Todo ocurrió el verano pasado. Tengo 39 años, no es que sea una belleza, pero sé que gusto. Me encanta tomar el sol desnudo, cosa que a mi mujer no solo no le gusta, si no que me pidió que no lo hiciera. Nuestra relación es buena y en sexo lo pasamos bien sin más, pero no nos falta. Aun así, yo cada vez que puedo, me desnudo al sol sin que se entere y para eso aprovecho su turno de trabajo de tarde y así tengo mucho tiempo para mí.
Cerca de donde vivo, hay unas preciosas playas y mejores acantilados, que es donde vamos la gente a desnudarnos, ya que en la playa no se puede. La zona es de difícil acceso y bastante libre de mirones, por lo que se esta muy tranquilo y la gente va a lo que va. Allí nos juntamos gentes de todo tipo, hombres, mujeres, parejas, y alguna que otra vez, ya he visto algún que otro buen polvo y alguna que otra mamadita entre tíos.
El día que quiero contaros empezó como siempre. Cogí un bocadillo y un par de cervezas y me fui a tomar el sol al acantilado para comer allí y así aprovechar el tiempo. Me senté cerca del agua, en una piedra grande y plana, protegida del viento que hacia. Era entre semana, un martes y había muy poca gente, vi un par de tíos separados entre si (no nos ponemos cerca unos de otros, mas que nada porque cada uno se pone donde encuentra sitio entre las rocas) y también vi una pareja de unos 40 años, ya algo lejos. Me comí el bocadillo y me tumbe con los cascos de la radio puestos. Entre el sol, la brisa del mar y la música que escuchaba se estaba de miedo. Tan bien, que me quedé dormido sin darme cuenta. No tengo ni idea del rato que pasó, hasta que me sentí excitado, notando que mi polla estaba cien, estaba muy a gusto con la sensación de placer al notar mi polla dura y tiesa, debía ser que estaba soñando y me gustaba.
Noté que algún bicho muy pequeño andaba por mi pecho, cerca de mis pezoncillos que me hacia cosquillas, una mosca pensé y aún con los ojos cerrados por estar medio dormido, moví la mano para apartarla y ¡joder que susto!, mi mano tropezó con algo que no era una mosca, ¡era la cabeza de un tío!. Un hombre de unos 50 años, me estaba pasando su lengua por mis tetillas, con tal cuidado que no apoyaba nada más. El tío estaba desnudo y haciéndose una paja mientras me lamía. Nunca me había rozado ningún hombre, así que del susto, levanté la cabeza y le aparté de mí, sin poder decirle nada.
Pero aún fue más cuando al retirarse, vi algo que nunca hubiera imaginado. ¡Otro tío me estaba comiendo la polla, esa polla que había notado que estaba a cien, que digo cien, a mil!. Eso ya si que me descolocó del todo, un hombre me estaba haciendo una mamada y me estaba gustando. Me gustaba tanto que no dije ni palabra, me quede paralizado. Solo le miré, tendría mi edad y estaba morenisimo por el sol; él me miraba fijamente, mientras seguía comiéndose muy suavemente, mi dura polla. No se que cara debí poner entre el placer que sentía y el pensar porque era, porque ese hombre que tanto me estaba haciendo gozar, dejó de mirarme y cerrando los ojos, continuo chupándome, pero esta vez, empezó a usar las manos para acariciarme el cuerpo, lo hacia muy suavemente. Me acariciaba las piernas y el vientre. Me lamía los huevos y volvía a meterse mi polla en la boca. Nunca nadie me había comido así, nunca.
Me trato de separar del todo las piernas, cosa que en un principio no le dejé, pero cuando me rozó levemente el ojete del culo con uno de sus dedos, la cabeza me dio vueltas de goce y dejándome caer sobre la toalla hacia atrás, mecánicamente, separé un poco más yo mismo mis piernas. Ahora el hombre tenía ya todo abierto para él. Con su lengua empezó a lamer de nuevo mis huevos, bajando poco a poco, sin prisas, hasta que me rozó con su húmeda lengua el ojete. Esa sensación me provocó una agitación en el cuerpo, que debió hacerle pensar que quería que me follara el culo con su lengua, porque estuvo recreándose un buen rato con su lengua solo por mi ojete.
