La maestra especial

Autor: Anónimo | 23-Apr

Confesiones
Así me llaman mis amigas, no por que realmente lo sea, sino más bien por que en cierta manera, ocasionalmente me dedico ha enseñar a cierto tipo de alumnos especiales. Sí en realidad doy clases, pero esto otro es otra cosa. Todo comenzó, cuando una muy intima amiga mía, que nos conocemos desde niñas, me habló de lo preocupada que se encontraba por que su nieto, todavía a los 18 años, no había tenido ningún tipo de experiencia sexual, con ninguna mujer. El chico vivía con su madre, o sea la hija de mi amiga, de su padre se divorció cuando aún el chico era un crió. Por lo que en muy pocas ocasiones había tenido la influencia de otros hombres en su hogar. Lo que le preocupaba a mi amiga era que su nieto, aparte de masturbarse, se ponía a jugar con la ropa intima de ella. En otras palabras, como que lo había agarrado con sus pantaletas puestas.

Al principio, como que no entendí, pero cuando mi amiga me preguntó ¿sí yo conocía alguna mujer que se dedicase a la prostitución? Le dije que no, y ella se entristeció más. Al preguntarle ¿para qué? Me dijo algo avergonzada, que era para que como el chico no tenía padre, y su abuelo no se lleva bien con él, presentársela para que tuviera su primera relación, ya que de seguir así, tenía miedo, de que su nieto terminase no tan solo agradándole eso de vestirse de mujer, sino que actuando como una. En realidad la idea a mí en lo particular no me agradaba, pero viéndolo desde su punto de vista, mejor era eso a nada. Les digo que no me agradó la idea, por que sería como decirle al chico, ya que no puedes encontrar una, tu abuela te la paga, y me parece que sería muy vergonzoso, digo para el chico. Como soy de las que dicen lo que piensan, sin pelos en la lengua, se lo comenté a mi amiga. La que en medio de todo, me dio la razón.

Por unos cuantos días, sin querer a cada rato pensaba en el pobre chico. Para esos momentos, recién había terminado de divorciarme de mi tercer marido, ¿por qué creen, que fue? Si por infidelidad, pero mutua, ya que no soy una santa. Cuando me enteré que él me ponía los cuernos, yo también se los puse, pero para que le doliera. Lo hice con la mayoría de sus amigos o conocidos, mientras que él únicamente llegó ha acostarse con una triste puta, a la que tenía que pagarle. Estando sola en casa, me puse a fantasear, que cosas no haría yo con ese chico. Primero como lo seduciría, y lo demás dejé que mi imaginación volase. Después de pasar varios días, pensando en eso. Hablé con mi amiga, la que todavía no se atrevía hacer nada. Le dije que me mandase a su nieto a casa, con la idea de que yo le diera clases, supuestamente en la peor materia que él tenía. No se crean que lo del chico, lo hice por tener un corazón de oro. Además no era de que él llegase y me encontrase desnuda en casa, faltaba más, se lo pueden imaginar, una señora, amiga de su abuela. Las cosas tenían que ser bien hechas. Así que ante todo, me vestí adecuadamente, como para llamar su atención, o sea con una falda algo corta para mi edad. Aunque tengo buen cuerpo, no puedo ocultar que ya llegué a los cincuenta. Por lo que tenía que ser muy cuidadosa como hacía las cosas. No fuera ser que el chico se espantase, lo que hubiera sido el colmo de la mala suerte.

Desde que llegó, procuré moverme con suma naturalidad, por un rato estuve algo preocupada de no lograr mi objetivo, hasta que lo pesqué ligándome las piernas. En parte mi plan, comenzaba a dar resultado. La segunda cosa que hice fue que con toda intención dejé desabotonados los botones superiores de mi blusa, por lo que sin mucho esfuerzo de mi parte, gran parte de mis senos podían ser vistos por el joven, con suma facilidad. Era como para reírse, el queriendo ver y yo queriendo que me viera, pero sin demostrarlo plenamente. Ese primer día no se me olvidará nunca, aunque no llegamos a nada realmente, pero me atrevo apostar que se la hizo a nombre mío. El segundo día que se presentó, para que le diera clases, me vestí algo diferente. Con la excusa de que pensaba que él llegaría mucho más tarde, únicamente estaba usando una bata casera corta. Mientras le fui dictando las asignaciones o revisando sus respuestas, vi que sus ojos no hacían otra cosa que observarme detalladamente, mientras que yo me movía de un lado a otro, de manera bastante distraída, dejando ver gran parte de mi cuerpo. Eso lo hice de manera sistemática, hasta que noté el bulto que se formaba bajo su pantalón. En ese momento, yo la verdad que también estaba deseosa de que algo pasase, pero no sabía que hacer sin caer en evidencia. Fue cuando se me ocurrió inventar, que estaba ensayando para una obra de teatro y que luego que él terminase con los ejercicios, le iba a pedir que me hiciera el favor de ayudarme ha ensayar. Cosa con la que José dijo estar de acuerdo. Al poco rato mientras revisaba sus ejercicios, ya sin darme cuenta me mantuve con las piernas ligeramente abiertas, por lo que para mi pupilo, no le resultó difícil el darse cuenta de que soy rubia natural. Al finalizar, fue él quien se mostró bastante interesado en la supuesta obra en la que yo participaría. Le dije que era de un grupo de teatro experimental, de las damas del club. Y que una vez que la obra estuviera montada, con gusto le regalaría una entrada.

