. La minifalda negra estaba muy delgada y se ajustaba perfectamente a la forma de mi culo, las piernas me lucían increíbles con mis tacones rojos. Subí a su habitación y vi a mi papá cubierto con su toalla, que le cubría de la cintura hacia abajo, era evidente que hacía ejercicio pues estaba musculoso y se veía muy sexy para su edad. Su voz masculina y barba de tres días me tenían muy pendeja, entonces me acerqué a él.
– Papi tengo ganas de darte un abrazo ¿Puedo? – Le dije con mi voz de escuincla cachonda
– Claro hija, para eso no me pidas permiso, tu puedes abrazarme cuando quieras hermosa.
Entonces me acerqué y le di un abrazo restregándole mis senos que casi se salían del brasier, y lo rematé con un beso en su pecho que se le quedó marcado por mi labial. Lo miré, le sonreí muy coquetamente y le pregunté:
– Te gusta cómo se me ve la ropa que me compraste. – Mientras le modelaba dándome una vuelta.
– Claro princesa se te ve muy bonita. – Él me miraba libidinosamente el culo y los senos.
– ¿Qué es lo que más te gusta de mí? Ya dime o me enojo, no le diré a mi mamá, lo prometo, ya dime papi. – Le insistí caprichosamente.
– Todo hermosa, no hay nada que no me guste, me gusta todo de ti. – Mientras recorría mi cuerpo con su mirada lujuriosa, lo que me hizo sentirme muy querida y halagada.
Me acerqué a él y le di otro abrazo y un beso en la mejilla, solo que esta vez al restregarle mi cuerpo pude sentir como su verga estaba poniéndose erecta bajo la toalla, supe que estaba consiguiendo lo que deseaba. Me aparté y le dije que estaría abajo en la sala esperando la pizza, también le pedí permiso para meter al refrigerador unas botellas de vino tinto ya que mi mamá no me dejaba tomar y quería aprovechar la oportunidad, a lo que el accedió con mucho gusto.
Al poco tiempo escuché el timbre de la puerta, era el repartidor de pizza, mi papá aún estaba en su habitación. Entonces subí y le dije que si quería yo podía recibir la pizza, así que él me dio dinero para pagarle al repartidor. Yo me encontraba muy cachonda, y quise cumplir una de mis fantasías producto de tanto porno que había visto en mi computadora, desde hace meses. Entonces bajé los dos tirantes de mi blusa y el brasier para dejar descubiertos mis pezones rositas y como montañitas, abrí la puerta y el repartidor me entregó la pizza, le quise entregar el billete, pero él no me hacía caso, tenía la mirada clavada en mis pezones rositas, yo estaba lubricando mucho, hasta que el repartidor tomó el billete y me dio el cambio muy torpemente. Yo apenas pude tomar el dinero, me temblaban las manos y el abdomen se me estremecían en ese instante.
– Gracias por traer la pizza tan rápido, me gustaría agradecértelo. – Así que yo bajé mi brasier para dejar completamente descubiertos mis senos ante ese joven repartidor.
– ¿Te gusta lo que ves? ¿Te gustaría tocarlos? – Me le ofrecí moviendo mis senos al aire libre, completamente expuesta a que alguien pasara por la calle y me viera.
Entonces el repartidor se quitó el casco y pude ver a un joven con el cabello sudado y despeinado, de piel morena, que se lanzó con sus manos sucias a tocar mis deliciosos senos de jovencita y no siéndole suficiente comenzó a lamerlos como si tragárselos quisiera, traté de hacerme para atrás pero el seguía pegado a mis senos y succionaba mis pezones. Yo tenía la pizza en las manos y no sabía que hacer, ya que si entraba corriendo a la casa mi papá se daría cuenta al verme los senos de fuera.
– ¡Espera ya! ¡Aahh! ¡Detente! ¡Aahh! ¡Mi papá se va a dar cuenta! ¡Aahh! ¡Ya por favor! ¡Nos va a escuchar! – Le decía mientras me reía de nervios y excitación.
Como él no se despegaba, lo empujé con la caja de la pizza, él se apartó y me dijo:
– Gracias por la propina mamacita, tienes unas tetas bien sabrosas. – Tuve que cerrar la puerta por que no se iba.
Me dio miedo se diera cuenta mi papá, así que rápidamente acomodé mi brasier y la blusa. Fui a dejar la pizza en la cocina. Esos dos minutos con el repartidor fueron tremendamente excitantes, fue algo que hice sin pensar, solo me dejé llevar, consecuencia de ver tanto video porno en internet.
– Papá ya está la pizza, baja por que se va a enfriar. – Le dije sintiéndome muy excitada por lo que acababa de suceder.
Entonces mi papi bajo con una playera negra, unos boxer para dormir y sus pantuflas. Me dijo que podíamos servirnos y comer en la sala viendo la televisión, él puso un canal de deportes para ver futbol. Recordé que había dejado las botellas de vino tinto en el refrigerador, así que fui por el vino, unas copas y por un descorchador, como yo no pude descorcharla mi papá se encargó de eso como un experto, sirvió dos copas, cenamos y bebimos hasta terminarnos la botella. Yo comencé a sentirme alcoholizada, y con la cara muy ruborizada por el vino, me sentí muy desinhibida y cachonda.
Mi papá estaba rojo de la cara
Pude notar que mi papá también estaba rojo de la cara. Yo estaba muy deseosa de sentirme amada por mi padre, era el primer día que lo veía después de dos años, ahora yo era una mujer desvirgada y estaba junto a un hombre que me ponía muy estúpida. Estábamos a solas en su casa, sin nadie que pudiera ser testigo de lo que ahí ocurriera, era la ocasión perfecta para cometer incesto con mi progenitor. Estaba muy mojada de mi zona íntima, me sentía muy nerviosa y temerosa de insinuarme a mi papá, ya que no sabía cómo reaccionaría. En ese instante pasó por mi mente la idea de mostrarle más de mí, pero sin ofrecerme directamente, así que me levanté y fui al baño para revisarme el plug anal, lo retiré por un momento de mi ano, sentí un ardor delicioso, estaba muy dilatada, apliqué un poco más de lubricante en el plug y me lo coloqué nuevamente en el ano.
Retoqué mi maquillaje y me alboroté un poco el cabello, refrescándolo con mi loción de vainilla. Bajé un tirante de mi blusa dejando visible mi brasier, y con mis manos acomodé mis senos para levantarlos más y que las areolas de mis pezones rositas alargados y excitados como montañitas, quedaran saliéndose del brasier. En cuanto a la minifalda la jalé un poco más arriba, era muy elástica y no dejaba arrugas o pliegues evidentes, así que la pude levantar casi a la mitad de mis nalgas sin que se viera demasiado forzada. Sali del baño temblando y con el estómago hecho nudo de los nervios, mi corazón estaba latiendo de prisa, me iba a exhibir ante mi papá, su princesa hermosa iba caminando por la sala cual si fuese una puta buscando cliente.
Caminé muy sensualmente, hasta llegar a la sala, permanecí de pie para servir vino en mi copa, volteé a ver a mi padre quien observaba fijamente mi suave y hermoso culito bien formado con la minifalda a media nalga.
– Gustas que te sirva más vino. – Le ofrecí dulcemente.
– Sí, por favor princesa. – Yo sabía que él estaba mirándome el culo, con ganas de tocarme.
Me giré un poco dándole la espalda para tomar su copa y darle una mejor vista de mis piernas y culo ardientes. Acto seguido, le entregué su copa inclinándome un poco, sentí como uno de mis pezones rositas duro como montañita salto fuera del brasier, invitando a mi padre a chuparlo, me ruboricé mucho y de inmediato me senté de nuevo en mi lugar cruzando las piernas de forma sensual, la falda quedo tan cortita que se veía mi zona íntima, mostrando mi linda tanguita negra de encaje. Estaba esperando una reacción de su parte, antes de dar el siguiente paso, o me mandaba de nuevo a casa, o me cogía esa noche, yo deseaba fervorosamente esto último. Entonces noté que mi papá me volteaba a ver constantemente los senos. Esa fue la señal determinante, por tanto, me cerqué para sentarme pegada junto a él.
