La isla de los placeres mortales (enter the dame)
(Cap.2°: ?El castigo?)
Poco después del mediodía Manuel el cocinero malagueño recibió a Paula desde el otro extremo del mesón de la cocina frente a unas acomodaciones informales para cuatro o cinco personas, espacios que usualmente usaban los anfitriones o los invitados, pero que en esta ocasión ocuparían estas especiales pasajeras.
Como se trataba solamente de trasladar pasajeros y no un crucero de recreo, el mayor lujo culinario que se proponía, era una variedad de tres platos a escoger, los que Manuel el dicharachero y gentil español ofreció a la dama latina diciéndole:
-Le tengo un platillo mediterráneo en base a pescado y verduras, o si le apetece tengo carne de ternera asada con una guarnición más oriental, o una sencilla comida envasada del tipo americano.
La chica prefirió la primera sugerencia, luego le ofreció una variedad de bebidas, en contrapunto con la limitada variedad de platos, lo que les sirvió para bromear al respecto y distender la relación que comenzaba, Paula agradeció y rechazó el ofrecimiento, aceptando solo un vaso de agua helada, que ella misma se sirvió desde un dispensador.
-A modo de disculpas Manuel le dijo luego que:
-Si bien a bordo, la diversidad de las comidas no es variada, tenga la seguridad que está muy bien preparada, y lo mejor aun, es que puede repetirse cuantas veces quiera, de hacerlo me dejaría muy complacido, ante lo cual la muchacha soltó una carcajada, diciéndole:
-Como me gustaría complacerlo Manuel, pero para mí navegar me produce mareos y nauseas, por lo que no me parece conveniente comer demasiado, de todas maneras está muy delicioso este platillo.
-Entre bromas y risas se hiso más agradable la conversación, sumado a esto, el idioma de Cervantes que compartían hiso que fuera aun más placentero y fluido el momento, el que fue derivando al tema que la muchacha quería indagar y que ahora con algo de paciencia y mesura preguntó:
-Bueno, y a propósito de comidas... (Observando hacia fuera a las dos mujeres que se encontraban merendando en cubierta, le pregunto con el mismo tono y naturalidad con que se llevaba el tema):
-Y ¿ellas que pidieron para comer?, el español luego de un carraspear mal fingido, le contestó:
-¡Ah! ellas pidieron lo mismo que usted, el plato mediterráneo.
La joven latina acentuó con la cabeza en actitud de quien está oyendo atentamente, para motivar una más larga respuesta, esfuerzo que no tuvo mayor eco, por lo que prosiguió diciendo:
-Parece que les gusta la vida sana, al igual que a mí, al parecer evitan ingerir grasas, se cuidan, a juzgar por sus figuras, sin embargo me parece que la rubia está algo más tonificada que la mujer pelirroja, además de ser mucho más joven ¿No le parece a usted Manuel?, este después de otro carraspeo le respondió:
-Bueno ?Ebba? la rubia se incorporó al grupo mucho después de la pelirroja; hace unos tres años, inclusive fue la francesa, o sea Rouge fue quien la acompañó y la instruyo en sus primeras apariciones, teniendo un esperado y exitoso debut dadas las expectativas que se tenían de ella, según los antecedentes que se encargó de difundir la propia ?Harpie Rouge?, la denominación completa con el que se conoce a la pelirroja, que lleva al menos concurriendo a estos juegos una quincena de años, y es la más antigua de las ?Gladiadoras?, como también se conocen a las participantes, Rouge era una de las favoritas del señor Hermann y su círculo, hasta hace algún tiempo, ahora sus participaciones se limitan a mantener su posición en encuentros que exijan muy poco esfuerzo y energía, las que ya han ido menguando en ella, pero que a cambio de esta condición, utiliza una mayor procacidad y voluptuosidad durante sus presentaciones, la que no ha disminuido para nada con el paso de los años, lo que muy al contrario, la ha aumentando, para mantener así el interés de sus fans.
-Entonces la pelirroja no es una de las participantes más representativas, por lo que deduzco que las demás deben de ser similares en contextura y edad a la de la rubia, aunque pienso que, ?La Harpie Rouge?, como la nombró, sigue siendo de cuidado.
-Así es, de todas maneras sea prudente, y no me comprometa, prosiguió agregando el agradable sujeto, aunque es solo cosa de tiempo para que se entere, porque muchas de las historias que se cuentan, son secretos a voces, no es mucho mas lo que puedo revelarle al respecto, además de que debe evitar toda clase de discordias o altercados con el resto de las mujeres, créame que algunas lo buscan, cuando pueden beneficiarse de estas situaciones, y como último consejo...
-Dígame por favor Manuel, le apremió casi tímidamente Paula, continuando este:
-Manténgase lejos de ese par de arpías si sabe lo que le conviene.
Luego de dejar el sector del comedor, Paula se dirigió al exterior, cerca de donde se hallaban hace unos minutos ambas mujeres, mas solo se hallaba la pelirroja no muy distante de donde se detuvo la morocha, apoyándose esta a un costado en la baranda de protección, para quitarse solo la prenda inferior del buzo, dejándose la sudadera.
Dada las dimensiones de la cubierta, la distancia a la que se encontraba era la más discreta en que se podía ubicar Paula para respetar la intimidad y los espacios de cada una, lo cual para Rouge, que bien pudo comprobar más tarde, poco o nada significaba, la que en ese instante se quitaba una bata blanca que la cubría, quedando totalmente desnuda, untándose crema por todo el cuerpo, salvo en la espalda naturalmente, una vez terminada la acción, dejó el pomo a un lado, para observar con desaire a Paula, tendiéndose de bruces sobre una toalla.
Paula intrigada por enterarse de los acontecimientos que se venían, aun más, estimulada por los comentarios del cocinero, quiso ilustrarse de primera fuente y haciendo caso omiso de los consejos de este, se acercó un poco más deslizándose a lo largo del pasamano, y alzando un poco la voz trató de entablar una conversación con la pelirroja, diciéndole:
-Si quieres te puedo colocar aceite en la espalda,... y aguardando una respuesta por prolongados segundos, solo recibió una punzante mirada de soslayo que pasaba por encima de su aguileña nariz sin siquiera levantar ni girar la cabeza, para luego cerrar sus grises y fríos ojos, mientras voceaba:
-¡Ebba, Ebba,...Ebba!
Paula que se había apoyado sobre una boya atada a la baranda, advirtió unos instantes después la presencia de alguien que se aproximaba por el lado, giró la cabeza instintivamente para mirar, en el momento que la figura pasaba frente a ella propinándole un empellón que casi la arrojó al agua o en el caso más afortunado la hubiera tirado al piso si no es por sus rápidos reflejos, la muchacha tuvo la intención de responder a la agresiva e irracional acción, pero se contuvo, ya se lo habían prevenido tres veces; primero fue Dupont, después el capitán y hacía pocos minutos Manuel.
Quien había pasado de forma muy poco cortes, por decir lo menos, era al parecer la llamada Ebba, cubierta tan solo con la parte inferior de un bikini blanco, llevando un vaso de bebida y dirigiéndose a su amiga, le preguntó con voz despreocupada y cantarina, con un marcado acento nórdico:
-¿Si querida,?me llamaste,... me necesitas?
-?Oui mon chérie?, le contesto la otra, con un tonillo francés:
-Por favor ponme bloqueador sobre la espalda donde mis manos no alcanzan, pero las tuyas tan suaves sí, antes que una inmunda perra insista en hacerlo, poniendo sus apestosas manos sobre mí, la nórdica se volvió y miró a la sin duda mencionada Paula, que escuchó las hirientes palabras, tuvo muy claro, a quien se refería la deslenguada Rouge como la perra de apestosas manos.
Paula en muy poco tiempo se hiso de dos enemigas, y lo que es peor aún, si quienes la han agredido son amantes de cuidado, primero la rubia físicamente con un empellón, y más tarde de manera verbal la pelirroja Rouge sin mediar ninguna provocación, Paula hubiera querido responderles de la manera que también sabía hacerlo, mas tuvo que contener sus impulsos, sin lugar a dudas que estas cretinas no saben con quién están tratando ?Pensó?.
Pierre Dupont durante la entrevista aquella noche en el club, le explicó las conductas que debían observar y seguir, desde los primeros momentos en que asistían a estos juegos, de no ser así podrían ser sometidas al ?Castigo? que imponía la organización.
De haberse alejado Paula, luego del incidente, habría quedado en evidencia que este par de mujeres hubieran tenido éxito en su manera de proceder, entonces sin retirarse se dispuso a observarlas con una actitud abiertamente provocativa, esta era la estrategia que había aprendido de su amiga y mentora Paula ?La loca?, después cruzando sus brazos por delante de su abdomen en una varonil actitud, y con ambas manos a la altura de las caderas, empuñó la parte inferior de la sudadera, tirándola hacia arriba, dejando al descubierto su soberbia figura que exponía cubierta con un sucinto bikini color piel, el que hacía destacar sus turgentes pechos, y sus musculosos brazos, depositando luego la sudadera sobre la baranda en que se apoyaba, exponiéndose así ante los ojos de las dos mujeres, quedando con ambas manos sobre sus caderas, provocándolas abiertamente en desafiante postura.
La rubia no pudo evitar advertir el sutil mensaje enviado, esta que estaba a unos cinco metros de Paula, parada a un lado de la pelirroja, pasó una de sus piernas sobre ella, dejando una a cada lado del extendido cuerpo de la pelirroja, para acuclillarse, montándola entre las nalgas y la espalda, después por algunos momentos le quitó la vista a la morena para buscar el pomo bronceador, tomándolo y observándolo con una mirada meditabunda, y en una súbita actitud rehusó utilizarlo, dejándolo a un lado con desgano, para levantar la mirada y pasearla descaradamente por la bella anatomía de la muchacha latina que se mostraba abiertamente frente a ella, provocadora e insinuante, en ese momento la rubia entendió muy bien el desafío que le enviaba provocadoramente la chica morena, aceptándolo al momento con la sutil seña de abrir un poco la boca y lamerse lentamente el labio superior, haciéndole entender que el sensual interés era mutuo.
Sin lugar a dudas la estrategia había resultado, Ebba no la estaba ignorando, sin dejar de mirarla extendió sus manos sobre la espalda de su compañera mientras echaba su cabeza lentamente hacia atrás ondeando su larga y rubia cabellera, abriendo otra vez su boca para tomar una bocanada de aire y retenerlo por algunos momentos, hinchando sus desnudos y firmes pechos, para exhalar lentamente a la vez que deslizaba sus manos por le espalda hasta la cabeza de la pelirroja, agarrándola del cabello y levantándola violentamente, obligándola a observar a la soberbia Paula que se encontraba frente a ellas. Para asegurar su cometido la contuvo en esta incómoda posición hasta que escuchó las quejas de la agredida pelirroja, que privada de girar la cabeza balbuceaba:
-¿Mon chérie?qué te pasa?que te pa??
La nórdica amazona manteniéndola en esta posición acercó su boca a la mejilla de la pelirroja como si le quisiera confiar algún secreto, pero en vez de eso empezó a juguetear con el lóbulo de su oreja para atraparlo suavemente entre sus incisivos, luego levantó la vista para cruzarla con la de Paula, y cuando tuvo la total atención de esta, empequeñeció su mirada mordiendo el lóbulo de la francesa haciéndolo sangrar, en el mismo instante que con la palma de su mano le cubría la boca, ahogando el grito de dolor que luchaba por escaparse. Una vez que la mujer cesó de quejarse por el dolor, entonces recién le soltó la quijada y liberó de entre sus dientes el carnal apéndice de su oreja, exhibiéndose cruelmente satisfecha mientras se le escapaba por la comisura de sus labios un hilillo de la sangre de su compañera de juegos ante los ojos de Paula que la miraba sin disimulo alguno, intensamente estimulada.
Ebba abiertamente le señalaba a Paula con esta actitud que disfrutaba castigando a la pelirroja, queriendo seducirla claramente con esta violenta ignominia. La muchacha morena empezó a presentir por lo conversado con las diferentes personas comprometidas con estos eventos, que todas las participantes e invitados a estos, venían a satisfacer sus inclinaciones sádicas al extremo, por lo que con seguridad ?Pensó?, Ebba esperaba participar con ella en estos peculiares juegos, percatándose también sin lugar a dudas de la evidente naturaleza de ella, empezando a sentir un sexual interés por la abusiva sueca, de la misma manera como lo había experimentado con quienes la habían iniciado en estos privados deleites hace algunos años, cuando recién incursionaba en el mundo de la prostitución con algunos clientes de gustos extremos, y lo que en un principio fue por necesidad, más tarde fue descubriendo que era parte propia de su naturaleza.
La rubia se mostraba impasible, siguiendo con su accionar, y estirando ambos brazos, le afirmó la cabeza fuerte y violentamente contra el entablado, al tiempo que levantaba la suya, echando su blonda cabellera hacia atrás, atisbando con los ojos a medio cerrar a Paula, con un gesto de cómo quien busca la aprobación de su impetuoso y agresivo acto.
Paula observaba extasiada, no podía dejar de embelesarse por la mirada de la soberbia vikinga, que se cruzaba insolentemente con la suya, su dorado cabello le cubría medio rostro y sus bellos ojos azules entreabiertos con una expresión de maldad la seducían, induciéndola a que continuara atenta a esta descarada exhibición. La nórdica montada con altivez y soberbia, apretó sus musculosas piernas, hundiéndole las rodillas, comprimiéndole las costillas y la cintura, infligiéndole gran dolor, por la fuerza o por el propio y enfermizo consentimiento de la subyugada pelirroja.
Sobre cubierta estaban presentes las tres mujeres y un tripulante que limpiaba parte de la pasarela, este no se percataba de la escena o no le otorgó importancia a las dos féminas que revelaban abiertamente sus perversos pasatiempos, por lo que es de suponer que estaba habituado a este tipo de excentricidades por parte de estas pasajeras, las que comparadas con los eventos organizados por Karl Hermann, eran tan solo inocentes e inofensivos juegos de adolescentes.
Los débiles quejidos de dolor de Rouge se confundían con los orgásmicos gemidos guturales que se escapaban roncamente de la garganta de la nórdica mujer, cada vez que esta la comprimía, seguido por desvergonzados movimientos de sus caderas hacia atrás y adelante, deslizando y presionando su sexo en la espalda de la pelirroja, repitiendo maliciosamente esta rutina de castigo con elaboradas y sugestivas variables.
Paula y los perversos juegos de Ebba y Rouge
Si se hubiera tratado de relaciones entre personas discretas, tendrían la ventaja que el ruido no se escucharía más allá del entorno inmediato, puesto que este sería silenciado por el sonido del agua al golpear en el casco de la nave, pero para ellas, esta clase de moderación no estaba en su manera de proceder ni en su desmedido estilo.
Dar y recibir castigo se prolongó por casi una media hora, el bronceado cuerpo de la rubia brillaba a la luz del sol, la transpiración manaba de su cara y cuello, hasta sus desnudos pechos y espalda, para luego deslizarse por su firme abdomen y caderas, mojando su reducido bikini blanco, llevándolo a un tono grisáceo en las zonas humedecidas. Bajo ella y en sumisión total la francesa recibía humillantemente el sudor que descendía del cuerpo de la dorada y bella amazona torturadora
El ritmo del corazón se le aceleró a Paula, empezó a sentir cosquilleo y calor por todo el cuerpo, sintió que la temperatura en el ambiente subía, ya sea por el sol de la tarde, ya sea por el tórrido acto, o bien por ambas razones, por lo que levantando los brazos, se tomó el cabello con ambas manos haciendo peines con los dedos para airear y desenmarañar su cabellera, teniendo especial cuidado de mostrar sus musculosos brazos, mostrándoles a las dos mujeres lo que tenía, y si por alguna razón, otra relación se derivaba más adelante, sabrían que ella podría ser una temible y fornida contendiente, o una valiosa y poderosa amiga. Paula empezó a entender del porque Dupont la había elegido, pensando que no era la única que debía satisfacer sus inusuales instintos, la escandinava de la misma tendencia, asimismo necesitada y debía liberar ese impulso para mantener el necesario equilibrio de su naturaleza, que les era común a ambas, y quizás a todas las que el francés elegía para estos eventos, me gusta, si me gusta ?pensó?. Ebba una vez que hubo satisfecho su mórbida afición, se apoyó con la palma de sus manos sobre la espalda de la francesa, aplastándola descuidadamente, al tomar impulso al erguirse. Una vez de pie, el sudor retenido en el bikini, resbaló aun más entre sus piernas, cayendo sobre el cuerpo de la pelirroja bajo ella. Ebba mirándola apáticamente y con hastío, levantó la cabeza para mirar a la morena, y sin mediar palabra se retiró con el andar que suponemos debiera haber tenido una imponente valkiria de la mitología escandinava, tomándose de la baranda en la que estaba apoyada unos metros más adelante la joven latina, y cuando llegó hasta ella, rozó suavemente con el dorso de su mano, el brazo y el duro vientre de esta, para mirarla detenidamente, luego de esta pausa, siguió caminando, a la vez que se volteaba, avistando de soslayo y burlonamente a la francesa, que la miraba penosamente desde el suelo. Exhibiéndose con esta burlona actitud ante la joven muchacha, a la que quería complacer y estimular, sometiendo y humillando ante sus ojos a su madura amante.
Paula luego de la ilustrada y creativa experiencia, volvió a sus compartimientos, no sin antes dar una última mirada socarrona a la francesa Rouge, que permanecía aun de bruces recuperándose del castigo recibido. Aprovechando esta oportunidad, esperó que la pelirroja alzara la mirada hasta que esta se cruzara con la suya, para hostigarla diciéndole:
-¡Perra perdedora!, a la vez que se volteaba, y se retiraba, cimbrando atrevidamente sus caderas mientras se alejaba del lugar.
La actitud de reserva que Paula presentaba a medias ante el español y Theodoridis, era solo una estrategia para conocer detalles de lo que Pierre no le había dicho, por lo que buscaba la manera para poder indagar, ya por un lado Manuel le había adelantado una valiosa información de las dos mujeres que la acompañaban. En cuanto a los enfrentamientos no tenía temor, confiaba en su arrojo y en sus aptitudes marciales, ninguna mujer conocida por ella hasta este momento podía considerarla una rival digna, aun cuando si tuviera que enfrentarse a la nórdica, ?En honor a la verdad?, no sería fácil derrotarla, pero la francesa, bueno..., eso sería más sencillo, ?Pensó?, por otra parte Dupont le aseguró que mientras siguiera las reglas instauradas, no correría ningún riesgo su integridad física, y que por añadidura solo le traería beneficios, la pregunta que se hacía la latina era, ?si a todas se nos garantiza esta seguridad?, entonces como podremos combatir entre nosotras, sin salir malheridas, al menos la derrotada, ¿Cómo serán entonces estos enfrentamientos?, pará que tanta discreción, porque somos tan investigadas, además de los onerosos pagos por nuestra participación?. Todas estas preguntas y otras se hacía Paula mientras se acomodaba en el lecho de su camarote para tomar una reparadora siesta.
Aquella noche se sirvió la cena para comodidad de todos, en tiempos diferidos, la tripulación primero, para continuar con las mujeres, que ocuparon los mismos espacios que en la tarde de ese día, haciendo de la oportunidad una grata y breve tertulia que entabló Paula con Manuel, mientras las otras dos mujeres discutían sobre cubierta, al parecer, en no muy buenos términos, para retirarse al cabo de algunos minutos a sus camarotes, luego la morena hiso lo mismo despidiéndose del español.
La mayor preocupación de Paula era como abordar a alguna de las mujeres presentes para obtener un testimonio de primera fuente, era evidente que las únicas dos presentes por el momento son unas arpías, aunque podría existir alguna posibilidad de intimar con la rubia pensó, pero sería igual que tener a una víbora en mi almohada, estaba meditando en esto, cuando escuchó una discusión desde el camarote de las amantes pervertidas. Al principio se trataba de frases ininteligibles, por los distintos acentos e idiomas que se oían, pero a medida que la discusión subía de tono, Paula pudo entender algunas frases entrecortadas de la sueca que al parecer decía dado su singular acento:
-Contrólate Rouge, la chica latina no tiene ningún interés para mí, no vayas a cometer un error,... no lo hagas... no te puedes arriesgar al ?Castigo?? ¡estás loca!
