Mis sesiones de terapia

Autor: Mariana | 04-Mar

Grandes Relatos
Es tiempo de contar mi historia; para muchos quizá una historia como otra; para otros una historia “como pocas”. Hace tiempo que la relación con mi novio no daba para más; pero lo peor del caso es que no sentía deseos de estar con un hombre, ni tenía ninguna fantasía; ya que el sexo no significaba más nada para mí. Tengo 26 años y creo haber perdido una gran parte de mi vida con un hombre que nunca me mereció. Será por el tipo de relación que llevaba con mi novio Mario; rutinaria, esporádica por tanto trabajo pero sobre todo distante. Como si el amor que nos unió hubiese desaparecido. Angustiada y como seca por dentro decidí hacer algo por mí misma y consulté con un médico, quien me derivó a una consulta psicológica.

Era mi primera entrevista con un especialista en psicología y estaba algo nerviosa. Ya eran las 19:30 h, y la puerta del consultorio se abrió. Apareció frente a mis ojos un hombre de 1,70 cm de altura, unos 54 años de edad, entre cano, delgado y muy prolijo. Su nombre, Raúl. Me estrechó su mano y me saludó muy amablemente. Me senté en un sillón muy cómodo y me interrogó acerca de los motivos de mi consulta. La charla fue de casi una hora, pero me sentí muy bien y contenida; más aún sabiendo que el terapeuta me daba garantías, ya que dijo que mi problema tenía solución. Al tiempo de haber comenzado con terapia mi terapeuta me indicó que iba a hacer un cambio en el tratamiento para poder lograr un mayor desbloqueo emocional y dejar atrás tantos prejuicios por haber llevado una vida con alguien tan desamorado y estructurado. Así que en mi próxima consulta comenzaríamos.

A la semana siguiente concurrí a mi consulta como todos los jueves.

Jueves 2 de octubre de 2000

La sesión había cambiado por completo. Hablamos unos 15 minutos y luego mi terapeuta sentado en otro sillón más alejado de mí bajó las luces del consultorio, dejando prendidas un par de lámparas muy tenues; y encendió un televisor que se encontraba allí y que nunca antes estuvo. Encendió la video grabadora. El se sentó, accionó el “play” de su control remoto y tomó la lapicera y el anotador en sus manos. La película era de alto voltaje erótico, rayando en la pornografía. Esto era algo que nunca antes había visto y me sentí sonrojar. Él anotaba todos y cada uno de mis movimientos en el sillón. Estaba intranquila y por momentos sentí que volvía a excitarme. Las escenas, las palabras y los gemidos hacían que cada vez me sintiera más húmeda. No daba más, mis fluidos comenzaban a deslizarse por mis piernas. Aflojé los primeros botones de mi blusa, tenía mucho calor. Él no me sacaba los ojos de encima y apuntaba algo en su anotador. No quise masturbarme porque me daba vergüenza, muy pocas veces lo había hecho y menos lo podría hacer frente a mi terapeuta. La película había llegado a su fin; yo me arreglé la ropa y me acomodé en el sillón, Raúl prendió las luces y me preguntó cómo me sentía y cómo me había sentido a medida que transcurría la película. Le respondí temblequeándome la voz que estaba bien (pues aún seguía muy excitada y con mucha vergüenza), él anotó cada una de mis sensaciones. Luego nos despedimos hasta la próxima sesión.

Salí del consultorio caminando muy lento ya que me temblaban las piernas y me sentía acalorada. Me di cuenta que era muy tarde y que de ahora en más mis sesiones iban a ser entrada la noche tarde, debido a la los cursos que daba mi psicólogo y los pacientes que atendía antes que a mí. Serían entre las 12:30 y la1 de la madrugada cuando pude tomar el colectivo de regreso a casa. Estaba casi vacío, había dos personas sentadas cerca del conductor y yo me senté cerca de la puerta de atrás; estaba casi a oscuras y recordando lo visto en el video comencé a masturbarme, desabotoné un par de botones de mi blusa y acariciaba mis pechos presionando los pezones hasta que se pusieron erectos y duros.

Cuando comenzaba a levantarme la pollera, comienzo a sentir una mano deslizándose por mi entrepierna; volteé la cabeza y un hombre estaba sentado a mi lado; no era ninguno de los dos que había visto al subir. Alguien estuvo sentado atrás sin que yo lo reparara en ello; aunque no podía verle bien su rostro; ya que el colectivo estaba casi a oscuras.