Luego proseguí, a explicarle lo que era la obra de teatro. Se me ocurrió decirle que la obra trataba de una chica joven que era seducida por un hombre mayor, al que ella trataba de evitar que él la besara. Pero que finalmente el hombre lograba su objetivo. A José como que le costó algo de trabajo el entender la obra. Ya que se comportaba muy rígido, pero para darle un ejemplo de lo que él debía hacer le propuse cambiar de lugar temporalmente, por lo que yo pasé a realizar el papel del hombre y él el de la chica. Era algo de lo más gracioso ver, como José la verdad tampoco servía como chica, pero eso me ayudó, a demostrarle en gran parte como debía actuar en su papel de hombre mayor buscando besar a la joven. Estaba a punto de darme por vencida, o sea cansada de que nada resultase, cuando en nuestro cuarto ensayo esa tarde, José comenzó a soltarse, sus brazos me apretaban contra su cuerpo, mientras que su boca buscaba la mía insistentemente. Nos dimos nuestro primer real beso, con uso de lengua y todo. A partir de ese instante al chico ya no hubo que continuar diciéndole que hacer. Sus manos rápidamente comenzaron a tocar mi piel, por debajo de la tela de mi pequeña bata casera. En cosa de breves momentos ya estaba casi sobre mí. Podía sentir su miembro duro y caliente aún por bajo la tela de su pantalón. Yo haciendo un poco más mi papel, me negué al principio a sus avances. Pero finalmente abrí mis piernas de par en par. Y sentí como su erecta y joven verga comenzaba a penetrar mi vulva. Desde esos momentos José se ha vuelto un alumno extremadamente aplicado. No hubo cosa que los dos no hiciéramos en mi cama, así como en cualquier otro lugar de la casa. Con el pasar del tiempo, José de seguro conoció a otras mujeres. Pero finalmente dejó de visitarme. Pero no me quejo, ya para esos momentos me encontraba dándole tutorías, a otro chico, tan o más tímido con las chicas que José. Como fue el caso de Ricardo, quien llegó a mis clases, cuando estando en la peluquería, encontré a una conocida mía, que me dijo lo mucho que le preocupaba su hijo, un joven de unos 16 años, que hasta esos momentos nada de nada. Seguí más a menos el mismo plan que con José. Pero a diferencia de él, Ricardo era como que mucho más tímido que su antecesor. Con decirles que en ocasiones lo pesqué con los ojos bien cerrados, mientras yo distraídamente, dejaba mis piernas del todo abiertas frente a él. Me sentaba en posiciones algo incomodas, fue cuando sentí, un ligero dolor en mi cadera, por estar sentada de esa manera.

Eso me dio una idea, tan sencilla como efectiva. Le pedí que después de la clase, debido a mi dolor de espalda me hiciera el favor de darme un masaje, por la espalda. Cuando se lo pedí, su rostro se puso rojo como un tomate, pero me le fui por el lado del fuerte dolor que yo sentía, y de lo eternamente agradecida que le estaría si me podía hacer ese favor. José, que es como se llama el nieto de mi amiga, lo conduje hasta ha mi habitación, y acostándome en mi cama, le entregué una crema, la verdad es que se trataba de una crema hidratante. Pero le dije que era lo mejor para el dolor que yo sentía en esos momentos. Además le hice bastante hincapié, en que esperaba que él fuera bastante discreto, y que no le contase a nadie lo del masaje. Cuando me acosté y retiré la bata de mi cuerpo, me quedé con una pequeña toalla tapando mis nalgas y con mis brazos ingenuamente trataba de ocultar mis senos, al pobre chico parece que se le iba a caer la quijada, por lo visto nunca había visto a una mujer tan de cerca, de verdad desnuda. Yo continué como si fuera la cosa más natural del mundo, agradeciéndole de ante mano todo lo que haría por mí. Sus manos algo temblorosas las comenzó a pasar por sobre mis hombros, pero a medida que yo le pedía que fuera bajando más y más, acercándose a mis caderas, Ricardo me obedecía, digamos que casi ciegamente. A medida que sus manos pasaban por sobre mi piel, yo dejaba escapar uno que otro gemido de placer. Aprovechando su nerviosismo, dejé que la pequeña toalla se fuera corriendo lentamente, hasta que dejó de ocultar mis nalgas y por supuesto también mi coño. Ya en ese momento, sentía las manos del chico, bastante calientes, frotándolas contra mi piel. Fue cuando se me ocurrió, pedirle que se colocase en una mejor posición, para que pudiera ser más efectivo el masaje. Por ciertos momentos, digamos que me desconectaba, y me daba permiso de dormitar sintiendo sus cálidas manos pasándolas por mi espalda, pero decidí que era el momento que el masaje fuera más efectivo, dirigiéndolo para que sus manos finalmente bajasen hasta mis talones, desde luego que pasando por sobre mis caderas y nalgas. Cuando se agotó la crema hidratante, no se me ocurrió usar otra cosa, que aceite de oliva extra virgen. Pero para que no fuera a mancharse su pantalón le indiqué que se lo quitase. Cosa que Ricardo hizo de manera torpe, pero bastante rápida.