A continuación se escuchó un brusco ajetreo con otros tantos gritos, luego la voz de Rouge que histéricamente gritaba en su idioma:
-¡Je vais la tuer, la mataré, mataré a esa perra!
-Se escuchó posteriormente a la sueca manifestar con su típico acento:
-Ella es más joven que tú, creo que no tendrías posibilidad alguna de salir bien parada
contra ella si te aplican el ?castigo.
Luego se escuchó un trajín y algunas quejas, para terminar Ebba diciendo:
-Tú has lo que quieras, pero no interfieras en mis actos, yo haré lo que se me antoje,
con quien, cuando, y donde quiera.
-Enseguida se sintieron unos decididos y firmes pasos que salían del camarote y a continuación un portazo.
-A continuación se hiso un breve silencio, seguido por los gritos de Rouge que tiraba y destrozaba cosas incontrolablemente, esta vez la morocha sonrió maliciosamente y empezó a planear en su insidiosa mente la estrategia.
Como era indudable, la que dejó el camarote fue la rubia, por lo que Paula se vistió rápidamente con un blusón rojo, un ajustado pantalón de satín del mismo color y zapatillas, saliendo rápidamente del camarote al encuentro de Ebba. Estaba empezando a anochecer, y la briza se hacía más fresca que la de la tarde.
Paula se dirigió a cubierta, donde esperaba que se encontrara Ebba, no habían muchos lugares a donde pudiera estar, efectivamente ella estaba en cubierta, y estaba vestida toda de blanco con unos ceñidos shorts, zapatillas y blusa, apoyada en la misma boya en que hace un algunas horas atrás se había acomodado Paula, esta lo tomó sin lugar a dudas como un sutil mensaje, la sueca estaba de espaldas al mar, con sus codos apoyados sobre el pasamanos, con una de sus piernas flexionada hacia delante, Paula caminó directo y decididamente hacia ella.
Ebba estaba mirando al suelo, como si hubiera cometido una niñada, con una fingida expresión de bebita caprichosa, y frunciendo los labios le dijo deliciosamente, con su nórdico y distintivo acento en tono infantil:
-¿Por qué tardaste tanto?, dejándome aquí tan solita.
-Porque mamita estaba ocupada mi bebita respondió Paula siguiendo el mismo juego
y tenor de sus palabras, acercándose más, hasta rosar sus agitados pechos, continuando
hasta presionar su abdomen con el de ella, que seguía con su cabeza gacha mirando hacia
abajo, y cogiéndola tiernamente por el mentón, se lo levantó lentamente, quedando frente a
frente, con sus labios a la misma altura, Paula presintió que la escandinava quería probarla,
dejándose llevar entonces, sabía que en las artes amatorias las mujeres se toman un tiempo
para ser seducidas, por lo que no apresuró las cosas, sabía lo que la rubia estaba deseando al
igual que ella, a juzgar por los latidos de su corazón.
La escandinava mantuvo su pierna flexionada, la cual Paula aprisionó entre las suyas, presionándola aun mas con su vientre, acariciando los carnosos labios de Ebba con los suyos, ansiando besarlos con pasión, pero estaba esperando sentir la humedad de estos para saber que el ardiente deseo era mutuo.
No tuvo que esperar mucho para que a la ?nenita? se le despertaran los instintos de mujer, la rubia empezó a responderle atrapando a su vez entre sus suaves y firmes muslos los de la morena y con aparente timidez rozó con la punta de su lengua los deseables labios de esta, la humedad se le empezó a escabullir por la comisura de su boca, mojando las mejillas de la morena, luego aferró con sus manos y dedos los glúteos de su compañera y la acercó fuertemente, a la vez que abría su boca ofreciéndosela, fue entonces cuando Paula la tomó de la cabeza para acomodar sus suaves labios a los de ella, besándola ávidamente, ambas comenzaron a chuparse y lamerse intercambiando fluidos, eran dos panteras en celo, Ebba le acariciaba los glúteos, besándola en el cuello, paseando sus labios por la oreja tomándole el lóbulo para empezar con su lengua a juguetear con él, tratando de atraparlo con sus dientes, mientras la morena la tomaba por el mentón, y cuando la rubia consiguió atraparlo entre sus dientes, Paula hundió solo un poco sus uñas en la cara de ella diciéndole:
-Si tú me muerdes, desfiguro en un instante tu linda carita ?bebita mala?.
Estaba en eso, cuando instintivamente advirtió una leve sombra tras ella que se le venía encima, por lo que por una acción refleja, trató de girar hacia atrás, consiguiéndolo a medias, sintiendo un golpe en ese preciso momento.
Atracción animal, ?La pantera rubia? y ?La furia Latina?
El golpe que iba dirigido a su cabeza, afortunadamente no le dio de lleno, recibiendo gran parte de su impacto en el hombro y en la mejilla, sin poder recobrarse por algunos momentos la latina sintió que unos brazos la agarraban tratando de lanzarla por la borda, pero esta se aferró instintivamente de la baranda, lo cual le dio tiempo suficiente para poder recuperarse, luego escuchó unos silbatos y gritos de hombres que venían bajando del puente de mando a pocos metros del suceso. En esos momentos escuchó la voz de la rubia, que a viva voz decía:
-¡Te has vuelto loca!, ¡Suéltala Rouge!, fue cuando se dio cuenta que su agresora era la francesa y los que llegaron desde el puente era Hans el ingeniero segundo al mando, y un tripulante que se habían percatado de todo el incidente, mientras la sueca en una fingida actitud se lamentaba de la torpeza con que había actuado su amiga, haciendo con este gesto, más evidente la transgresión cometida por la pelirroja, a quien los dos hombres controlaron socorriendo a Paula, evitando que Rouge lograra su cometido.
Theodoridis, los reunió a todos esa noche, advirtiéndoles que estos incidentes tenían que informarlos a sus superiores una vez que llegaran a la isla Spintria, luego dirigiéndose con otro ánimo, y cambiando de tono, agregó.
-Tienen que abordar otras pasajeras mañana en un embarcadero próximo a la isla de Rodas, frente a las costas de Turquía, llegaremos por la mañana, y allí nos abasteceremos, especialmente de agua y otros suministros, si lo desean, algunas de ustedes podrán bajar a la ciudad por algunas horas, y merendar cerca del malecón, aprovechando de conocer parte de la pintoresca isla, para izar anclas a las dieciséis horas, eso sí, por prevención la pasajera que produjo el altercado esta noche, deberá permanecer a abordo.
Esa noche cada una volvió a sus respectivos camarotes, teniendo especial cuidado el capitán de cautelar la seguridad de Paula y dado lo reducido del entorno, el capitán le encargo a Ebba que se mantenga acompañando a Rouge mientras dure el viaje, sin perjuicio de conservar una permanente vigilancia por parte de la tripulación.
Paula se dirigió a los comedores, con la intención de socializar antes de irse a dormir. Eran pasada las veintiuna horas, cuando ya todos habían cenado, tanto la tripulación, como las pasajeras, y ya que el capitán era el último en cenar, este era el momento oportuno para que Paula se le aproximara, por lo que mientras este conversaba con Manuel se acercó hasta ellos, saludándolos alegremente:
-Hola como están, estos replicaron al saludo, fue el capitán que se apuró en arrimar un asiento, invitándola a compartir el momento, enseguida el español le preguntó si deseaba comer otra vez, la muchacha miró el plato de Theodoridis ya servido y dijo:
-El capitán debe saber cuál es la mejor comida en su nave, pero como le comenté, no soy el tipo de pasajera que puede cargar su estomago, sin que me vengan mareos y nauseas, pero bien puedo hacer una excepción.
-No hay nada más que agregar manifestó Manuel, entonces le serviré lo mismo que al capitán, que se daba licencia acompañando la cena nocturna, con un vaso de buen vino, ofreciéndole compartir a Paula una copa, quien aceptó amablemente.
El trato educado del capitán y la gentileza del malagueño hicieron que se revelaran los escasos buenos modales de la joven, así como también a socializar imitando ademanes con risas moderadas y acentuando atentamente, este básico estilo de comportamiento, era parte de la exigua herencia que había recibido por parte de ?La loca?, a la que echaba mano cada vez que tenía que compartir con personas con mayor civismo, que con las que se rodeaba usualmente, convirtiéndose todo esto en un juego para Paula, al que sabía sacarle provecho, siendo de gran ayuda para su insuficiente formación, usando cada ocasión como esta, para renovar su actitud y trato. Mientras lo pensaba, sonrió muy satisfecha por el contraste que experimentaba en estos momentos; una charla informal, grata y de buen gusto, comparada con el salvaje y sórdido mundo en el que se había formado, cometiendo censurables actos en los que había incurrido durante casi toda su vida, y que ahora lo haría otra vez gustosamente en estas singulares justas en las que iba a participar.
La tertulia se prolongó algunos minutos más luego de concluida la cena del capitán, momentos que este aprovechó para justificar la ausencia de Ebba y Rouge durante la cena, diciéndoles que había ordenado enviarles la colación a su camarote, y que mañana cuando aborden las restantes damas, reorganizará la ubicación de todas las invitadas.
Paula no dejó pasar la ocasión, para indagar sobre la situación de Rouge, comentando:
-Esto no hubiera sido necesario si hubiera respetado las reglas de la organización, agregando con fingido altruismo:
-Que lamentable fue la actitud de esta ?señora?, dejando entrever con la intención de
su palabra la madurez de la susodicha, preguntando:
-Y le harán cargos por su falta... ¿No es así capitán?
-Sí, así es, respondió su interlocutor, deberá enfrentar cargos una vez que lleguemos a
la isla, y se le administrará con toda seguridad ?El Castigo?, como se estila en estos casos.
En pocos momentos la conversación empezó a tomar la dirección que la astuta Paula
buscaba, y tomando la botella de vino comentó mientras miraba la etiqueta:
-¡Ah es vino griego!, es bueno, es muy bueno señaló. El capitán sintiéndose alagado
por la buena opinión dada al brebaje de su natal país, se precipitó a llenar el vaso de Paula
que aun se mantenía a la mitad, por lo que la chica se manifestó discretamente:
Gracias solo un poco más, si me acompaña. Sabía al respecto, que no era necesario
este aliciente, pero no estaba de más si conseguía continuar con el tema que le preocupaba, entonces el varón escancio ambos vasos, e inició un monologo gracias a la maña de Paula, en confabulación con un nuevo aliado; el vino griego.
El capitán Theodoridis empezó diciéndole que el castigo entre otras penas, y quizás la
más importante es que pierden sus ventajas y respaldo, por lo que son susceptibles de ser
elegidas como rivales por sus iguales, las que manifiestamente mantienen sus privilegios en
desmedro de ellas. Por lo que Paula le interrumpió diciendo:
-¿Le parece que yo califico como una contendiente superior o sea ?Una gata?, capitán?
-Por supuesto que usted lo es, respondió Theodoridis, de otra manera no la habría elegido Pierre para participar, y no le habría asegurado inmunidad e impunidad en esta convocatoria, como además detentan estos favores Ebba y las mujeres que abordarán esta embarcación mañana entre otras, pero no Rouge que ya las desperdició, al infligir las reglas, exponiéndose sin lugar a dudas al ?castigo?. El capitán Theodoridis a continuación hiso una pausa mirando detenidamente a la morena, para seguir diciendo:
-¿No sé si me entiendes?, pero ya lo comprenderás cuando debas tomar parte con toda
seguridad en el proceso del ?castigo?.
Theodoridis que hablaba inglés, y algo de otros idiomas como el español, además por
supuesto de su lengua nativa, siguió explayándose en el asunto con sinceridad y sin dificultad
dado su conocimiento en las variadas lenguas a las que podía recurrir durante la conversación,
manteniendo todos los sentidos alertas aun cuando estaba con un par de copas, sin estar mareado y menos ebrio.
El capitán en esta oportunidad solo quería dialogar animadamente, en temas puramente casuales sin tener que dar el cotidiano trato que tenía con sus subalternos, ahora mejor aun si lo hacía con una ?Dama?,... bueno,... casi, pero de todas maneras ella era una mujer, lo que para estos varones era la ocasión de compartir con una representante del sexo débil (si se puede decir) en este entorno de hombres de mar, y que para el interés de Paula, sacaría ventajas de estas circunstancias. Cuando la charla tomó un sentido de franco diálogo, la chica dejó de lado cualquier actitud que no fuera su natural manera de ser, no ocultando para nada, que ella como todas las seleccionadas poseían algunas características comunes, como son las de ser mercenarias, alienadas, atrevidas y capaces de cualquier cosa por dinero.
Dejando claras ahora las tendencias y propósitos de la muchacha, y para corresponder
a la franqueza de ella por parte del capitán, este le confidenció algunas triviales situaciones de
poca importancia, por lo que ambos convinieron desde ya un pacto para una conveniente y
futura relación, basada en el conocimiento y la ?Confianza mutua?, expresión que había oído
a Pierre Dupont y que ahora se repetía, haciéndola suya de aquí en adelante.
Paula estaba informada solo en parte del medio en que se estaba involucrando, si bien
Pierre Dupont le señaló que en estos enfrentamientos combatían exclusivamente mujeres, no le informó sobre los alcances de estos circuito, sin embargo le precisó las licencias con las
que cuentan las muchachas que asisten a estos enfrentamientos ?underground?, insistiendo
en enfatizar que son muy diferentes a los de la lucha erótica del tipo catfight, y que tampoco
se parecen en nada los torneos de ligas deportivas, pues muy poco tienen de ello. Acentuando que estos son reales y privados, para una privilegiada audiencia, y dada la falta de reglas y lo extremo de sus desenlaces, estos serían prohibidos en otros circuitos. Asimismo destacó que este exclusivo público es atraído por las mujeres más agresivas e implacables. De igual modo, la mayor parte de ellas, sino todas, comparten el mismo interés por quienes vienen a estas singulares justas, habiendo una concomitancia entre ellos; los primeros en observar, recrearse y excitarse con estas feroces amazonas, y ellas dando todo a placer y sin límites en la arena, complaciendo las caprichosas e insensatas solicitudes de la concurrencia.
En esta oportunidad, el capitán, dejándose llevar por el grato momento que compartía con la joven, involuntariamente le fue ilustrando la manera que debía conducirse en este entorno, indicándole algunos procederes, con los que ella sacaría sus propias conclusiones.
No sé si le han precisado le decía Theodoridis, que todo esto como sabe se desarrollan
en privados y secretos coliseos, donde no son pocos los asistentes que gustan sugerir la forma en que las vencedoras deben concluir el combate para someter a su contrincante una vez que estas están abatidas e indefensas, iniciando el prolongado y ansiado final, siendo en definitiva el momento más esperado de estos encuentros, el que disfrutarán tanto el público, como la vencedora, a quien podrán llamar desde ahora ?Executrix?.
Ya entrada la noche, Paula que se mantenía interesada en la narración del capitán, intentó que prosiguiera explayándose, pero este miró su reloj y dijo:
Es hora de relevar a Hans que se encuentra en el puente de mando. Asimismo el capitán manifestó que no era su costumbre comentar todos estos detalles, aunque cada una de las mujeres que llegaban por primera vez a estos torneos estaban previamente informadas de la clase de contiendas que se llevaban a cabo, y tan solo era cosa de confirmar la libertad con que ellas podían conducirse sin límites según sus más ignominiosas inclinaciones, y que a poco de involucrarse, de todas maneras descubrirían la verdadera y torcida realidad de estas secretas ligas de lucha extrema, o mejor dicho muy extremas.
Pierre Dupont sabía que ubicar y contar con la participación de esta clase de mujeres no era una tarea sencilla, son poquísimas las que calificarían, por lo que debía dedicar tiempo completo en investigar por todos los países que visitaba a las posibles candidatas, y una vez hecho un encubierto seguimiento a cada una de ellas, les hacía una evaluación, acordando recién una entrevista, para rechazarlas o incluirlas en estos certámenes.
Dada la experiencia que tenía Dupont en percibir la inusual naturaleza de estas mujeres, era muy difícil que se equivocara en la evaluación y elección de cada una de ellas. Esto lo sabía muy bien el capitán, por lo que no era desatinado el comentario y la información que le daba a Paula, pues ella sin lugar a dudas, era una de las pocas ?elegidas? por el oficioso y adecuado desempeño del varón galo.
Ahora sí que empezaba a tener real sentido para Paula, todo este hermetismo, las esplendidas e inusuales ofertas, y el despliegue de tantos recursos, para poder encontrar a estos insólitos especímenes de mujeres, capaces de ofrecer estos corrompidos espectáculos, en los cuales, por supuesto, se incluía gustosamente ella.
-Debes saber Paula ?continuó explayándose Theodoridis?, que sociedades como estas, que
si bien no son conocidas dada su condición, no por eso son pocas las que hay en varios países,
habiendo incluso intercambio entre ellas, compartiendo reservadas informaciones, habiendo
varias maneras en que conservan su anonimato, algunas de ellas pueden hacerse de manera
encubierta, o bien simplemente abiertas en donde las permisivas y corrompidas autoridades
de algunas partes las toleran y consienten, sin que deban tomar necesariamente medidas de
resguardo similares a las que tomamos nosotros.
-Para mí ya es hora de dormir, ?interrumpió Paula, luego de escuchar atentamente?,
para luego dirigirse a su camarote, no sin antes echar una mirada desde la cubierta hacia el
litoral por algunos momentos, desde donde se apreciaba claramente el contorno de la costa
iluminada por la luna llena, y se podían ver diversas luces aisladas, probablemente de otras
cercanas embarcaciones o de algún muelle, esto indicaba que el yate no se había internado en el mar, sino que como les había dicho el capitán, se irían bordeando la costa. El mar se encontraba calmo y sereno, así como también la visión que disfrutaba, por lo que se quedó algún tiempo más observándolo antes de retirarse a su cabina.
A la mañana siguiente muy temprano, Paula se despertó por el sonido de algunas voces que provenían de cubierta cuando la embarcación se aproximaba a una bahía, a la que dio una mirada a través de la ventana ?Ojo de buey?, para ulteriormente tomar una rápida ducha y vestirse, saliendo al exterior en donde la tripulación hacia los últimos preparativos para atracar en el andén, teniendo en su mente una anhelada reunión con Ebba. El día era domingo, por lo cual los movimientos del embarcadero se limitaban mayoritariamente a las labores de naves de recreo.
La sueca que se encontraba esta vez sola observando las maniobras y apoyada en el pasamanos, apenas divisó a la morena, se le acercó rápidamente, saludándola con un beso en la mejilla sin mostrar mucha intimidad frente la tripulación, más por prudencia que por pudor, pues la situación no se apaciguaba del todo entre las inquietas pasajeras, más aun ahora no iba a complicar las cosas, llevándolo a un altercado con la ya suficientemente furiosa Rouge.
Desde el puente Paula divisó el embarcadero por donde deambulaban algunas personas, entre las cuales destacaban tres mujeres, que sin lugar a dudas eran las que subirían a bordo, Paula advirtió que la escandinava miraba insistentemente desde cubierta a una de ellas, era una estilizada morena africana.
El capitán les explicó que primero subirían a bordo las nuevas pasajeras y después podrían bajar al puerto las que deseen hacerlo, aprovechando de conocer el pintoresco poblado, después bajó por el pequeño puente inclinado, recibiendo amablemente a las tres mujeres, invitándolas abordar la nave en la forma que solía hacerlo.
Ebba empezó a describirle a Paula a cada una de ellas:
-La rubia espigada es una norteamericana a la que llaman ?Sadis o Sadie?, y no es que se llame así, creo que puedes imaginar porqué. Ella es sordomuda de nacimiento, y no te dejes engañar por su juvenil rostro. Quien la acompaña, la morena alta de piernas largas, es turca, muy requerida para participar en estos eventos, la llaman ?Killar?, hace cualquier cosa que le soliciten, lo que sea el desvarío de quien la elija como su favorita. La última que va atrás, es una africana somalí, la que fue incorporada al team de Osman en afortunadas circunstancias para ella, y que ahora tiene un compromiso pendiente conmigo, es una negra traicionera, te lo contaré luego más tarde, ya tendremos tiempo para ello.
-Por qué no ahora mismo insistió Paula, a lo que Ebba consintió diciendo:
-Bueno, esa mujer negra, que era una ?Rata?, a quien en un simulado enfrentamiento debería fácilmente eliminar, en el que supuestamente se le estaba dando la oportunidad de ingresar a la categoría superior de las ?Gatas?, en la cual, me jugaría sin tomar ningún riesgo, el segundo puesto en el ranking.