Su mano subió hasta mi vagina y tiró mi tanga hasta sacármela, luego deslizó nuevamente su mano nuevamente hacia mi vagina y comenzó a acariciarme, fue muy suave y delicado. Con sus dedos jugaba con mi clítoris una y otra vez mientras me decía al oído si me gustaba y quería más... Yo comenzaba a jadear y mis jugos vaginales corrían cada vez más abundantes por mi entrepierna mojando también el asiento del colectivo; entonces giró mi cabeza hacia su rostro y comenzó a besarme. Su lengua se introducía cada vez más profundamente jugando con mi lengua y mi campanilla; mientras una de sus manos hacía vibrar más y más mi clítoris, poniéndose duro y erecto; con la otra presionaba uno de mis pezones.

Cada vez quería más y más... (hacía tanto tiempo que no me sentía así), quería extasiarme. Él me cogió con su mano una y otra vez, sentía como uno y luego otro dedo entraba en mi vagina. Hasta sentir dos dedos juntos jugueteando dentro de mí. Mi cuerpo temblaba más y más, y sudaba por la calentura que estaba subiendo... Cría que iba a explotar en un gemido fantástico pero su lengua en mi boca impidió que se oyera; hasta que entré en el éxtasis de sentir múltiples orgasmos. Ya más calmada, se despidió de mí con un “hasta muy pronto”; quise retenerlo; deseaba más!!!... pero a las pocas cuadras se bajó. Quise ver su rostro pero era imposible, la noche estaba muy oscura; aunque sabía que nos íbamos a volver a encontrar...

No podía perderme un hombre como él... Aún imagino como sería que me cogiera con su lengua y me lamiera hasta extasiar mi clítoris de placer!!!... Nunca antes me había sentido así... satisfecha. Sería gracias al desconocido o efectos positivos de mi terapia? Ahora espero seguir con mi tratamiento, lo necesito, creo que me hace bien, y “me va a hacer mejor”. No es cierto?.

Jueves 9/10/00

Mi sesión de terapia fue algo similar a la anterior a diferencia que Raúl me dijo que era hora de ir dejando un poco mi pasividad y explorar nuevos territorios. No quise comentarle nada a cerca de mi experiencia del jueves anterior a la salida de allí, porque la conversación no dio para comentarios. A demás lo vi un poco ansioso debido a que se había atrasado y había prometido a su esposa llegar temprano ya que era su cumpleaños.

La sesión dio comienzo con otro video, fue corto pero igual me excitó. En un momento sentí mi vagina crecer de tamaño y endurecerse como si me estuvieran cogiendo. Mis jugos empezaron a mojar mi pantalón que ya lo sentía bastante apretado y tenía ganas de sacármelo. A través de mi remera mis pezones se pararon como si fueran dos enormes botones. Raúl tomaba nota de todo. Una de las escenas de sexo oral me excitó tanto que emití un gemido descontrolado y yo también quise tener un pene en mis manos para poderlo mamar... Como sería la escena y cómo estaría yo que Raúl continuó con mi tratamiento y me dio unas cuantas indicaciones. Se paró frente a mí y me pidió que le desabrochara la bragueta, se veía muy abultada. Parecía como si me leyera el pensamiento; y así ansiosa y caliente como estaba me apresuré, le bajé los pantalones y su slip; tomé su pene con mis dos manos hasta que lo transformé en una enorme verga clamando por ser devorada por mi boca. Jugué con mi lengua, la sacudía y la pasaba por mi rostro como había visto hacerlo en la película y la chupé, y la chupé. Cada vez la metía más dentro de mi boca, eso mi excitaba cada vez más. El cosquilleo que hacía esa enorme verga vibrante en la profundidad de mi garganta me hizo alcanzar el orgasmo y me sentí más que satisfecha cuando Raúl explotó eyaculando dentro de mi boca, en su última penetración. Su pegajoso semen sabía a un jugo muy dulce que inundó mi boca y dejé deslizar ese líquido sabroso por mi garganta, tragando un poco de él; saciando la sed sexual que sentía; como quien se deleita bebiendo una exquisita bebida. Eso fue un placer para mí nunca antes vivido. Ambos sonrojados y sudorosos nos abrazamos, luego de encontrar el éxtasis.

La experiencia terapéutica fue más que satisfactoria. Aunque yo quería “más”. Al rato nos despedimos hasta el próximo jueves. En la parada del colectivo estuve sola por más de 10 minutos; era tarde de pronto un hombre alto y de traje se aproximó a mí. En medio del silencio de pronto me tomó por la cintura. Me asusté; pensé que iba a robarme y cuando intenté emitir un grito de auxilio; me tapó la boca y me susurró al oído:

- Sabía que nos volveríamos a ver después de lo del jueves pasado.