– Papi siento ganas de que me des un besito en la mejilla. – Le dije muy tiernamente.
Él se aproximo y me dio un besito muy cariñoso.
– Papi ven acércate a mi cuello, para que huelas la loción de victoria´s que me compraste, tiene aroma de vainilla. – Él se acercó y me olió el cuello durante algunos segundos, yo me estremecí y mis pezones se me pusieron más duritos.
– Huele muy bien preciosa, tienes muy buen gusto.
– ¿Me das otro besito? – Le pedí nuevamente fuera cariñoso conmigo.
– Claro que sí preciosa, te doy todos los besos que quieras. – Él se acercó y me dio muchos besitos para consentirme.
– Dame otro, pero ahora en el cuello – Le señale con mi dedo, ofreciéndole mi cuello perfumado.
Él titubeó un poco, por el morbo que le causó ver mi pezón rosita, alargado y duro fuera del brasier, se acercó lentamente y me dio un beso en el cuello, lo que me hizo lubricar mi zona intima.
– ¡Ay, que rico papi! – Yo lo tomé de la mano.
– Me gustan tus manos, las tienes muy grandes y toscas, tus brazos fuertes te hacen ver muy varonil. – Él me sonrió y yo le pedí tocara mis manos.
– ¿Verdad que tengo mis manos muy suavecitas? Mira, tócalas. – Él acarició mis manos a la vez que desviaba su mirada para ver mis piernas.
– Sí princesa, tienes unas manos muy suavecitas. – Acto seguido coloqué su mano en mi pierna.
– ¿Te gustan mis piernas papi? ¿Verdad que están muy frescas y suavecitas? ¿Verdad que la crema que me compraste me dejó la piel oliendo muy rico a vainilla? – Mi papá tenía la cara roja de lujuria, me miraba los senos y las piernas con un fuerte deseo de cogerme, pero se resistía, entonces él comenzó a acariciar mi pierna.
– Sí princesa, tienes una piel muy suave y hueles muy rico.
Cuando me dijo eso tomé su mano y la coloqué en mi zona íntima mientras cruzaba mis piernas dejando su mano aprisionada en mí huequito, pude ver como su verga levantó la tela del boxer, era un bulto enorme, recuerdo que mi mamá se había divorciado de él por infiel ya que muchas mujeres lo seguían, ahora entendí por qué Eduardo (mi progenitor) era tan buscado por las mujeres. Tremenda verga la que tenía, y con la tableta de viagra que le di a tomar, había conseguido una máxima erección.
Podía ver como su verga latía levantando cada vez más la tela del bóxer hasta dejarla tensa, era como si su verga quisiera crecer más, pero estuviera siendo reprimida por el boxer. Yo no pude resistirme y empecé a frotar con mi mano su enorme verga sobre la tela del boxer, la empuñé fuertemente, estaba tan gruesa que no podía cerrar mi mano al agarrarla, su verga latía en mi mano y se movía como una cobra erecta. Mi vagina comenzó a lubricar más y se me hizo agua la boca. Mi papá comenzó a frotar mi zona íntima con su mano.
– ¡Sí papi, me gusta, se siente muy rico! ¡Mmjjj! ¡Te quiero mucho papi, bésame y hazme el amor! ¡Aaahh! ¡Estoy aquí para ti papi, hazme tu mujer! ¡Aahhh! ¡Quiero ser tuya!
– Sí princesa, también yo te quiero mucho hermosa. Sé que eres mi hija, pero me gustas mucho. Desde que te vi bajar del autobús me gustaste, te pusiste bien buena hija. Me pusiste bien dura la verga princesa ¿Segura que es lo que quieres? ¿No le vas a decir nada a nadie, mucho menos a tu mamá? Esto tiene que quedar entre nosotros hermosa.
– ¡No papi, te prometo que no le diré a nadie! ¡Aaahhh! ¡Será nuestro secreto! ¡Mmm! ¡Yo solo quiero ser tuya papi, porque sé que me vas a hacer el amor con cariño, porque me quieres y yo a ti! – Le sugerí de forma muy cachonda.
Una vez que dejamos claro que nos deseábamos y que nuestra relación incestuosa, quedaría para siempre en secreto, tomé el control de la televisión y la apagué. Me puse de pie frente a mi papá y me quité la blusa blanca muy lenta y sensualmente para él, continué bajándome la minifalda negra por completo, permanecí solamente con mi lencería negra y mis tacones rojos altos, tenía el cabello alborotado y mis labios rojos carnosos combinaban con mis tacones, me sentí como la lujuria hecha carne.
– ¿Te gusta lo que ves papi? – Le pregunté muy excitada.
– Me encanta hija estás guapísima.
– Hazme tuya papi, quiero que me hagas el amor. – Le supliqué.
Entonces me senté de frente sobre mi papá, pude sentir su enorme verga frotando mi vagina, lo único que impedía que nuestras pieles se tocaran era mi delgada tanguita y la tela de su bóxer, estaba sentada sobre esa verga deliciosa, comencé a moverme para restregarle mi vagina en su verga y calentarlo más, mientras nos besábamos de lengüita apasionadamente, jugueteábamos con nuestras lenguas y mordíamos nuestros labios. Después mi papá comenzó a besarme el cuello y a decirme en el oído:
– Que bien hueles princesa, tienes muy buen gusto. – Su respiración sobre mi piel me erizaba.
– Me excitas mucho papi. Haces que se me pongan duritos mis pezones.
– Estás buenísima hija. La verdad es que eres más bonita que tu mamá. – Eso me hizo sentir muy halagada, aunque respeto mucho a mi mamá. Saber eso me causo mucha excitación pues ahora estaba siendo disfrutada por mi padre biológico.
La excitación que estaba sintiendo era tan fuerte que mis pezones rositas duros rosaban con el encaje de mi brasier, así que le pedí a mi papá que desabrochara mi sostén. Él puso una cara muy morbosa y pasó sus manos por detrás de mi espalda y desabrochó el brasier, mientras yo bajaba los tirantes, de inmediato mi brasier cayó dejando mis senos completamente expuestos ante mi padre. Yo sentí un fuerte sentimiento femenino, una especie de vergüenza por mí desnudez. Mis pezones rositas estaban fuertemente excitados, alargaditos como montañas, mi piel se erizó y mi vagina lubricaba mucho. Me dieron ganas de llorar, me sentía muy querida y disfrutada por papá, así que tomé sus manos y las puse en mis senos para que los tocara, mientras yo seguía sentada sobre de él.
– ¿Te gustan mis senos papi? – Le pregunté con mi voz dulce de escuincla.
– Me gustan mucho hermosa, los tienes bien sabrosos. Eres una mujer muy bella. – Me expresaba con lujuria mientras acariciaba y pellizcaba deliciosamente mis pezones rositas.
Acto seguido mi papá comenzó a lamer mis senos, lo hacía muy rico, provocándome un placer exquisito, a la vez que acariciaba mis nalgas y las piernas, en consecuencia, yo solté varios gemidos.
– ¡Aaahhhh! ¡Que rico papi! ¡Mmm! ¡Me gusta mucho! ¡Aahh! ¡Mmjjj! ¡Ay que rico! ¡Aaahhhh! – Me succionaba los pezones y me daba pequeños chupetones muy suavemente, con cuidado de no dejarme marcas, pues no queríamos evidencias.