-¿Hace cuanto tiempo de esto? le interrumpió Paula
-Hace solo un mes en Tailandia, le contestó la sueca. Pensando que sería un combate fácil para mí, confiada y segura, descuidé mi bolso, y como hacía demasiada calor, había que beber permanentemente agua y líquidos hidratantes, pero antes de iniciar el encuentro esa perra colocó algo en mi botella, lo que perjudicó mis reflejos, por lo que de un modo inesperado, e ilógico fui derrotada por ella.
-Que inaceptable y fullero el proceder de esta mujer, comentó Paula.
-Así es continuó Ebba, al impase no se le dio mayor importancia, y se dijo que la africana solo tuvo suerte y desde aquel día esa ruin ?rata? pasó a ocupar mi puesto en la clasificación, ya que así se establecían desafortunadamente las normas por parte de la organización, para animar la participación de las ?Ratas?, exponiéndose, al tratar de superar esta casi imposible etapa, para pasar a competir dentro de las ligas superiores.
-¿Qué es exactamente eso de las ?Ratas??, inquirió Paula
-Bueno ?dijo Ebba?, en otras palabras, las ?ratas?, son las ingenuas infelices, a quienes
utilizamos en estos juegos, no somos nosotras las que nos exponemos durante un encuentro, si no ellas, las que nos enfrentan, y a quienes después de un simulado enfrentamiento, las ejecutamos en beneficio del espectáculo, y solo por este infortunado incidente, como te lo había contado, llegó a ser reconocida como una ?gata?, ubicándose en el segundo puesto de la clasificación, otorgándosele así, el ansiado ?Alias?, como se privilegia ser llamadas solo a las combatientes superiores, empezando a ser conocida después de ese encuentro como ?Seba la pantera negra?.
-Quieres decir que a las ?gatas? o superiores se nos conoce solo por un alias, ¿No es así?, manifestó Paula nuevamente.
-Así es, le confirmó Ebba, debes saber que por estos seudónimos o alias asociados solo al nombre de pila de cada una, es la única identidad por la cual exclusivamente se nos conoce, guardando así la intimidad y anonimato de cada una de nosotras, lo que coincidentemente este alias, es la capacidad predominante en cada una de nosotras, el cual se te concederá sin dudas la noche de tu debut, el que espero sea frente a Rouge, siempre y cuando la desafíes, la derrotes y por supuesto la inhabilites, para ser llamada luego ?Executrix?. La Executrix, ?Paula la furia latina?, te gusta, es así como podrían llamarte.
Cuando hubieron subido las dos primeras pasajeras, Ebba se aproximó a la africana somalí, pero esta estaba alerta a sus movimientos, y apresuró el paso, para evitar problemas, la sueca entonces se acercó lo más que pudo, situándose detrás de ella y como sabía que la africana Seba estuvo por un tiempo refugiada en una colonia francesa del África, la insultó al oído en francés, lenguaje que la escandinava obviamente también hablaba, ante tales apremios la morena somalí se apresuró aun más, para eludir a la fastidiosa mujer, pero esta disimuladamente la tomó por el brazo, poniéndose por delante en el corto trayecto que quedaba para ingresar al interior del yate, cortándole el paso, justo en el umbral del arco de acceso y a la vista de los presentes le sonrió haciéndole una venia para que pasara, en el preciso instante la sueca ejecutó su falaz plan.
Cuando la visual de los demás se perdía al sobrepasar el vano hacia el interior del navío, Ebba la escupió en la cara, la reacción natural de Seba fue llevarse la mano al rostro, en el preciso instante en que la ladina sueca la cogía por la muñeca fingiendo un forcejeo, pero que luego de un par de segundos, tiempo durante el cual se hubieron percatado del ajetreo los tripulantes y las mujeres presentes, se hiso víctima de una simulada agresión por parte de Seba la africana, y voceando exclamó:
-¡Qué te pasa, ¡No?no, suéltame!? por? favor, ¡Ay?ay! me haces daño Seba.
Para terminar el acto, retrocedió aparatosamente, cubriéndose el rostro, mientras se
arrojaba al suelo, frente a la mayoría de los presentes.
Todo sucedió como lo había planeado la manipuladora rubia, haciendo de quienes
presenciaron la fingida agresión, sus incondicionales simpatizantes, y por añadidura los más
firmes opositores de la burlada morena.
Theodoridis le preguntó a Ebba cómo se sentía.
-Solo unos rasguños, no más, respondió la astuta mujer, como no dando importancia a
la circunstancia, evidenciando de esta manera el artero ataque, el que supuestamente podría
haber tenido otras consecuencias.
-Por suerte no pasó a mayores, dijo el capitán.
-A que se refiere capitán preguntó simulando ingenuidad la ladina rubia, sabiendo que
la respuesta era de rigor y en perjuicio de la africana.
-Bueno, aun así, debo avisar a mis superiores, pero, por de pronto es mi deber dejar bajo custodia a Seba como a Rouge.
-Es una pena, y todo esto a poco de llegar a Spintria. Con esta acotación Ebba no quiso
que la intención del capitán quedara solo en el comentario hecho.
-Me parece que esta clase de conducta se está transformando en un hábito, y en tan solo un par de jornadas que llevamos de viaje, comentó el capitán.
Si bien estos altercados eran censurados y castigados por la organización, eran tan solo simples nimiedades comparada con las agresiones ejecutadas durante los eventos, pero estas no eran tan solo normas antojadizas, pues tenían como finalidad resguardar la privacidad de los emplazamientos en donde se realizaban los eventos y por supuesto proteger la identidad de todos los individuos de esta secreta y encubierta sociedad que concurrían a participar y a presenciar estos espectáculos.
Cualquier insignificante altercado que sobrepase los límites del entorno de estos juegos, podría llamar la atención de las autoridades de los territorios en donde ocurrieren, por lo que se señalaron estas y otras normativas, que de no ser respetadas, la organización las administrara veladamente con peculiares y disciplinarias sentencias, en donde las leyes y la autoridad del estado donde ocurran estos hechos, no tengan acceso.
(Cap. 3°: Seducción y secretos mortales)
Eran ya pasadas las once de la mañana, cuando se consiguieron apaciguar las cosas, el capitán reordenó a las invitadas en tres camarotes; en uno de ellos dispuso que se alojaran solo dos de las tres integrantes que se habían sumado a la cuadrilla esta mañana, la americana Sadie y la turca Killar, en el siguiente, se acomodarían Ebba y Paula, quienes gustosamente accedieron al lugar asignado, y en un tercer camarote, con un guardia estable, quedaron relegadas Seba y Rouge, previendo así cualquier probable incidente en el futuro. Y como era su navío, ejerció toda su autoridad, revisando todas las pertenencias de las mujeres, por si encontraban algún tipo de arma, ya sea de fuego, o cortante, lo cual no era muy extraño que cargaran estas ?señoritas?.
Aunque quedaba solo una breve, y última jornada de travesía, lo cual el capitán les informó, diciéndoles, que mañana muy temprano, probablemente de madrugada, estarían arribando a su destino final, a la isla ?Spintria?, siempre y cuando no se presentara ningún contratiempo.
Lo que quedaba de la mañana, transcurrió con relativa normalidad, excepto por la natural tensa quietud que se respiraba en el ambiente, sobre todo cada vez que Rouge se cruzaba con Paula, que no fueron más de un par de ocasiones por fortuna, de todas formas, se programaron las actividades para impedir estos eventuales encuentros que pudieran ser desafortunados. Por otro lado la tripulación colaboró con lo suyo, aun cuando Ebba se mantuvo durante gran parte del tiempo escoltando a Rouge, aunque esto sin embargo, no ayudó mayormente, más bien al contrario, puesto que las relaciones entre estas ambas mujeres, no eran las mejores, más aun cuando Ebba, no ponía nada de su parte, fastidiando y provocando a Rouge en el par de ocasiones en que apareció la latina, exhalando ardientes suspiros y mirándola fijamente, correspondiendo de la misma manera la morena, la que sabía muy bien que Rouge habiendo infringido las normas establecidas, cualquier otra falta agravaría aún más su pena, por lo que ?El castigo?, del que había escuchado solo un par de veces, probablemente sería también mayor.
La pregunta era: ¿Cómo participaría ella en el castigo?, ¿Será como se lo habían descrito?, tendría los privilegios de la ?retadora? y Rouge el hándicap de la ?castigada?, en un enfrentamiento realmente ?a finish?, Paula si bien tenía claras expectativas de lo que se le venía a futuro, aun no tenía plena seguridad de que así fuera, y solo lo estaría en el mismo momento del encuentro, no puede ser tan alucinante y emocionante (terminó por meditar).
Paula había tenido la oportunidad de hablar con el capitán la noche anterior, e informarse solo en parte, pero le intrigaba lo que el capitán había dicho textualmente, si bien lo recordaba: ?puede que estés involucrada en el proceso?, pero no le explicó, cuál era el alcance de estas palabras, por lo que debía esperar a platicar con su nueva amiga Ebba, con quien no había tenido oportunidad de comunicarse en extenso desde la noche anterior, y al consultarle a Manuel por la mañana, él gentil varón, evitó hablar del tema.
El día era apropiado para pasear, y los cuidados que se debían tener con las dos supuestas pendencieras ya no eran necesarios, ya que el motivo de su mal proceder, era la presencia de Paula y Ebba, quienes pudieron reunirse recién pasado el medio día, aprobando la proposición del capitán, quien previamente había hecho las indicaciones de cómo debían comportarse si deseaban bajar al puerto para recorrer los alrededores de este.
Se les había sugerido a las muchachas que en cada oportunidad que bajaran de la embarcación, o se reunieran en público, vistieran de manera diferente, para que así no las asocien con algún espectáculo, y despertar en los fisgones curiosidad por las actividades que ellas realizan.
Las dos chicas al bajar del yate, llevaban para la oportunidad unas reducidas y vistosas tenidas del mismo color, aunque con diferentes estilos, Ebba, una del tipo marinero, y Paula, una blusa y shorts, lo que incomodó un poco a Theodoridis, dadas las advertencias previas, en cuanto a no provocar la atención, aunque en el mejor de los casos, los curiosos podrían pensar que se trataría de un uniforme, como una manera de promover algún espectáculo artístico, un equipo deportivo, o bien algo parecido, que anduviera en gira por las islas, por lo cual más de algún mirón podría indagar de que se trataba la presencia de estas dos hermosas y atléticas damas, que abiertamente destacaban a su paso. Razón de sobra para no llamar la atención, para comenzar evitando llevar el mismo color, como les había aconsejado el capitán, para pasar lo más desadvertidas posible.
Las cuatro muchachas que quedaron a bordo se dispusieron a tomar baños de sol sobre cubierta y zambullidas en el mar. Mientras tanto Paula y Ebba visitaban los alrededores del puerto, el que tenía el ambiente propio de estos pintorescos lugares del Mediterráneo; marinos y pescadores de piel morena, y curtida por el sol, hablando varios idiomas, por otro lado estaban los alegres turistas que circulaban parloteando en un ambiente relajado y distendido por las aceras de los cafés.
Las mujeres se sentaron en una de las mesas al exterior de uno de estos locales, ordenando café turco, disponiéndose a tratar temas intranscendentales, para luego, al cabo de pocos minutos, llegar hábilmente a lo que le interesaba a Paula.
Habiendo ya apurado sus cafés, y tal como le había indicado el capitán en algún momento, que zarparían a las dieciséis horas para tomar rumbo a ?Spintria?, llamaron al mozo para pedirle dos cafés más, ya que tenían aun tiempo por delante antes del zarpe.
-Creo que daremos una buena exhibición una vez en ?El fuerte Spintria?, comentó la sueca, yo ya hice lo mío, ahora tendré la oportunidad de desafiar a esa negra estúpida, como tú tendrás la ocasión de retar a Rouge, ambas fuimos agredidas, y antes que se fijen las duplas por nuestros protectores y Karl, se nos preguntara, si queremos ejercer nuestro derecho a desafiar a nuestras agresoras, confrontaciones que por lo común satisface las expectativas del público asistente, que como en los antiguos juegos romanos, estos vienen a observar brutales enfrentamientos en la arena, pero no efectuados por rudos gladiadores, si no que por bellas y fornidas mujeres, lo que agrega una cuota más de atracción a los que gustan de estos bizarros juegos, más aun si pueden luego complacerse en privado preferentemente con la gladiatrix vencedora, siempre y cuando esta haya logrado entusiasmar lo suficiente a quienes deseen contratar sus servicios.
Con tal información Paula terminó por comprender en su totalidad a que se refirió el capitán al decir las palabras: ?puede que estés involucrada en el proceso?, entendiendo muy bien ahora que podía desafiar con evidentes razones a Rouge a un combate, por lo que sonrió complacida diciendo:
-¿O sea que yo puedo hacer uso de todas estas prerrogativas?
-Por supuesto que si amiga Paula, deberás retar a Rouge ante la comisión, reclamando
así los derechos que te brindan las reglas ya establecidas para todos estos juegos, igual como
lo haré yo enfrentándome a esa sucia somalí.
-Que bien, que bien, no puedo estar más ansiosa a que llegue el momento, dijo Paula.
-Por otro lado, ?prosiguió Ebba?, existen otros combates entre ?Superiores? o ?Gatas?,
que son los programados según sus ubicaciones en el ranking, y que sirven solo para qué las
muchachas se valoren y expongan sus atributos y habilidades ante una asistencia más bien de
manera moderada, sujetos a reglamentos y límites que resguardan nuestra integridad física,
estos naturalmente carecen de suficiente estímulo en oposición a lo que realmente vienen a
observar y a disfrutar nuestros entusiastas protectores.
-Creo que empiezo a entender, continúa por favor, háblame de estos últimos, apremió
Paula a su interlocutora.
-Estos encuentros son muy esperados, y en algunas ocasiones son provocados por los
mismos asistentes, acordándolos con las chicas participantes, ya sea para sacar a alguien del medio por los intereses de la sociedad, o bien como en estos casos, por una simple discordia personal. En los que si bien son contrincantes de la misma categoría, los privilegios, ventajas y licencias de invulnerabilidad se le conceden solo a la retadora agredida, quedando indefensa la agresora sometida al ?castigo?, creo que entiendes querida Paula.
-Si, si y me encanta la forma en que tu lo explicas, por favor continúa
-Entonces de aquí se desprende la idea del ?Castigo?, por lo cual la castigada, tendrá
una sola opción; ganar forzosamente el combate, ante una inminente derrota, y la posterior
tortura a manos de su rival, que es lo que generalmente se acuerda y se quiere conseguir, terminaba diciendo casi con excitación la nórdica mujer.
-Dime entonces, es de esta manera como se supone que deben terminar todos estos
encuentros, Preguntó Paula.
-Bueno ?contestó Ebba?, a la castigada se le hace muy difícil el combate, por la torcida
exigencia de los concurrentes, lo que no hace más que animar la salvaje determinación de la
inminente vencedora, a quien inducen a ser más violenta y brutal con la vencida, y contar con
su piedad, ni pensarlo. El público y la ganadora no querrán haber llegado a esta instancia para
luego ser indulgente, es más, acepciones como esta no tienen cabida alguna en estos eventos,
por lo que la abatida tendrá que defenderse hasta el final, con escasas posibilidades de éxito, y el desenlace dependerá de tan solo cuál de las formas sugeridas por el público aprobara la vencedora para terminar el combate, entre las más irrazonables sugerencias, pero finalmente, será ella, libre y soberanamente quien decidirá el destino de la derrotada, decisión también conocida como ?Finish her off?.
-Hay alguna diferencia si este final es por decisión propia, o por las solicitudes del público, en forma casi ingenua preguntó Paula a la escandinava.
-No por supuesto que no, puede ser por nuestra propia decisión, o bien por las que nos
requieran nuestros protectores, de todas formas hay retribuciones e incentivos, dependiendo
de lo que consigamos estimular con nuestras presentaciones, enardeciendo al calenturiento
auditorio, y como ya te lo dije, incitándolos a solicitar más tarde nuestros especiales servicios
extras, ya lo verás querida, ya lo verás, concluyó diciendo la nórdica rubia, que se explayaba
como la experta que era.
Pasados algunos momentos, la conversación se orientó en la dirección que esperaba Paula en el momento en que Ebba miró hacia arriba pensativamente manifestando:
-Rouge sabe muy bien como se procede con el ?Castigo?, ya que hace un par de años
cuando me iniciaba en estas competencias, desafío a una mujer, a quien inculpó de agresión
injustamente por supuesto, siendo esta entonces sometida al castigo.
-Al igual como lo hiciste tú con la somalí, le dijo Paula.
-Así es querida, le contestó la rubia, (celebrándose a si misma, a la vez que lanzaba una
fingida carcajada) en el engaño y la falacia, tienes a las mejores maestras, y cuando aun esta
no acababa de reírse Paula insistió acentuando con la cabeza para preguntarle:
-¿Dime que me puedes contar de aquella ocasión?
-Ahora sí me recuerdo, la mujer a la que retó la llamaban Paula igual que tú, y a la canción
?La vida loca?, sí, así es, la llamaban Paula ?La loca?, y vaya que se parecen, aunque cuando tú,
sin dudas eres mucho más joven y hermosa.
El corazón de la latina dio un vuelco cuando escuchó el nombre de su mentora y tocaya,
pero se esforzó por no demostrar un particular interés, y como ya estaba conociendo a Ebba,
prefirió que ella misma en su indiscreción le confiase los sucesos, eso sí motivándola a narrar
los detalles escabrosos y obscenos, los que disfrutaba ahondar cada vez que se refería algún
suceso de este tipo, luego de lo cual la morena le dijo abiertamente:
-Quiero desafiar a Rouge cuando lleguemos, ¿Crees que respetarán mi condición de ?gata?
o de contrincante ?Superior?.
-Sin lugar a dudas que respetaran tu categoría, esas es la idea querida, le expresó la rubia,
los asistentes estarán encantados de presenciar sendos duelos mediante el ?castigo?, a mi me
conocen, y saben de mis artes, por otro lado, como tú te integras recién ahora, yo me ocuparé
de promocionar tus habilidades ante Karl y sus invitados, las que exhibirás libremente cuando
enfrentes a Rouge.
-Me gustaría saber cómo fue el encuentro de Rouge con esa muchacha a la que llamaste
?La loca?, continuó indagando Paula, me gustaría saber cómo lo hiso para poder darle a ella
de su misma medicina, ¿No te parece?, por favor vamos cuéntame, y cambiando su voz como
ya había empezado a ser habitual entre ellas, le acarició la cara y le platicó tiernamente de la
misma manera como una madre lo hace con su pequeña:
-?Vamos cuéntele a mamita, mi princesita?.
Mientras Paula acariciaba la cara de la rubia, esta deslizó su mano por debajo de la mesa, acariciando una de sus rodillas, la que apretó delicadamente correspondiendo a sus caricias, y frunciendo el seño como una cría que está por ponerse a llorar, para cambiar de expresión repentinamente, diciendo graciosamente con su peculiar acento:
-?Tu niñita te va a contar un bonito cuento mamita?, después, casi sin contenerse, ambas
acercaron más sus sillas, besándose con arrebato por algunos segundos, no importándoles la
presencia de los parroquianos y de los transeúntes de todas las edades que circulaban por el
sector, quienes no miraron con muy buenos ojos la escena, por lo que decidieron ingresar al
interior del local a un lugar un poco más privado.
Aun tenían una hora disponible al menos antes de regresar al yate, por lo que ordenaron
algo para comer. La latina había descubierto en Ebba ?El talón de Aquiles?; sus inclinaciones
más oscuras y los juegos sexuales duros y retorcidos contrarrestaban, con la inocente y dulce
personificación de ser tratada como a una bebita, Paula iba a averiguar, cuál de los dos le era
más seductor; el sexo duro, o el tierno juego de la madre y la hijita.