Era él, aquel hombre que me había hecho vibrar después de tanto tiempo. Pude verle su rostro. El colectivo llegó a la parada y nos subimos. La máquina expendedora de pasajes no funcionaba bien por lo cual nos hizo pasar sin pagar. Había un solo pasajero que a las pocas cuadras se bajó. El colectivero cerró las puertas y no se detuvo para subir pasajeros, por el desperfecto. El recorrido fue directo. Me senté en uno de los últimos asientos al lado de la puerta trasera. Él empezó a respirarle en el oído y a susurrarme lo mucho que se excitó aquel día al verme y por darme placer, mientras deslizaba su mano por mi escote. Yo aún tenía mis ansias de más sexo luego de mi sesión terapéutica; y eso se notaba en mi mirada anhelante.

Él sin dar ni siquiera su nombre se sentó en el piso entre mi asiento y la puerta y comenzó a besarme entre las piernas, hasta que arrancó mi tanga de un tirón rompiendo las tiritas. Mi bombacha cayó al estribo de la puerta. Su mirada incrustó mis ojos. Elevé las piernas y las apoyé sobre sus hombros. Me encontraba palpitante y temblorosa. Hasta que hundió su rostro entre mis piernas y comenzó a lamerme. Mis jugos vaginales fluyeron a borbotones mientras él jugaba con su lengua en mi clítoris. Luego abrió con sus manos los labios de mi vagina y me cogió una y otra vez con su larga y caliente lengua. Sus dedos penetraban en mí junto con su lengua y mis gemidos cada vez eran más y más fuertes; pues no podían taparlos los ruidos del transporte.

Por un momento mientras temblaba mi cuerpo y a los gritos pedía más; el colectivo se detuvo en las inmediaciones de un a plaza con gran arboleda; lo cual hacía una noche cerrada. Y de repente una gigantesca poronga gruesa y vibrante se introdujo en mi boca. Pero no era él, que aún seguía cogiéndome y chupándome el clítoris; era la verga del colectivero. Que excitado por mis gemidos quiso ser parte del momento y saciarme tapándome la boca. Caliente como estaba recordaba el placer sentido con Raúl y refrescando ese momento chupé esa pija más que como se la mamé a Raúl. Más placer que el sentido con el sexo oral jamás antes había tenido hasta el momento. Mientras la verga me hacía cosquillas en el fondo de mi garganta sentía mi clítoris tan erecto y duro que iba a explotar en una acabada potente. En medio de un gemido gutural, el colectivero se estremeció por su orgasmo y luego eyaculó dentro. Yo saboreando su lechita, acabé con múltiples orgasmos eyaculando yo también; mientras “él” (aquel desconocido) bebía mi zumo.

Sí que finalicé bien mi día, a la vez que pienso si todos los jueves de mi vida serán así; con “mi amigo” el desconocido. Si algo lamento es haber desperdiciado tantos años de mi vida al lado de un tipo como Mario, mi ya: “ex -novio”.

Jueves 16/10/00

Le conté a Raúl mi encuentro con aquel hombre desconocido. Pero no le di lujos de detalles. Noté la sorpresa en su rostro y le quitó importancia; recordándome lo importante que era para mí el seguimiento de mi tratamiento. Me comentó que el jueves pasado notó en mí cierta soltura, un poco más de deseo (cosa que había perdido por completo con Mario, mi ex novio); y que él no quisiera que mi tratamiento se vea entorpecido por ningún extraño. Hasta haber completado la terapia; que si bien es un estilo de terapia breve no podía especificar el tiempo para un alta. Le comenté que por momentos me siento sola y ansiosa como que quisiera tener algo seguro y que ciento que mi aspecto psicológico-emocional está muy relacionado con esa ansiedad física, que a su vez termina retrayéndome y haciéndome alguien pasiva. Como a la espera de algo o de alguien.

Este jueves la terapia se extendió. Y como todos los jueves la iniciamos viendo un video. Llevaba puesto un vestido por debajo de las rodillas y abotonado en el frente de extremo a extremo. El clima estaba húmedo y bastante caluroso y ver el voltaje de esa película comenzaba a excitarme y hacerme subir un intenso calor!!!. Raúl me observaba como siempre y hacía sus anotaciones. Cuando había transcurrido la mitad de la película me pidió que me desabrochara el vestido e hiciera lo que tuviera ganas de hacer. Es así que comencé a masturbarme; al principio me dio un poco de vergüenza pero luego ya no. Como mis fluidos estaban corriendo por mis piernas y hacia mi vestido, me lo quité para que no se mojara. La humedad que sentí fue tal que mojé todo el sillón; y más era porque Raúl me observaba. Pero algo me faltaba; así que en medio de mi excitación ya ruborizada y transpirando le pedía a Raúl que se acercara. Se paró frente a mí, tomé una de sus manos y la llevé a mi vagina, la otra la llevé a mi boca e introduje uno de sus dedos. Las manos se movían en forma circular y cada vez me sentía más caliente. Luego por tanto deseo de saber intercambié las manos y llevé la mano de Raúl impregnada en mi flujo hacia mi boca. En ese momento pude comprobar el sabor agradable de mis fluidos. Vaya que es rico. Después le desabroche el pantalón y se lo bajé junto con su slip. Si algo necesitaba era sentir esa verga otra vez.