Recorrió completamente mis senos con su lengua desde el exterior hasta la punta de mis pezones rositas, era un experto, me tenía toda estúpida. El ambiente erótico que podía percibirse en aquella sala, y la lujuria que emanaba de nuestros cuerpos nos pedía ir más de prisa, entonces sentí como me tomó de las nalgas y me cargó para recostarme en el sofá, agarró mi tanguita con sus manos, mi abdomen se me contraía de la excitación al saber que mi papá estaba a punto de desnudarme por completo, en ese momento jaló mi tanguita y me la retiró dejando completamente descubierta mi zona íntima depilada, mi papi volteo a verme morbosamente.
– Princesa, que vagina tan hermosa tienes. Estás muy mojada chiquita, puedo ver que traes un plug en el ano ¿Eso quiere decir que has tenido sexo con alguien más? ¿Ya no eres virgen? – Me preguntó con mucha morbosidad.
– No papi, ya no soy virgen ¿Estás enojado? – Le pregunté temerosa.
– No princesa, nada de eso, solo que estoy sorprendido. No creía que tú ya hubieras tenido sexo con alguien, pero está bien amor, eso quiere decir que ya eres una mujer y lo vas a disfrutar más.
– Sí, ya tuve sexo con otro hombre, esta es mi segunda vez.
– Puedo ver que eres una chica muy cachonda y coqueta, pero un plug anal, eso no me lo esperaba, y si me lo permites me gustaría hacerlo por ahí, eso era algo que siempre quise hacer con tu mamá y ella no se dejaba, por ese tipo de diferencias las cosas no iban bien en la cama, pero contigo veo que la podemos pasar muy bien cariño.
– Sí papi, yo te quiero complacer con eso, es algo que a mí sí me gusta hacer, aunque la primera vez me dolió mucho.
– Me encantas hija, en verdad me gustas mucho, eres una chica muy hermosa y cariñosa, vas a ver que lo vamos a disfrutar bastante.
Estando completamente desnuda, con la cara morbosa de mi papá entre mis piernas, yo me acariciaba los senos y estimulaba mis pezones rositas, mientras que mi papi lamía mi entrepierna muy suavemente y aproximándose cada vez más a mis labios mayores, lo que me provocaba contracciones en el abdomen, tremenda excitación la que me causaba mi papá, continuó hasta llegar a mis labios mayores, los lamía muy suavemente y por fin se acercó a mis labios menores rositas, lamiéndolos deliciosamente y chupeteándolos, me los succionaba muy rico era un experto, se ensalivo los dedos y me frotó el clítoris mientras introducía su lengua en mi vagina.
– ¡Aaahhhhh! ¡Aaayyyyy! ¡Síííí! ¡Aaahhaaa! ¡Ayy que rico! ¡Sí papi, así, que bien lo haces! – Me arrebató fuertes gemidos. Eduardo (mi papi) sabía muy bien cómo hacerme gozar.
– Que vagina tan deliciosa tienes princesa, estas riquísima. – Yo estaba tremendamente excitada por el cunnilingus delicioso que me daba mi padre.
– Papi, quiero sentir tu verga en mi boca, déjame mamártela. – Le dije a ruegos.
Yo me arrodillé frente a él, entonces mi papá se puso de pie y se quitó la playera dejando ver su cuerpo musculoso y marcado, me dejaba estúpida al verlo, sin demorarme tomé su boxer con mis manos y se lo bajé por completo, decir que puse cara de pendeja es poco, estoy segura que parecía perra en celo, con mi cara cachonda de escuincla, no podía creer lo que veía, era la enorme verga de Eduardo, la verga con la que él había embarazado a mi mamá, estaba a punto de mamar la verga con la que fui procreada. Eso me causo mucho sentimiento y cariño hacia esa gruesa y hermosa verga, era evidente que mi padre tenía una vida sexual muy activa, ya que tenía muy bien rasurado el vello púbico como si fuese de tres días, parecía la verga de un actor porno, tenía el glande completamente descubierto y unos grandes testículos muy bien afeitados colgando de la base de su verga. Se me hizo agua la boca al ver semejante miembro viril, parecía mi dildo con forma de verga venosa, que tenía en el cajón de mi habitación en Zapopan.
Teniendo a mi papi con la verga de fuera, recordando todo lo que había practicado con mi dildo y visto en películas porno, lo agarré con mis manos y comencé a masturbarlo suavemente, me sentía muy emocionada de tener en mis manos tremenda verga, después fui lamiéndolo desde la base hasta la punta, deteniéndome a estimular su frenillo con mi lengua. Chupé sus testículos y los metí en mi boca mientras levantaba su verga con mi mano, tenía sus testículos adentro de mi boca y los estimulaba con mi lengua, mientras los succionaba sacándole algunos jadeos a mi padre. Después llegó el momento de meter esa verga en mi boca, lo que fui haciendo muy lentamente, apenas cabía entre mis labios carnosos con labial rojo, recordaba aquella primera experiencia con el albañil que me desvirgó, así que traté de no usar los dientes, ya que deseaba mi papi disfrutara mucho. Entonces fui metiendo toda esa verga por mi boca deslizándola sobre mi lengua hasta la garganta, la saqué un poco por que no podía respirar, así que tomé aliento y le pedí a mi papá que me tomara del cabello y empujara mi boca contra su verga, al hacer esto su verga entró hasta mi garganta, me la tragué toda, mis labios quedaron pegados hasta la base de su verga enorme, me dejó así unos segundos para después sacármela, derramé lágrimas de atragantamiento y felicidad. Le sonreí y continue mamándosela lo más delicioso que pude, metiendo y sacando su verga de mi boca una y otra vez, incesantemente. Podía sentir como su verga latía adentro de mi boca, estaba muy erecta por el efecto del viagra.
– Espera princesa, tienes una boca deliciosa mi amor.
– ¿Te gusta como lo hago? – Le pregunte con mis ojos brillosos y muy tierna.
– Ya casi haces que me venga. No me imaginaba fueras tan buena a tan corta edad, eres increíble hija. – Me sentí muy emocionada al saber que estaba haciendo sentir tal placer a mi papi.
– Esperemos un momento hija, no quiero venirme aún. – Yo me saque su verga de mi boca, como si me quitaran una paleta de dulce
Así que dejé de mamársela, continuamos besándonos y profiriéndonos caricias mutuas, era algo muy lindo, pues lo hacíamos con mucho cariño, nos dábamos besitos y lamíamos nuestros cuellos.
Entonces mi papá me dijo, que lo mejor sería subir a la habitación para que yo estuviera más cómoda, así que nos dirigimos a las escaleras y mientras íbamos subiendo, como yo iba por delante, él me detuvo para lamerme las piernas, él culo y la espalda durante unos segundos, lo que me pareció muy excitante pues no pudo esperarse hasta llegar a la habitación, lo que me hacía ver sus tremendas ganas de cogerme. Continuamos caminando hasta llegar a su habitación, yo me subí a la cama caminando como gatita y me acomodé boca arriba abriendo mis piernas para recibir a mi progenitor. Él desbordaba de lujuria, se acomodó entre mis piernas y se acercó a mi oído para decirme:
– Te quiero mucho princesa, jamás imaginé que un día estaríamos tú y yo haciendo esto. Tengo muchas ganas de hacerte el amor, estás guapísima, eres una modelo hija.
– ¿Enserio te gusto tanto? – Le pregunté muy tiernamente.
– Sí hermosa, tienes una piel muy suave y riquísima, es un placer tenerte en mi cama.
Al escuchar esos halagos, mis ganas de ser penetrada por mi papá se hicieron más fuertes, mi vagina estaba hecha un rio y me pedía a gritos ser penetrada.
– Te quiero mucho papi, quiero ser tu mujercita, por favor, hazme el amor, quiero sentirme tuya papi, ámame, hazme sentir querida.