Las dos mujeres se sirvieron unos platillos típicos de estas islas, y antes que Paula insistiera en el tema, la sueca inició su narración:
-Hace poco más de tres años me ocupaba como ?Escort? o acompañante, para decirlo de
una manera más elegante, en fin una meretriz refinada, si se puede decir así. Hacía esta tarea
para un traficante de personas, un turco que se llama ?Osman?, quien suministra a mujeres y
jóvenes varones especialmente del tipo europeo, entre otros servicios a exigentes y exclusivos
clientes del cercano y medio oriente, no solo como escoltas, sino que para cualquier quehacer
que ellos soliciten, él las puede conseguir, dependiendo tan solo del monto que estos clientes
quieren pagar, a cambio de ello, les asegura, confiabilidad y discreción. Sus prestaciones son
bastante gravosas, pero esto no es problema para estos acaudalados, y poderosos señores a
quienes brinda tan peculiares favores.
-Entiendo le dijo Paula, ¿Es así cómo te conectaste con estos eventos?
-Espera un poco, no seas impaciente mamita, le dijo Ebba con el mismo tonillo de la cría
del íntimo juego que mantenían durante esta plática.
-Está bien mi muñequita, sigue con tu ?bonita historia?, enmendó su interrupción Paula,
por lo que la rubia siguió con la reseña:
-Como estos clientes y Osman no se podían comprometer en ordenar y poner en su lugar
a las chicas que no cumplían con las tareas encomendadas, como ser atentas y complacientes
con nuestros clientes, entonces me encargó a mí hacerme cargo de esa labor disciplinaria, en
la cual tal vez fui muy enérgica, quizás solo un poco, acabó diciendo con una sonrisa maliciosa.
-¿Qué quieres decir con la ?labor disciplinaria? amiga mía?, la interrumpió de nuevo Paula.
-Sucede que esta clase de trabajo es muy desesperante, (le explicaba la sueca), sobre todo
con algunas mujeres empecinadas, que reincidían en conductas muy poco participativas, con
las que fui muy estricta, de tal forma que una vez que acababa de disciplinarlas, ya no estaban
en condiciones de poder volver a ejercer su trabajo.
-Lo que me cuentas es muy interesante, pero no me has dicho aun como llegaste a estos
juegos insistió Paula.
-En esta ocasión la rubia hiso caso omiso a la pregunta, prosiguiendo:
-En más de alguna ocasión tuve que demostrarles a nuestros clientes, que el propósito de
Osman y de nuestra organización era cumplir con el tipo de prestaciones que nos solicitaban,
y cuando estas muchachas no se comportaban a la altura de las demandas que se le hacían,
yo en persona me encargaba de corregirlas frente a los molestos clientes, demostrándoles de
esta manera que nos preocupábamos de entregarles un buen servicio.
-Ya veo, entonces, por lo que me cuentas, eras una especie de madame y guardiana, creo
entender sin darle muchas vueltas, entonces tú eras la perra que cautelaba los intereses del
turco Osman, le expuso directamente Paula.
-En ese tiempo fue cuando algunos de ellos prefirieron mi intervención disciplinaria como
estricta ?escort?, en vez del servicio que les daban las mujeres. Aquellas que toleraban mejor
el castigo que les administraba, comencé a usarlas como ?partenaires? y esclavas sexuales en
sesiones especiales de sexo duro, el castigo que les infligía era por supuesto placenteramente
compartido por mis clientes, para que después de esta ilustrada demostración y estando muy
animados, me solicitaban los complaciera para consumar sus apetitos sexuales.
Ebba disciplinando a las chicas de Osman
-Bueno, ahora que conozco bien tu historia, ?dijo Paula?, entonces buscaste después algo más extremo en estos eventos, dime como fue eso mi niñita.
Ebba no contestó a su pregunta y continuó monopolizando el tema, diciendo:
-Mira, hacer sufrir y ocasionar dolor para mí ha estado asociado al placer desde hace
tiempo, es más, te diré que lo entendí así desde mis primeras relaciones, las cuales empecé a disfrutar a muy temprana edad.
-Cuéntame entonces, quiero saber más de ti mi niñita la azuzo Paula con sus palabras.
-Tenía unos catorce años cuando tuve sexo con el novio de mi hermana mayor Hanna,
Verner se llamaba, era un aventajado amante, quien me inició en estas relaciones, estuve muy
enamorada de él, tanto que hacía lo que él me pidiera.
-Ya veo esto le sucede a casi todas las jovencitas acotó Paula, mientras Ebba proseguía.
-En las noches, por expresa petición de él nos juntábamos a los pies de un viejo roble
ubicado bajo la ventana del dormitorio de Hanna, quien desde allí nos observaba sufriendo el
martirio de la infidelidad de Verner teniendo sexo con su pequeña hermanita.
-Querrás decir con la pequeña zorrita, le interrumpió nuevamente la morena.
-Los encuentros si bien eran furtivos las primeras veces, a medida que se empezaron
hacer rutinarios, me fui comportando cada vez mas desvergonzada; mis suspiros y gemidos
durante el acto los hacía sin ninguna moderación, cada vez más descarada y bulliciosa por
petición de Verner y luego por decisión mía.
-Y en cada ocasión tú hermana los miraba desde su ventana, entonces eras desde ya
una pequeña perrita, dijo con cierta seguridad Paula, como queriendo que Ebba le confirmara
lo que le estaba narrando, a lo que nuevamente la rubia le negó la respuesta, prosiguiendo:
-Ansiaba que llegaran estos momentos, cada vez que observaba la cara de dolor y congoja
de Hanna iluminada por la mortecina luz de su lámpara de noche que se filtraba tenuemente,
acompañándome en cada sesión de placentero sexo, que el insensible Verner me hacía sentir,
llevándome hasta el cielo para luego venirme exquisitamente con sus íntimas caricias hasta
saciarnos, consumiendo nuestras inagotables energías hasta casi no poder respirar.
-Pero tú hermana no te enfrentó, ni puso fin a su relación con Verner, interpuso Paula en
medio de la narración que hacía la escandinava, quien siguió con su monólogo como si nada.
-Fue en una de esas noches en que fue consumado este éxtasis supremo, cuando Hanna
saltó al vacío desde su ventana, seguido por un golpe sordo que oímos al estrellar su cuerpo
contra el césped a un costado de donde nos hallábamos tendidos. Te confesaré que aun así
no interrumpimos nuestro coito, continuando en ello, saciándonos hasta irnos con la última
convulsión de placer, mientras observábamos como se estremecía gravemente herida Hanna tanto física como emocionalmente.
-Es lo más insensible que he oído decir,...me gusta, eres una verdadera perra le dijo Paula
-Entonces ¿crees que esta experiencia me marcó?, pues yo creo que sí, formuló Ebba, y sin ningún resentimiento agregó; me gusta ser una perra insensible, lo disfruto desde aquella vez, más aun si el sexo incluye, dolor e incluso muerte, esto es lo máximo que se puede alcanzar.
-Entonces venir a estos eventos es lo que andabas buscando (manifestó la morena), bueno eso te lo confirmaré una vez que acabe con mi historia.
- Después de aquello empecé a buscar el placer a través de esa vía, ingeniándomelas para hacer luego de Verner mi próxima víctima, y lo mejor, es que ya estaba en camino para iniciar esta manera de vida, por la que no siento remordimiento alguno. Todo esto me preparó para más tarde vivir haciendo lo que más se acomodara a mi naturaleza, como eran las tareas que realizaba para Osman, las que debían ser compatibles con esta, si se puede decir así, (sonrió maliciosamente) creo me explico bien ¿No es así querida?
-Claro que sí, ahora se puso más interesante tu historia, por favor continúa Ebba.
-Por supuesto querida Paula, volviendo a lo relacionado con Osman; todo marchaba a la
perfección, hasta que en algunas oportunidades desafortunadas, ciertas perras no resistieron
la energía que usaba durante estas sesiones, con penosas consecuencias para ellas, y molestas
situaciones para Osman y para mí, por lo que una vez resueltos, y solventados estos impasses,
Osman me aparto de estas funciones, concluyendo que mis talentos, servirían más bien para
entrar a otro singular servicio, para el cual también proveía algunas mujeres, que le encargaba
Pierre Dupont, a quien tú conoces ya.
-Ya veo, a sea que empezaste desde ese momento a formar parte de estos juegos ¿No es
así mi querida bebita? Dijo Paula, casi afirmando su pregunta.
-Efectivamente mamita mía le respondió Ebba, conservando el tono de la nenita del juego.
-Me parece muy interesante tu expediente profesional dijo Paula con un dejo de sarcasmo
a modo de cumplido. A lo que Ebba agregó
-Bueno como te dije, Osman envía a las mujeres más agresivas, con actitudes compatibles
con la actividad que se les encomendara, para que Pierre se dedique después a potenciar sus
letales instintos, y así alcanzar óptimos resultados en uno de estos círculos secretos, como es
el que tutela Karl Hermann y sus socios, donde nos dirigimos ahora, al fuerte ?Spintria?.
-Dime Ebba, ¿Todos estos eventos se realizan en el llamado ?Fuerte Spintria??, continuó
indagando la morena.
-Los eventos o ?Juegos? como también se les llama, son realizados cada cierto tiempo en
diversos lugares, y países en donde tienen los asociados propiedades aptas para estos juegos.
-Cuando Osman me dio a conocer en el ambiente, ?siguió exponiendo la sueca?, una de las
mujeres que más me alucinó por su actitud y encono, fue ?La Harpie Rouge?, la relación entre
ambas se inició al principio sin mayores acercamientos en el mismo ?Fuerte Spintria?, llamado
así, en cita a los palacios de recreos que emperadores, patricios y ricos comerciantes romanos
mantenían en la isla de Capri, no muy distintas a las actividades que se realizan hoy día en el
Spintria. Con Rouge congeniamos desde aquel día, intimidamos algún tiempo después, ni que
decir de los gustos en común que compartíamos y de qué modo lo disfrutábamos, en realidad
como todas las gatas que venimos a estos juegos, al igual que tú también lo harás mamacita.
-Algo comentaste Ebba en relación al castigo de ?La loca?, acaso esta, podía comprometer de alguna forma a la organización, o bien la ?La Harpie rouge? tenía algún problema personal con ella, ¿Cómo fue aquello?, puedes contarme algo más al respecto, a lo cual Ebba asintió, continuando:
-Bueno, el caso es que en mi primera visita a la isla Spintria conocí a Rouge, donde junto a
Osman planeamos mi debut en un torneo que se iba a realizar en una hacienda de Florida, en
donde Rouge me informó que ella tendría un duelo privado, y que este debería efectuarse a
través del llamado ?Castigo?. Para ello había sido bien recomendada para que provocara un
enfrentamiento, naturalmente del tipo ?Mismatch ?en donde su rival sería una mujer de igual categoría, conocida como Paula ?La loca? a la cual ubicaba, y con la cual no tenía diferencia
alguna, aun así la enfrentaría, puesto que este era el tipo de contienda que más disfrutaba
siempre y cuando el final del encuentro sea de su elección, y la paga conveniente, aunque
esto último no era importante para ella, ya que su motivación principal era el combate mismo,
para así poder proceder con total libertad cuando llegara el momento del esperado desenlace,
por otra parte se dijo en aquella ocasión que Karl había decidido hacer a un lado a ?la loca?,
puesto que no convenía a la seguridad ni a los intereses de la sociedad.
-Ya veo confirmó diciendo Paula, pero dime ¿Cómo se planeó esta situación?, por lo
que Ebba continuó.
-No habiendo problema con lo pedido, ya que sus servicios serían muy bien pagados
por un potentado al parecer mexicano quien la había elegido expresamente para esta ocasión, se empezó entonces a planear el encuentro una vez que hubieron llegado a un conveniente acuerdo entre las partes. Rouge inició el compromiso, provocando una fingida disputa con ?La loca? a su llegada al aeropuerto de Miami, en donde confluyeron, desde donde iban a dirigirse luego a un rancho próximo a esta ciudad, donde participarían en uno de estos eventos.
-En realidad según lo has expuesto al parecer cualquier muchacha podría haber hecho esta faena, pero hubo alguna razón especial para que fuera Rouge la elegida, preguntó Paula. -En realidad cualquiera de las chicas que asistían a este evento calificaban para este trabajo, pero los requisitos exigidos por el sujeto, eran exactamente los que La Harpie Rouge detentaba para satisfacer de mejor manera los anómalos gustos de este individuo, mas no me aclaró muy bien cuál era la relación que este tenía con Karl y la organización.
-Entiendo que ?Paula la loca?, estaban en el ocaso de sus capacidades, expresó Paula,
¿Entonces Rouge era superior a ella?, ¿Como estaba segura de tener éxito en este encuentro,
acaso su disposición física no había menguado también.
-Rouge siempre ha sabido mantenerse en buenas condiciones, llevando una existencia austera, aparte de este tipo de vida y sus predilecciones, por lo que hace poco más de tres años, aun estaba vigente, además de las manifiestas ventajas concedidas para poder aplicar el ?castigo?, lo cual esto sería para ella solo un mero trámite, repuso Ebba.
-Como tú lo explicas, insistió la morena: ?La loca?, al parecer ya estaba físicamente acabada, entonces, ¿Por qué continuaba participando en estos eventos?, o sea que la infeliz era carne de cañón, como se estila decir, y Rouge la desafió sobre seguro, de manera abusiva.
-Bueno, te explico ahora, Rouge aprobó esta propuesta, y como no tenía un ápice de estúpida, sabía que debía enfrentar a una rival, a la que superaba con facilidad. ?La loca? había ingresado al círculo como una ?Gata?, antes que yo, siendo una mujer ya madura, pero con méritos suficientes para intervenir en estas justas, más al cabo de un tiempo sus destrezas empezaron a disminuir, y no era una adversaria para nadie, ni siquiera contra las mismas ?Ratas?, ahora enfrentándose con una rival de igual jerarquía, más aun, siendo Rouge algo más joven, lo que en aquellos días sí gravitaba, entonces ?La loca? no tendría oportunidad alguna contra ella.
-Deberían haber algunas razones de peso por parte del circulo para tomar la decisión de eliminarla ¿No es así Ebba?, en realidad esta mujer ¿Representaba un real peligro para la sociedad?, continuó indagando la muchacha latina, a lo que Ebba contestó:
-Paula ?La loca? era una mujer que andaba entre los treinta y tantos años, más cerca de los cuarenta, y ya no daba la talla que le demandaba mantenerse en el circuito para ese entonces, y no tanto por su edad; sino que por los continuos desenfrenos y escándalos, como asimismo por el consumo de drogas y alcohol, que la tenían en la mira de las autoridades donde se ubicara, representando un serio peligro para la organización, por lo que solo estaban esperando la oportunidad propicia para dejarla fuera del circuito, mediante la muy frecuente excusa de ?un lamentable accidente?, cosa que ocurre con cierta frecuencia en estos eventos.
-En mi opinión, declaró Paula, me parece, que por tu relato, ?la loca? no fue elegida solo como una víctima al azar, ¿No es así?
-Así es, como te decía, el comportamiento de ella originó esta situación, por lo que no fue difícil conseguir que cayera en la trampa ideada por Rouge. Los detalles, de qué manera lo consiguió, no son importantes dijo la escandinava, lo que si te puedo revelar, es que ayudé apoyando la artera mentira de Rouge ante la comisión, declarando que efectivamente, había sido agredida por ?La loca?.
-O sea que te especializas en este tipo de ardides, comentó Paula.
-Mi declaración, fue solo un trámite, ya que la ocasión serviría para quitarla del medio,
puesto que su presencia no convenía a ninguno de los intereses que estaban en juego, por lo
que unánimemente el comité aprobó el desafío así hecho por Rouge.
-Entonces Rouge tomó todas las ventajas que le permitían como retadora, ¿No es así? -Ni que decirlo ?formuló la rubia?, habiéndole sido aceptado el reto, por parte de la comisión, Rouge tenía el beneficio de escoger como ataviarse para el enfrentamiento; esto lo realizó con poca protección, solo con un ajustado taparrabos de cuero y una daga atada a él, para usarla solo si fuera imprescindible, de la cintura hacia arriba iba desnuda, con sus pies descalzos, lo que favorecía en ella, una sensual apariencia. En contraste, a su antagonista Paula ?la loca? la humilló antes de las acciones, y como retadora, tenía el derecho de cambiar y modificar a su antojo parte o todo el atuendo de ella, exigiendo que se presentara totalmente desnuda. También demandó que les fueran cortadas y lijadas romas, las uñas de pies y manos antes del combate, en cambio ella tuvo el privilegio de conservarlas del largo conveniente, afilándolas y esmaltándolas con un abrasivo barniz metálico, maquillada exageradamente como la zorra que era, con su rojiza y larga cabellera entrenzada y sujeta por un cintillo con agudas púas, evitando así ser cogida por la cabeza. Las reseñas que la escandinava hacía de este encuentro, no hacía otra cosa más que potenciar su gusto por describir morbosamente los hechos, y sin olvidar detalle alguno continuó explayándose:
-La primera en presentarse fue ?La Harpie Rouge?, que era el orden en que esta pidió que se hiciera; saliendo por una puerta que daba a un extremo del cobertizo, siendo recibida con aplausos por la reducida concurrencia. Llegó cubierta solo con un corto batín blanco atado a la cintura, que dejaba al descubierto la mitad de sus fornidos muslos, caminando y avanzando segura con arrogancia frente a los concurrentes, contoneándose al pasar en forma atrevida, para apoyarse finalmente, en posición de calmada espera sobre uno de los caños metálicos que conformaban el cuadrilátero, que eran utilizados para delimitar zonas de las caballerizas, y que en esta ocasión conformaban el área de lucha. Instantes después apareció por el acceso principal, ?Paula la loca?, custodiada por dos guardias mujeres, una a cada lado. Fue recibida con murmullos y comentarios. Llegó desnuda, lo que le daba claramente una sensación de inseguridad, siendo llevada hasta el cuadrilátero, pasando al interior de este por entre las barras horizontales, mientras Rouge se pavoneaba, apoyada en los caños metálicos permaneciendo aun fuera del cuadrilátero, poniendo atención a una de las chicas custodias, que anunciaba el inicio del esperado encuentro.
-Además de las mujeres escoltas; estaba Karl con una mujer rubia de rasgos orientales, llamada Kim, de la que después te hablaré, por supuesto también estaba Osman, yo, que por invitación expresa de Rouge quería que observara su presentación y el interesado mexicano o sudamericano.
La narración que hacia la sueca no requería de pregunta alguna por parte de la atenta Paula, ya que el tema era lo que más le apasionaba, insistiendo como de costumbre en los detalles, continuaba novelando la situación:
-Cuando se acabaron las presentaciones, Rouge se aproximó a nosotros, sacándose con un simulado fastidio el batín, que depositó en el regazo del ?protector? sudamericano y admirador, ofreciéndosele abiertamente. Después volteó y avanzó hasta el cuadrilátero, pasando ágilmente entre las barras metálicas, que estaban separadas algo más de un pie entre ellas, deslizándose ágilmente hacia el interior, cerca de donde se encontraba ?La loca?.
-Rouge me confidenció, que el sujeto venido de América, había sido muy generoso con
ella y que lo sería aun más si terminaba el combate de la manera que él le había sugerido.
-Este tipo igual que todos los miembros de esta cofradía, como sabes eligen a las más
agresivas, capaces de cualquier acción que les soliciten, reiterando que era una de las razones
por la cual nos seleccionan, ?expuso la escandinava, a manera de ilustración?. Para continuar
comentando que Rouge sabía que podía vencer a la loca en poco tiempo, pero prolongaría un
poco el encuentro, para satisfacer a ?Mon homme?, como llamaba a su ?Protector? y cliente,
quien de manera insistente, le había insinuado, que debía aplicarle un luctuoso castigo, con lo
cual él se excitaría.
-Pero por favor Ebba, cuéntame cómo fue el encuentro en sí, insistió La morena
-La rubia sin tomar en cuenta la petición de su interlocutora, continuó con los detalles:
-Luego que una de las guardias escolta subiera los interruptores de unos focos, se iluminó todo el cuadrilátero, entonces Karl levantó una de sus manos, liberando un pañuelo blanco, típica señal para iniciar la contienda. ?La loca? llegó preparada con una droga que le fue inyectada de manera forzada antes de la contienda, perdiendo totalmente la noción de donde, y en qué situación se encontraba, advirtiendo en forma errónea los ánimos y vítores que iban dirigidos a Rouge, como si fueran destinados a ella. La droga además producía otras falsas sensaciones, como me parece que ya estas al tanto de sus efectos, como las de tener una gran fortaleza, y resistencia al cansancio y al dolor.