La tomé con mis dos manos, la frotaba, la sacudía la pasaba por mi rostro mientras él jugueteaba con mi clítoris, yo le observaba esa ansia que tenía porque le chupara su pija. Cada vez la tenía más grande, gruesa y dura... y en un abrir y cerrar de ojos la metí en mi boca. Mi lengua jugó por un rato con ella hasta que empecé a chuparla, con más fuerza y rapidez. Raúl gemía de placer al sentir como le lamía los huevos!!!; pero yo necesitaba sentirla dentro de mí. Así que le pedía a gritos que me cogiera!!!

- Raúl ahora, cojéeme, cojéeme por favor!!!, no doy máaas...

- Sí... ahora vas a saber lo que es experimentar el placer de que te cojan bien, mis tratamientos nunca fallan. Vení...Te quiero penetrar por atrás así mi verga presiona tu punto ”G” y gozas. Ponete en cuatro patas, te voy a montar como a una perra en celo. Abrirte bien de piernas. Vas a sentir mi embestida.

- Ahhh! Mmmm! que lindo... así... cojéeme más fuerte.

- Te gusta? Ahora vas a sentir más.

- Sí así, metela y sácala. Acaríciame el clítoris... aaahhh!!!

Mientras tanto mis tetas se balanceaban al ritmo de la embestida por un largo rato. Luego me pidió que me sentara en el sillón y empezó a lamerme la concha, cada vez más, más fuerte y rápido; hasta que en medio de mis gemidos le suplicaba que me chupara el clítoris ( que estaba por de más duro y erecto). El no sólo me lo chupó sino que me daba suaves y pequeños mordiscos. Después me alzó en brazos y me subió a su escritorio, allí me cogió por delante con más fuerza que nunca ( al mejor estilo de sexo duro), mientras me chupaba las tetas y mordisqueaba mis pezones. Yo suplicaba en medio de mis jadeos.

- Más, más, así cojéeme más fuerte dale aaahh... voy a acabar.

Mis jadeos eran cada vez más fuertes y excitantes en sus oídos... Y en un gemido mutuo Aaahhh!!! Acabamos los dos; estremeciéndose nuestros cuerpos. El placer del éxtasis fue infinito para ambos; que acabamos saciando y satisfaciendo nuestra calentura. La sesión terminó allí, pero yo seguí con contracciones orgásmicas. Luego nos vestimos nos despedimos hasta la semana próxima. Igualmente, yo esperaba encontrarme con mi amigo el desconocido en la parada del colectivo para repetir un buen momento. Fueron demasiados años casi de celibato por el estúpido que tenía de novio; como para perder una oportunidad. Pero ese jueves aquel desconocido no viajó conmigo y lo extrañaba. Una vez en casa me duché y me fui a dormir. Tuve un agradable sueño reparador.

Jueves 23/10/00

Un día de consulta más. Raúl me había llamado por teléfono a casa para adelantar el horario de la consulta. Así que nos encontramos en lugar de las 23:00 h, a las 20 h. Había tenido unas charlas sobre psicoanálisis en la Universidad y cancelado algunas consultas y adelantado el horario de otras.

Se notaba la primavera así que me fui bastante fresca. Su secretario ya se había retirado y la puerta del consultorio estaba entreabierta. Se escuchaba como un leve murmullo a lo lejos. Igualmente lo llamé - Raúl estás ahí?, cuando me percaté que estaba masturbándose mientras miraba un video. Cuando se dio cuenta que yo estaba allí me increpó como enojado por mi tardanza. Pues había llegado 10 minutos tarde; y con los horarios como todo buen profesional es muy estricto. De repente me tomó del brazo, me desvistió completamente como si me arrancara la ropa, y con mirada amenazante me tomó de la cabeza y me empujó para que me arrodillara en el piso. Y con gesto de brutalidad me penetró por la boca con su verga, que se encontraba más que erecta. Sus gemidos eran fuertes. Yo me sentía sorprendida, nunca le había visto tener reacciones agresivas.