Entonces él acomodó la punta de su enorme verga venosa a la entrada de mi vagina y se puso en posición de misionero, ambos estábamos mirándonos a los ojos, pude sentir como su verga se iba abriendo paso entre mis paredes vaginales, muy lentamente para no lastimarme, la verga de Eduardo (mi padre) es la más grande que alguna vez haya sentido adentro de mí, sentí un ligero ardor pues era muy gruesa, apenas había entrado su glande.
– ¿Así está bien princesa? ¿te está gustando así? – Me preguntó al oído.
– Sí papi, me gusta, siento muy lindo. – Él continuó penetrándome muy lentamente, mientras me besaba y me lamía el cuello.
– ¡Aaaahhhh! ¡Aaahhh! ¡Mmm! ¡Aaahhaaa! – Yo solté fuertes gemidos.
Él empujaba más a fondo, yo sentía como mi vagina se expandía por dentro, toda esa verga estaba atravesándome lo que me hacía sentir tan suya, era una sensación de pertenencia hacia mi padre, fue tan lindo sentir como la punta de su verga estaba topando en mi interior, sin causarme ningún daño pues él en verdad me estaba amando. Acto seguido el comenzó a retirar su verga lentamente, para volver a meterla un poco más rápido, ahora su verga se deslizaba por mi interior de una forma deliciosa, era puro placer lo que estaba sintiendo, nuevamente la retiró para dar comienzo a un ir y venir constante, la fricción que su verga producía en mis paredes vaginales era exquisita, la verga con la que fui procreada.
– ¡Aaahhh! ¡Mmm! ¡Aaahhh! ¡Aaahhhaa! ¡Aaahhh! – Me estaba causando el placer más grande de mi vida. Yo no dejaba de gemir.
Intercambiábamos miradas apasionadas, y besos de lujuria, jugábamos con nuestras lenguas, me daba besos en la mejilla y me decía al oído que me quería y cuanto me deseaba, me sentí tan protegida y querida entre sus brazos. Cuando ya mi vagina estaba muy dilatada y sentí que podía resistir una penetración más fuerte.
– ¡Ay que rico papi! ¡Aaahhaaa! ¡Me encanta como me penetras papi! ¡Mmmm! ¡Ay que rico! ¡No te detengas! ¡Aaahhh! ¡Sigue así papi! ¡Cógeme Eduardo, hazme tuya! ¡Házmelo fuerte, papi! ¡te quiero! – Le suplicaba para que me diera mas verga.
Mi papá se excitó mucho al escucharme decirle eso, su mirada me decía tantas cosas, él estaba haciéndole el amor a su hija, me deseaba con todas sus fuerzas, yo sentía mi ano muy dilatado pues todavía llevaba puesto el plug, eso me excitaba mucho. Mi papá comenzó a penetrarme más fuerte, de forma incesante, mi vagina estaba muy mojada y podía escucharse el impacto de nuestros cuerpos húmedos al chocar piel con piel. Él me estaba embistiendo muy fuerte, mi cuerpo se restregaba contra el colchón, me sentí tan cogida y amada por mi papá que me dieron ganas de llorar, un sentimiento muy fuerte me invadía, pero me estaba controlando.
– ¡Papi cógeme más fuerte! ¡Te necesito más adentro! ¡Quiero sentirte más adentro de mí! ¡Te necesito, ámame! ¡No te detengas! ¡Siento que voy a venirme! ¡Hazme el amor más fuerte!
Mi papá, deseoso de complacerme, dio inicio a una penetración frenética, embistiéndome brutalmente. Sacaba su verga casi por completo para volver a ensartármela de golpe, de forma vigorosa, a una velocidad vertiginosa. Era una máquina de coger, cual si fuese un rotomartillo destrozando el concreto, sentí su cuerpo impactando con fuerza en mi zona íntima. La punta de su verga topaba en mi interior, causándome un dolor delicioso y generando un calor producto de la fricción de su tremenda verga deslizándose por mis paredes vaginales, de pronto sentí un fuerte calor en mi interior, mi abdomen se contraía de forma involuntaria, mis piernas se entumieron y estaban temblando, la piel se me erizaba y mis pezones rositas se alargaron y endurecieron como montañas, y yo comencé a gemir muy fuerte.
– ¡Aaaaahhhhh! ¡Aaaaahhhh! ¡Aahhaaa! ¡Ay que rico! ¡Ay, papi me voy a venir! – Mi papá acelero un poco más y también comenzó a jadear junto conmigo.
– ¡Aahh! ¡Que buena estás mamacita! ¡Estás buenísima hija! ¡Que cuerpo tan rico tienes! ¡Te entra toda mi verga! – Me decía mientras aceleraba más la penetración y me daba fuertes empujones golpeando mi interior con la punta de su gruesa verga.
Yo sentí como de mi vagina salió un chorro de fluidos vaginales. Estaba teniendo un fuerte orgasmo acompañado de un squirt delicioso que mojó nuestros cuerpos, al mismo tiempo que sentí como mi papá me disparaba chorros de semen caliente en mi vientre, fue un orgasmo simultaneo, algo tremendamente delicioso, me sentí tan plena y desvanecida con mi padre sobre mi jadeando de placer y diciéndome al oído:
– ¡Aahh! ¡Aahh! Que rico se siente venirme dentro de ti mi amor, ¡Aahh! ¡Me encantas hija! ¡Que sabroso es coger contigo mi princesa, aprietas delicioso hermosa! ¡Eres una diosa en la cama mi amor! ¡Que rico te viniste mamacita, me mojaste bien sabroso! – Yo estaba extasiada por el orgasmo delicioso que, me causo la verga de mi progenitor.
Permanecimos abrazados en la cama, mientras mi papi me daba besitos en la mejilla y acariciaba mi cuerpo, eso me hacía sentir muy querida y segura, ya que no me sentí usada, sino amada por mi padre. Después de 15 minutos quizá, bajó para destapar otra botella de vino y la subió junto con las copas que habíamos dejado en la sala, sirvió vino para los dos y tomamos juntos mientras seguíamos abrazados. Yo tenía mi cabeza sobre su hombro y lo acariciaba con mis uñas postizas jugando en su pecho.
– A ver princesa platícame, entonces ¿Cómo fue que perdiste la virginidad? ¿Cuándo fue que comenzaste a usar ese plug en el ano? – Me preguntó de manera morbosa.
– Pues es que, fue algo que me sucedió hace aproximadamente 7 meses, cuando regresaba de la casa de una amiga en la noche ¡Mmm! ¿Como te lo digo? Es que no le he dicho a nadie de esto ¡Mmm! Mejor cambiemos de tema papi.
– A ver princesa aparte de que soy tu papá, ahora tú y yo tenemos algo muy especial hermosa, confía en mí y dime que te pasó. – Él insistió preguntando y el sentimiento me invadió, lo que me hizo comenzar a llorar.
– Es que me da vergüenza decirte lo que hice, mejor no.
– Que pasa hermosa, dime, tenme confianza. ¿Qué hiciste?
– Es que tenía mucha curiosidad, de saber lo que se sentía tener sexo, y esa noche en la casa de mi amiga, festejamos su cumpleaños y tomamos tequila. Entonces pues me sentí muy desinhibida y me regresé caminando a mi casa. Después empezó a llover, me mojé toda y por el alcohol me sentía muy caliente. Entonces cuando pasé junto una construcción, un albañil que estaba afuera recargado, me dijo cosas que me excitaron mucho y pues me acerqué a platicar con él, para seducirlo y ver si el quería tener sexo conmigo. Entonces él me dijo que entráramos a la construcción y ….
– ¿Y qué pasó hija dime? – Él insistió con tono más serio- ¿Y? Dime princesa ¿Qué pasó?
– Pues tuvimos sexo ¡Me desvirgó! – Le dije con mi llanto entrecortado.