-Efectivamente, ya he escuchado de estas drogas en otras ocasiones, manifestó Paula
-Rouge sabiendo de la comprometida situación en la que estaba ?La loca?, primero como de costumbre, representó una absurda contienda pareja, en donde la drogada y timada mujer se involucraba en arriesgados y temerarios acercamientos, y cuando Rouge la tenía a su alcance, solamente la abofeteaba y la escupía.
-O sea que no la agredía mayormente, más bien la humillaba y provocaba, ella sí que sabía cómo interesar a la audiencia, la muy perra, comentó Paula.
-Exactamente le confirmó la escandinava, durante los primeros cinco minutos Rouge eludió todos sus intentos, sin agredirla mayormente, por lo que ?La loca? logró confianza a estas alturas del match, Rouge ya no podía resistir seguir simulando , por lo que se divirtió tan solo un poco, castigándola a distancia con puños y pies sin provocarle mayor daño, pero si cansancio. En cuanto la agredida Paula se esforzaba en alcanzarla y evitar los rápidos golpes. En los siguientes cinco minutos de la trifulca, la edad y el disminuido estado físico de ?La loca? disminuyó su accionar, haciendo más lentos y torpes sus movimientos, a la vez que se le aceleraba la respiración. Este era el momento que usualmente esperaba Rouge, cuando su antagonista estuviera agotada e incapacitada de poder defenderse.
La escandinava no paraba de narrar los detalles del encuentro; de como Paula ?La loca? bajo los efectos del alucinógeno no tenía conciencia de la situación en la que se hallaba, y de cómo Rouge se burlaba dejándose atrapar por unos momentos, para después reprimirla con facilidad, mostrándole al reducido público, como su madura y agotada rival, se convertiría fácilmente, en pocos minutos más, en su víctima.
-Dadas las torcidas inclinaciones de los espectadores, todos estaban complacidos por las expectativas que les ofrecería Rouge a partir de ese momento.
-Como tú también ?mi nenita mala?, manifestó la morena, para incentivar a Ebba a proseguir con su disertación.
-Había transcurrido ya un cuarto de hora, tiempo suficiente para quedar definido un combate, para no arriesgar más de lo necesario la integridad física de las contrincantes. Era el momento de detener la lid y anunciar la vencedora, ya sea por abandono o por decisión de la comisión, pero este no era el caso, más aun, ahora que Rouge ya se estaba entusiasmado, iniciando el cruel juego de ?El Gato y el ratón?, aprovechando de mostrarse en cada ocasión cuando ?La loca? se abatía, dejándola recuperarse por algunos momentos, para exhibir lo que tenía, y que podía ofrecerle a su ?Protector? después del encuentro.
-Ebba le comentó entonces, que los efectos de los estupefacientes, iban disminuyendo después de un tiempo, y necesitaban de un momentáneo descanso las mujeres así drogadas, para recuperarse y seguir en el enfrentamiento, situación que favorecía altamente la manera de prolongar el desenlace. Rouge comentaba, que desgraciadamente en esta situación, sus antagonistas no sentían inseguridad ni miedo por el obvio resultado del combate, una lástima, ya que esta incertidumbre en sus rivales, le provocaban un mayor placer, pero a cambio de eso, las muy ingenuas toleraban más el dolor y el castigo, lo que también era muy satisfactorio para estimular sus insanas expectativas, como las de los voyeurs, y las de su ?Protector?, al prolongar por más tiempo la exhibición, (revelaba la sueca de esta forma la perversidad de la ?Harpie Rouge?.)
-En verdad Rouge es una verdadera perra, dijo la joven Paula, me alegra saber la clase de animal que es, solo deseo estar frente a ella para darle de su misma medicina, sin sentir el menor resquemor, para así castigarla y torturarla hasta el final, mostrándome de la misma forma que lo hacía ella frente a sus rivales incapacitadas para defenderse.
La sueca seguía describiendo como ?La loca? trataba inútilmente de llamar la atención de Karl, a fin de parar el combate, con inútiles resultados, mientras la pelirroja alrededor de la infeliz, comenzaba un sensual y voluptuoso paseo, arqueando sus caderas insolentemente, lanzándole patadas voladoras en cada vuelta que daba, convirtiendo a la infeliz mujer en un mero instrumento para deleitar a su ?protector?, al público, y a ella misma.
Cuando había transcurrido media hora de iniciado el encuentro, (continuaba Ebba con su reseña) Rouge empezó a soltarse el cabello que había tenido cogido todo este tiempo con el cintillo metálico, el que arrojó a los pies del sudamericano, empezando a lucir ahora una gran melena, como la de un león. La fatídica señal distintiva, con la que tácitamente indicaba su intención de continuar con la faena, quiéralo, o no ?La loca?, que ya no podía defenderse, y sus energías le alcanzaban tan solo para poder estar en pie, sin opción alguna frente a la soberbia Rouge.
-Ahora dime Ebba, entonces como podría continuar el combate Rouge, sin tener a una rival capaz a quien pudiera enfrentar, preguntó Paula.
-Bueno exclamó la escandinava, me parece que no has entendido bien que después del abatimiento de una de las antagonistas en estas luchas no existe la rendición. La ?loca? a decir verdad, nunca tuvo ocasión ni siquiera de provocar un esfuerzo mayor en Rouge, por lo que no sería objetivo decir que podría haber remontado en su accionar, por lo que de ahora en adelante esta será protagonista tan solo del bestial tratamiento a la que Rouge la someterá, complaciendo las peticiones de su protector.
La sueca siempre con la misma descripción continuó exponiendo que en espera de la decisión que tomaría la comisión presente, o sea Karl Hermann, el tipo protector y la rubia asiática, para detener o continuar el combate, Rouge se deleitaba manoseándose, pasando las palmas de sus manos entre sus muslos hasta sus pechos obscenamente, en espera del giro que le daría a los acontecimientos por la inequívoca decisión de Karl, quien hacía caso omiso de los esfuerzos de ?La loca? por llamar su atención, lo cual era bien recibido por la perversa Rouge, que expectante, daba como aceptada expresamente la continuación del combate, o de la masacre, como se le debiera llamar.
-Debo confesarte que Rouge esa noche provocó sensaciones que surgieron desde mis más ocultos desvaríos, los que aun no se manifestaban en su plenitud, presenciando con un nuevo y excitante arrebato la manera en que esta iniciaba el final de su presentación.
-Ahora sí que se pone entretenida tu historia Ebba, por favor prosigue la animó Paula.
-Asiéndola por uno de sus brazos, la impulsó azotándola salvajemente contra el entramado de tubos metálicos, para voltearla y mirarla fijamente a la cara, la que sangraba copiosamente de nariz y boca, habiendo perdido algunas piezas dentales por el salvaje golpe recibido, quedando algo aturdida, por lo que Rouge la tomó por el cabello, evitando que se fuera al piso, levantándole la cabeza para girársela y mostrárnosla por algunos momentos.
Paula se acomodó en su asiento, apoyando su codo en la mesa y haciendo descansar su barbilla en la palma de su mano, señalando la gran atención que ponía a la narración que hacía Ebba, animándola así a continuar con su declaración, manifestándole:
-Esto se pone muy interesante, por favor dime ¿Cuál fue tu reacción mi nenita traviesa.
-Yo me mantuve solo observando, aclaró Ebba, mientras los demás aplaudieron muy complacidos esta maniobra. Una vez terminados los vítores, ?La loca?, desde su incómoda posición, intentó atrapar del cuello a Rouge, y esta haciendo ostentación de lo poco que tenía que afanarse para evitar la inútil intención, le quitó las manos de su cuello, cogiendo los dedos de la infeliz, y con estudiada parsimonia empezó a doblárselos hacia atrás lentamente, hasta quebrárselos uno a uno, oyéndose el crujir de las falanges, seguidos por los gritos y aullidos de dolor de la martirizada ?Loca?. Seguidamente se dirigió hasta nosotros, consultándonos si queríamos más. Quienes conocían sus torcidos talentos, guardaron silencio, esperando con ansias que continuara su excitante exhibición con uno de sus imaginativos términos de faena, los que ella sabía hacer con lucidas rutinas para regocijo del honorable y respetable público, (explicaba la sueca con sarcasmo).
-Tu forma de contar los hechos, me encienden, le dijo la latina, mientras acariciaba por debajo de la mesa las piernas de la rubia muy cerca de su sexo, con la clara intención que esta no parara de describir los sucesos.
Reanudando la escandinava con su exposición, detallando como la francesa se movía, frotándose impúdicamente frente a la maltrecha Paula, que apenas si podía sostenerse en pie, viendo como sus manos se agitaban con involuntarias convulsiones, y sus quebrados dedos ya no le respondían.
En otro pasaje Ebba le ilustró la manera en que Rouge frente a ?la loca? pasaba los brazos de esta con fingido desinterés por detrás de los caños horizontales sin tener ninguna oposición por parte de esta, sujetándola firmemente de los antebrazos de cara a ella, para evitar que se desplome, iniciando una serie de duros golpes de rodillas al estilo ?Muay Thai?, en las costillas, abdomen y piernas. El castigo recibido hubiera sido más que suficiente para ocasionar un inmediato desmayo en cualquier tolerante persona, pero gracias al tratamiento suministrado, pudo resistir los embates con algunos quejidos durante algún tiempo, luego del cual, la confundida mujer, empezó a experimentar recién conciencia, aunque veladamente, de su estado y situación. Continuando luego Ebba con su historia:
-Yo observaba atentamente a Rouge cuando miró al sudamericano, quien le hiso una tenue señal, la que acusó echando su cabeza hacia atrás para darse impulso, y presionar a ?la loca? en contra las barras con su abdomen, pelvis y muslos, inmovilizándola totalmente. Paseando luego su lengua por el borde de sus labios, arrastrando la saliva que se le escapaba de ellos, para acumularla en su boca y escupirla súbitamente en el rostro sanguinolento de la latina, a la que tomándola por el cabello, la observó por algunos instantes con la expresión de no estar muy conforme por el trabajo efectuado hasta ahora, pensando seguramente, cómo podría hacer para exhibirse con mayor ensañamiento.
-Entiendo muy bien ahora las expectativas que tienen, o mejor dicho que tenemos, tanto los espectadores como nosotras, al asistir a estos eventos, por lo que tú me cuentas no pueden ser mayores mis ansias a que llegue el esperado momento en que deba intervenir, de tan solo pensarlo me pongo muy cachonda, a punto de venirme, por favor continua Ebba, ¡continua!, insistió la morena.
-Mientras esperábamos la decisión que tomaría Rouge más adelante, y estando impedida la avasallada Paula de escabullirse, mi amiga Rouge le hincaba las uñas en las mejillas con parsimonia y ensañamiento; arrancándole la piel a jirones, torturándola y desfigurando su cara indolentemente, aplastándola con toda su anatomía, en una absurda muestra de fuerza, plena de encarnizada determinación y voluptuoso erotismo.
Paula interrumpió la conversación para recordarle a la rubia que ya era hora de volver a bordo, por lo que se retiraron del lugar que quedaba a pocos minutos del muelle, retomando el camino a este, durante el cual la sueca no interrumpió la descripción de lo ocurrido en el rancho de Florida, de cómo Rouge en su torcida mente, ideó la mejor manera de continuar su rutina para conseguir exhibirse con su aguda y brutal creatividad hasta el final, volteando bruscamente el inerte cuerpo de su víctima, para atraparla esta vez de espaldas, apresándola entre sus piernas y las barras, aprisionándola obscenamente por detrás como si se tratara de una violación anal, haciéndole así una férrea llave de palanca, aprisionando el cuello de ?la loca?, entre sus brazos y la metálica barra horizontal, teniéndola totalmente a su merced.
Rouge venciendo a la ?loca? durante un abusivo ?Mismatch?
-Dime Ebba como terminó este encuentro dijo Paula tratando de agilizar el relato.
-Rouge representaba la apariencia de una magnifica e infernal bestia asesina, estando soberbiamente erguida, esperando la aprobación por parte de los presente, la que no se hiso esperar, como tampoco el final de la narración que hacía la escandinava.
-Rouge luego sin liberarla, manteniendo la presión, representó al principio un simulado acto de penetración sexual, con cadenciosos movimientos pélvicos atrás y adelante, los que se fueron haciendo cada vez más rápidos y reales, hasta que en los últimos meneos tensionó los músculos de sus piernas y brazos, comprimiendo a ?la loca? en un inmóvil y asfixiante abrazo, asociado a leves estertores, experimentados por ambas mujeres, una por la sufrida agonía y la otra por el deleite epicúreo de subyugarla, esta última mantuvo el mortal abrazo durante más tiempo del necesario, el silencio era casi total, solamente interrumpido al comienzo por las quejas de la martirizada Paula, las que se fueron silenciando poco a poco, y finalmente por la enardecida y lujuriosa respiración de la salvaje y soberbia Rouge, quien bañada en brillante sudor liberó luego de prolongados momentos a la ya abatida Paula ?La loca?, que se desplomo pesadamente a sus pies.
-¿Esta es la forma en que usualmente terminan estas presentaciones?, preguntó Paula para provocar en Ebba otros comentarios al respecto.
-Bueno, así es efectivamente corroboró Ebba, para agregar a continuación: Momentos
después Rouge abandonó el lugar, no sin antes mirar con indiferencia el resultado de su faena
enjugándose la transpiración de su rostro con el reverso de su puño, mientras iba poco a poco
atenuando el ritmo de su sonora respiración, para finalmente lanzarle un grueso escupitajo a
la humillada y vencida mujer, dejando de manifiesto el desprecio por quienes eran víctima de
sus abyectas tendencias, manifestándolas fría e indolentemente frente a todos los presentes.
-¿Cuál fue la reacción del individuo sudamericano?, ?preguntó Paula, para que de esta
manera confirmara si se trataba o no del mismo conocido de Colombia, y luego en Miami.?
-En realidad, el sujeto tuvo una reacción muy poco usual en estos casos, expresó Ebba.
-¿Quedó complacido con esta presentación, o no?, ¿le solicitó después los particulares
servicios a Rouge? preguntó ansiosamente Paula.
-Tú sabes, con este desenlace lleno de perversa sensualidad, para quienes son adeptos a
estas torcidas exhibiciones, esperaba mucho más del tipo sudamericano, quien extrañamente
aceptó con un moderado aplauso la estupenda presentación hecha por Rouge, reveló Ebba.
-Qué extraña la reacción de este individuo, comentó Paula, luego de las peticiones que le
hiso a la complaciente Rouge.
-Siendo yo partidaria de estas prácticas y bisexual, agregó la rubia, cuando se trata de sexo
duro, prefiero compartirlo con mujeres, y en este caso Rouge me había excitado totalmente,
revelándome esa noche, lo más siniestro y malvado de su naturaleza convirtiéndome desde
entonces en su compañera y amante hasta hace poco tiempo, pero ahora, ya no me atrae lo
suficiente y necesito otra mujer que me satisfaga, creo que me entiendes mamita.
-Amiga mía dime ¿Que pasó luego con la loca, fue su final o se recobró, le preguntó Paula.
-La verdad es que después de aquella noche no volví a verla más, contestó Ebba, aunque
no creo que haya sobrevivido a esa clase de castigo que sabía aplicar Rouge, quien se jactaba
en aquellos tiempos diciendo perversamente que sus rivales tenían su último combate cuando
se enfrentaban a ella.
Paula no tuvo que afanarse mucho para conseguir que Ebba continuara con esta historia.
-Rouge aunque un poco decepcionada, recibió un bono extra por parte del generoso tipo,
creo que ella quedó herida en su vanidad, agregó Ebba, al no lograr excitarlo suficientemente
con su presentación, este al parecer exigía más para ser entusiasmado, según me confidenció
más tarde, prefiriendo alejarse del salón charlando animadamente con el turco Osman, antes
de disfrutar las especiales atenciones de Rouge.
-Entiendo, por lo que hasta ahora me has contado; que lo usual, y la razón de estas previas
sirven para estimularse con la vencedora, quien se expone frente ellos para que más tarde le
soliciten sus especiales servicios para lograr consumar sus apetitos sexuales, pero este sujeto
no requirió los oficios de Rouge, al menos, como entiendo la historia que tú me has contado,
¿No es así?, le comento la morena.
-Exactamente, como tú lo dices, le confirmó Ebba, Rouge debía descargar toda esa lujuria
salvaje para terminar de gozar plenamente, fue entonces cuando me le ofrecí para satisfacer
todos sus caprichos, iniciando este vinculo con ella, satisfaciéndola en toda clase de sufridos
castigos, los que te aseguro soporté muy a gusto, me había enardecido a tal punto, que sentía
imperiosamente la inclinación por cambiar mi habitual rol, sentí incontrolables deseos de ser
la parte pasiva y disfrutar ser castigada por la sádica e insatisfecha Rouge.
-Siempre me consideré solo una malvada, mas ahora, quería ser sometida, había hallado a
la mujer que me hiciera sentir su sirvienta y esclava, deseaba satisfacerla, complacerle todos
sus caprichos y ahora que el sudamericano la había rehusado, este era el momento ideal en
que tenía que insinuármele.
Paula la interrumpió preguntando por este hombre, más que todo por conocer su nombre,
el que asociaba a su actividad en el cártel, insistiendo en porqué no tuvo un intimo encuentro,
con la francesa luego que hubo invertido su dinero y tiempo.
-Bueno dijo la sueca, ya que lo preguntas creo que él nunca tuvo el deseo de relacionarse
con la ?Arpía? sexualmente, noté que a este le interesaba solo ver como hacía sufrir a la loca,
creo que el gordo se satisfizo tan solo observando el castigo, me parecía a ratos que era un
sádico sodomita, para terminar diciendo, bueno de todas maneras no se nos paga como para
cuestionar a nuestros generosos ?protectores?, sino para satisfacer sus excéntricos caprichos.
-Poco antes de llegar a la embarcación que ya divisaban a unos cincuenta metros Paula
se dirigió nuevamente a su interlocutora, para decirle:
-Termina con tu historia, antes que lleguemos hasta el yate, tal vez no tendremos una oportunidad mejor que esta para conversar íntimamente, aunque espero que sean muchas más mi ?bella niñita?, le señalo la hábil Paula, para que esta acabara con su información.
-Aquella noche Rouge consiguió excitarme más que cualquier hombre o mujer que
hasta ese momento había conocido. Estaba soberbia y altiva al salir del cuadrilátero, deseaba
su cuerpo, me provocaba adorarla mientras la miraba infligiendo esos dolorosos tormentos,
me sentí hechizada por ella, deseaba dejarme seducir por su mirada, sabía que iba a llevarme
a sentir placeres inimaginables, una hembra que gozaba martirizando tanto a mujeres como a
hombres, daba lo mismo, más tarde supe que ella a su debido tiempo, deseaba ser sometida
y castigada también.
-Cuando llegaron a la altura del muelle, en donde estaba el yate, observaron a dos de las chicas que estaban en la popa dándose baños y zambullidas, sobre la cubierta las dos mujeres ?Castigadas? Seba y Rouge tomaban el sol, mirando a Paula y a Ebba que llegaban, ahora como la relación entre ellas, no era un misterio, más bien era un secreto a voces, Paula besó en la boca prolongadamente a la sueca, provocando abiertamente a Rouge, de la cual ya tenía información del tipo de fémina que era, demostrándole que no le tenía temor alguno.
Como a las diecinueve horas el capitán Theodoridis, reunió a las invitadas y a la tripulación, para decirles que el crucero continuaría con solo tres miembros de la tripulación:
El segundo de a bordo el ingeniero Hans, Manuel el cocinero y yo quien les habla. Estamos a menos de doce horas de navegación para llegar a la isla Spintria, por lo que les pido su cooperación durante el corto tiempo que nos queda por delante, la rutina será la misma, excepto que esta vez no contarán con sus asistentes. Además hago la recomendación, para que cada una de las invitadas ocupe solo los camarotes asignados, para así conservar las buenas relaciones.
Una vez dicho esto se despidió de los tripulantes que bajaban del yate, donde uno de ellos soltó amarras lanzándolas al piso de la cubierta, para hacer después señas de despedida a los que continuábamos en la travesía.
Esta última noche, el capitán Theodoridis congregó al resto de la tripulación del navío y a las pasajeras, que entre todos no llegaban a un par de dígitos, para darle las indicaciones de cómo tenían que proceder al llegar a la Isla.
