Aquí estoy de nuevo, soy Ana, la comedora de hombres que ya no infiel, toda vez que mi marido consiente y participa en ocasiones en mis correrías. A mi marido lo han ascendido en su empresa y lo han ofertado un traslado, después de hablarlo y sopesar los pros y contras he decidido ir con él, estaremos lejos de los abuelos y de nuestros inseparables Luis e Isabel, la verdad es que yo estoy ya un poco cansada de los revolcones que nos damos y desde que se unieron su mujer y mi marido todo este lío ha perdido mucho de su morbo y no resulta tan bien como antes. Además ahora he descubierto un nuevo amante en mi marido y aunque lo comparto con Gloria a la que se folla de continuo, también participo yo en las orgías.
Este fin de semana nos hemos ido a ver la nueva ciudad, no diré su nombre, pues aunque importante, aquí me da la impresión que es mas difícil pasar desapercibida que en Barcelona, no obstante hemos aprovechado el tiempo, hemos visto apartamentos, visitado el ambiente nocturno y hasta nos ha dado tiempo de visitar un centro comercial donde hemos conocido a una pareja de jovencitos con los que hemos tenido ya una pequeña relación. La verdad es que en este país quien no folla es porque no quiere.
Se llaman Alberto y Maria, son de los alrededores, llevan casados dos años y ya han pasado media docena de crisis matrimoniales, no tienen hijos y nos han dijeron que se han sometido a un montón de pruebas porque parece ser que su liquido seminal es pobre y no consigue preñar a su esposa. Alberto es un buen mozo, es un deportista y tiene un cuerpazo de los que me gustan a mi, parece ser que el abuso de ciertos productos puede haber sido la causa de su infertilidad. Maria es más bajita, parece una niña, pero tiene unas tetas divinas, todo lo demás pequeñito. En un aparte le dije a mi marido "Mujer grande, coño grande, mujer pequeña, todo coño". Reímos los dos.
Comencé a hacer de las mías, me incline varias veces hacia Alberto, dejando que viera mis abultadas tetas bailando sin sujetador dentro de la camisa, ya le había notado que miraba mucho mis pezones. Me di la vuelta, me incline hacia adelante mostrándole mis nalgas bajo mi minifalda. No me quitaba ojo, su paquete había comenzado a crecer. En un descuido le sobe el paquete, "perdona no te había visto", le dije. Mi marido no perdió el tiempo, cogió a Maria por el hombro y la hacia preguntas de cualquier índole, ella parecía no dar importancia e estas opciones. Nos fuimos a picar algo y ellos sugirieron tomar una copa en su casa. Nosotros pagamos la comida, nuestra intención era cobrar en carne. Su apartamento, cerca del centro comercial, era pequeño, Salón y mini cocina, todo en uno. Un diminuto baño, y un dormitorio también pequeño. No se les veía muy sobrados.
En el baño me saqué el tanga, me senté en el sofá, frente a Alberto y comencé a provocarlo descaradamente, enseñándole todo mi coño en su esplendor. Le veía sudar, pero no despegaba, su polla estaba a punto de desgarrar sus pantalones. Mi marido rompió el Hielo, se lo jugo todo a una carta: "Oye, os propongo una solución para vuestro problema, con el permiso de mi mujer aquí presente, si queréis puedo tener relaciones contigo y dejarte preñada con el fin de que podáis salir de esa situación". Se quedaron de piedra, inmóviles, Maria no sabia que hacer. Alberto atónito. Estaban bloqueados. Me levante, me arrodille delante de él, le abrí la bragueta, con gran trabajo le saque una polla que hacia juego con su tamaño, vaya herramienta y todo ante la mirada de su mujer que no sabia que decir.
Mi marido la tomó de la mano, tiró de ella y la llevó al dormitorio. Alberto ni se percató, se había despojado de su pantalón y de su slip algo mojado y me había quitado la camiseta dejando a su deleite mis grandes tetas. Comencé a mamarle la polla, de repente si avisar se vació en mi boca, joder con Alberto, es infertil y además se corre con la mirada. Tragué casi todo y con lo que que me quedo en la boca le di un fuerte beso y se lo traslade a la suya. Me retiré y le dije: "Vale, ahora vamos a ir mas despacio y si notas que te vas a correr me lo dices, ¿de acuerdo?". Me dijo que no sabia si conseguiría hacerlo una vez mas, que nunca había repetido. Al final de la noche le demostraría que es posible hacerlo muchas mas, pero ahora tras quitarme la falda, me tumbé en el sofá, puse una pierna sobre el respaldo y la otra en el suelo y dirigí su cabeza hacia mi coño. "¿Sabes comer bien el coño?" le pregunté. "Claro, ¿Qué te crees que hemos estado haciendo Maria y yo durante toda la carrera?, pues eso, muchas mamadas y muchas comidas". El chico se comportó, no era un artista, pero con mi ayuda y mi dirección me puso a tono en tres o cuatro ocasiones, tenia una lengua larga y me daba unos lametones desde el orificio del año hasta el clítoris, dejaba allí la lengua y la movía de izquierda a derecha y me arrancaba algún que otro gemido.