Mi papá se disgustó mucho, estaba fúrico contra aquel albañil, me preguntaba que donde lo podía encontrar que, si todavía estaba trabajando en esa construcción, y si no, podía ir e investigar con los dueños del inmueble y encontrarlo para golpearlo. Yo me preguntaba si acaso estaba furioso porque no le tocó a él desvirgarme, tal parecía que estaba celoso.
– No papi, no vayas a hacer eso. Ya terminaron la construcción y ahora vive una familia en esa casa. No quisiera sepan que yo me metí ahí, para que me hicieran eso ¡Que vergüenza! Además, fue algo que yo quise me sucediera y ya tenía 18 años, los acababa de cumplir.
– ¿O sea que te gustó? – Me preguntó muy lujurioso e inevitablemente se veía celoso.
– Pues la verdad sí, me dolió mucho especialmente cuando me lo hizo por atrás, pero sí, sentí muy rico y me gusto perder mi virginidad. Es solo que me da mucha vergüenza decírtelo. De hecho, mi mamá no sabe nada de esto, no le vayas a decir por favor.
– ¡¿También te lo hizo por atrás?! No preciosa, como crees. Lo que me acabas de contar no se lo diré a nadie. Quedará entre nosotros. – Me dio un beso en la mejilla que, me hizo sentir muy reconfortada y amada.
– Oye hermosa y a mí ¿Me vas a dejar hacértelo anal también? – Me preguntó el muy lujurioso y sinvergüenza de mi papi, se notaba caliente de saber cómo perdí mi virginidad.
– Sí papi, pero yo te voy a decir como por que tu la tienes mas grande que ese albañil y me puedes lastimar, así que yo te voy a ir diciendo. – Lo miré muy cachonda y nerviosa, al saber que pronto mi papi me ensartaría esa enorme verga por el ano.
– Ese Albañil me cogió y maltrató mucho papi, pero tú eres el primer hombre que me hace el amor, me tratas con mucho cariño y eso me hace sentir amada. Gracias por ser el primer hombre que me ha hecho sentir una mujer de verdad. – Mi papi me besó y abrazó con mucho cariño.
Después de hacerle saber a mi papá todo lo que sufrí durante mi primera vez, lo que ya les compartí a mis lectores en mi relato “Fui desvirgada brutalmente por un albañil”. Le comenté también que, a pesar de haber sido una fuerte y dolorosa experiencia, eso me hizo despertar el deseo de explorar más afondo mi sexualidad, entender más sobre las relaciones sexuales y las formas de penetración, también le dije que me gustaba comprar juguetes en la sex shop para autocomplacerme, y por eso es que tenía puesto el plug anal, ya que me ayudaba a dilatarme y era muy excitante salir a la calle con el plug puesto.
Mientras yo le platicaba a mi papá sobre mi mentalidad abierta sobre el sexo, pude ver como su verga se comenzaba a poner erecta de nuevo, así que coloqué mi cabeza en su hombro y puse mi pierna derecha sobre de él, frotándole la verga, era una sensación muy tierna el estar reposada sobre mi padre completamente desnudos y percibiendo el aroma a sexo que nos cobijaba. Cuando ya tenía su verga completamente erecta, me giré y acomodé sobre él de tal forma que nos encontramos en maravillosa posición del 69, Eduardo (mi papi) comenzó a darme un delicioso cunnilingus, estaba devorando mi vagina a lengüetadas, me lamía y daba pequeñitas mordidas, frotaba con sus dedos y succionaba mis labios vaginales rositas y el clítoris.
La experticia de mi padre, me hacía sentir una escuincla pendeja, inexperta que, hacia lo posible por complacer a su progenitor, yo intenté dar la mejor mamada de mi vida, y me dejé guiar por lo que él me hacía, cada que el me lamía yo lo hacía, de igual manera cada que me succionaba o me daba mordiditas yo hacía lo mismo con su glande y el me entendía. Había una química tremenda entre nosotros, cuando uno quería algo el otro lo sabía, pronto comenzamos a sensibilizarnos. Yo lamía los testículos afeitados de mi padre y los succionaba sacándole quejidos que para mí eran como premios, y mi mayor trofeo sería el hacerle venir con mi boca, seguí mamando su glande y al pasar mi lengua por su frenillo sentía como la verga de mi papá, latía dentro de mi boca, cada que se endurecía para mí era una señal de que lo estaba haciendo bien.
Lo hice más rápido metiendo y sacando su verga que se deslizaba entre mis labios rojos, a la vez, que mi lengua le acariciaba el glande. Lo escuché quejarse de placer y su verga se ensanchó dentro de mi boca, ipso facto, sentí como disparó un fuerte chorro de semen que me llenó la boca, me sentí tan feliz, escuchando los quejidos de mi padre, le había ganado la batalla, lo hice venirse antes que yo y me sentí muy cachonda por eso, la plenitud y excitación de tener su semen en la boca, me desbordaban de lujuria, estaba saboreando el semen con el que fui procreada, me sentía agradecida con ese hombre por haberme dado la dicha de existir y hacerme suya. Él jadeaba mientras yo seguía mamando su glande, lo succionaba y me tragaba su verga hasta el fondo de mi garganta, ahora sin su ayuda, había aprendido a mamar verga, ya me sentía una experta, disfrutaba derramar lágrimas saladas de atragantamiento, me gustaba que se escurriera mi rímel por mi rostro.
Yo seguía en posición de 69 encima de él, así que me volteé para mostrarle mi lengua como perrita, me chupé los labios.
– Estaban muy ricos papi, muy dulces. – Él permaneció acostado y tremendamente excitado, su verga se movía a cada latido que daba, en consecuencia, de tan fuerte eyaculación.
– Ven princesa, esto te va a gustar. Siéntate sobre mi cara. – Entonces yo le obedecí y acomodé mi vagina sobre su boca.
Sentí como la lengua de mi papi entró en mi vagina, me lamía por dentro de una forma exquisita, mientras él con sus manos me llevaba de atrás hacia adelante y después en círculos. Entendí que debía moverme para restregarle mi vagina en su boca, tremendo cunnilingus me dio mi padre, haciéndome soltar fuertes gemidos.
– ¡Aaaahhhh! ¡Que rico papi! ¡Mmm! ¡Sí, siento muy rico, así bebe! ¡Aaahhaaa!
Súbitamente sentí como estaba teniendo un fuerte orgasmo nuevamente, mis pezones rositas se endurecieron y alargaron, la piel se me erizó en un instante, ipso facto, chorro de fluidos vaginales embriagaron la boca de mi papá, él estaba lamiendo mi vagina con frenesí, bebiendo mis licores vaginales y arrebatándome gemidos mientras lloraba del placer que mi padre estaba provocándome, era una sensación tan fuerte que quise retirarme de esa posición.
– Recuéstate boca arriba hermosa. – Yo le obedecí llorando de placer. Él se ensalivo tres dedos y me los metió en la vagina provocándome fuertes gemidos.
– ¡Aaaahhhh! ¡Aaaahhh! ¡Mmmm! ¡Aaaahhhh!
Él comenzó a dedearme fuerte e incesantemente con su mano izquierda, mientras que con la derecha me frotaba con sus dedos muy rápidamente los labios vaginales y el clítoris. Yo comencé a salpicar chorros de mis licores vaginales, explotando en un delicioso orgasmo acompañado de un tremendo squirt.
– ¡Aaahhhhh! ¡Aaayyyyy! ¡Síííí! ¡Aaahhaaa! ¡Ay que rico!
Mi padre se acercaba a mi vagina que estaba hecha un cálido rio dulce, bebía de ella para alimentar la sed de su lujuria. Insistía atormentándome de placer, yo rompí de nuevo en llanto, los ojos se me extraviaban hacia arriba y mi cuerpo se entumía, sufría fuertes contracciones en mi abdomen, que me provocaban retorcerme entre las sábanas hasta que él se detuvo y se lanzó a mis senos para lamerlos y deleitarse con el aroma a vainilla de mi piel. Yo no dejaba de llorar, consecuencia de ese hermoso sentimiento femenino de estar siendo amada por mi padre biológico.