Ya sobre mi cuerpo, fue cosa de unos segundos el dejar que la naturaleza continuara su curso. Al sentir su caliente miembro entre mis nalgas, con toda la frescura que me caracteriza, lo tomé entre mis manos y lo dirigí, directamente a mi coño. Ricardo durante un buen tiempo también se benefició de mi compañía como yo de la de él. Así como José y Ricardo me fueron llegando otros jóvenes con problemas, a los cuales he ido ayudando en la medida de mis posibilidades. Hay casos en que francamente, no se puede hacer nada, tan solo aceptar como son, pero hay otros en que una se puede equivocar completamente. Como me pasó con Anthony, un chico que cuando llegó a mi casa, nada más de verlo me pareció todo un caso perdido. Aparte de sacarse las cejas y depilarse todo su cuerpo, según me contó su madre. La ropa que usa generalmente se le puede llamar unisex, o sea que lo mismo da que la use una chica que un chico. Inclusive su ropa intima, me parecía más femenina que masculina. Pero en lugar de vestirme con la consabida falda corta, lo recibí en mi bata casera. Al comenzar con mi rutina de dejarme ver las piernas, algo vi en su mirada, que me dio la impresión de que realmente no era tan delicado el niño. Por lo que en lugar de ir con el cuento del masaje o de la obra de teatro, decidí improvisar. Por lo que en cierto momento, le pregunté al chico que deseaba aprender realmente ya que me miraba de manera bien insistente. Anthony ni corto ni perezoso me dijo. Quiero aprender a follar bien a una mujer. Al escuchar esas palabras, me quedé de una sola pieza, jamás pensé, que ese crío fuera a decirme algo así y de manera tan directa. Por un corto momento, no supe ni que hacer. La verdad es que prácticamente estaba semidesnuda frente a él, con mi bata casi del todo abierta mostraba mis senos, y parte de mis piernas. En ese instante se me ocurrió, sencillamente terminar de quitarme la bata, y tomando a mi nuevo alumno lo conduje hasta mi habitación, donde le dije a Anthony. Empecemos por el principio. Por lo que llevé mi boca a la de él, y de inmediato comenzamos a besarnos.

El chico, en pocos momentos ya acariciaba todo mi desnudo cuerpo, y sus manos comenzaron a tocar mi vulva de manera sabrosamente constante. Yo por mi parte, le fui quitando algunas piezas de su ropa, hasta que él mismo finalmente terminó por desnudarse todo. A diferencia de otros de mis pupilos, Anthony no opuso la menor resistencia, cuando conduje su rostro directamente sobre mi coño. Ya a los pocos segundos, el chico se encontraba chupándome el clítoris de manera divina. Por un buen rato, solamente me dediqué a disfrutar, de lo que él de manera tan especial me hacía. Hasta que me hizo alcanzar un sabroso orgasmo, por lo cual sin que Anthony me lo pidiese, por mi parte me puse a mamar su erecta gruesa y joven verga. Hasta que estuvo a punto de venirse, dentro de mi boca. Pero como para eso había tiempo de sobra, cambiamos de posición. Me tendí sobre mi cama, con las piernas bien abiertas. El chico se fue colocando sobre mi cuerpo, por un buen rato se dedicó a lamer y chuparme mis pezones, pero en el proceso, de la manera más natural que se puedan imaginar, comenzó a penetrar mi vulva con su verga. El sentir como su cosa se deslizaba dentro de mí, se me erizó todos los vellos de mi cuerpo. Anthony era evidente que antes había estado follando con otras mujeres, pero aún le faltaban algunos aspectos que pulir. Los que con el pasar del tiempo, fue superando. Anthony me hizo hacer cosas que con otros chicos, ni siquiera había intentado, como el dejar que me diera por el culo. No es que me haya desagradado, no todo lo contrario lo disfruté bastante, pero prefiero hacerlo de la manera convencional, no me importa si me pone de cabeza, o como sea. Actualmente a parte de Anthony, tengo un par de gemelos de 18 años, lo particular de ellos, es que antes de estar conmigo mutuamente se satisfacían el uno con el otro. Hoy en día mientras uno me da por el coño, al otro se lo mamo o me da por el culo.

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