El pasado verano cumplí una de mis fantasías, hacer el amor con dos mujeres. La cosa surgió por una lectora de uno de mis relatos. Estuvimos un mes intercambiando correos, encendidos todos. Me contó muchas cosas, que era bisexual, que le gustaban las emociones fuertes. La conocí en Madrid, aprovechando uno de mis viajes. Ella vive en Barcelona y fue allí para quedar conmigo. No hubo muchos preámbulos, empezamos a besarnos en el mismo coche en el que me recogió. Y acabamos haciendo el amor en la habitación de mi hotel. Esa noche hicimos el amor repetidas veces, era insaciable. Nos despedimos sobre las 9 de la mañana, yo tenía una reunión. Me dijo que tenía una sorpresa para mí si aceptaba quedar con ella al mediodía. Me dio un teléfono y me pidió que la llamase. Yo acabé antes de lo previsto, tenía una comida de trabajo pero me desmarqué. La llamé y me dio una dirección, una calle céntrica de Madrid, me dijo que me esperaba a las 3 con su sorpresa. Llegué a esa hora, salió a recibirme una mujer distinta, menos guapa que María, más mayor. Me invitaron a comer, cosas muy ligeras, una ensalada acompañada de patés, quesos, ese tipo de cosas. Champán para beber. Hablamos de muchas cosas, pero sobre todo de sexo. Al llegar a los postres ella empezaron a besarse largamente, sin pudor. Yo las miraba sin saber que hacer, hasta que me pidieron que me acercase. Intercambiamos besos a tríos, todo era muy excitante. Inés empezó a acariciarme y a partir de allí perdí el control, nos fuimos desnudando lentamente, ellas se dejaban hacer, querían que fuese yo el que llevase la iniciativa.
María es bajita, con el pelo corto teñido de rubio. Aquella tarde llevaba una minifalda de color negro y una blusa blanca. Hacía mucho calor en Madrid. Un pendiente en la aleta de la nariz. Unos bonitos ojos azules. Una amplia sonrisa. Es muy simpática y habladora. Inés era el contrapunto. Tan alta como yo, desgarbada, muy morena, nerviosa, seca, con unos hermosos labios, con una cicatriz en el cuello que luego descubrí producto de un accidente de tráfico. Cuerpo afilado que fui descubriendo poco a poco. Algo de rencor en su mirada, nunca había tenido buenas experiencias con los hombres. Vestía un vestido negro y vaporoso sin mangas, con falda larga. No puedo recordar quien desnudó a quien, ni las innumerables caricias que hubo entre medio. Fue todo un poco confuso, así que voy a tratar de separarlo por episodios.
Episodio 1: Cuando me follé a Inés.
Inés se aferró a mi verga rápidamente. Andaba necesitada, hacía años que no tenía una para ella. Al igual que María era bisexual, pero solo había sido amada por mujeres en los dos últimos años. Inés llevaba ropa interior completamente negra, a juego con el vestido, muy austera, con unas bragas de las de antes. María un pequeño tanga de color azul claro, sin sujetador. Se quedaron con las bragas puestas un tiempo, mientras seguíamos jugando. Llegó un momento en que las dos se dedicaron a mí plenamente. María me besaba mientras yo acariciaba su coño. Inés chupaba mi polla, no podía ver su cara tan embelesado como estaba. Antes de correrme las pedí que nos fuésemos a la gran cama. Allí me tiré sobre Inés, le quité las bragas, estaba deseosa de que la follase, la abrí bien las piernas y la penetré. María puso su coño encima de la boca de Inés, aún con el tanga, con la tira bien metida dentro de su raja, para que la fuese chupando. Tuve que darle fuerte para que se corriese, lo hizo entre chillidos de placer.
Episodio 2. Cuando me follé a María mientras le comía el coño a Inés.
Nada más separarme de María, las dos a se enroscaron en un 69 súper excitante, mientras yo las miraba para recuperarme. Gemían como locas, estuvieron un buen rato mientras mi polla no paraba de crecer. Me aproximé a la que estaba encima y chupé con mi lengua su culo para después introducirle dos dedos que acogió con deleite. Acabaron sudorosas y nos quedamos unos instantes en reposo, recuperándonos. Se besaban y me hacían participar en sus besos. Nos tumbamos un rato en la cama mientras se fumaban un cigarrillo. Yo seguía completamente erecto y con ganas de follarme a María, así que empecé de nuevo a acariciarla. Inés hacía lo mismo con ella, los dos nos centramos en extender las caricias por sus pechos y su coño. Ella se movía como una loca pidiendo más, María de vez en cuando se paraba para besarme a mí o para tomar mi polla con sus manos. Cuando ya no pude resistir metí la polla sin contemplaciones en el coño de María y me estuve moviendo un rato dentro de ella. Pero Inés también quería participar, así que cambiamos de posición para que todos pudiésemos disfrutar. Yo me tumbé boca arriba con María encima bien ensartada en mi polla. María en cuclillas con su coño en mi boca. Follaba y follaba sin dejar de chupar ese coño tan oloroso. Nos corrimos todos, fue maravilloso.