Envuelta en el aroma a sexo que emanaba de nuestros cuerpos y llevada por el ambiente erótico producto de aquella relación incestuosa, que alimentaba mi lujuria, me acomodé en posición de cuatro sobre la húmeda cama, que ahora era cómplice de nuestro prohibido amor filial. Le pedí a mi papá que me retirara el plug anal, que aun llevaba puesto. El sujetó el plug anal y jaló del adorno de corazón, yo sentí un ardor muy placentero y como mi ano se expandía para dejar salir por completo el grueso plug que llevaba dentro de mi ano, derramando un poco de lubricante con sabor y aroma a freza.
– Mi princesa hermosa, tienes el ano muy dilatado ¿Te gusta mucho el sexo anal?
– Me encanta papi, en casa me penetro con un dildo muy grande, con forma de pene venoso, quiero que me penetres por mi ano ¿Te gustaría papi? – Él me miró fijamente el culo, de una forma muy morbosa.
– Claro que me gustaría hermosa, tu mamá nunca me dejó hacerlo por ahí. De hecho, muy pocas mujeres me han dejado las penetre analmente. La verdad tu eres la mujer más cachonda con la que he estado y me gustaría mucho cogerte por atrás.
– Sí papi y contigo me pongo más cachonda, es muy lindo sentir que me coges. Quiero me disfrutes por ahí papi. Yo creo que lo caliente lo saqué de ti.
– ¡Seguro que sí princesa!
A mi morboso padre le fascinaba calentarme con sus deliciosos preliminares orales, así que, estando yo en posición de perrita, me lamió las piernas.
– Tienes unas piernas preciosas hija, una piel tan suave y perfumada que me dan ganas de morderte.
– Puedes hacerlo papi, muérdeme, disfrútame.
Él me dio suaves mordidas, sentí como me lamió alternando con suaves mordidas subiendo por mis piernas hasta llegar a mis nalgas, que sufrieron unas deliciosas mordidas de mi papi, me sentí devorada por él, cuando de pronto sentí su lengua lamiendo alrededor de mi ano.
– ¡Aahhh! ¡Mmjjj! ¡Que rico papi! ¡Aahh! ¡Aayy! – El placer fue tan grande que solté gemidos.
Él introdujo su lengua en mi ano dilatado, fuer una hermosa sensación, me sentí tan amada por él, literalmente me estaba dando un beso de lengua en el ano, es una de las cosas más deliciosas que he experimentado, yo estaba tan limpia y segura de mi zona anal que sin reserva alguna le restregué mi culo en su cara, él metía su rostro entre mis nalgas y su lengua entraba deliciosamente dentro de mi ano.
– ¡Aaaahhhh! ¡Ay papi que rico! ¡Aaahhh! ¡Sí mi amor! ¡Mmjjj! ¡Lámeme el culo papi! ¡Aaahhh! ¡Me encanta!
Él continuó unos segundos para después darme unas ligeras nalgadas que me ardían un poquito pero provocaban un placer de ser sometida por mi progenitor, sabía que eran un alimento para su morbosidad.
En honor a la lujuria que nos embriagaba, le pedí a mi padre me acercara la copa de vino para terminármela por completo, enseguida mi papi me pidió que me acomodara en posición de cuatro casi al filo de la cama, yo para darle una vista más excitante me coloqué empinándome completamente, extendiendo mis brazos en la cama y dejando mis senos pegados a las sábanas, mi espalda quedó arqueada hacia abajo y mi culo muy levantado, me estaba entregando cachondamente a mi papá, cual si fuese una de las actrices porno que vi en las revistas que mi papi tenía en su cajón.
Mi ano lubricado y caliente estaba deseoso de ser penetrado por la enorme verga de mi padre.
Él se bajó de la cama y permaneciendo de pie se aproximó a mi quedando justo detrás de mi culo ardiente. Sentí como colocó la punta de su enorme y jugosa verga a la entrada de mi culo, yo estaba temblando de miedo pues la vez que aquel albañil me desvirgó, me lastimó mucho, mi padre estando consciente de ello, de una forma protectora y paterna me dijo, tranquila hija yo no te voy a lastimar, yo te quiero mucho y lo que más deseo es que lo disfrutemos juntos, así que te voy a penetrar con cuidado amor, sí en algún momento quieres que me detenga tú me dices, princesa. Escucharlo decir eso me hizo sentir tan amada y protegida, me dio sentimiento y mis ojos se humectaron con lágrimas, estaba con un hombre de verdad, que me quería hacer gozar y lo más hermoso de todo, es que era mi papá.
Yo estaba muy cachonda y sensualmente empinada al filo de la cama. El lubricante que tenía aplicado en el ano emanaba un exquisito olor a fresa, mi piel deliciosamente suave con aroma a vainilla por la crema y la loción que me regaló mi papá. Podía verme en el espejo grande del cuarto de mi padre, estaba hermosa, era una princesa con el culo empinado en forma de corazón, mis senos pegados a la cama y mis arracadas luciéndome divinas, mi cabello largo reposando sobre las sábanas. Estaba lista para ser penetrada analmente, el espejo me permitía ver la verga de mi padre reventando de gruesa, asistida por el viagra que traviesamente le había hecho tomar, disuelto en el jugo de naranja. Una verga jugosa que se movía por los latidos de su fuerte vitalidad, con las venas marcadas por la lujuria que la ensanchaba. Mi papá se aproximó a mi culo, colocó el glande caliente de su verga en la entrada de mi ano, yo sentí mariposas en el estómago, mi progenitor me agarró de las caderas y me fue jalando contra él muy lentamente a la vez que empujaba su verga abriendo mi ano muy suavemente, yo sentí mi ano estirándose para dejar entrar el glande de mi padre, fue un delicioso ardor el que sentí, acompañado de una punzada alrededor de mi esfínter anal.
– ¡Me duele papi, detente tantito! ¡Aayyy! ¡Aaahhh! ¡Es que está muy gruesa y siento mi ano muy estirado! ¡Aaahhhh!
Mi papá continúo empujando su verga, pero más suavemente, abriéndose paso en mi interior. Era una sensación cálida y placentera, la que me producía esa enorme verga que me estaba desgarrando tan suave y deliciosamente que, en lugar de dolerme, me hacía desear llegara más adentro. Mi progenitor me estaba dando una caricia profunda con su verga venosa, continuó penetrándome muy lentamente mientras yo sentía como su enorme verga se deslizaba dentro de mí. Hasta que sentí como llegó al fondo, fue como si la punta de su verga me diera un besito muy tierno al topar dentro de mí, le pedí que la dejara adentro uno cuantos segundos, después él la retiró suavemente de nuevo hasta sacarla por completo, para luego repetir el proceso estando yo más dilatada.
Mi papi penetro de nuevo mi ano y cuando sentí su glande dentro de mí no me pude resistir y yo misma avente mis nalgas contra él, ensartándome su verga hasta el fondo. Sentí como topó dentro de mi impactando y arrebatándome un fuerte gemido de placer puro.
– ¡Aaaaaaaaahhhhhhhhh! – Me dejó completamente sin aliento ruborizándome, y sacándome unas lágrimas por el dolor placentero.
Me sentí tan avergonzada en ese momento, mi papá debió pensar que era una verdadera zorra en celo, que no se pudo resistir a la verga de su padre y se ensartó la verga ella sola. No podría culparle por pensar eso, ya que en verdad lo era, tenía la verga de mi padre completamente dentro de mi culo, no dejé nada afuera, sentía su pubis y testículos pegados a mis nalgas.
– ¡¿Cómo te sientes princesa?! ¡¿Te dolió?! – Me preguntó admirado por lo que hice.