Estaba en el cielo, sintiendo un placer enorme. Mientras estaba tumbado, dejándome hacer, ladeé la cabeza y vi al hombre que me había estado chupando las tetillas. Estaba a 4 ó 5 metros de nosotros, medio escondido en una roca, mirándonos y por sus movimientos debía estar masturbándose. Me quedé mirándole y me excitó verle, con sus movimientos de brazo, pensando que se estaba pajeando por mi culpa. Al ver que no le quitaba la vista, el hombre se atrevió a acercarse un poco, saliendo de la roca que le escondía. Tenía la polla pequeñita, pero se veía que estaba muy dura. Poco a poco se acercó mas, mientras no dejaba de mirarle fijamente. Debió ser como si le diera permiso para unirse a la fiesta que me estaba dando el hombre que seguía lamiéndome. Se sentó a un lado de mí y volvió a acercar su boca a mis tetillas, chupándomelas esta vez con verdadera ansia. Me dejé hacer, cerrando de nuevo los ojos. Me gustaba, me gustaba mucho. Me cogió la mano y trató de llevármela hacia su polla para que le pajeara yo, pero no pude, simplemente le dije: No, y apartando la mano, giré la cabeza hacia el otro lado. Allí, en ese otro lado, pude ver, esta vez bien escondidos entre las rocas, a otros dos hombres, que estaban mirándonos.
Es un sueño, pensé, pero no, lo que sentía no era un sueño. Era el mejor momento de sexo que había tenido en mi vida. El hombre que me chupaba el culo, acercó uno de sus dedos a mi mojado ojete y trató de meterlo, mientras seguía chupándome, pero debí cerrar tan fuerte mi culo, que le oí decir: Está bien. Se metió de nuevo mi polla en la boca y comenzó a pajearme a la vez con la mano. Noté que me iba a correr, me incorporé un poco para tratar de apartarle, pero se dio cuenta de lo que pretendía; se la metió de un golpe, entera en la boca y aceleró el movimiento con la mano, no quería que la sacara. Me corrí, me corrí como un loco, notando que tenia un montón de leche en mis huevos y que salía con fuerza, pero el hombre seguía con mi polla dentro de su boca y masturbándome a la vez cada vez con mas fuerza, ¡Joder, nunca me había corrido en la boca de nadie y era una pasada de sensación!.
Cuando acabé de correrme, el hombre escupió de su boca todo mi semen y se volvió a meter la polla, esta vez limpiándomela suavemente, ¡era una pasada!. Rápidamente mi dura polla se había convertido en una fláccida cosita medio muerta. El hombre se rió mientras jugueteaba con mis huevos ahora ya con la mano. Estaba tumbado, con los ojos cerrados y reponiéndome del placer que había tenido. En ese momento, noté algo caliente sobre mi pecho, abrí los ojos y vi como el otro hombre se estaba corriendo como un poseso, y me estaba echando su semen encima, me dio igual, estaba medio muerto y solo pude quedarme mirando como se corría. Parecía mentira con lo pequeñita que era, que montón de semen derramaba sobre mí. Al terminar de correrse, el hombre acercó su polla sobre mi pecho y la restregó sobre mis tetillas como queriendo limpiarse; por la cara se veía que había gozado. Alargó la mano, la pasó por mi ahora muerta pollita y tras acariciármela unos segundos, se levantó y se marchó por donde había venido sin decir nada.
El hombre que me había hecho la mamada, seguía sentado a mis pies, sobándome ahora ya suavemente sin mirarme, con la vista perdida hacia todas partes, como si nada hubiera pasado. Me dijo:
- ¿Tenias ganas eh?, menuda corrida que has tenido.
- Ganas no tenía, pero te juro que no se lo que me ha pasado, nunca había estado con hombres y la verdad, nunca me la habían comido así de bien - le conteste.
Y le pregunté:
- ¿Dime por favor, estaba empalmado y por eso has venido ó has venido y por eso me he empalmado?.
El me miró, se rió, y acercándose me dijo tratando de besarme en la boca:
- Eso dímelo tú.
Aparté mi cara y solo le dije como avergonzado:
- No, eso no.
- Vale, esta bien, pero la próxima vez, veras como dices que sí.
Se levantó y se fue.
Tenía la cabeza aturdida, me levante, me metí en el agua para lavarme y salí rápidamente para recoger todo y marcharme. No sabía lo que quería hacer, pero si sabía lo que había hecho, había tenido la mejor corrida de mi vida y claro a mi mujer ni una sola palabra.
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