Lo reducido de la dotación en el último trayecto tenía como finalidad mantener en reserva las actividades de la entidad y el emplazamiento de la isla, manteniendo solamente a los empleados de mayor confianza, como lo eran: Theodoridis, Hans y Manuel.
Esta última noche en que la luna empezaba ya a menguar Ebba y Paula subieron a cubierta, la primera le describió la isla; su extensión, construcciones, acceso y las personas que ahí encontrará, de la misma manera trató de describir al enigmático Karl Hermann, sus excentricidades y su relación con los demás invitados, cuando la escandinava estaba en esto último, Paula le interrumpió para preguntarle por la asiática a la que había mencionado.
-Kim creo que la llamaste ¿no es así?
-Así es le contestó Ebba, ese es su nombre, ella es germana asiática, que es como le agrada que la individualicen, y es la compañera, amante, e hija de Karl y una mujer coreana llamada ?Sumin? la que fue su concubina, y más tarde su esposa, una de sus favoritas algunos años atrás, no me preguntes más al respecto, ya que para mí esta relación es un enigma, aun cuando soy una de las concurrentes predilectas y habituales en sus tertulias más privadas, lo que sí te puedo expresar que es un honor ser considerada dentro de este círculo más íntimo, Rouge también lo fue hace un tiempo.
-Afortunadamente para el resto de la travesía, no se tuvieron que tomar medidas especiales para vigilar el comportamiento de las mujeres, especialmente de Rouge y de la africana somalí Seba, por lo que la escasa tripulación se dedicó a sus tareas habituales, no teniendo que descuidarlas, para hacerse cargo de esta otra ocupación.
Eran las seis horas del día lunes cuando llegaron al ?Fuerte Spintria?, echando anclas frente a una angosta orilla de playa de unos treinta metros de extensión; rodeada en todo su perímetro inmediato por rocas, haciendo imposible el acceso por sus costados. A un extremo de la playa existía un pequeño atracadero de piedra, junto al que flotaban unos botes con motores fuera de borda, distanciado de ahí a unos cincuenta metros desde la orilla, estaba la zona máxima de calado, en donde habían fondeado la embarcación, donde se encontraban dos más de similares dimensiones.
Uno de los botes salió al encuentro de los pasajeros, mientras estos terminaban de arreglar sus pertenencias. En el primer viaje abordaron Seba, Rouge, Hans y Manuel, ?los dos últimos iban como custodios de las castigadas?. Después de dejarlos en el muelle, el piloto regreso al yate unos minutos más tarde, abordándolo esta vez; Paula, Ebba, ?Killar?, ?Sadie? y Theodoridis el capitán, llevándolos hasta el muelle, en donde esperaban los demás.
Junto al grupo que desembarcó primero, estaban dos estiradas mujeres ataviadas con vestimentas de cuero negro, equipadas con un bastón, una daga y un arma de fuego al cinto, al más puro estilo de las chicas espías de una película de acción, esto ratificaba la exposición que le había hecho Ebba en alguna ocasión a Paula, sobre las caras excentricidades de Karl Hermann, de sus onerosos juegos y fantasías, las que compartía con sus asociados, en estas clandestinas funciones encubiertas como competencias deportivas.
Las dos mujeres dada su intimidante indumentaria, no tuvieron problema en hacerse cargo de la custodia de Rouge y Seba, conduciéndose con hosca y agresiva actitud, apoyadas por Manuel y Hans, las que fueron trasladadas a su lugar de reclusión, en un sector de la villa, al final de un extenso pasillo; el cual tenía por ambos lados apartamentos, cuatro mayores a un lado y siete menores por el otro. Entorno en el cual debió existir originalmente un antiguo ?fuerte?, y después posiblemente un refugio para marinos, sobre cuyas antiguas ruinas se levantó esta villa.
El recinto en que acabaron detenidas estaba aislado de las demás habitaciones, era un calabozo frente a un jardín que se erguía entre unas rocas, sobre las cuales unas escalinatas de piedra caliza subían hasta los aposentos privados de Karl y Kim, en los cuales, un vigilante armado cuidaba el ingreso; un fornido eunuco africano, al que llamaban ?Lothar?, el que también hacía las veces de valet incondicional y guardaespaldas personal de Kim. A un costado del parterre se ubicaba el salón de los ?Eventos? que daba frente al mar, el cual le había descrito detalladamente Ebba en algún momento a la muchacha latina.
Rouge y Seba recluidas y vigiladas por las guardianas
La escandinava le explicó a Paula que los cuatro apartamentos mayores eran ocupados por las participantes ?Superiores?, unas seis que por lo general asistían a los torneos, el mejor y el más grande para las más privilegiadas, los otros siete que dan al frente son ocupados por participantes ?inferiores? o ?ratas?, y por el personal de servicio, pero solo durante el periodo que duran los juegos.
-Al final del pasillo frente al jardín y al lugar de reclusión, están las habitaciones de los invitados, o bien de los Dirigentes deportivos, decía esto la rubia mientras se desvestía para tomar una ducha.
-Quítate tú la ropa también Paula bañémonos juntas.
-¿No es algo pequeña la ducha de este baño como para las dos?, le dijo Paula
-Hay que ahorrar agua, pues es escasa, ?Dijo Ebba en tono de humor, con una risita?.
El comentario implicaba una situación real, puesto que en estas pequeñas islas, es muy escaso el preciado líquido y el que sacan de los pozos, junto a las pocas lluvias que caen en esta parte del año, alcanzan tan solo para el consumo de un pequeño grupo de personas, por lo que deben traerla, entre otras provisiones; en lanchones cisternas de manera regular, para distribuirla por medio de bombas y ductos desde el dique a unos estanques, durante al menos los meses más calurosos, más todavía cuando a esta isla llegan un mayor número de personas para estos eventos de las que comúnmente habitan en ella.
Esta misma explicación que le dio Ebba a Paula para ilustrar en qué condiciones se desarrollan esta y otras actividades en las islas mediterráneas en cuanto a la escasez del agua, aun cuando poco o nada le importaba, le sirvió más bien como un válido pretexto para un sensual encuentro bajo la ducha.
Una vez que se hubieron refrescado y ?todo lo demás?, se dispusieron a reposar, mientras lo hacían, alguien golpeó a la puerta, la rubia que aun estando desnuda la abrió, era Pierre Dupont que ya se encontraba en la isla, saludando amablemente a ambas muchachas:
-¡Hola!, ¿Como están?, veo que ya se conocieron, según me informó el capitán Theo, expresando luego gentilmente algunas palabras de bienvenidas, esperando una respuesta por parte de las mujeres.
-Así es le confirmó Ebba alegremente satisfecha, ¿A qué se debe tú grata visita Pierre?
-Vengo a informarles que a un costado del embarcadero y bajo una marquesina, si así lo desean, estarán dispuesto refrigerios y comidas para servirse, ya que en la isla no hay servicio de habitación, añadió esto con un dejo de humor. A continuación les notificó que Karl Hermann y su compañera Kim acababan de arribar a la isla, al parecer en un hidroavión, y que a eso de las veinte y treinta horas se reunirán en el salón principal, el que se ubica en donde termina el pasillo, como ya te deben haber informado ?mon chérie? Paula, y como eres nueva en estos certámenes, (especificó el francés), aun de igual forma te documentaré que es el lugar en donde se efectúan y se programan los eventos, siendo este el motivo principal por el que todos nos encontramos aquí.
-Así es Pierre, le contestó Paula, ya me han instruido al respecto casi de todo, y por la mejor instructora y guía, le sonrió, girando la cabeza para indicar a Ebba.
-Me encargó el señor Hermann, les hiciera llegar la sugerencia de lucir ataviadas muy sensuales y atractivas para la ocasión, es todo lo que debo que comunicar? ¡ah!... Ebba tengo un encargo para ti de Kim, éste sacó del bolsillo de su camisa un sobre, el que extendió a la aludida, agregando además, me pidió que te informara que durante la tarde te comunicaras personalmente con ella, luego el varón se despidió, retirándose cortésmente.
Ebba tomó el sobre, extrayendo del interior una postal que ojeó en pocos segundos y que pasó trivialmente a la morena, quien leyó un mensaje que tenía escrito en manuscrito escuetamente: Esta noche ?Gladiadoras & esclavas?.
En la isla, como en todos los eventos que se realizaban, se tenía prohibido comunicarse por algún sistema telefónico, sea celular, satelital o por otro sistema, los únicos que podrían efectuar llamadas pero no recibir; eran Karl y Kim, aunque podrían hacerlo eventualmente Pierre Dupont y Theodoridis, siempre y cuando lo ameritaran forzosamente las circunstancias.
Una vez que se hubieron vestido, las dos mujeres se dirigieron directo a la marquesina mencionada junto al muelle para comer algo, era un local de estilo informal pero cómodo, ahí se encontraba el conocido y agradable Manuel con otros empleados de la isla, a quienes saludaron, para luego tomar el menú que le ofrecieron, después de merendar y disfrutar un breve paseo por las inmediaciones, subieron hasta sus habitaciones, desde donde la sueca se despidió de la latina, siguiendo de largo para dirigirse a las dependencias privadas de Kim, tal como le había notificado Pierre esa mañana. Por lo que la chica morena decidió tomar una placentera siesta, esperando el regreso de su amiga.
Al atardecer llegó animadamente Ebba de su reunión con la enigmática Kim, diciéndole a Paula que tenía un plan para antes de ir a la recepción.
-Primero comeremos algo en el embarcadero, para después ir a ver a nuestras amigas que están en prisión, ¿Te parece?
-¿Qué sentido tiene hacerlo? preguntó Paula.
-Bueno, como tú deberás saber, disfrutar antes, durante y después de los encuentros, ¿Entiendes?, le dijo la escandinava, prosiguiendo con la explicación:
-Antes, debes amedrentar a tu futura rival, ella te debe temer, su miedo debe nutrirte, eso lo aprendí de la mismísima Rouge, créeme que es muy estimulante hacerlo, entonces sí podrás darle de su propia medicina.
-Durante del enfrentamiento, ni que decirlo, el momento de la verdad llega cuando desahogas todas tus reprimidas ansias de castigar y vejar sin límites a la infeliz elegida que convertirás en tu víctima, en este caso Rouge.
-Después del combate; no sé si en tus experiencias anteriores, sentías la imperiosa necesidad de prolongar todo ese deleite, terminando por satisfacerte una vez que hallas encendido en cada fibra de tu cuerpo el anhelo de ser adorada en premio a tu excitante y despiadado desempeño, de poseer y ser poseída, consumando de esta manera el deleite final que tu cuerpo reclama.
-Lo de antes y durante lo entendí muy bien, ?formuló Paula?, pero explícame mejor aquello del después.
-Y bueno, el Después ?sonriendo la rubia explicó?; en las veladas que realizan Karl y sus íntimos, es lo más parecido a un ?Pandemónium infernal?, en donde el significado de orgía, sobrepasa la imaginación de las mentes más corrompidas.
-Entonces el ?Después?; es cuando se hace necesaria una de esas tertulias, si mal no entiendo, para compartir finalmente todos esos momentos, ¿no es así Ebba?
-¡Oh si!, me encantan esas reuniones, respondió la entusiasmada escandinava, y estoy segura que a ti también te van a gustar, si tienes la oportunidad de ser invitada.
-Ya veo dijo Paula, como eso de ?Amazonas y esclavas?.
-Es muy similar querida, pero ese, es otro ?Jueguito?, le corrigió Ebba, el de esta noche se llama, ?Gladiadoras & esclavas?, ahora arréglate lo mas perra que puedas, que yo haré lo mismo, para que nos exhibamos en esta reunión preliminar que tendremos frente a Karl y sus amigos, no te olvides que ellos disfrutan solo con las chicas más despiadadas y agresivas. Pero antes, ya sabes, iremos al calabozo a atemorizar a esas miserables.
Las dos mujeres, después de cenar en el muelle, dejaron sus habitaciones vestidas con trajes muy ceñidos, ambas con tacones y por cierto con todo desparpajo, para mostrar lo que tenían, Ebba lucía un corto vestido rojo, abierto arriba y abajo, dejando ver su bronceada y tonificada figura, mientras la morena lucía una cortísima prenda oscura, descubierta bajo la cintura, descubriendo y exhibiendo sus bellas y fornidas piernas.
Eran aproximadamente las veinte horas, ya terminaba de anochecer, cuando las dos mujeres salían de sus aposentos para caminar hasta el final del pasillo.
Ebba y Paula amedrentando a Rouge y a Seba
El sonido de sus tacos en el adoquinado alertó a una mujer de ceñuda mirada, y de unos treinta y tantos a cuarenta años, que estaba de guardia junto al calabozo, la que frente a ellas, les cercaba abiertamente el paso, advirtiéndoles enérgicamente:
-Nadie puede visitar a las detenidas.
-Hazte a un lado mujer estúpida o quieres que te arroje a los acantilados, le dijo Ebba.
La mujer aludida tomó el bastón que llevaba, con la clara intención de querer usarlo en contra de la sueca, pero ágilmente esta se lo arrebató antes de poder terminar de levantarlo y con la otra mano la agarró vigorosamente del cuello, diciéndole:
-¿Creo que no me conoces imbécil, o si?, la agredida mujer le respondió con temor:
-Sí,...sí, sí la conozco.
-Bueno deberías saber que no estás en condiciones de dar órdenes a quienes pueden revolcarte, le dijo la nórdica, ahora retírate y déjanos pasar a ver a estas necias recluidas, y desenfadadamente caminaron al interior de la prisión, a la vez que tiraba lejos el garrote que le había arrebatado a la timorata y madura guardia.
La sensual y rítmica resonancia de los tacones de ambas mujeres en el duro pavimento al caminar las precedía sonoramente, por lo que las dos detenidas estaban ya sobre aviso de la aproximación de unas visitas, poniéndolas sorpresivamente en alerta a las ya angustiadas mujeres, añadiéndoles aun más estrés a sus impacientes estados, produciéndose desde ese momento, el efecto deseado, tal como lo había mencionado Ebba; ocasionarles miedo antes del combate.
-¿Como están?, las atienden bien aquí chicas, exclamó la rubia con su típico tonillo escandinavo que retumbó por todo el lugar cuando aun no alcanzaban la reja que las aislaba del resto del conjunto.
Las dos mujeres confinadas, sin estar sorprendidas miraron a las inesperadas visitas.
-Para que vienes Ebba, seguramente para atormentarme con tu nueva amiguita ?le dijo Rouge?, ella ya te conocerá muy bien; debe saber de las intrigas de las que estoy enterada desde hace algún tiempo, y como te prestas para hacer desaparecer mediante ?El castigo?, a quienes están al tanto de ciertas situaciones que incomodan a Karl y a sus cercanos, de cómo las adecuas a estos eventos mediante tus alevosas mentiras, y la manera en que alteras la verdad de los hechos, vamos cuéntale a cuantas has eliminado incitándolas injustamente al castigo, ni aun las más cercanas a ti se han escapado de tu perversidad y falsedad, hay que estar demente para estar contigo, estás enferma de la cabeza, incluso más que yo, lo que es mucho decir, aguarda que salga de aquí, y apelaré a la comisión, y una vez que se informe Karl, me comprenderá, y me dará la ocasión para enfrentarte, para poder matarte, traidora intrigante, terminó diciendo la alterada francesa.
-No puedo estar más ansiosa, estaré esperando que llegue ese momento replicó Ebba
-Ahora tenemos un acuerdo entonces, le contestó Rouge.
-Tendrás dos arduos acuerdos, le corrigió la rubia, porque deberás enfrentarte primero
con mi amiga Paula ?La furia latina?, que te desafiará de acuerdo a las facultades que tiene, y
no creo que quede suficiente de ti, luego que ella termine contigo, seré su ?Protectora?, para
sugerirle de cómo tendrá que proceder durante el combate, aunque pienso que no necesitara
de estos consejos, puesto que ella es muy talentosa al respecto, ¿O no querida?, le preguntó a
Paula, que estaba al margen de la conversación hasta ese momento, a lo que esta manifestó:
-Será este mi debut y tu final Rouge, espero que procedas de frente, y no por la espalda,
como la otra noche, y te comportes con mucha mayor dignidad cuando llegue el momento de
nuestro inevitable encuentro, terminó diciendo Paula, luego Ebba interrumpió diciendo:
-Aquí tenemos a otra más que usa las malas artes, cuando no lo puede hacer en buena
lid, te estoy hablando a ti, negra, tramposa y cobarde, ahora no te daré la oportunidad de que
contamines mis bebidas, esta noche nos reuniremos con la comisión y se expondrán nuestros
retos, estoy decidida a enfrentarte, lo único que lo impediría, sería que Karl no lo autorizara,
lo cual sería muy lamentable, al oír esto último la africana pensó que se abría la posibilidad de
cancelar el probable combate, por lo que levantándose ansiosamente del camastro en donde
había estaba sentada, titubeando y atolondradamente preguntó:
-¿Y cómo sería?eso?, tú renunciarías al reto y podría suspenderse el combate.
-¡No! le corrigió Ebba, igual tendrías que combatir pero con otra adversaria, hay una sola mujer que puede intervenir e impedir estos desafíos, Seba con la voz entrecortada y ansiosa se apresuró a preguntar, obviamente para conocer al parecer una mejor opción.
-¿Quién es esa mujer?
Ebba hiso una gran pausa antes de responder, manifestando al final:
- La mujer es..., Kim, quien tiene por hábito, tomar los retos que se le niegan a la retadora.
-Seba se mostro nerviosa y con su voz temblorosa, casi musitando dijo: O sea que si tú?, no eres mi rival, tendré que enfrentarme a?, Ella? ¿No es así?
-Efectivamente, sí, así es, le respondió Ebba.
Al escuchar esta lapidaria afirmación, la somalí inclinó su cabeza, tomándosela con ambas manos y apoyó los codos en su regazo, haciéndose un silencio total por un momento, hasta que la rubia con voz sarcástica y burlona exclamó con su particular acento:
-Seba pero ¿porqué tan callada?, al parecer creo que le temes más a Kim que a mí.
La africana somalí conocía el mortal proceder de la oriental en sus presentaciones, Ella no tenía que pedir autorización para acabar con sus rivales de la manera más disoluta y cruenta imaginable, era la reina de las perras, si bien todas las que llegan a estos eventos lo son, estas últimas solo eran una velada copia del inhumano proceder de la germana asiática.
Insistiendo con la misma manera de relacionarse con las detenidas, Paula y la escandinava
continuaron con las intimidaciones por algunos momentos más, hasta que dejaron el lugar,
gritándoles toda clase de obscenidades e insultos a medida que se alejaban, para encaminarse
hacia el salón, cuando era ya la hora señalada para la convocada recepción.
(Cap. 4°: ?Spintria?, la isla de los placeres sádicos)
En el lugar se encontraban presente quienes venían a presenciar estos eventos los que formaban parte de un reducido grupo de adictos a estos inusuales espectáculos que estaban reunidos en un amplio salón con las muchachas participantes, en las que se incluía parte del contingente que llegaron en el Achillia junto a Paula.
Los invitados, en esta ocasión eran seis personas, cantidad que usualmente se reunían en cada una de estas sesiones, quienes miraban con prudencia pero sin disimulo a las mujeres, eligiendo seguramente a sus favoritas, ellas se sabían observadas, y su presencia en estos juegos constituía la principal atracción; bellas fieras, ansiosas por entrar en la arena, las que pueden ser observadas en insólitos y sanguinarios enfrentamientos, estimulando a quienes gozan con estas exhibiciones, como asimismo de sus exclusivos y anómalos favores sexuales que pueden ofrecer después de estas primeras motivaciones.
Los más inaccesibles y torcidos placeres imaginables, todas aquellas fantasías prohibidas para el común de las personas, en esta isla y en otros escenarios similares, son posibles para este exclusivo y limitado grupo de acaudalados y poderosos hombres y mujeres, que detentan el poder, los recursos y las licencias como para disfrutar sin problema alguno sus inusuales tendencias en estos paraísos de prohibidos placeres.
Cuando eran pasadas las veinte y treinta horas, unas solícitas criadas servían cocteles a los invitados que esperaban la llegada de Karl y Kim. Habían pasado cinco minutos desde que habían ingresado al recinto, tiempo suficiente como para que examinaran a las muchachas participantes y estas para mostrarse, luego de lo cual, se produjo la entrada de los esperados anfitriones al aposento.