Al instante siguiente me arrinconó entre los estantes de su biblioteca, me abrió de piernas con una de sus piernas y me penetró vaginalmente en forma brusca; sin casi haber alcanzado la lubricación adecuada. Me cogió una y otra y otra y otra y otra vez más vigorosamente. Ya me estaba excitando cuando él alcanzó su primer orgasmo. Me cogió en igual ritmo por un rato largo. Luego sacó su pene de mi concha e introdujo sus largos dedos que jugaron un largo momento dentro de mí, mientras que con su otra mano sobaba mi clítoris. Yo mientras tanto acariciaba mis ya turgentes tetas. Con sus dedos embebidos en mis zumos comenzó a acariciar mi ano. Se sentía muy placentero. Abrió mis nalgas más y más y sin pensarlo; Aaaahhhh!!!... grité al sentir que algo me atravesó, y se hundía más y más dentro de mí. Y me di cuenta que me había metido su dedo en el culo.

A medida que metía y sacaba su dedo el dolor comenzaba a desaparecer y el placer emergía en mí. Permaneció cogiéndome con su pija en mi vagina y su dedo en mi culo por bastante tiempo. El sonido de su celular fue como un impás cuando de repente siento el placer de su pene humedecido en mis jugos; jugando, entrando y saliendo, subiendo y bajando. Cuando con sus manos abrió mis nalgas y... - Aaahhh!!!... me hundió su verga como una estaca en mi culo, que me quitó el aire. Fue un dolor intenso aunque atenuado por todo el trabajo anterior. Mientras sentía ese gran pene entrar y salir de mí, comencé a excitarme cada vez más y más, me embargaba un intenso calor que recorría todo mi cuerpo; hasta que le supliqué a Raúl movimientos más vigorosos.

- Más así, así, más fuerte, más rápido, aaahhh!!! Sí así!!! Más rápido, aaahhh, aaaahhh.

Él me dijo - Te voy a hacer tener tu primer gran orgasmo culeándote; si sentí, sentidme así.

Raúl me tomo de mis cabellos y como cabalgándome tiró de ellos, y me arqueé como una gata caliente al sentir mis contracciones orgásmicas. Acababa de dejar de lado mi virginidad anal. Inmediatamente Raúl tuvo otro orgasmo, sacó su pene, me recosté sobre la alfombra del suelo y derramó su lechita blanca, dulce y pegajosa sobre mi rostro y mis tetas. Él untó con dulces caricias su semen sobre mis pechos y dijo:

- Hoy cumplí “una” de mis fantasías y todo gracias a vos.

Me miró a los ojos con una mirada especial, se acostó a mi lado abrazándome. Y en medio del silencio de la noche nos quedamos dormidos por el cansancio del placer compartido. Luego nos despertamos y nos dimos cuenta que el tiempo había corrido como un relámpago, ya eran casi la 1:30 h de la madrugada. Habíamos fornicado por casi más de 4 horas. No lo podía creer!!!. Para mí era todo una experiencia nueva. Nos duchamos en el bañito contiguo al consultorio y Raúl me besó por primera vez. Nuestras lenguas se entrelazaron en un largo y profundo beso. Como era muy tarde Raúl me llevó a casa en su auto mientras conversamos a cerca de su resistencia y potencia sexual ( con la edad que tenía). Me comentó que el es practicante asiduo del “Tantra-Yoga”; es por eso que alcanza largos tiempos fornicando y alcanzando el orgasmo, sin necesidad de perder su energía eyaculando. Y aclaró:

- Laura, coger con vos es un placer especial; puedo hacerlo todo el día y no cansarme aunque sé que te dejaría agotada; pero extasiada de placer. A demás eyacularte es “brindarte” y “brindarme” todo el placer del mundo; más aún a una mujer como vos. Porque coger, tener un orgasmo y eyacular rápidamente lo hace cualquiera; pero darle sentido y motivo a un acto tan sublime como el de compartir el placer, no muchos pueden lograrlo. Si no, por qué hay tantas consultas por problemas sexuales?.

Al terminar nuestra charla nos miramos a los ojos y nos despedimos en la puerta de mi departamento con un fuerte y largo abrazo y un profundo y tierno beso. Con él todas las sesiones de mi terapia eran algo excitante, diferente; aunque nuestra relación “terapeuta-paciente” comenzaba a cambiar. Pues me había entregado a un hombre, que si bien presentaba un atractivo porte me doblaba en edad “por completo”.