Gemidos los que se escuchaban procedentes de los dormitorios, unidos a alguna palabra de suplica pidiendo ser follada de inmediato. Iba lista, Rafa la pondría primero a tono y después se la fallaría. Lo que había mejorado mi marido.
- ¿Cómo tienes la polla, Alberto?
- Tiesa y deseando meterla.
Me subí encima, controlando con mi mano la base de su pene y sus testículos.
- Avísame, no te corras.
El seguía entusiasmado con mis tetas, en la habitación contigua se oía el jadeo de Rafa a punto de correrse.
- Me parece que me corro" gritó.
Apreté la base de su polla, que volvió a una semiflacidez, seguí cabalgando con fuerzo, "Me corro.." Nuevamente la maniobra, así hasta más de diez veces, al final le deje que descargara dentro de mí. Nos enrollamos en un largo morreo, oía a mi marido dar instrucciones a María de como debía comerle la polla. Seguí morreando a Alberto al tiempo que le masajeaba los testículos, ese chico estaba lleno y yo lo iba a vaciar. Comencé a mordisquearle los pezones, su polla reaccionó, comenzó a crecer, le imprimí un ligero meneo, cuando la noté dura le chupe los laterales, me metí sus peludos cojones en la boca, los saboree, subí la lengua, lentamente por su polla y finalmente me la metí en la boca, me estiré y note el glande en la campanilla, reprimiendo la sensación de ahogo. Cuando estaba casi a punto, paré a tiempo de oír como Rafa montaba de nuevo a Maria, "Ponte a cuatro patas, vamos a por el niño", me lo saque de la boca y le puse mi culo en su boca, chupamelo y meteme con cuidado los dedos, que por cierto eran como pollas, si grito, paras y chupas mas. No grité. Mi culo estaba ya muy dilatado, entre en súper dildo de Isabel y las pollas de Luis y Rafa, me lo tenían como un bebedero de patos. "Espera" cambie de posición y me subí sobre él colocando su polla en la puerta de mi año, me deje caer de golpe, comencé un rápido mete saca, Le costó más de diez minutos correrse, pero aun soltó una buena dosis de semen.
Llame a mi marido, "vamos o venís" salieron andando a trompicones. Maria ensartada en la polla de Rafa, totalmente desnudos y mi marido sujetando sus nalgas. Con cuidado la tumbó sobre la alfombra y siguió follándosela delante de su marido. Aproveche para darnos una ducha, No paré de masturbarle mientras me enjabonaba las tetas y el culo, No secamos, salimos y vimos como María comenzaba a mamarsela de nuevo a mi marido. Se enlazaron en un 69 lento. Preparamos algo de comer, sin que Alberto dejara de magrearme y yo de masturbar su muerto instrumento. Dejamos que mi marido se pusiera a tono y volviera a ensartar a Maria ente la mirada sombría de su marido. "No te apenes, que tu también has follado bien".
Comimos nos reímos, nos metimos mano, metí la mano para tocar el coño de Maria y me sorprendió que me correspondiera, le hice una seña a Rafa y alargo la mano para tocar la polla de Alberto, pero el dijo que su mujer era bi, pero el era hetero y que no le gustaba la relación homosexual. "Donde haya tetas y coños, que se quiten las pollas y los culos de tíos". Nos volvimos a enrollar, Alberto solo se pudo correr una vez mas, pero me sacó un montón de buenos orgasmos y estuve a punto de mojar todo el sofá con una de mis eyaculaciones. Rafa no consiguió correrse, aunque el coño era nuevo, tres veces mi marido eran muchas. Después de ducharnos, asearnos e intercambiar los números de móviles, con el compromiso de que si Maria no se quedaba preñada y deseaba seguir adelante nos llamaran, nos dimos un fuerte morreo y nos despedimos. En el camino al hotel, Rafa me confesó que Maria daba por hecho que seguro que la había cazado, estaba en sus días fértiles.
En el hotel dormimos como lirones, solo antes del desayuno follamos dentro de la más estricta intimidad matrimonial.
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