Descontrol en el concierto

Autor: Anónimo | 07-Jul

Grandes Relatos
Casi por casualidad, mi novio y yo fuimos a un concierto de rock de los Redonditos de Ricota, nos habían regalado las entradas a través de un amigo. El caso es que allí nos presentamos los dos sin ser muy seguidores de ese tipo de música. El concierto se celebraba en una cancha de basket, no muy grande por cierto, pero nos quedamos muy sorprendidos cuando al llegar a las puertas había una fila enorme de gente esperando para entrar. Tanto Hugo (mi novio) como yo, no sabíamos que eran, casi todos chicos mas jóvenes que nosotros y muy distintos a en todos los sentidos, amantes de las motos, el rock, la birra, algún porro y seguro que bastante más violentos de lo que podíamos imaginar. Apenas llegamos a la cola uno de ellos hizo un comentario sobre mí.

- ¿Mira que rubia?¿Esta buena eh?.

Me agarré fuertemente del brazo de Hugo, sabía que se podía irritar por eso, pero muchas veces he intentado convencerle de que no se metiera en un lío por culpa de un simple comentario sobre mí, pero lejos de hacerme caso, se enfrentó a aquel chico que no debía tener mas de 19 años.

- ¿Que te pasa a vos chabon? - le dijo en tono amenazante muy propio de su orgullo.

El pendejo y los que estaban alrededor se rieron. Parecía inevitable que aquello acabase en bronca y volviendo a tomar a Hugo por el brazo tiré de él hacia dentro intentando poner fin a lo que se avecinaba. Aún podían oírse las risas de aquellos guachos cuando desaparecíamos entre la gente, afortunadamente no pasó nada más. Yo le pedí a Hugo que no hiciera tonterías, que sabía lo hombre que era y que no tenía que demostrármelo, que enfrentarse a esa gente traería problemas para él y nada mas, así que sería mejor divertirnos y disfrutar del recital. Al final pudimos entrar en el abarrotado estadio en el que no cabía ni un alma mas, estábamos tan apretados que podía olerse todo y el calor se cortaba con cuchillo. Desde luego no encajábamos para nada en ese tumulto y yo ni siquiera iba vestida acorde a las circunstancias, ya que llevaba un vestido blanco corto en vez de haberme puesto unos vaqueros mucho más apropiados para ese tipo de eventos.

Asi fue que el concierto comenzó entre ensordecedores gritos del líder del grupo que saltó al escenario para goce de todos los jóvenes que allí se congregaban y que vitoreaban y saltaban al ritmo de la batería. No paraba de entrar más y más gente en aquel abarrotado local y cada vez estábamos mas apretujados, podía notar como a mis espaldas alguno se apretaba a mí mas de la cuenta aprovechando la situación, pero lejos de decirle nada a Hugo intenté concentrarme en el concierto y disfrutar dentro de lo posible. El calor era sofocante y apenas se podía respirar entre el gentío. Para colmo los pendejos que estaban detrás nuestro se quitaron las camisas y cuando volví mi cabeza estaba rodeada de torsos desnudos y sudorosos. El grupo, formado por seis o siete chicos me miraban y se reían por mi cara de temor. El más cercano a mi me sonrió y me ofreció dar un trago a su botella de cerveza que con una forzada sonrisa rechacé. Hugo estaba a mi lado y no me soltaba la mano pero era ajeno a lo que pasaba a mi alrededor. Cada vez me adaptaba mejor a la ensordecedora música cuando uno de los chicos del grupo me dijo al oído:

- Que buena estas, perra...

Yo me hice la desentendida, no quería problemas, sabía lo celoso que se pondría Hugo y no le contesté. Pero él insistió:

- Digo que estas muy buena...

Volví a hacerme la sorda y dejar pasar aquellos comentarios como si no fueran conmigo. Pero como aquel chico no tenía bastante, colocó una de sus manos en mi culo y empezó a manoseármelo descaradamente, me di vuelta y Hugo me preguntó:

- ¿Que pasa?.