Jueves 30/10/00

Llegue a mi consulta como siempre a pesar que la relación entre Raúl y yo comenzaba a ser distinta. Él me estaba esperando con una sonrisa. Me saludó con un beso en la mejilla. Conversamos casi toda la hora. Me contó sobre la tensión y los problemas familiares que tuvo la semana anterior y sobre sus reacciones el día de nuestro encuentro. Su relación de pareja y con sus hijos no andaba nada bien. Yo lo escuchaba atentamente; parecía como si la terapia se hubiese invertido; pero me aclaraba una y otra vez que jamás antes había sentido tanto placer con una mujer que lo atrayera sexualmente tanto como yo. Con su esposa no pasaba nada y la pareja se estaba terminando. El problema eran sus hijos. Ellos no lo comprenderían, estaban muy apegados a su madre, ya que él realizó muchos viajes dando conferencias, cursos, etc, y le dedicó poco tiempo a su familia. A demás de pertenecer a una época donde las mujeres estaban muy reprimidas sexualmente. Y nunca tuvo una relación seria y duradera con ninguna mujer que no fuera su esposa; y a la que no debiera pagarle por sus servicios.

Dentro de todo mis problemas sexuales (debido a mi nefasta experiencia con mi ex-novio) comenzaban a desaparecer gracias a Raúl. Luego de nuestra charla me dijo:

- Mariana, anda a la recepción de al lado, tras la segunda puerta hay una caja esperándote; es para vos, espero que te guste.

Y así me dirigía hacia allí, abrí la caja y saqué lo que contenía. Era un precioso conjunto de lencería erótica. Eso era algo que veía en alguna publicidad, pero nunca me imaginé tener algo así. Era espectacular!!! Todo confeccionado en encaje de puntilla roja. El sostén permitía vislumbrar los pezones; la cola-less tenía las tiritas en encaje fruncido, muy delicado; con un bordado en la parte delantera. El porta ligas también en encaje de puntilla del mismo color y las medias de seda negras. Tal cual los colores que le gustan a Raúl. Él siempre lucía una corbata o camisa contrastando los colores de su pantalón y por lo general eran rojos o rojo y negro combinados. Me desvestí y me vestí con mi nueva ropa de lencería. Y pensé lo mucho que se excitaría verme así... Me solté el cabello, me sacudí la cabeza para lograr más volumen, me puse los zapatos que para la ocasión fueron al dedillo; y salí a su encuentro.

Raúl quedó extasiado y boquiabierto, su bulto se notó prominente extendió sus brazos, fui a su encuentro y nos abrazamos muy fuertemente; culminando o “comenzando” con un beso de lengua muy profundo. Me acariciaba el pelo, me besaba el lóbulo de la oreja, introducía su lengua. Y el sentir su respiración, el sonido de sus besos, sus caricias excitantes y entonces comencé a humedecerme. Él me quitó muy lentamente el conjunto y quedé únicamente con el portaligas y las medias. Yo, comencé a desvestirlo y noté que su slip también se estaba mojando. Sus caricias eran cada vez más provocativas en sus recorridos por todos y cada uno de mis zonas erógenas. El calor que subía por nuestros cuerpos era sofocante. A tal punto de excitarme tanto lo senté en el sillón, empecé a recorrer su cuerpo besándolo y dándole algunos mordiscos en sus tetillas. Metía mi lengua en su oreja, lo lamía y el ritmo y sonido de mis lamidas lo excitaron más y más. Le mame fuertemente su pija y me monté sobre él. Introduciendo su palpitante y expectante verga en mi vagina; comencé a cogerlo.

Me sentía una reina y ahora era yo quien llevaba el ritmo, tal como siempre quise. Lo hicimos así por un prolongado tiempo... Cambiamos varias posiciones hasta que volvía a disfrutar de sentarme sobre “su palo” de espaldas a él y dominar “yo” el balanceo del ritmo vertiginoso del encuentro. Pero esta vez por el culo, mientras con mi mano me masajeaba el clítoris.

- Raúl sí, sí, así... me gusta mucho, mucho!!! Aaahhh.

- Vamos nena cabalga más fuerte, Uuummm!!! Aaaahhhh!!!... me sentís?... ninguna mina me cogió así.

- Sí... mi clítoris está por explotar... Aaaahhhh.

Ambos alcanzamos múltiples orgasmos al unísono.

- Raúl!!! Voy a acabar, voy a acabar!!! Aaahhh.

- Que placer!!! mmmmmm!!!

Raúl no eyaculó, se contuvo par alcanzar más placer y lograr mayor éxtasis la próxima vez; como lo dice la práctica del tantra. Luego nos abrazamos y nos besamos tiernamente mirándonos a los ojos en silencio. El tiempo estando con Raúl parece suspenderse. Luego nos duchamos rápidamente, nos vestimos y me llevó a casa. Yo, lo invité a quedarse y repetir la placentera experiencia. Él accedió. Por primera vez dormiría fuera del hogar conyugal con otra mujer. Y esa; era “Yo”.

