6 noches en la cama con mi comadre

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Hola, me presento. Mi nombre es Fernando, tengo 36 años, soy casado y te escribo cómo pasé 6 noches en la cama junto a mi comadre.

Ana y yo nos conocemos desde hace aproximadamente 10 años. Yo soy amigo de su esposo desde hace aproximadamente 15 años, por lo tanto, yo estuve presente en su boda y ellos en la mía.

Ana es una mujer simpática y muy sociable, ni bonita ni fea de cara, pero sí algo descuidada en su físico. Ana tiene 2 hijos y es de complexión robusta, pesa aproximadamente 85 kilos (lo sé porque ella me lo dijo).

Pero bueno, siempre he sido de la idea de que no importa el género, todos fantaseamos con una persona cercana a nosotros. En algún momento esa persona para mí fue Ana, sin embargo nunca lo intenté y mucho menos pensé que llegara a suceder.

Todo se remonta a marzo de este año 2024. Debido a mi trabajo me tocó salir de viaje por un mes a la ciudad de Guadalajara. Era un viaje más de trabajo, pero la última semana me enteré de que Ana estaría volando también a Guadalajara para tomar una capacitación de la empresa para la que trabaja. Siendo sincero, jamás pensé que podría pasar algo entre nosotros, pero muy en el fondo me excitaba imaginar que sí sucedería.

Una noche después de que ella aterrizara en Guadalajara, le envié un mensaje para invitarla a cenar. Ella accedió y fue así como pasé por ella a su hotel para llevarla a cenar. Claro que tanto su esposo como mi esposa sabían, pues llevamos los 4 una relación ya larga de amistad, por lo que no sonaba como algo anormal que fuésemos a cenar y más si estábamos al mismo tiempo en una ciudad que no era en la que vivíamos.

Llegamos al restaurant, pedimos una botella de vino y cenamos. Todo fue muy normal, fue una charla muy amena como las que normalmente solíamos tener. Se llegó la hora de pagar y al salir del restaurant me dijo que si por qué no llegábamos a comprar una botella de vino para seguir platicando en el hotel, a lo cual accedí.

Al llegar a su cuarto de hotel me senté en el sillón y procedí a abrir la botella. Al mismo tiempo Ana se metió al baño y salió ya con su bata de dormir. Cuando vi a Ana en su bata comencé a imaginarme todas las posibilidades y a eso sumarle que ya traía varias copas de vino encima.

Continuamos con nuestra charla mientras cada quien tomaba su copa de vino, pero en uno de esos lapsos que bajé mi mirada no pude evitar ver los senos de Ana, que con esa bata dejaban todo a la imaginación. Resultado de esto sentí cómo mi pene inmediatamente se puso erecto y al mismo tiempo sentí cómo se me metió el demonio. Sin dudarlo, mientras Ana hablaba me acerqué y le robé un beso.

De inmediato sentí un temor ya que había dado un paso demasiado atrevido y que podría arruinar toda mi relación con mis compadres e incluso mi esposa. Pero para sorpresa mía, Ana se levantó, se subió arriba de mí, y sin soltar su copa de vino comenzó a besarme.

En ese momento supe que esa noche Ana sería mía. Desde hace mucho sabía que Ana utilizaba DIU, por lo que no tendría que preocuparme por condones.

Mientras nos besábamos descubrí sus senos con mis manos. Pechos grandes y pezones también grandes color rosado, ya que Ana es una mujer muy blanca.

Inmediatamentr la llevé a la cama, la acosté, le quité la bata y la dejé sólo en sus cacheteros negros que llevaba puestos esa noche. No podía creer que tenía a Ana acostada en la cama, con sus senos al descubierto y con las piernas abiertas. Para ese momento me estaba muriendo por ver su vagina. Así es que no esperé más y procedí a bajar sus cacheteros. Cuando realicé ese movimiento, Ana me pidió disculpas por su “vagina peluda”, a lo que yo respondí que no había ningún problema. Y a decir verdad, sí era una selva ahí abajo, pero eso sólo me prendió más ya que era Ana al natural.

Continuamos besándonos y Ana procedió ahora a quitarme toda la ropa a mi. Cuando bajó mis boxers, inmediatamente brincó mi pene, a lo que Ana no dudó en tomarlo con su mano e introducirlo en su boca.

Yo ya estaba a punto de estallar, pero me resistía ya que no quería matar la calentura del momento.

De repente, Ana se levanta, toma mi pene con una mano y lo posiciona para sentarse en él. Creo que no hay cosa más deliciosa para los hombres, que ese momento en el que sientes cómo tu pene va atravesando cada capa de la vagina hasta llegar al final. Sentir la temperatura que hay dentro de la vagina sumada a los jugos que se producen es una locura.

Fue así como de repente ya estaba adentro de Ana. Ana estaba demasiado caliente y no dejaba de moverse, sus jugos escurrían por mis testículos y sus gemidos eran cada vez más ruidosos. En eso siento cómo Ana llega al clímax y suelta un chorro tremendo lo cual no pude resistir para así derramar todo mi semen dentro de ella. Después del acto nos acostamos un rato y tuve que despedirme de ella pues al otro día tenía que ir a trabajar y todas mis cosas estaban en el hotel.

Al día siguiente no podía sacarme de la cabeza lo que había ocurrido y aprovechando que ambos seguiríamos en Guadalajara por unos días más, me atreví a enviarle un mensaje a Ana invitándola a mudarse a mi cuarto dr hotel. El tiempo pasaba y no recibía respuesta de ella, lo cual me comenzó a preocupar. De repente, me llega un mensaje diciéndome que le encantaba la idea.

A partir de esa noche y durante otras 4 noches más, Ana y yo teníamos sexo desenfrenado y todos los días al despertar nos aventábamos nuestro tradicional mañanero. Siempre que teníamos sexo, Ana me pedía que por favor terminara adentro de ella, cosa que a los dos nos excitaba demasiado.

También, era increíble que al tener sólo una regadera, todas las mañanas nos metíamos a banar juntos, por lo que tenía el gran honor de enjabonar todo su cuerpo.

Algo que disfrutamos durante todo ese tiempo, además del sexo desenfrenado, fue que ninguno de los dos mencionábamos a nuestras parejas.

De hecho el último día que estuvimos juntos, ella me dijo que había disfrutado mucho ser mi esposa, situación que me prendió y provocó que inmediatamente le volviera a hacer el amor.

El viaje terminó y jamás hemos tocado el tema ninguno de los dos. Ana y yo nos vemos al menos 2 veces al mes junto a nuestras respectivas parejas y todo fluye como si nunca hubieran pasado las cosas. Sin embargo, yo no puedo evitar verla e imaginármela que estoy viéndola desnuda.

De hecho, siempre que veo a Ana, son las noches que mi esposa disfruta más como le hago el amor. Lo que ella no sabe es que la razón es que Ana me enciende desde que la veo.

Espero hayas disfrutado de mi relato. Hacía mucho tiempo que necesitaba contarlo, pero al no poder hacerlo con alguien cercano a mí, es por eso que decidí publicarlo por aquí.

Si tienes alguna duda o alguna experiencia similar, me encantaría me contactaras y lo contaras.

Como lo decía más arriba, todos tenemos a alguien cercano con quien fantaseamos.

 

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