- Nada, nada....

En buena hora nos metimos en aquel lugar, pero ¿cómo no nos habíamos ido cuando llegamos a la puerta? La mano del pendejo volvió al ataque, me puse de costado y le dije con cara seria que se parase si no quería problemas. Aquello pareció divertirle aún mas y se lo comentaba a sus amigos que reían a carcajadas. Volvió a comentarme al oído:

- Te voy a cojer bonita, te la voy a meter hasta el fondo.

Me volví, puse mi cara lo mas seria que pude y le contesté:

- Párate ya, si no quieres que se lo diga a mi novio.

A todo esto Hugo seguía de mi mano pero sin percatarse de nada, seguía mirando tranquilamente el concierto.

- Decírselo a tu novio, así aprenderá como se coje a una perra como vos. - insistió mi acosador. Volví mi mirada hacia delante, mas asustada que otra cosa, ya que imaginaba que cuando Hugo se diera cuenta de todo, aquello podía terminar en algo muy desagradable para nosotros, pues los chicos eran seis o siete.

- Oime turrita ¿el culito lo tienes virgen? Otra vez hice oídos sordos....

- Me gustaría metértela por el culito y que vieras como entra una pija de verdad.

Sus palabras cada vez más fuertes estaban empezando a calentarme de verdad, yo quería concentrarme en el concierto y olvidarme todo, pero el chico continuaba una y otra vez, para colmo su mano volvía a tocarme el culo, pero esta vez apretando mis nalgas con toda la desfachatez del mundo, le daba igual todo, seguramente de lo medio borracho que andaba ya. Yo no entendía muy bien que pasaba dentro de mi cuerpo, pero lejos de rechazar a aquel extraño, sentía cierta sensación de gusto por sus palabras, por su atrevimiento, por sus caricias.

- Muñeca, debes tener la conchita bien mojadita ¿a qué sí?.

Hugo me miraba de vez en cuando y me sonreía, ajeno totalmente a la situación, ¡si vos supieras! - pensaba yo. El chico se apretujó contra mi cuerpo y podía notar su bulto contra mi culo, sus manos fueron subiendo de mi culo por mi cintura para llegar a mis pechos, que comenzó a acariciar por los costados, para luego tocarme las tetas a placer, primero suavemente y luego con mas fuerza hasta pellizcarme los pezones por encima de la tela del vestido. Como yo no llevaba corpiño el contacto de sus manos contra mis tetas era delicioso para él y también, aunque me molestara, era delicioso para mí. Intenté por todos los medios separarme de él:

- Párate ya, pendejo. - le dije quitándole las manos de encima bruscamente. Entre todo el lío, Hugo al fin se dio cuenta que algo sucedía:

- ¿Que pasa?.

- No, nada, que me han empujado... - contesté quitando importancia al asunto para evitar males mayores. Hugo se volvió hacia los chicos:

- Oigan boludos no molesten ¿eh? El chico que estaba detrás de mi se revoto y también lo encaró con mi novio.

- ¿Que dices boludo de mierda? ¿Quieres ver como te pego dos cachetazos?.

Agarré fuertemente la mano de Hugo, porque sabía que iba a empezar un quilombo que se iba a descontrolar. A ver, vengan, empiecen ¿a que esperan? - se gritaba Hugo.

- Déjalo mi amor, por favor... solo me han empujado, sigamos viendo el concierto, no les hagas caso, por favor no te metas en líos.

Me interpuse entre él y los chicos porque sabía que saldría mal parado, si es que siempre se lo digo que tiene la boca muy grande y luego no es consciente del peligro que corre. Las aguas se calmaron, al menos momentáneamente, ya que el tipo volvió al ataque volviendo a susurrarme cosas al oído.

- Lo que le pasa a tu novio es que no se le para, por eso te tiene desatendida, lo que vos necesitas es un buen chocho.... tienes que ver que pedazo de pija tengo yo para darte.