Jueves 6/11/00

Nuestros encuentros se daban también fuera del consultorio. Algunas tardes que tenía horario libre, alguna mañana cuando despertaba luego de pasar la noche conmigo. Pero los fines de semana y la mayoría de las noches de la semana permanecía en familia. No era completamente mío. Raúl no solo era mi terapeuta sino que era el hombre que más deseaba y que tanto placer me daba. Pero todavía no podía tenerlo todo par mí. Igualmente me había dicho que la terapia estaba llegando a su fin pero faltaba un poco, no demasiado. Yo, ya me sentía más libre de todas las ataduras psicológicas con las que crecí y las que permanecía inculcándome mi ex-novio Mario. Me sentía otra mujer; me sentía “mujer”.

Para este día como estaba cerca del consultorio pasé por allí y cancelé mi cita. Habían surgido algunos problemas en mi trabajo y mi jefa, me pidió si podía quedarme hasta tarde en la oficina ya que debíamos resolver el problema cuanto antes. Al entrar a la casa me topé en la galería del jardín interno con aquel desconocido del colectivo. Y nos reconocimos al vernos aunque cada cual siguió su camino. Era obvio que era paciente de Raúl, ya que él es el dueño de la casa y no hay más que un consultorio. Otros días de la semana lo comparte con un terapeuta amigo. Le dejé el mensaje al secretario de Raúl y me fui. No era día para encuentros pasionales. Debía trabajar.

Al día siguiente me llamó a casa. Había quedado rendida de trabajar a hasta altas horas de la madrugada y no escuché el teléfono. El mensaje quedó en el contestador. Decía que me extrañaba y que no pudo soportar un jueves sin mi, ni una noche sin mi. Me puso feliz escuchar eso. Nadie más que yo quiere sentirse feliz. Reiteró el llamando a las 14:00 h y dejó otro mensaje en el contestador que decía: - Mariana, te extraño, te necesito, me excita recordar todos los momentos que vivimos juntos. Tengo miles de fantasías que rondan por mi cabeza y que quiero concretar con vos mi amor... Llámame!!!. Al escucharlo me sentí más que deseada e inmediatamente lo llamé al consultorio.

- Hola Raúl, Mariana. Cómo estás?.

- Anhelante extrañándote y esperando verte. Me voy el sábado a España a dar una conferencia sobre psicoanálisis y patología, regreso el jueves próximo por la tarde. Pero no quiero irme antes sin verte. Tengo ratones dando vueltas por mi cabeza. Nos vemos mañana viernes? Por favor!!! Adelanto algunas consultas y cancelo algunas citas; te parece bien?.

- Sí!!! Yo también te extraño y deseo con todo mi ser que me hagas tuya.

- Bien!!!, te espero mañana a las 19:00 h.

- Ok. no fallaré. Te deseo.

- Te mando un beso grande.

- Otro para vos. Hasta mañana.

Viernes 7/11/00

Caía la tarde y llovía muy fuerte, pero la humedad y el calor de la primavera se hacía notar. Ya eran las 19:00. Para impactarlo me puse el conjunto de lencería erótica que me había regalado, y arriba el piloto. Batí mi largo cabello para hacerlo más glamoroso, me puse los zapatos con los tacos más altos que tenía; y me fui a su encuentro.

Cuando llegue al consultorio la puerta estaba entreabierta y se escuchaba conversar. Raúl estaba sentado con dos hombres más charlando muy amablemente. Cuando me acerqué a saludarlo, giré la cabeza para saludar a dichos hombres y me percaté que uno de ellos era “el desconocido” de mis encuentros carnales sobre el colectivo. Todos me saludaron; Raúl con un beso en la mejilla y los otros hombres me estrecharon su mano. No entendía nada, menos si Raúl me quería ayudar a quitarme el piloto. No quería pensar en el papelón y la vergüenza que pasaría. Aunque ellos sabían algo del motivo por el que estaban allí; pero yo, no. Me acercó una silla, bajó las luces y encendió el televisor y la video. El film era altamente caliente. Raúl a mi lado acariciaba una de mis piernas, y yo comenzaba a mojarme. Mi flujo ya había mojado totalmente la cola, el calor que sentía era muy intenso y mi vulva comenzaba a tensarse; sin ni siquiera haberme tocado.