Episodio 3. Cuando me follé a María por el culo mientras Inés le metía un consolador por el coño.
Descansamos un buen rato, conversando en la cama, abrazados los tres, María se quedó dormida con su cabeza en mi pecho. Inés me contó como se conocieron. Trabajan juntas en el mismo Ministerio, habían hablado mucho por teléfono. Hasta que un día quedaron en verse. Inés estaba casada todavía, estuvieron cenando juntas y María le descubrió su faceta bisexual pero no pasó nada. La chispa fue surgiendo después, el matrimonio de Inés (era el segundo) no funcionaba, y María le ayudaba a superarlo mediante mail y conversaciones. Volvieron a verse un tiempo después, cuando ya Inés no vivía con su marido. Estaba deprimida y esa noche lloró mucho, hasta que María la besó y la hizo el amor con calma y suavidad. Desde entonces eran amantes, aunque se veían no más de un fin de semana al mes. Pasaban juntas las vacaciones viajando por Europa. Ambas eran muy aficionadas al sexo, y a cierto tipo de páginas web. Habían intentado antes una relación a tres que no había funcionado. Nos fuimos excitando poco a poco, debían ser ya las 6 de la tarde. Yo tenía el vuelo de vuelta a las 9,30 de la noche. Inés sacó unos juguetes que solían utilizar para sus encuentros, unas bolas chinas, un pequeño vibrador y un consolador de tamaño respetable. Y nos pusimos a jugar con ellos. Durante un rato las dos me chuparon la polla a la vez, mientras veía sus encantadores culos en pompa. Me excitaron tanto que fui directo a buscar el culo de María con mi polla. Ella se dejó hacer, lo habíamos hablado mientras comíamos, una de sus fantasías era que la penetrasen por delante y por detrás. Empecé a penetrarla poco a poco, costaba mucho, tenía una raja muy estrecha. Inés me ayudaba a lubricarla con su saliva. Poco a poco se la fui metiendo, ella se quejaba, pero le gustaba, ya lo había hecho antes. Conseguí meterla del todo, Yo estaba de pié, ella de espaldas a mí apoyada en el borde de la cama. Entonces Inés cogió el consolador grande y, colocándose debajo de ella, empezó a penetrarla a la vez por el coño. La verdad es que era complicado, yo empujaba despacio porque seguía quejándose aunque pedía que no me fuese. Hasta que por fin encontramos el ritmo adecuado, yo me corrí rápido, de tanta excitación y de lo estrecho que tenía su culo, ella tuvo un orgasmo bestial, con contracciones de todo su cuerpo. Cayó rendida en la cama e Inés se vino a mí, con el mismo consolador que había sacado del coño de su amiga, para que la taladrase con él cosa que hice encantado.
Episodio 4: Cuando Inés jugueteó con el consolador y mi culo.
Cuando se corrió me ordenó que me tumbase boca a bajo y que me relajase. Cogió el vibrador pequeño, lo puso en marcha y lo fue acercando a la raja de mi culo. Y allí estuvo un buen rato, sin llegar a introducirlo del todo. Era una sensación distinta a todo lo que había experimentado. María me besaba mientras tanto, jugueteando con mi lengua. Me preguntaron si quería seguir experimentando por allí. A mí me daba miedo, pero me dejé hacer. Volvieron a coger el consolador grande y de nuevo apuntaron a mi culo que se fue abriendo poco a poco, pero estaba muy tenso y no conseguían meterlo bien dentro. Hasta que les dije que lo dejasen, que tendríamos nuevas ocasiones para seguir experimentando. Lo que sí habían conseguido es que mi polla volviese a estar dura y palpitante otra vez. Le pedí que acabasen lo que habían empezado antes. Pero cambiamos de táctica, hicimos un 69 a trío, un triángulo en la cama, un poco reviramos todos. Yo chupaba el coco de Inés, que a su vez chupaba el coco de María, que a su vez me chupaba la polla. Tardé mucho en correrme, María se corrió dos veces. Acabamos agotados, nos repusimos con unos vasos de whisky preparando el ataque final
Episodio 5: La ultima follada solo con Inés, mientras María nos miraba y se masturbaba.
Se me hacía tarde, pero Inés me pidió que se la volviese a meter, que llevaba demasiado tiempo sin disfrutar de un hombre como para dejarme ir. Entre las dos se las arreglaron para ponerme a punto rápido. Se la metí de rodillas en la cama, de espaldas a mí, con fuerza la hice gozar mucho tiempo porque otra vez tardé mucho en correrme, tenía la polla dura como una piedra y estaba seco de tanta leche como había derramado. María se excitaba mirándonos y se entretuvo besando a los dos mientras se hacía una paja. Se quedó al final sentada en una butaca frente a mí, con las piernas encogidas masturbándose duro, mitad con los dedos, mitad con el pequeño vibrador, hasta que estalló dos veces y se tumbó en la cama para ver como terminábamos exhaustos. Me vistieron ellas, calcetines, camisa, corbata, entre besos y caricias.
A María la he visto dos veces más. Habló con ella a menudo. Con Inés me escribo a veces. Siguen foliando de vez en cuando, aunque están más distanciadas.
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