Yo tragaba saliva y esta vez ya no me volví para evitar que la cosa acabase en pelea. Yo ya no sabía que hacer, si se lo decía a Hugo se podía armar un buen lío, si me callaba estaba a expensas de lo que me hiciera a aquel tipo. Era mejor no hacerles caso, así se calmarían, pero.... ¡qué equivocada estaba! Otra vez mis tetas fueron rodeadas por sus potentes brazos, mientras seguía susurrándome al oído.

- Veras que polvo te voy a echar, vas a ver las estrellas, bomboncito.

Me volví hacia Hugo y le pedí que nos fuéramos de allí. - Ahora no cariño - me contestó - va a salir un grupo muy bueno y cuando acabe nos vamos ¿si? Estaba metida en un buen lío del que seguro no podría salir bien parada, hice de nuevo oídos sordos a todo lo que me decía aquel chico pero él insistía una y otra vez.

- Me gustas mucho amor, tengo la verga como una piedra, veras que polvo te voy a echar.

Entre sus frases y sus manoseos a mis tetas, que cuando me las acarician como él lo estaba haciendo, me recaliento, ya no podía evitar sentirme sacada y como mis pezones se ponían cada vez mas duros.

- Vaya tetas que tienes nena, casi no me caben en la mano, duras, redondas, como a mí me gustan... mmmmmm, que pezones más duros.

Cerré los ojos, pues el gusto me iba en aumento, los latidos de mi corazón se aceleraban y mi conchita empezaba a humedecerse, no podía evitarlo, quería que todo aquello acabase pero por otro lado deseaba que no tuviera fin. Tan abarrotado estaba aquel pabellón, que aunque Hugo mirase de vez en cuando, estábamos muy pegados y no podía ver nada de lo que sucedía. De vez en cuando yo le apretaba la mano ya que no podía tenerme casi en pie debido a las caricias que me estaba proporcionando aquel extraño. Las manos de aquel tipo volvieron a mi culo y siguieron con su labor de tocarme y tocarme sin movérsele un pelo, pero más allá llegó su atrevimiento cuando una de sus manos se introdujo por debajo de mi vestido y comenzó a acariciar la parte interna de mis muslos. Se me escapó un suspiro.

- Mmmmm, que gambas tienes, suaves, como terciopelo.... veras que bien lo vamos a pasar... - volvió a susurrarme el muchacho.

De pronto noté como buscaba mi bikini, desde luego que se proponía quitármelas el muy turro, yo intentaba moverme para separarme de él, pero lo hacía con movimientos muy lentos para que Hugo no se diera cuenta de nada, si en algún momento les veía, la cosa acabaría en pelea.

- Déjame quedarme con tu bombachita bonita, al menos tendré un recuerdo tuyo ¿no? - me decía el tipo mientras seguía intentando bajármelas.

Yo me resistía y me sostenía mi tanguita por encima del vestido con la mano que tenía libre, pues la otra estaba de la mano de mi novio.

- Para ya, por favor... - suplicaba yo, poniéndole cara de pena.

El tipo seguía en su intento cada vez con mas voluntad, metió sus dedos en mis caderas bajo mi vestido y tiraba de mi bikini hacia abajo mientras todos sus amigos parecía divertirse y se reían sin parar. La situación les debía parecer muy cómica, pero yo estaba asustada, aunque al mismo tiempo esa situación me provocaba un gusto tremendo, me odiaba a mi misma porque el placer me invadiese, pero era inevitable, ¡estaba atrapada! En el tira y afloja de bajarme la bombacha, el pendejo lo hizo por ultima vez de un tirón que en el forcejeo llegó a rasgar parte de la tela de la prenda, eso pareció gustarle, así que en vista de que bajarlas le resultaba difícil, lo que intentaba ahora era arrancármelas, tiraba una y otra vez hacia él y mi bombacha iba rajándose cada vez mas, las costuras iban cediendo y la parte delantera se pegaba a mi piel, al mismo tiempo la tela se metía en mi conchita y eso me proporcionaba mas gusto todavía, siguió tirando y tirando, hasta que las rasgó por completo llegando a hacerme daño, quedando prácticamente en una tira pegada a uno de mis muslos, pero el chico dio un último tirón y al fin me las arrancó de cuajo, haciéndome tambalear hasta llegar a empujar al que tenía delante. Hugo volvió a percatarse de algo, pero no entendía muy bien a que iba todo aquello:

- ¿Que te pasa? - volvió a preguntarme...

- Nada, nada, que he tropezado.- contesté asustada.

Aquel tipo había conseguido arrancarme la bombacha y ahora se las iban pasando entre todos y oliéndolas como gatos en celo. Yo sentía como el aire fresquito se colaba por debajo de mi vestido, que era la única prenda que llevaba sobre mi piel. De nuevo aquel muchacho introdujo sus manos bajo mi vestido subiendo por la parte exterior de mis muslos.

- Mmmmmm, qué caderas, que culo tan suave.

Yo cerraba los ojos y aquella sensación me tenía confundida, parecía todo un sueño, pero era real, demasiado real como para poderlo evitar.

- Hugo, por favor, vamonos - le supliqué de nuevo a mi novio. - Espera un poco, media hora y nos vamos ¿si? - Es que tengo mucho calor.... No me hacía caso, estaba destinada a caer en las manos de aquellos desconocidos sin desearlo ¿o realmente lo deseaba?.

- ¿Tienes calor preciosa? - me decía el tío - Yo voy a apagar ese fuego, veras.

Esta vez sus manos se metieron por la cara interna de mis muslos y comenzó a subir su mano, notaba su calor y su sudorosa mano ascendiendo centímetro a centímetro en mi piel. De pronto noté como uno de sus dedos llegó a mi concha. Se detuvo, acarició mis ingles lentamente, hasta que su dedo acarició mi húmeda conchita pudiendo darse cuenta de mi calentura. Volvió a mi oído y me dio un pequeño mordisco en el lóbulo de la oreja mientras me susurraba:

- Vaya.... estas caliente, bien caliente y mojada, veras que bien te entra mi dedo. - Se volvió a sus amigos:

- Esta zorrita esta recaliente.

Su dedo siguió jugando con mis ingles, con mis pelitos y de pronto se introdujo en mi concha sin dificultad, debía ser su dedo mayor, muy largo por cierto. Fue inevitable que yo soltara un nuevo suspiro y un gemido casi inaudible. El vestido se me pegaba por el sudor y con su mano libre seguía palpando mi culo, mi cintura y a continuación volver a refregar sus dedos en mis tetas. Yo miraba de reojo a Hugo, pero no se daba cuenta de nada, pobrecito... me estaban metiendo mano de lo lindo y él mirando al escenario como si nada. El habilidoso dedo de aquel desconocido se introducía una y otra vez en mi cosita, proporcionándome un placer bestial.

- Que conchita tan estrecha, que buena, que buena estas... - me repetía una y otra vez al oído.