El primero en ingresar fue el turco Osman, de quien le había hablado Ebba a Paula, junto a él Dupont que anunció la llegada de los anfitriones Karl Hermann y Kim, que lo seguían más atrás, para luego llegar hasta el centro del salón.
El salón en cuestión básicamente estaba formado por un muro curvo de unos tres metros de altura y unos ocho metros de diámetro, al medio de este, un anillo menor inscrito con una circunferencia de cinco metros aproximadamente, limitando toda su periferia un pasamanos de pulidos caños de bronce, del mismo material un pequeño y levadizo antepecho que de ser necesario se levantaba para permitir el acceso, como en este caso, por donde entraron los anfitriones, el piso era de arena cuarzosa de un tenue tono azul. Anexo a esta aula se hallaban otros espacios que complementaban la funcionalidad del particular recinto. Evidentemente aquí era donde se realizaban los encuentros, por lo que los asistentes a estos lo denominaban resaltando irónicamente el propósito de su ominoso fin, como ?El anillo de oro?.
Kim ?La bella y siniestra reina de los eventos mortales?
Kim era la mujer que más llamaba la atención, inclusive por sobre las participantes, y las invitadas, una belleza excepcional, con el poder de estimular los más ocultos y reprimidos instintos pasionales de cualquier hombre o mujer. Por sus genes asiáticos; Ojos rasgados, de contextura atlética, y por su herencia germana alta, espigada, de ojos grises, de cabello largo rubio, lacio y brillante. Vestida con una ajustada y escotada tenida metalizada de lycra azul, caminando con firmeza y altivez, como una soberana entre sus súbditos, una hermosa mujer, misteriosa y deseable.
Para Paula era difícil entender la relación entre el alemán y Kim, aun con su formación más que liberal, le costaba asimilar lo de amante de Karl Hermann e hija del mismo con una mujer
coreana llamada Sumin, quien fue su amante y también su compañera con la que compartió estos prohibidos juegos hasta hace unos quince años, cuando Kim la reemplazó, todo esto según le había confidenciado brevemente Ebba. Siendo este la clase de relatos que gustaba de narrar comúnmente la sueca.
Karl los saludó y les dio la bienvenida desde el centro del circulo, tanto a los invitados, como a las muchachas participantes, estas últimas se acercaron a los primeros, en la medida que estos las solicitaban con sutiles señales, Ebba se acercó a Osman, Killar y Elke socializaban con un par de hombres, los que eran aparentemente antiguos conocidos, entre tanto Dae lo hacía también con una pareja formada por un individuo cano, y una mujer más joven, Paula fue abordada por otra invitada, pero se hiso la desentendida y sonriendo cortésmente con la dificultad que le suponía tener este sutil trato, la esquivó, prefiriendo estar a un costado para investigar a los concurrentes, y muy especialmente a la bella y misteriosa germana asiática, como también familiarizarse con todo este entorno.
Sadie la bella sordomuda norteamericana, se acercó a los anfitriones, que con señales de manos, y gesticulaciones propias de su limitación física, se esforzaba en comunicarse, especialmente con Kim, con quien parecía tener una especial afinidad, esta con sutiles e indiferentes movimientos de cabeza, y sin mirarla, acentuaba altivamente, señalándole de manera displicente, que le entendía, sin ponerle mayor atención, probablemente todo este esfuerzo que hacía la americana era para solicitarle que intermediara por ella, al momento de programar las duplas de contendientes, que amenizarán las veladas, puesto que estas eran las solicitudes que se le hacían frecuentemente, tanto las chicas, como los asistentes, cuando se les daba la oportunidad de departir con ellos.
Transcurridos algunos minutos Dupont se dirigió a los presentes:
-Nos complace anunciar nuestro próximo programa de enfrentamientos ?Deportivos?, exclusivamente entre mujeres, serán cinco las jornadas, arrancando desde hoy día lunes hasta el viernes, donde nuestras competidoras darán lo mejor de cada una en su esfuerzo por llegar a ser la número uno del ranking.
Mientras Sadie insistía en llamar la atención de Kim, la sueca por su lado tenía mejores resultados, compartiendo sin problemas con Karl, solicitándole con toda seguridad, que tomara en cuenta los desafíos hechos por ella y su nueva amiga Paula, ya que a una señal de este, Pierre hiso un alto en su alocución, para acercarse al teutón, quien le dijo algo al oído, y le pasó una breve nota escrita con anterioridad, para luego el galo seguir con la presentación:
-Las participantes son ocho, dos combates por jornada, los primeros en programarse serán los desafíos por medio del ?Castigo?, el primer encuentro, a las veintidós horas de esta noche, será por parte de Ebba ?La pantera rubia?, clasificada tercera en nuestro ranking, que desafía por medio del ?Castigo? a Seba ?La pantera Negra?, ubicada en el segundo lugar.
En ese momento, la escandinava buscó con la mirada a Paula, haciéndole un breve guiño, indicándole sin lugar dudas, que había conseguido incluir sus desafíos en el programa, según lo habían planeado.
-Más tarde el segundo encuentro será entre Killar ?La asesina?, cuarta en el ranking y Sadie ?La muñeca americana? situada en quinto lugar, quien pretende escalar posiciones. Para mañana habrá una nueva participante; Paula, quien tendrá el derecho de desafiar a la madura Arpía roja, más bien conocida como ?La Harpie Rouge?, asimismo por medio del castigo, combate que se anotará como el primero del martes, el segundo será entre Dae, ?La guerrera coreana? rankeada en sexto lugar y Elke ?La hiena nazi? ubicada en el séptimo lugar, los enfrentamientos para las sesiones venideras se darán, según sean los resultados obtenidos en estas dos primeras noches.
Las miradas de la nórdica y la muchacha latina se volvieron a cruzar, la morena estuvo en esta oportunidad más sonriente aun.
Luego de escuchar toda la programación, cuando eran las veintiuna horas, con la facultad que le otorgaban las normas de la organización, Ebba expuso sus exigencias a la comisión, en desmedro de la castigada Seba: Esta deberá combatir desnuda, esto se hace al menos por dos motivos; primero para impedir que pueda ocultar algún tipo de arma entre sus atuendos, y por otro lado el efecto sicológico que les ocasiona, al exponerse desnuda ante su rival y la asistencia, lo que produce una ventaja más para la retadora, si a esto le sumamos privar de la defensa que aportan cierto tipo de indumentarias, la castigada está en evidente desventaja con respecto a la retadora, las que generalmente van protegidas con atavíos de cuero y metal, sirviéndole naturalmente estos elementos para causar daño, como para evitar con estos, que las coja su adversaria, siendo muy efectivas también para impedir y atenuar los golpes, y por supuesto para intimidar a su rival. Otra de las exigencias es la de cortar y limar romas las uñas de pies y manos, lo que también se hiso efectivo en este caso. Además exigió que se le tapara la boca con una mordaza de cuero, similar a la usada en el film ?The silence of the lambs? por el personaje Hannibal Lecter, a fin de evitar mordeduras, acciones muy recurrentes en este tipo de encuentros, sobre todo cuando la castigada está en desventaja total y tiene que usar los pocos recursos con los que puede contar para poder defenderse.
Eran pasada las nueve y cuarenta y cinco de la noche, cuando Ebba pasó por detrás del salón, para entrar en unos camarines donde se hallaban los atuendos de lucha personalizados para cada una de las chicas, según sus exigencias, gustos y las estimulantes reacciones que quisieran producir en los fanáticos del fetiche, y como es de suponer, escogidos y diseñados por cada una de ellas para infligir el mayor daño posible a su antagonista.
Minutos antes de las veintidós horas, Karl y Kim dieron instrucciones a Pierre, quien se dirigió a las guardias que estaban ubicadas tras las puertas de acceso, quienes abrieron ambas hojas, apareciendo en el umbral de la entrada Seba, desnuda y amordazada, flanqueada por las dos mujeres confiadas a su custodia, las que pasaron directamente al ?Anillo de oro? en el centro del salón. Seis visitantes, además de Karl y su comitiva recibieron con un abucheo a la africana, quedando escoltada y a la espera de Ebba, la que fue proclamada con una fanfarria de clarines y trompetas al estilo de los filmes de gladiadores, ritmos marciales que fueron preparados previamente desde un equipo de sonido muy bien sincronizado, una vez que se calló el sonido de los clarines, Pierre se dirigió a los entusiastas presentes:
-Señoras y señores para mí es un verdadero privilegio, presentarles a una de nuestras más caras combatientes, ubicada por ahora en el tercer lugar, pero no me cabe la menor duda que esta noche se subirá al podio, para ubicarse en el segundo puesto de nuestra clasificación, me refiero a la que ustedes han hecho su favorita: ¡Ebba! ?La pantera Rubia?
Al terminar la presentación el público irrumpió con gritos y aplausos de beneplácito, a la vez que en la otra esquina del salón, surgía mostrando su estatuaria figura, la soberbia y bella escandinava, maquillada como una maligna deidad del mal, vistiendo un atavió de gladiadora de cuero negro, con agudos metales adheridos, todo el conjunto muy corto y ceñido, lo que le permitía lucir su hermoso y fornido físico. Además de una espada corta y un escudo del tipo traciano, su cabello dorado sujeto por un casco con penacho rojo.
-Los espectadores serán, testigos de un inusual combate, ?promovía Pierre el duelo? Ebba la magnánima retadora en un generoso y leal gesto deportivo, le dará la chance de poderse reivindicar a la infractora Seba por la tropelía cometida durante el viaje hacia este fuerte, siendo interrumpido por las risas de parte de la audiencia, por la sarcástica afirmación. Una vez que se hubieron acallados, Pierre continuó:
-Ebba dará a su rival licencia los primeros cinco minutos, durante los cuales no podrá atacarla, ni devolverle los golpes, eso sí, Seba deberá confrontarla desarmada, contando solo con su destreza y habilidad, en donde nuestra combatiente solo se defenderá, si Seba logra tan solo derribarla, podrá demandar que se le asignen las mismas armas con las que cuenta Ebba, o sea escudo y espada traciana, para continuar así la contienda,? ¿No les parece justo?, preguntó Pierre a los presentes, los que entre risas y burlas gritaban:
-¡Si, si, si!, avalando la improcedente moción, a sabiendas que se trataba de un ardid, para hacer desde el inicio una mofa de su antagonista por parte de la retadora, la que terminó de lucirse entre los asistentes, caminando provocativamente hacia la arena, cimbrando sus caderas, dejando atrás a la concurrencia, mientras apuraba el paso, para tomar impulso y saltar ágilmente sobre la baranda de bronce, cayendo dentro del ?Anillo de oro?, destacando de esta forma sus habilidades atléticas, arrancando silbidos y aplausos de admiración.
En los momentos siguientes la expectación creció, haciéndose un breve silencio cuando Dupont extendió su brazo levantando su mano con la palma hacia arriba en dirección a Karl, concediéndole el honor de iniciar el encuentro, este se irguió con un brazo en alto y un pañuelo blanco en la mano, a la vez que se apagaban las luces y se iluminaba el anillo, miró de lado a lado a los que se encontraban en el salón para anunciar:
-Corren los cinco minutos de ventaja para la castigada Seba, expresó con su inconfundible acento el alemán, acompañando toda esta ceremonia con los característicos sones marciales de clarines que anunciaban el comienzo del encuentro.
-Desde ahora ¡Ya!, y soltando el pañuelo Hermann, dio inicio al esperado enfrentamiento.
Seba sin perder un solo instante de su tiempo se abalanzó sobre la sueca, pero esta vigilante al mismo jueguito que había ideado, previó las acciones que tomaría su morena rival y diestramente saltó a un lado, estando tentada de golpearla cuando pasó de largo, pero se contuvo, respetaría las reglas aunque innecesariamente puesto que ya recuperaría los cinco minutos regalados a esta sucia perra ?pensó para sus adentros?, la rutina se repitió en varias ocasiones y cuando habían pasado un par de minutos, la rubia escandinava tomó la decisión de dejarse alcanzar, jugada por lo demás ya programada. La estrategia era la siguiente: Se trataba en extender una mano abierta frente a la faz de Seba, estorbándole la visual, con el consecuente rechazo natural de esta, quien a manotazos, trataría de apartarla, con el ulterior daño producido al impactar sus desprotegidas manos en los punzantes blindajes de los brazaletes y el escudo, que aun sin usarlo para agredir, cumplía las mismas funciones, ya que la nórdica también arremetía con este al contener los golpes enviados por la africana, ya sea abajo o arriba, teniendo especial cuidado de no utilizar la espada, la que previo al inicio, enfundó en una vaina atada a su cintura.
Hasta ahora la táctica usada por la africana somalí no estaba dando resultado, aun cuando Ebba no la embestía, al menos directamente, y el tiempo de gracia se le estaba agotando, no pudiendo tomar ventaja aun de este beneficio, por lo que tenía que aprovechar los escasos momentos que le quedaban para remontar en la contienda.
Sangrando de brazos y piernas Seba presentaba una imagen deplorable, y la pérdida de sangre pronto la debilitaría, por lo que debía jugárselas ahora del todo, sin pensarlo dos veces se abalanzó sobre Ebba, quien consiente de la desesperación de la morena, se dejó agarrar del cuello por uno de los heridos brazos de esta, y asegurando el enganche, formó un anillo con ambos brazos alrededor del cuello de la nórdica, el que estaba bien protegido por un collar de cuero blindado con afilados clavos metálicos que se incrustaron en la piel de la incauta mujer africana, y cuando trataba de aplicar una palanca, la perversa rubia que estaba vigilante a esta maniobra, en el preciso instante giró violentamente hacia uno y otro lado su cuello haciendo que las metálicas púas rasgaran profundamente la piel de la desgraciada en su último y fallido intento por superar a la aventajada y malintencionada rubia.
Seba trató de soltar el agarre que la sueca prolongaba sujetando los brazos de esta en su
cuello mientras pudo, virándolo con energía, para infligirle mayor daño.
En los instantes finales de este precalentamiento, la rubia se regocijó mofándose de Seba,
convirtiendo la presentación en una bufonada, invitando a toda el público a que participaran
también de esta burla.
Cuando las trompetas, activadas desde un Hi-Fi, anunciaban el término de la fase de gracia
La imagen que proyectaba Ebba era capaz de amedrentar al más valiente de los presentes
aquella noche, su cuerpo brillaba a la luz de los focos, luciendo más grandes sus músculos que
brillaban cual estatua de bronce vuelta a la vida por un extraño sortilegio. Una diabólica diosa
extraída de alguna oscura y ancestral leyenda, con su refulgente y larga cabellera dorada que
sombreaba su rostro en los que se apreciaban azules ojos de pérfida mirada, que vaticinaban
siniestras intenciones, lucía ensangrentada, pero con la sangre de su émula que caía desde las
agudas puntas del collar que protegían su cuello hasta sus redondos y pétreos pechos después
de haber rasgado la carne de los brazos de la afligida morena cuando ésta trataba inútilmente
de agarrarla por el cuello en un inútil esfuerzo, siendo martirizada a causa del mismo intento.
Ebba ?La pantera rubia? v/s Seba ?La pantera negra?
El público se animó más, cuando Ebba desenvainó su espada, sabían de la creatividad y crueldad de ella, si esto es solo parte de lo que vendrá, no podían estar más anhelante por el desarrollo del resto del combate, si se le puede llamar así, aunque en la germanía usada en esta comunidad, es común quitarle dramatismo y sensibilidad a algunos conceptos, como solamente llamar Combate a lo que debieran decirle Masacre, pero bueno, esta es la forma que usan en este medio para interpretar las acepciones y significados de las palabras, para restarle gravedad a estas censurables exhibiciones, y justificar sus desviaciones.
El momento llegó cuando se le pidió a Karl la condonación del castigo, lo que se estilaba en estos casos, como si se apelara a la caprichosa clemencia de un emperador romano.
Todos estos rituales formaban parte de las reglas, las que podían variar radicalmente la decisión tomada previamente por una de las muchachas, en este caso la de Ebba ?La pantera rubia? que intrínsecamente indicó esta sentencia, con el solo hecho de desenvainar su espada, optando por continuar con el enfrentamiento a pesar del evidente final que tendrá según las expectativas dadas, pero aun de todas maneras, se tiene que cumplir con el ritual, ya que un arranque de piedad por parte del veleidoso Hermann, podría cambiar la determinación previa tomada por la sueca (situación muy improbable).
El distante Karl se llevó la mano al mentón como evaluando la situación, para luego mirar a Kim como pidiéndole su consejo, la rubia oriental fijó la mirada en Ebba por algunos segundos y luego le sonrió en forma confabuladora, girando la cabeza hacia el alemán, para moverla en forma negativa y lentamente, sin dejar de sonreír, entrecerrando sus ojos, como procurando que a través de ellos no se escapara la perversidad de su determinación, Hermann la aceptó naturalmente como una negación de clemencia, la cual admitió públicamente con un ademán que satisfacía los anhelos de todos los presentes, celebrando la determinación con comentarios y aplausos.
Toda esta innecesaria y burda aprobación no duró más de un minuto, momentos en que Ebba se paseó alrededor del anillo, y una vez que se terminaron las aclamaciones, se trasladó hasta donde se encontraba la africana, situándose frente a ella, para levantar después su espada, y apuntarla hacia el cuello de esta, quien retrocedió nerviosa y apresuradamente, perdiendo el equilibrio y cayéndose de espaldas, aprovechando esta situación la escandinava, para ponerle un pie sobre el cuello, en abierta actitud de victoria, lo que fomentó aun más el ánimo y los gritos de la acalorada audiencia, quienes aplaudieron la característica postura de sometimiento y dominación.
La rubia en esta posición jugaba palmoteando con la hoja de la espada en la palma de su mano, esperando que los asistentes hicieran silencio, una vez que se hubieron acallados, se dirigió a ellos exclamando con su singular acento:
-Todos ustedes serán testigos de cómo esta fea y asquerosa negra tendrá el privilegio de
ser mi escogida, para hacerle una ?cirugía estética?, mediante un antiguo método conocido
como ?La tortura china de los mil y un cortes?, la sarcástica y breve enunciación produjo que
las risas de los adeptos a estos ?shows? y que el humor negro se manifestara, lo que agradó a
la escandinava, ahora sabiendo que ya tenía en sus manos al auditorio, de aquí en adelante
entonces podría hacer lo que le viniera en ganas dentro del anillo.
-Levántate le ordenó a la africana sacando el pie con el que le presionaba la garganta, o
quieres entregarte sin poner resistencia, decía esto Ebba mientras la apuraba dándole duros
puntapiés, los que la africana trataba de evitar rodando sobre sí misma, para alegarse de su
martirizadora, hasta que logro separarse lo suficiente como para erguirse.
-Al menos espera que me ponga de pie para enfrentarte, perra abusiva la increpó Seba
con cierta dificultad dada la mordaza de cuero que tenía puesta en la boca.
-Eso, así me gusta, que afrontes con valentía tu final y no como una cobarde sin dignidad,
en el suelo como una rata, la sermoneaba la rubia a la vez que le ponía nuevamente el agudo
extremo de su espada en el cuello, pero esta vez presionándolo para hundirlo un poco hasta
hacerla sangrar, Seba se quejó levemente, para luego imprecar a la escandinava diciéndole:
-Eres muy valiente con la espada, en iguales condiciones te vuelvo a vencer cobarde zorra.
-Es una pena que no te pueda complacer, ya que me sería difícil proseguir con el método chino que anuncié sin la ayuda del filo de mi espada, le objetó la escandinava, mientras bajaba la punta del arma con rapidez, desde el cuello hasta el ombligo de Seba, esta sintió como la punta del arma abría su piel, más no sabía en ese instante que profundo era el corte y cuan herida estaba, horrorizada miró hacia abajo, entre sus pechos y presintiendo lo peor, retuvo un ahogado grito al ver una delgada línea roja, de la que poco a poco fluía un hilillo de sangre.
-Es solo un rasguño negra cobarde, la reprendió Ebba, solo un poco de sangre, un poco de dolor, un pequeño corte por ahora, pero otros mil cortes como este serán muy efectivos, creo que empiezas a comprender aquello de ?La tortura china de los mil y un cortes?.
No viendo por donde huir, la morena africana estando en abierto hándicap, fingió un desmayo cayendo de rodillas, tan solo para tomar un puñado de arena y arrojárselo en la cara a su torturadora, teniendo éxito esta vez.