A los hombres, inclusive Raúl le había sucedido lo mismo; sus bultos más que prominentes pedían por sentirse libres. Se quitaron los sacos y se desabrocharon sus camisas. Yo por mi parte con miles de sensaciones corriendo por todo mi cuerpo me desabroché el piloto que ayudó a quitármelo Raúl. Me sentía erotizada, y exótica, como una reina con su harén. Raúl empezó a acariciarme todo el cuerpo y a besarme y lamerme el rostro. Los dos hombres se acercaron, me acariciaban mis partes erógenas y uno de ellos desabrocho mi sostén. Los tres se quitaron por completo sus ropas y me tomaron en andas para subirme al escritorio. Corrieron todos los papeles de encima de un plumazo con la mano. El desconocido se llamaba Sergio y tenía 35 años ( por lo cierto muy atractivo) y el otro hombre Omar de 42 años ( un hombre morocho, común y muy pulcro).

Mientras Raúl me besaba apasionadamente, Omar jugaba con mis pechos y succionaba mis pezones. Yo quería emitir un gemido pero la inquieta lengua de Raúl me lo impedía. Sergio me quitó la cola-less y comenzó a chuparme la concha... Me sentía extraña, excitada, muy caliente!!! Pero sobre todo deseada. El ritmo de lamidas y chupadas cada vez era más vigoroso. Mi vulva estaba completamente tensa y ansiosa por tener un orgasmo. De pronto me levantaron del escritorio. Completamente enloquecida por tanto placer comencé a mamar las tres pijas. Una más grande que otra, una más gruesa que otra y otra más dura que otra; tan dura como un hierro. Besaba sus huevos inflamados por la urgencia. Pasaba mis dientes y mordisqueaba las cabezas de esos penes como jamás antes lo había hecho. Me sentía libre de hacer y gozar como quisiera. Uno a uno me cogía por la boca hasta llegar al fondo de mi garganta y producirme el cosquilleo más espectacular nunca antes sentido. Yo clamaba por más.

- Sí!!! Así!!! Cójanme entre todos. Los quiero dentro de mí. Sí!!! Quiero más, quiero más...

Los fuertes gemidos de ellos extasiaban mis oídos. Mis pedidos fueron como órdenes para los tres hombres y fue entonces cuando Omar me penetró por adelante, Sergio me abrió de piernas y me culeó con una rapidez y un vigor que no paré de tener un orgasmo tras otro. Aquel tiempo en el que sentí dolor había quedado atrás; ahora no era más que “placer”. Y “mi Raúl” me cogió por la boca.

- Aaaahhhh... Ooommm... aaahhh...

Se me escuchaba emitir, junto a sonidos guturales de éxtasis; en medio de jadeantes movimientos carnales. Me arqueaba como una yegua por los espasmos de mis contracciones. Cada orgasmo era más y más intenso; hasta que sentí una seguidilla de orgasmos por un largo rato.

- Mmmm!!! ooohhh!!! Aaahhh...

Raúl inundó mi boca con su leche, que saboreé con todo placer!!!, y mientras se hacía la paja sobre mi rostro yo sacaba mi lengua pidiendo más. Me sentía “la hembra” más deseada e insaciable. Y ellos estaban allí para satisfacerme. Fornicamos sin parar por casi 5 h. Ya exhaustos por el cansancio, Raúl y yo descansamos. Él me abrazó, me besó y susurró a mi oído:

- Te amo. Me permitiste cumplir mi más grande fantasía.

- En cuanto regrese de España nos vamos a vivir juntos. Inicié los trámites de divorcio. Te quiero toda para mí. Mariana, te amo...

Nos miramos a los ojos y nos abrazamos en silencio. Cada uno de ellos saboreó el dulzor de mi flujo, palpó con sus dedos cada centímetro interno y externo de mi piel.

(Sergio tenía problemas con su eyaculación, pero era un problema emocional. Podía coger y tener su orgasmo pero eyaculaba solamente si leía un relato erótico o el texto de una película pornográfica. Luego entendí esto y el porqué en nuestros encuentros en el colectivo me masturbaba a mí y me hacía acabar y el no deseaba ser tocado ni chupado). Así que para mí ese momento fue todo una satisfacción; sentir cómo podía culearme constantemente sin detenerse. (Omar se había iniciado en el Tantra yoga por indicaciones de Raúl, ya que fue un eyaculador precoz y se solucionó con medicación, psicoanálisis y terapia Tántrica). Raúl es un profesional del Tantra en el “arte de amar y fornicar”. Y yo me sentía la mujer más feliz del mundo. Ahora puedo decir que rompí con mis ataduras psico-sexuales. Tuve al hombre que deseaba; me sentía amada y muy feliz. Pero todo terminó. Él nunca más volvió de España. Y extraño sentirme nuevamente tan mujer.

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