El machito dejó de tocarme de repente, por un momento creía que todo había terminado, pero no era así, estaba hablando con sus amigos y preparando alguna otra estratagema. Efectivamente, hizo colocar a sus amigos tapando a Hugo para asegurarse de que no veía nada, además como la gente bailaba y saltaba, tropezábamos una y otra vez y aquello parecía formar parte del tumulto de gente. El terrible guacho volvió al ataque pero esta vez no era su mano la que estaba entre mis muslos, era su aliento el que sentía en mi culo, al principio cerré las piernas, pensaba que aquello había ido demasiado lejos y quería detenerlo, al menos en parte, ya que cuando su lengua rozó mis glúteos, creí morirme, pero mas aún cuando con sus manos separaban mi culo y esa misma lengua exploraba mi orto, entonces si que había perdido totalmente el control, estaba totalmente entregada. En un abrir y cerrar de ojos aquel chico estaba bajo mis piernas chupandome la concha, iba del culo a mi concha una y otra vez, cuando su lengua rozó mi clítoris, un pequeño grito se escapó de mi garganta, afortunadamente parecía sordo, pues en el griterío de la gente nadie lo oyó y mucho menos Hugo que seguía agarrado de mi mano y moviéndose al ritmo de la música. Otra vez aquella maravillosa lengua exploraba mi conejito, instintivamente yo abría mas mis piernas y la deliciosa lengua continuaba jugando con mi clítoris hasta que, inevitablemente acabe como una perra. Tuve que apoyarme en el de delante que tampoco se enteraba de nada. El tipo salió de debajo de mi falda y volvió a chuparme en la oreja al tiempo que me decía.

- Mmmmm, que conchita más deliciosa tienes.... ¿Que tal? Lo has pasado bien ¿no?, ahora veras que tengo una verga como una piedra, no como la de tu novio.

Levantó la parte de atrás de mi vestido y noté como algo duro y húmedo se metía entre mis nalgas, sin duda que el aparato era descomunal. Bajé mi mano libre se le agarré de la punta con mis dedos, comencé a jugar con esa maravilla de pija y la refregaba una y otra vez contra mi concha. Nuestros jugos se mezclaban y él no dejaba de chuparme y morderme en el cuello. ¿Qué me estaba pasando? ¿Por qué había llegado hasta allí?. No podía parar, estaba como una moto. Estaba calentísima y deseosa de que aquella enorme verga se introdujera dentro de mi, comencé a pajearlo con mi mano por debajo de mis piernas, notaba como su cabeza sobresalía de mis dedos, él hacía movimientos hacia atrás y hacia delante para favorecer la maniobra. Yo no aguantaba mas y él parecía que tampoco.

- Quiero metértela, quiero garcharte, vas a ver como entra mi pija en ese agujerito.

La posición casi no lo permitía, ya que los dos estábamos de pie y yo tampoco podía inclinarme mucho hacia delante pues ni había espacio y podía resultar sospechoso para Hugo, en cambio deseaba con todas mis fuerzas que me cojieran, lo necesitaba. Seguimos jugando, yo con mis dedos acariciaba su glande y los pliegues de la piel de su impresionante pija, él me mordía en el cuello y apretaba su pelvis contra mi culo, el contacto de su piel contra la mía era impresionante. Nuestras respiraciones iban en aumento y nuestro gusto también. El muy puto volvió a susurrarme.

- Te la tengo que meter, te tengo que cojer, aunque sea lo último que haga en mi vida.

Eso me encendía aún más y se me ocurrió la brillante idea de decirle a Hugo:

- Cariño, tengo que ir al baño, no me aguanto.

- ¿Ahora?, pero si no vas a poder llegar, esto esta a full - me contestó.

- Es que no me aguanto.

- Bueno, te acompaño.

- No, no, voy yo sola, seguí viendo el concierto, así iré corriendo, no te preocupes.

- ¿Sola?.

- Si, si, no te preocupes.

Así fue como me pude librar por un momento de él, estaba fuera de mis cabales, me estaba comportando como una chiquilla pero no me importaba nada ni nadie, quería sentir aquella verga enorme dentro de mí, así que me di la vuelta, tomé de la mano a aquel divino pendejo que me había puesto tan caliente y salimos corriendo entre el gentío hacia los baños. Sus amigos nos acompañaron, pues no querían perdérselo. Nos costó mucho abrirnos camino entre tanta gente, pero al fin lo conseguimos, yo estaba como una moto y no me importaban nada los golpes y roces que nos dábamos al pasar entre tanta gente. Al fin llegamos a los baños, los de las chicas estaban completos y había fila, entramos en el de los hombres y tan solo había dos chicos. Mi acompañante les dijo algo que les hizo salir de allí sin chistar, y sus amigos hicieron guardia en la puerta para que nadie nos molestase. Allí mismo, en el centro de aquel maloliente lugar comenzó a meterme mano por todos lados, esta vez sin ningún impedimento y yo naturalmente me dejé hacer. Nos besamos como dos condenados, jugando con nuestras bocas y nuestras lenguas, su mano se metía bajo mi vestido y acariciaba los pelitos de mi pubis, luego su dedo jugaba con los labios de mi concha.