– Un poco papi, sentí muy rico, es que la tienes muy grande, más que el albañil que me desvirgó.
– ¡Te ensartaste toda mi verga princesa! ¡Se te abrió mucho el ano! ¡Se siente muy caliente por dentro!
– Me gustas mucho y no pude aguantarme las ganas. Te quiero papi. – Le declaré con mi voz de escuincla cachonda.
– Tu también me gustas mucho preciosa, tienes un culo bien rico.
– Quise sentir que me penetraras fuerte, porque ya estoy más dilatada y así ya no me duele tanto. – Le insinué que podía comenzar a cogerme a su antojo.
– ¿O sea que quieres que te lo haga fuerte? – Pregunto el muy libidinoso.
– Sí papi, cógeme duro. – Le dije muy excitada.
Así que él, me volvió a tomar de las caderas y comenzó a penetrarme con más confianza, haciéndolo más rápido y profundamente.
– ¡Aaahhh! ¡Aahhaa! ¡Que rico papi! ¡Ay, sí, así! ¡Más fuerte papi! – Él impactaba con fuerza contra mis nalgas, metiendo su verga hasta el fondo.
– ¡Aaaahhhh! ¡Aaahhh! ¡Aaaahhhh! ¡Que rico se siente papá! ¡Ay que rico papi! ¡Soy tuya! ¡Cógeme mucho! – No podía dejar de gemir, sentía muy rico, como esa verga entraba y salía de mi ano.
No podía creer que estaba diciéndole esas cosas a mi padre, pero mi moral y pudor eran como un castillo de princesa hecho con arena de mar, que había sido destruido por un huracán desde que fui desvirgada. Ahora solo había un deseo insaciable en mí de sentirme penetrada y sometida.
– ¡Cógeme muy duro papi, dame más fuerte, castígame! ¡Quiero que me duela! ¡Méteme tu verga muy duro! ¡Házmelo como si fuera una puta! ¡Cómo si yo no fuera tu hija! – Le gritaba poseída por una fuerte lujuria, mientras lo miraba en el espejo.
Mi padre tenía la verga muy dura y ensanchada por el efecto del viagra. Ambos estábamos embriagados por el vino tinto. Los brazos fuertes y marcados de mi padre tenían las venas sobresaltadas, tal cual su verga. Yo sentía el fuerte impacto de su cuerpo de toro embistiéndome, cuando de pronto sacó su verga por completo. Pensé que se había arrepentido de coger a su hija por el culo, no podía culparlo; pues era comprensible.
Mi padre estaba tremendamente excitado, yo era una zorra cachonda empinada en la cama deseosa de ser penetrada brutalmente por mi progenitor. Lo que yo pensé sobre su arrepentimiento por haberme penetrado analmente, estaba muy distante de lo que él iba a hacerme en realidad. Solamente se había tomado unos segundos de descanso, le dio un trago a la botella de vino, se aproximó de nuevo a mi culo, colocó la punta de su verga a la entrada de mi ano, metiendo solamente el glande para centrarme y me tomó de las caderas con sus dos manos toscas.
– ¿Estás lista mi princesa hermosa? – Me preguntó advirtiéndome.
– ¿Para qué papi? – Le respondí con mi voz dulce y cachonda de escuincla incestuosa.
– Te quiero coger bien duro hasta venirme princesa, si no aguantas me dices.
– Sí papi hazlo, cógeme muy duro, sin detenerte hasta que termines. – Le dije muy emocionada y cachonda de saber que mi papi usaría mi cuerpo para satisfacerse.
Ipso facto, mi papá jaló violentamente de mis caderas al mismo tiempo que me embestía brutalmente con su verga, sentí como se abrió paso por mi interior intempestivamente, un fuerte calor me recorrió el culo, la punta de su verga me golpeó muy adentro lastimándome mucho y provocándome un placer indescriptible a la vez, mi cuerpo tembló completamente por la durísima ensartada, cual si fuese una construcción siendo demolida por el martillo hidráulico de una excavadora.
El sentirme tan fuertemente lastimada por mi padre biológico, causó en mi un sentimiento femenino que atravesó mi ser, me sentí destrozada y agredida, pero al mismo tiempo amada, deseada, y gozada por mi padre. Inevitablemente rompí en llanto, teniendo la verga de papá hasta el fondo de mi culo. Lágrimas negras y saladas escurrían mi rímel por mis suaves mejillas de jovencita, escuché el fuerte sonido del impacto, su pubis y testículos chocaron contra mi provocándome un delicioso dolor en las nalgas, mi vagina recibía también el estímulo del impacto de nuestros cuerpos húmedos.
– ¡Sí, así, papi! ¡Que rico lo sentí! ¡Cógeme así, muy duro! – Le decía temblando.
Mi padre volvió a sacar su verga por completo de mi ano, que ahora se quedaba completamente abierto por la dilatación. Podía sentir como perdí la fuerza en el esfínter anal, estaba dilatada y adormecida de esa zona. Mi padre volvió a ensartar su verga con fuerza, mi cuerpo se cimbraba con cada embestida, endureciendo y alargando mis pezones rositas. Lo hizo repetidamente, de forma frenética e incesante, ahora lo sacaba casi por completo, pero dejaba el glande adentro para poder ensartar más rápido.
– ¡Aaaaaaahhhhh! ¡Aaaaaahhhh! ¡Aaaaaahhhh! ¡Me dueleee! ¡Aaaahhhhh! ¡Sigue así papi! ¡Más duro papi! ¡Aaauuu! ¡Aaayyyyy! ¡Ahhhaaaaa! ¡Mmmmm! ¡Aaaahhh!
– ¡Qué rico culo tienes preciosa! ¡¿Te gusta que te meta la verga bien duro?! ¡¿la quieres más fuerte?! – El rímel de mis pestañas se escurría, lágrimas negras y saladas rodaban por mis mejillas.
– ¡Me encantas papi, te amo! ¡Me gustas mucho! ¡Cógeme! ¡Hazme tuya! ¡Méteme la verga! ¡Has que me duela mucho! – Le incitaba a destrozarme, yo sentía el ano desgarrado.
Entonces mi progenitor, cuya mirada lasciva podía ver por el espejo de aquella habitación, que servía de cómplice a nuestra relación incestuosa. Continuó penetrándome por el culo, pero ahora con todas sus fuerzas, sin ninguna reserva, solo buscando complacerme, causándome un sentimiento de vulnerabilidad, me cogía de forma despiadada como si fuese su objeto de placer. Pude sentir de 4 a 5 penetraciones por segundo. Fue algo hermoso sentirme tan gozada por mi padre, una sensación de vulnerabilidad indescriptible. Me jalaba tan violentamente de las caderas, para ensartarme su verga venosa, que yo solo sentía mi cuerpo yendo y viniendo. Me sentí tan utilizada, a mí solo me quedaba disfrutar como entraba y salía brutalmente de mi ano esa verga deliciosa. Mis senos rebotaban y mis pezones se endurecían y sensibilizaban cada que sentía la punta de su verga chocando en mi vientre. Ser sometida por mi papi era como recibir el amor que me debía después de tantos años de descuido, le estaba cobrando todos los besos, abrazos y caricias que no me dio de chica, solo que ahora los estaba recibiendo como su mujer, su zorra, su puta y sobre todo su princesa.
La penetración se volvió más fuerte y bestial a cada segundo que pasaba, las gotas de sudor de mi padre caían sobre mi culo lubricándome, Eduardo jadeaba de placer y cansancio, yo gemía llorando y gritando.
– ¡Aaahhh! ¡Así, papá! ¡Cógeme fuerte! ¡Aaahhhh! ¡Me duele mucho! ¡Aaauuuu! ¡Me lastimas mucho! ¡Aaahhhaaaa! ¡Así, me gusta papi! ¡Aayyy! ¡Me arde! – Yo sabía que ya estaba sangrando porque me ardía mucho, como la vez que fui desvirgada, lo que solo me excitó e hizo pedirle más verga a mi papi.
