El fin de semana ofrecía una magnífica oportunidad para recuperar el tiempo perdido con mi chica ya que hacía dos semanas no nos veíamos, eso si habíamos programado todo para disfrutar cada segundo de nuestro encuentro, que tenía como destino un lindo pueblecito, distante dos horas en tren.
Para no levantar sospechas ni envidias, nos citamos en la estación principal adquirimos los boletos y desde que nos vimos la necesidad de tener un contacto más intimo se hizo intensa, un fuerte abrazo acerco nuestros cuerpos haciéndome sentir sobre mi pecho sus senos que resaltaban por el escote de su blusa mientras un prolongado beso no dejo ninguna parte de nuestros labios sin el delicioso sabor del otro, ya en la plataforma la espera del tren se hacia más agradable con cada caricia, cada roce provocador de su mano y su trasero sobre mi pene, el sentir la respiración del otro junto al oído, acompañada de frases como quisiera comerte ahora mismo, o mira como me tienes de excitado, además el hecho de estar en un lugar público aumentaba nuestras hormonas y el deseo.
Una vez se inició el viaje debimos permanecer de pie por la cantidad de pasajeros, pero que cosa más emocionante que sentirse acosado por quien viaja junto a ti, y al tiempo que buenos resultados se pueden obtener tocando a la pareja bajo los abrigos sin que tu compañero de viaje lo note. Poco a poco el tren se fue desocupando, y logramos un asiento en uno de los extremos, uno junto al otro pero con muchos ojos observándonos, la excitación era grande y difícil de ocultar bajo el pantalón, por otra parte Mónica ya me había comunicado que se estaba humedeciendo mucho, y que si no llegábamos pronto sus jugos la delatarían manchando su falda, esto me aceleró aún más y para comprobarlo nos despojamos de nuestros abrigos y los colocamos sobre nuestras piernas y así podríamos acariciarnos si despertar mucha suspicacia de los demás compañeros.
En cada estación menos gente iba quedando en el vagón lo que nos permitía ser mas audaces, mi mano ya habían recorrido la base de sus senos pero el brasier me impedía ascender hasta sus pezones, así que Mónica lo desabrocho dejándome libertad para acariciar sus sensibles aureólalas , entretanto su mano ya había bajado la cremallera de mi pantalón y jugaba con mi pene, que a la vez luchaba por salir para poder recibir todo el contacto de esa delicada mano que es experta en ponerlo en su mejor forma para la faena.
Mas estaciones y menos pasajeros lo que permitió que Mónica se sentara frente a mi y con una picara sonrisa me dijera que me tenia una sorpresa: muy despacio fue subiendo su corta falda y abriendo muy sensualmente sus piernas hasta dejar a plena vista ese pequeño triangulito de vello público que coronaba unos labios turgentes, rosados húmedos cubiertos solo por el pantymedia, que era solo una traslúcida mallita, sin ningún pudor se acarició la vagina para llevar sus húmedos dedos hasta mi rostro, con ese delicioso aroma de una vagina excitada, al tiempo que me decía que solo podría mirarla por ahora, lo que casi me hace estallar allí mismo. Con muchas naturalidad se sentó de tal forma que me ofrecía un fascinante panorama y muy lentamente empezó a acariciarse, yo podía ver como su vagina se hacía más rosada, como sus labios se abrían para hacer que su clítoris sobresaliera entre dos rosados y húmedos pétalos, su cara se trasformaba por el placer que se estaba proporcionado, esporádicamente me miraba para ver como luchaba contra mi tremenda erección, combinaba sus caricias clitorinas por sensuales toques de sus senos que lucían espléndidos bajo su delgada y ajustada camisa, con unos pezones rosados muy erectos que invitaban a ser devorados en eses mismo instante, todo este maravilloso espectáculo gracias a que su brasier ya había terminado entre su bolso.
Pasaron cinco interminables minutos viendo este morboso espectáculo, cuando nos detuvimos en otra estación y entraron a revisar los boletos, y Mónica no daba señales de terminar su show, por el contrario una vez llegaron a nuestros asientos los inspectores con la mayor tranquilidad se levantó a buscarlos en su bolso que estaba en el portamaletas sin ningún pudor en bajar la falda de tal forma que podía ver sus magnificas nalgas, y cuando me levanté para colaborarle en la búsqueda aprovechó para pasar su mano sobre mi pene, y al tiempo que recostaba sus senos contra mi costado me dijo al oído que quería que la penetrara en ese mismo instante, no sabia a quien atender si a mi chica o a los inspectores, los que finalmente nos dejaron solos para poder continuar. Al guardar los boletos nuevamente en su bolso los dejos caer y agachándose para recogerlos me dio un completo espectáculo de sus nalgas y su húmeda vagina desde otro ángulo, uno muy sensual y tentador faltándome poco para tomarla así, por detrás y poseerla en ese mismo instante
Una vez sentada frente a mi, se inclino apoyando su cabeza sobre mis piernas mientras sentía como desenfundaba nuevamente mi pene, en esta ocasión para envolverlo con su lengua introduciéndolo en su boca una y otra vez hasta ponerme al limite, sus labios era como una gran vagina húmeda y caliente que ajustaban cada vez más mi pene queriendo exprimirle hasta la ultima gota de mi leche; al levantar cabeza abrió sus piernas para permitir que mis manos juguetearan con sobre su vagina, que más parecía un volcán, porque al primer contacto de mis dedos sus gestos presagiaban un orgasmo ya incontenible, al tiempo quería participar de su deliciosa corrida en un vagón de ferrocarril así que rompí sus medias para poder acceder completamente a su inflamada almeja, creo que la sensación de sentir como se rompía su ropa nos dejó a ambos en el punto de no retorno, nunca había acariciado una vagina tan húmeda, tan suave y tan inflamada, el clítoris no resistían ningún contacto si provocar los mas deliciosos espasmos que Mónica no podía disimular, poco a poco deslicé un dedo en su gruta y pude disfrutar de las contracciones de su sexo, al tiempo que me deleitaba viendo sus ojos en blanco, sus manos apretando mis brazos para no perder ningún movimiento de mi mano.
Después de este primer orgasmo me agache entre sus piernas para saborear el gran manjar de sus jugos, creo que todo el tren olía a sexo y a orgasmo, mi rigurosa exploración con la lengua de todos sus húmedos pliegues genitales creo que la hicieron terminar otra vez ya que sentía sobre mi cara la presión de sus muslos para que no abandonara esta posición.
Ya estaba imaginando como la penetraría con mi pene, sentándola sobre mi para poder terminar la faena del tren cuando anunciaron la llegada a nuestro destino, Mónica me dijo que no sabía si podría mantenerse en pie, porque sus piernas aún le temblaban, y que muy seguramente en su falda habría evidencias de su abundante lubricante sexual, así como en la silla de nuestro sexual tren. No podrán imaginar lo excitante que resulto nuestra llegada al hotel donde nos hospedamos, pero eso será tema de nuestra próxima entrega.
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