- Cojeme, cojeme por favor. - le rogué.

Abrimos la puerta de uno de los baños y a pesar de estar mugriento no me importó lo mas mínimo, estaba tan deseosa de ser poseída por aquel extraño que no me importaba nada. El macho se bajó los pantalones hasta los tobillos quedando desnudo frente a mi, me encantó ver su torso desnudo y sudoroso, su pija completamente parada y una cara de vicio fuera de lo normal. Empezó a desabotonarme el vestido, lo hacía con tanta rudeza que me arrancó dos botones, tuve que terminar yo de quitármelo para evitar salir medio desnuda de allí. Lentamente me solté todos los botones de mi pequeño vestido hasta quedarme completamente desnuda frente a aquel desconocido y sus cinco amigos que estaban a las puertas de ese pequeño recinto para no perderse detalle.

- Que buena, que buena estas.... que pedazo de cuerpo. - repetían todos.

El tipo se quedó mirándome de arriba abajo, admirando mi desnudez. Su verga apuntaba al techo y yo la deseaba tener dentro de mi cuanto antes. Le entregué el vestido a uno de sus amigos y me agaché frente a su pija, comencé a jugar con ella, la tomé por su base con mi mano y con mi lengua subía y bajaba por su parte externa, él cerraba los ojos y yo le sonreía.

- Como me pones pedazo de puta. Sus palabras podían sonar de lo más groseras en otro momento, pero a mí me encantaba oírlas, realmente me sentía como una puta y en ese momento lo era. Seguí jugando una y otra vez con su pija parada hasta que me suplicó que me la metiera en la boca, no le hice sufrir mucho mas y empecé a hacerle una chupada monumental, aquella enorme pija desaparecía dentro de mi boca hasta llegar a mi garganta y mi cabeza subía y bajaba una y otra vez, de vez en cuando me la sacaba de la boca para observarle y dedicarle una maliciosa sonrisa.

- Segui zorra, segui... que te gusta comértela, que bien lo haces.

Seguí un buen rato dale que te dale comiéndome aquel enorme pedazo, recreándome con él, hasta que el muy turro se sentó sobre la taza del inodoro y me dijo:

- Ahora súbite aquí muñeca que vas a ver lo que es tener una pija bien adentro.

Obedecí como una niña buena, me incorporé, me di la vuelta dándole la espalda y abriendo mis piernas todo lo que pude al tiempo que me agarraba a las paredes de ese habitáculo, me senté sobre aquel excitado muchacho, agarré la punta de su pija con mis dedos y apunte hacia mi conchita, primero lo pasé de arriba abajo por mis labios vaginales y mi cuerpo se estremecía por esa sensación de gusto que no podía detener, de un golpe me senté sobre él sintiendo como se metía centímetro a centímetro dentro de mi. El gusto era increíble.

- Ahhhhh, Dios, que calentura, me matas... - gemía yo.

Empecé a cabalgar sobre aquel poderoso miembro viéndolo desaparecer dentro de mi concha, parecía increíble que aquello entrase con tanta facilidad, pero yo estaba tan caliente y tan mojada que me entraba de todo. El chico me apretaba las tetas mientras su pelvis se movía hacia atrás para luego apretar e intentar atravesarme con su caliente pija. Nuestros cuerpos sudaban, nuestras lenguas se enredaban y nuestros cuerpos se fundían en un magnifico polvo.

- Toma, toma, toma... - repetía una y otra vez mientras me penetraba.