– ¡Cógeme más papi! ¡Te amo papi, que rico me coges! ¡Aaaahhhh! ¡Sí, hazme tu zorra! ¡Destrózame el culo Eduardo! ¡Aayyyy, me duele mucho! ¡Me arde! ¡Aaahhhh! ¡Más rápido amor! ¡Más fuerte papi!
Yo sentía un placer insaciable, era delicioso sentir su verga entrar y salir bestialmente de mi culo ardiéndome, de pronto escuché jadear a mi padre muy fuerte.
– ¡Aahh! ¡Aahh! ¡Aahh! – Jadeaba Eduardo, mientras un fuerte chorro de semen caliente me inundaba por dentro.
Yo me sentí plena, llena de dicha, estaba gozando al saber que mi padre se satisfizo conmigo, que dispuso de mi cuerpo para saciarse y que me había dejado con el culo destrozado. Ese dolor que yo sentía se sumaba al placer que mi padre me había dado. Le había perdonado tanto tiempo de abandono, sentir dentro de mi culo el semen con el que fui procreada, fue algo que me dejó estúpidamente enamorada de mi padre por el resto de mi vida. Él dejó su verga ensartada dentro de mi durante algunos segundos restregándomela y palpitando hasta el fondo, sentía como su glande me acariciaba profundamente, mientras yo gemía de gozo y descanso.
– ¡Aaahhh! ¡Que rico papi! ¡Gracias amor! ¡Siento tu semen calientito adentro! ¡Me siento muy cogida! ¡Gracias papá! ¡Gracias bebe!
Me sentí conectada, él era yo y yo era él, nos convertimos en uno solo, realizando mi más glorioso encuentro sexual.
Habiéndose descargado completamente dentro de mí, eyaculando hasta la última gota de semen que le quedaba. Mi papá retiró su verga de mi ano que se quedó totalmente abierto. Me sonrojé al sentir como escurría por mi culo semen y sangre endulzados con el sabor y aroma a fresa de mi lubricante, que se derramó sobre las sábanas de la cama, me sentí muy apenada, quería que mi ano se cerrara, pero como tenía meses practicando con mi dildo en casa y usando el plug anal frecuentemente, mi ano ya estaba acostumbrado a quedarse dilatado, así que tardo algunos segundos en cerrarse. Se me hiso eterno me sentía una zorra que no encontraba saciedad. Entonces volteé y vi la verga de mi papá que aún conservaba la erección, estaba manchada de semen con sangre, me sentía tan cachonda y puta que no me resistí a probar de nuevo su verga, me acerqué caminando como gatita y le mamé la verga hasta dejársela limpia, mi papi me miraba muy excitado, su rostro era el de un hombre maduro muy lujurioso, mirando a su princesa convertida en una zorra depravada.
Me bajé de la cama y me puse de pie con mis tacones rojos aun puestos y lo abracé. Él me rodeo con sus brazos fuertes y cálidos, comencé a llorar pues soy muy sensible y estaba tan llena de felicidad, me sentía tan complacida y plena en sus brazos, pero a la vez muy apenada por todo lo que había hecho. Después de haber dado rienda suelta a mi lujuria entregándole a mi padre cada parte de mi cuerpo, nos acostamos abrazados en la cama entregándonos caricias mutuas. Habiendo transcurrido algunos minutos, cuando ya había saciado mi lujuria y comenzaba a reestablecerse mi química hormonal, me sentí muy extraña, ahora me invadía un fuerte remordimiento, pues sabía acabábamos de cometer incesto de una forma sucia y depravada.
– Papi me siento mal por lo que acabo de hacer. Me siento angustiada. Si mi mamá supiera se sentiría muy mal. – Le dije llorando entrecortadamente como escuincla.
– Tranquila mi princesa hermosa, no te sientas así. – Me consoló con su voz varonil y cautivadora, dándome un beso en la frente.
– Es que me siento confundida, es algo muy extraño. Me siento culpable, traicioné a mi mamá.
– Todo está bien hermosa, no pasa nada. Te quiero mucho princesa. Además, tu mamá y yo estamos divorciados y no nos queremos como pareja. Así que no te sientas mal por ella. Es cierto que lo que acabamos de hacer para muchas personas es algo incorrecto, pero tu y yo lo disfrutamos mucho y ahora tenemos una relación muy especial, y nadie tiene porque enterarse.
– Pero, ahora ya no me vas a querer como tu hija. – Me sentía muy confundida.
– Como crees, no digas eso, claro que te quiero como mi hija. Aunque la verdad ahora siento algo más por ti preciosa, pues acabamos de tener sexo. Y eso fue por que nos gustamos y sentimos algo que va más allá de una relación de padre e hija. ¿Te gustó tener sexo conmigo? ¿Lo disfrutaste?
– ¡Sí papi! ¡Me gustó mucho! ¡Estuvo increíble!
– Ya ves, entonces no te sientas mal, al contrario, se trata de disfrutarlo. No hay nada de que arrepentirse – Me dijo sonriendo el muy sinvergüenza- . Te quiero mucho mi princesita hermosa.
– ¿Y entonces como se le puede llamar a esta relación especial, porque es incesto verdad? – Le pregunté mortificada.
– Sí hija lo es, pero ¿Qué te parece si mejor lo llamamos de otra forma? ¿Te gustaría ser mi novia? – Me dijo sonriendo el muy travieso- . Después de todo, vivimos en ciudades diferentes y aquí nadie sabe que tengo una hija. Así cada que nos veamos seremos novios, como dijo la chica de la tienda de lencería ¿Recuerdas? ¡Jejeje! ¿Entonces que me dices, aceptarías ser mi novia?
– ¡Sí papi acepto! – Le dije con mi voz dulce y cachonda de escuincla, para después darle un apasionado beso de lengüita.
– Te quiero mucho princesa.
– También yo te quiero mucho papi. – Lo abracé y quedé recostada con mi cabeza sobre su pecho.
Ya eran las tres y media de la madrugada en sábado de gloria, tremenda noche de sexo la que tuvimos, apagamos las luces y dormimos entrelazados.
A la mañana siguiente me levanté antes que él, sin hacer ruido me bañé y me vestí hermosa solo que ahora con un vestido blanco, ajustado, floral de rosas y de hombros descubiertos. Tenía un pronunciado escote que mostraba mis senos deliciosos y tan cortito que me quedaba a tres dedos bajo las nalgas haciendo lucir mis preciosas piernas de jovencita.
Tomé las llaves de mi papá y fui al super de la colonia para comprar lo necesario para preparar unos hot cakes, pasé a una farmacia para comprar una pastilla anticonceptiva de emergencia, regresé a casa y después de tomar la pastilla, preparé café en la cafetera eléctrica, así también con mucho cariño preparé los hot cakes. Los endulcé con leche condensada, rebanadas de fresa y plátano. Servi café en unas tasas y le llevé el desayuno hasta la cama a mi novio dormilón para darle los buenos días, como toda una novia atenta y cariñosa, feliz por todas las endorfinas que me habían producido su dulce semen en mi interior.
Después de desayunar, mi novio se levantó y tomó una ducha. Me dijo que había dado instrucciones a sus empleados para que se encargaran de la bodega de aguacate, en la central de abastos. Así que tendríamos el fin de semana libre para nosotros. Mas tarde le pedí que fuéramos de visita al zoológico, ya que me fascina ver a los animales.
Caminamos abrazados como novios, robándoles miradas a las personas que nos veían pasar, una hermosa jovencita con cuerpo de diosa, vestida provocativa y besándose con su novio maduro.
– ¡¿Será su papá?! – Se les escuchaba murmurar…
Alexandra Love.