Los músculos de mi concha se apretaban contra su poderoso choto y mis manos se aferraban a las paredes, sus amigos nos gritaban sin parar y se pajeaban delante de mí, la vista era espectacular, ver a cinco pendejos delante haciéndose una paja era maravilloso. El pendejo pijudo me seguía cojiendo con gran maestría, todo su cuerpo se arqueaba, se echaba hacia atrás para volver a clavármela bruscamente.

- Si, si, cojeme, cojeme... - gritaba yo.

El espectáculo debía ser increíble y los chicos no se limitaban únicamente a masturbarse, pues comenzaron a acariciar mis muslos, mis tetas, mi concha. Yo cerraba los ojos e intentaba sentir todas esas caricias que me maravillaban. No pude aguantar mas y dando fuertes resoplidos acabe gloriosamente en medio de jadeos y gemidos. En pocos segundos estaba rodeada por los seis chicos, uno me estaba garchando y de qué manera, otro me chupaba las tetas, otro los muslos, alguno hasta mis pies, como gozaba, que maravilla.

- Uff, ufff... Guaauuuu... - resoplaba el que tenía debajo y que me estaba penetrando hasta las entrañas.

El muchacho seguía en su empeño de destrozarme y vaya si lo hacía bien, sus músculos se tensaban y sus dientes mordían mi cuello, yo miraba hacia abajo para ver desaparecer su preciosa pija dentro de mi conchita insaciable. De pronto frenó en seco, dio una última embestida dentro de mí y acabo abundantemente dentro de mí mientras repetía una y otra vez:

- Que polvo, que polvo, por Dios, que bien cojes.

Giré mi cabeza y seguí besándole mientras él permanecía inmóvil y sintiendo los últimos coletazos de su acabada dentro de mi. Yo no quería que acabase tan pronto, necesitaba mas y más y más, estaba tan caliente que no tenía suficiente con ese polvo. El tipo me agarró por las axilas y nos separamos al tiempo que les decía a sus amigos:

- Carajo como coje esta perra, vayan pasando que los va a destrozar.

Ni cortos ni perezosos fueron sentándose uno por uno sobre la taza del inodoro y yo sobre cada uno de ellos para sentir sus grandiosas y juguetonas vergas juveniles. El primero, el segundo, el tercero, el cuarto y el quinto fueron pasando y con cada uno de ellos yo gozaba mas y más, me hicieron acabar varias veces, en unos polvos de los más salvajes. Mientras uno me cojia los otros me acariciaban, me mordían, me besaban, me chupaban por todos lados. Mi primer cojedor y líder del grupo alentaba a sus amigos:

- Cojanla bien, denle pija, que esta necesitada.

Ellos se animaban más y más y al mismo tiempo yo estaba en la gloria, nunca me habían hecho gozar de esa manera.

- No paren, no paren, que esa puta no tiene bastante... - repetía el líder al amigo que yo tenía debajo.

Así terminaron todos bastante agotados, incluida yo, porque a pesar de tener todos los músculos agarrotados y mi concha mas que irritada, quería mas y más, cojer a lo salvaje como nunca había hecho. En vista de que mis pensamientos parecían ser leídos por mi primer amante, alcanzó a decirme:

- Veras bonita, ahora te voy a meter esta pija por el culo y vas a ver las estrellas.

Me asusté, francamente, ya que apenas lo había intentado una vez con mi novio y no fue muy gratificante, pero por otro lado quería pasar por ese nuevo reto y ser sodomizada era lo que más deseaba en ese momento, pobre de mí, me había convertido en una muñeca, en un títere de todos aquellos pendejos. Me hizo tumbarme boca abajo sobre el inodoro y apoyar mis manos contra la pared, escupió sobre sus dedos y me paso la saliva por mi culito, primero un dedo, luego dos y hasta tres, lo que hizo que mi agujerito se dilatara rápidamente. A continuación colocó su cabeza entre mis nalgas y empezó a forzar la entrada suavemente, hasta que la cabeza de su enorme miembro entró por completo. Yo chillaba, el dolor era punzante, pero poco a poco mi esfínter se iba relajando, para convertir ese dolor en un terrible placer que iba en aumento. Él continuó metiendo solo la punta mientras me agarraba por las caderas. Después seguía apretando para que centímetro a centímetro se fuera metiendo. Mis gritos debían ser ensordecedores, aunque dudo que nadie, aparte de los que estábamos allí, pudiera oírlo pues la música del concierto tapaba cualquier otro ruido.

- Bien bonita, ahora vas a ver como te entra toda en ese precioso culo.... - me dijo.

Me agarró fuertemente del pelo, tiró hacia él y de un golpe me acabó de meter todo su pija en mi dolorido culito. Creo que perdí la noción del tiempo, no sé si incluso llegué a perder el conocimiento, pero de pronto todos mis dolores y escozores desaparecieron para experimentar un gusto que desconocía. Mi espalda se arqueaba y mis caderas se movían al compás para recibir esa verga detrás de mí. De verdad que estaba viendo las estrellas y yo le repetía:

- Segui turrito, segui... partirme el culo.

Él seguía mis instrucciones y no dejaba de bombear mientras tiraba de mi pelo. Mi vello se ponía de punta y un escalofrío recorría todo mi cuerpo, llegué a no sentir mis dedos, mi cara ardía, era una sensación extraña, pero notaba como se acercaba un orgasmo diferente, empecé a gemir fuertemente, cada vez mas fuerte, hasta llegar a gritar, a decir cosas sin sentido, a insultar a todos los que me rodeaban y ese orgasmo me invadió desde la cabeza a los pies fue increíble. El tipo se corrió dentro de mí casi al mismo tiempo que yo, hasta que sus piernas no le sostuvieron y cayó sobre mi sudorosa espalda. us amigos para no ser menos quisieron probar de aquel manjar y uno por uno me terminaron de destrozar el culo con sus largas, cortas, gruesas y estrechas pijas.

Me dejaron tirada allí en medio de aquel maloliente lugar, sin ni siquiera despedirse de mí, tan solo riéndose y jactándose de haberse cojido a una perra con toda la facilidad del mundo,a pesar de estar con su novio. Mi cabeza daba vueltas, me sentía muy mal, sudorosa, sucia por dentro y por fuera, completamente desnuda sobre aquel asqueroso inodoro después de haber sido garchada y sodomizada con ganas por seis hermosos pendejos, sin haberlo buscado, sin ser premeditado, pero comprendí que había caído en la trampa del placer, sin apenas darme cuenta y por una parte sentía remordimientos, pero por otra recordaba el gusto que había soportado y había merecido la pena, al menos como una experiencia que no voy a olvidar y creo que nunca más podré repetir.

Me puse mi vestido sobre mi desnudo y sucio cuerpo y cuando volví en busca de Hugo, éste ya no estaba, supongo que después de haber tardado mas de una hora, estuvo buscándome por los baños de chicas, pero entre el gentío no podíamos encontrarnos ni yo a él ni él a mí.

Salí a la calle y fui andando con la vista ida, perdida, desorientada, era como si hubiera vivido un terremoto. Hasta que no llegué a casa y me metí en la bañera no me di cuenta de lo que había sucedido realmente.

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24-Aug
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[Transexual] Esta experiencia que os cuento la viví gracias a un anuncio que me contestaron, en la Revista Gente Libre. Era una carta que me la enviaba un transexual de Barcelona, que quería que nos conociéramos. Pensé que de un lugar tan lejano a donde yo vivo me resultaría prácticamente imposible que nos llegásemos a encontrar, a no ser que fuera en vacaciones. Pero casualmente pude ir a Barcelona con motivo de un encuentro de Rugby de mi equipo. Llamé a Candela que así se llama ella.
12-Mar
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