La sueca quedó por un momento cegada por la arena que entró en sus ojos, tiempo suficiente para que Seba saltara como una pantera sobre ella, aprisionándole el brazo con el que sostenía el arma, la ansiedad de la morena somalí le jugaba a su favor, jugándose en ese desplazamiento el todo por el todo, debiendo enfrentar a Ebba con lo poco que tenía, por lo que la contienda fue pareja por algunos momentos dada la desventaja que sufría la rubia por la arena en sus ojos, por lo que ambas mujeres se trabaron en una escaramuza ahora con un final incierto, pero solo una combatiendo por su vida, y la otra por su orgullo.
Estaba claro que de aquí en adelante Ebba saliendo de este impasse, no le daría más licencia a la africana, cuya mente estaba puesta en poder dislocarle el brazo y la muñeca para arrebatarle el arma, por de pronto tendré que asegurar mi espada ?pensó Ebba?, soltando el escudo para disponer de un brazo libre para el ataque además de sus dos fornidas piernas, mientras la mujer somalí se esfuerce en arrebatarle el arma no podrá atacarla ni hacerle daño, entonces la arrastró hasta el borde del anillo y pasó su brazo libre por detrás del pasamanos, cogiéndola por la melena y tirándole la cabeza hacia atrás, apoyando la cerviz de esta sobre la bronceada estructura en el mismo momento que con un brinco se alzó atrapando entre sus fornidas piernas y la baranda el delgado cuello de la morena, formando con ellas la figura de un cuatro, manteniéndose así colgando con el bronceado caño de por medio.
La figura del cuatro o bien ?Figure four?, típico lance de una lucha catfight, en donde la hembra victoriosa inmoviliza a la vencida, teniéndola totalmente a su merced entre sus piernas, con las que forma la figura de un cuatro, discurriendo en la cabeza de la concurrencia y de las contendientes un desenlace final por una lúbrica estrangulación, lo que no deja para nada indiferente la retorcida imaginación de los espectadores, que estimulados por el matiz que tomaba el enfrentamiento, solicitaban una ejecución por esa vía, lo que la escandinava con su malicioso proceder, daba ciertas señales de aceptar esa expectante posibilidad.
Una vez que Ebba hubo liberado su brazo atrapado por la morena, continuó colgando del pasamano, luego se dejó caer de espaldas en la arena, con sus brazos abiertos, manteniendo la espada en una de sus manos, para voltear la cabeza y mirar al público en una plácida actitud de abandono.
Ahora Ebba empezaba a sentir la carnal fruición en su cuerpo, mientras se aceleraba su respiración, y se hinchaban sus pechos cada vez que inhalaba aire al comprimir el cuello de Ebba entre sus piernas, suspirando placenteramente, y meneando su esbelto cuerpo a la vez que colgaba boca abajo apoyando su nuca y parte de su espalda en el suelo, mientras jugaba como una chiquilla dibujando curvas con una de sus manos en la arena y girando la cabeza sobre esta, miró al público con una fingida mirada infantil, como preguntándose, ?¿Por qué este gente me mira con tanta atención??
Sabiendo Ebba que esta representación de la ingenua e inocente muchachita que no sabe muy bien lo que está estimulando, enardecía al público, potenciando aun más esta actuación, introduciéndose los dedos en su boca, como lo hubiera hecho una pequeña cría, haciendo que la baba le brotara, resbalando por sus mejillas y humedeciendo la arena.
Los expectantes asistentes, urgían a la demoniaca nórdica a que iniciara el desenlace que les había sugerido de manera tan provocadoramente infantil.
Actuando en consecuencia, ?La pantera rubia? comenzó a aplicar un estrangulamiento al cuello de la africana, satisfaciendo las peticiones del público, al que ha sabido entusiasmar, brindándoles estas dos excitantes contradicciones; primero la exhibición que hace de una candorosa bebita, con la que lucubraran sus abyectas fantasías, y luego en la transformación de esta, en una bestia que aplastará a su víctima, de la misma forma en que la boa sostiene y oprime a su presa mientras esta inhala y exhala. Un contraste, entre el acto de la tierna nenita y el ominoso final ejecutado por una fiera, que encenderá la libido de quienes la observan.
Seba con los ojos totalmente desorbitados trataba inútilmente de librarse del cruel agarre de su ejecutora, más los intentos le resultaban vanos, ya que estaba impedida de defenderse, y aun cuando hubiera podido hacerlo, como se dice, ?con dientes y uñas?, le hubiera sido imposible, pues habían cubierto su boca, además de sus uñas romas y cortas impedían esta posibilidad, como lo había exigido previo al encuentro la ladina Ebba.
Por espacio de un par de minutos la sueca sometió a la somalí a esta asfixiante rutina, la que los presentes seguían en silencio con expectante atención, hasta el momento en que la morena comenzó con movimientos espasmódicos, entonces la desalmada Ebba levantó solo un poco a su espalda de la arena para poder agarrarla del pelo, y observarla como temblaba en indolente y pasiva actitud.
-¡Comprime, comprime! La azuzaba el público.
La cara de oscura piel de la africana había cambiado a un tono azul grisáceo, sus ojos casi se le salían de las cuencas y empezaba a desfallecer, entonces la escandinava presintió que la resistencia de la africana llegaba a su término, acabándose la diversión, por lo cual cesó de presionar, liberándola tan solo un poco para permitirle respirar, entonces estiró su brazo para tomar la espada que había dejado en la arena, y en la misma posición que se hallaba colgando de espaldas, empezó a juguetear con esta, delineando círculos en la arena, pero ahora con la punta del arma en lúdica y cadenciosa actitud, meditando seguramente cual sería la mejor forma de finalizar su depravada faena.
Mientras tanto el reducido público estaba dividido según las opciones dables para quienes conocían a la nórdica; por un lado algunos le sugerían la constricción, mientras otros se inclinaban a gritos por ?La tortura china de los mil y un cortes?. Ebba que mantenía atrapado entre sus piernas el cuello de la infeliz aparentemente reflexionando cual sería finalmente su decisión, y muy cierta de lo que estaba alentando, miró con aparente desganada atención la espada, acercándola luego a sus labios, para pasar incitadoramente su húmeda lengua por la hoja, en varias ocasiones, con las correspondientes exclamaciones de aprobación.
Luego de algunos momentos, manteniéndose suspendida y aprisionando a la africana, Ebba terminó de exhibir sus habilidades con la espada, pasando ahora el filo de esta por el rostro de Seba, arrancándole de un hábil corte la mordaza de cuero, por supuesto sin evitar que la hoja cortara los labios y parte del mentón de la somalí, mientras subía el tono de su voz de tal forma que se escuchara en todo el recinto, diciéndole:
-Me has hecho malgastar valiosos minutos de mi trabajo quirúrgico, dime si prefieres seguir con la cirugía o bien morir sintiendo mis suaves piernas aplastando tu cuello.
El público que estaba a escasos metros de ellas, emitía enardecido sus preferencias:
-¿Los escuchas bien?, qué opinas tú Seba, inquirió Ebba, me parece que el público está muy entusiasmado manifestándose, y girando la mirada hacia ellos, sin soltar a la muchacha, se despojó de la parte superior de su breve atuendo, mostrando sus senos, lo que era para todos otra clara señal indicadora de querer continuar, lo que incentivó aun más al encendido auditorio, que no cesaba de gritar.
Al igual que la rutina anterior, Ebba comenzó su pérfida labor de torturadora agarrando del pelo la agobiada muchacha, con el mismo desanimado y simulado talante, echándose de espaldas a medias, sobre la arena, iniciando nuevamente el trabajo de constricción en el cuello de la somalí, al comienzo con poca energía, excitando deliberadamente el caldeado entusiasmo del ávido auditorio. Regalándoles un poco de la deseada y libertina exhibición cada vez que añadía más compresión sobre el cuello de la africana, lo que la escandinava acompañaba con licenciosos gemidos, que empezaban a aumentar en intensidad, al mismo tiempo que se le aceleraba la respiración y brillaba su piel por el sudor, el que no era solo causado por el calor de los focos que iluminaban el ambiente, sino que además, por el carnal goce que le causaba aplastar a la infeliz morena, mientras la sangre caía desde el cuello y la boca de esta, hasta las muslos, abdomen y pechos de la inhumana sueca.
La escena fue presenciada en silencio durante varios minutos, solo interrumpida por el sofocado resoplar de la víctima y por la epicúrea respiración de la torturadora.
Como era usual, durante el tiempo en que transcurrían estos espectáculos, las perversas mujeres se encargaban de dilatarlos, para poder brindarles mayores momentos de arrobo al exigente público, y Ebba, no era la excepción.
La aniquilada africana comenzó a desvanecerse, sus convulsiones fueron disminuyendo, lentamente, haciéndose más débiles y más silentes, al mismo tiempo que la fogosidad de la sueca en su máximo y desenfrenado frenesí aumentaba con rápidos movimientos pélvicos, golpeando y aplastando la cabeza de Seba contra el dorado caño, en un salvaje y prolongado clímax, en el que se provocó sucesivos y descarados orgasmos, estimulando por supuesto a todos los presentes con el pervertido acto.
La revancha de Ebba ?La pantera rubia? en el anillo de oro
Había transcurrido, más de media hora en que las mujeres habían ingresado al anillo por segunda vez, a estas altura de la agitación, Seba ya había sucumbido, y Ebba aun la mantenía atrapada por el cuello contra la baranda de bronce, y cuando hubo saciado su insano apetito, y transcurridos los momentos de mayor arrebato, entonces recién libero de entre sus piernas el inerte cuerpo, cayendo este a la arena, apartándolo luego violentamente con las plantas de sus pies, para, acostarse de espaldas a un costado con ambos brazos extendidos y con una de sus piernas recogida. En esta posición; volvió su cabeza, observando al auditorio con la boca entreabierta, lamiándose satisfactoriamente sus carnosos labios, evidenciando su placer por la labor hecha, recibiendo la aprobación del auditorio con bulliciosos hurras y aplausos.
Segura de haber satisfecho las expectativas de los exigentes espectadores hasta ahora, la sueca sabiéndose ardientemente deseada por aquellos que buscan a estas inusuales mujeres capaces de satisfacer tales insensatas demandas, debía exhibir además de esta estimulación, los encantos de su anatomía, debiendo complementar ambos a la vista del ansioso público, por lo que se mantuvo recostada sobre la arena por algunos momentos, durante los cuales culebreó y onduló todo su cuerpo, como lo haría una víbora quemándose al fuego, y con este final, encender hasta el espectador más circunspecto que pudiera estar presente en el salón.
Ebba conoce y comparte estos inusuales y prohibidos placeres por lo retorcido, asimismo tiene bastante claro el poder que tiene dentro del medio, ya que en sí, ella es uno de los más fuertes e irresistibles afrodisiacos que se pueden conseguir en estos clandestinos lugares de corruptas diversiones, por lo que deberá cumplir a continuación con la ceremonia de rigor impuesta, como es exhibirse entre la concurrencia, tenga o no la intención de concertar algún encuentro para más adelante.
Una vez que terminó de entusiasmar al público con su muestra de ?histriónico? erotismo, se levantó lentamente, saliendo del anillo para ir hasta los presentes que ansiosamente la llamaban para que se acercara ellos. Es ahora cuando la descarada nórdica, se debe acercar, para que valoren sus encantos y oferten por ellos, o bien que ella misma les indique sus condiciones, por lo que se exhibirá, entregándose a las miradas de adoración y deseo, aun cuando en esta oportunidad solo cumplirá con esta rutina.
Ebba se dirigió hasta donde estaban sentados los anfitriones, pasando primero en medio de los demás presentes, teniendo que sortear a una atractiva y madura fémina, quien se le aproximó para proponerle pasar una velada intima para tres, lo que tuvo que programar para otra ocasión, posiblemente para la noche siguiente, esforzándose en ser gentil, ya que estas no son cualidades de esta calaña de mujeres, dándole breves explicaciones y esperando que mantenga encendido el interés por sus favores. Más adelante un par de varones que estaban en la pasada hacia los anfitriones, le hicieron sus ofertas correspondientes, con quienes se disculpó de igual manera.
Ebba sabía bien que para esta noche no podrá aceptar ninguna propuesta, ya que su obligación es con quien tiene la prioridad de su atención, y a quien se le debe por sobre todos los demás, o sea, a Karl y compañía, para participar en los ?Roller play? o también llamados ?Juegos de caracterización?, qué en esta ocasión los realizara junto a Kim.
Al llegar la sueca hasta Karl y su grupo, la recibieron con aplausos, el alemán fue quien primero se le acercó con determinación, abrasándola y acariciándole la espalda y el trasero con más lascivia que afecto, luego llegó la ocasión para la oriental Kim, quien estando detrás de ella, la tomó de las caderas comprimiéndose contra su cuerpo y acercando su mejilla a la de ella, susurrándole con su teutónica acentuación, en voz baja y sensual:
-Sabes que me encendiste a punto de humedecerme perra, recuérdamelo esta noche en ?Gladiadoras & esclavas?.
Mientras decía esto, sus fornidas, pero suaves manos subían desde sus caderas, rozando por la cintura de la rubia hasta sus desnudos pechos, acariciándolos y jugueteando con sus pezones entre sus largos, fibrosos y suaves dedos, acto que no intranquilizaba, ni molestaba a su no menos lujurioso padre y amante, ya que se trataba tan solo de lascivas manifestaciones, las que ambos compartían, y que no comprometían para nada la relación y estabilidad entre ambos, al contrario, la hacía más férrea.
Los que esperaban su turno para felicitar a la escandinava por su ?gran? espectáculo, se armaron de un poco de paciencia, quedando a prudente distancia de los anfitriones, hasta que reservadamente se fueron acercando según su gravitante influencia en este medio. Así lo notó Paula que se había mantenido con cautela observando estas conductas.
La chica latina puso especial atención a la participación de Ebba, y de la manera en que ejecuto a Seba, no es que ella tuviera algún problema en realizar uno de estos actos, sí no más bien para ver cuáles eran las rutinas en que Ebba entusiasmaba más a la concurrencia, para después emularla o mejor superarla. Por otro lado Paula no dejaba de embelesarse pensando que esta era la misma mujer con la que se había estado relacionando estos últimos días, de no haber sido así, no la hubiera reconocido en este escenario,
Aun cuando los resultados de estos enfrentamientos eran los esperados, lo que más le llamaba la atención a la chica latina era la actitud festiva con que se mostraba el público, compartiendo sin reservas los mismos intereses que las desalmadas mujeres.
Paula pensaba por momentos, que dado su entusiasmo, podría haber considerado muy altas las expectativas que se había hecho de estos juegos, y que en las licencias que se daban, deberían haber algunos límites no revelados, inclusive llegó a pensar que no había indagado bien la clase de eventos a la que asistía.
Pero esto era ya más que suficiente para sus intereses, que eran justamente las fantasías más permisivas y corrompidas que había concebido, un paraíso privado para disfrutar las más irracionales perversiones, creadas para estos buscadores de nuevas emociones anómalas, que eran las mismas que ella había imaginado y que venía a mostrar a estos certámenes, junto con otras pervertidas mujeres.
Esa noche Paula terminó por comprender, más allá de la idea que se había hecho de la situación, como estos centros de velados encuentros, que para los asistentes habituales era un esparcimiento frecuente, y no solo en algunas oportunidades como en las que Paula había participado en otros enfrentamientos programados, donde tenían sus límites, deteniendo el combate una vez que se anunciaba a la ganadora, mientras que la vencida se retiraba por sus propios medios, o en el peor caso con algo de ayuda, aunque maltrecha y golpeada, pero con vida, aun cuando ella ansiaba traspasar estos límites, los que en muy pocas ocasiones había conseguido, con los consiguientes problemas que originaba tener que justificarlos, que por lo general se basaban en la misma repetida excusa de: ?Un lamentable accidente deportivo?, o bien tener que ocultar la evidencia, lo que era el medio más utilizado, pero también el que requería mayor cuidado y reserva.
En contrapunto aquí se programan funestos combates en donde se busca justamente provocar estos accidentes, para atraer a los entusiastas asistentes que concurren a recrearse con estos espectáculos de dolor y castigo; dosificados con desvergonzado erotismo, aplicado por bellas y fornidas amazonas, seleccionadas especialmente para estos fines.
Ahora Paula tendrá la oportunidad de intervenir exhibiendo sus talentos, los que le serán valorados conforme al grado de entusiasmo que logre conseguir en este público. Para lo cual no tiene ningún cuestionamiento moral, imaginación no le falta, por otra parte, ahora sabe muy bien que será protegida, cualquiera sea el resultado que suscite su presentación, ya que su impunidad ahora está garantizada.
Paula mientras observaba a Ebba rodeada por sus admiradores, meditaba como estos espectáculos que en todas las sociedades gobernadas por leyes, no serían tolerados en lo más mínimo y castigados con duras sanciones por decir lo menos, en cambio aquí son animadas y amparadas para que participen sin ningún tipo de reglas ni limites, para luego ser premiadas, y lo que es mejor ?discurrió?, según su visión, ellas son adoradas y deseadas al igual que si se tratara de verdaderas divas de la opera o el teatro, luego de una exitosa función.
Naturalmente que esta barbárica e inusual demostración previa que ofrecen, les sirve para estimular a los enardecidos asistentes, dándoles exactamente lo que ellos vienen buscar, una función que no podrán conseguir en otros lugares, en los cuales difícilmente podrían igualar a las soeces demandas que les exigen a estas depravadas mujeres. Dada esta insana atracción que sienten por sus abominables actos, estos espectadores no se irán, sin antes conseguir un encuentro personal con al menos una de ellas, a cambio de una considerable gratificación.
El siguiente en saludar a la sueca fue el muy compuesto y reservado Pierre Dupont, el que se le acercó diciéndole:
-Me parece que has recobrado el lugar que te pertenecía en nuestro ranking, para agregar
algunas frases de cortesía y despedirse.
Prosiguiendo la sueca en una amena charla más tarde con el joven traficante Osman; que era uno de sus más encendidos admiradores y en oportunidades cuando estaba con alguna disposición especial, se comportaba también como un cliente, quienes observando al anillo, advirtieron que iba a comenzar el segundo encuentro.
Habiéndose reestructurado y haciéndose público el ranking en donde Ebba rescataba el segundo lugar, se aprontaron para presenciar los próximos enfrentamientos.
Eran pasadas las once de la noche, Pierre que oficiaba de maestro de ceremonias, después de los marciales sones de clarines que ambientaba el espectáculo, se ubicó dentro del anillo y anunció el próximo combate:
-El siguiente enfrentamiento como ya había sido anunciado, será entre nuestra Sadie, la muñeca americana, cuarta en el ranking, que está ansiosa por subir su ubicación, enfrentando a quien arribó desde Turquía: Killar ?La asesina?, tercera en el ranking, la que tratara de impedir que le arrebate su posición la ambiciosa y bella Sadie, quien promete cambiar esta noche las cosas, declarando con alguna que otra dificultad, que no tiene dudas que será la segura vencedora.
Estas últimas palabras del francés fueron muy bien recibidas por el público, especialmente por aquellos adeptos a la ?muñeca americana?. Luego sin mayor verborrea, Pierre alzando un poco el tono de su voz vociferó:
-¡Chicas ingresen a la arena!
Ambas muchachas hicieron su aparición al mismo momento, acompañadas por las mujeres custodias asignadas, saliendo por detrás del salón, desde los camarines en donde previamente se habían preparado para el encuentro.
Sadie ?La muñeca americana? y Killar ?La asesina?
Sadie se presentó con una reducida y apretada indumentaria de dos piezas, con los característicos símbolos y colores de la enseña americana y como lo ordenaban las reglas, llevaba una máscara con las mismas características, que le envolvía toda su cabeza, dejando al descubierto sus grandes ojos verdes y un rubio mechón cola de caballo (Pony tail) que le salía por la parte posterior de la prenda, además iba desnuda de pies y manos.
Por otra parte la espigada Killar se presentó con las dos piezas exigidas por la organización, las que eran de cuero color marrón, también llevaba una máscara del mismo material, que le ocultaba tan solo una parte de la cabeza, dejando al descubierto todo el rostro muy maquillado, para causar el mayor efecto intimidante, una verdadera diablesa de pesadilla, con la respectiva ?Pony tail? o cola de caballo saliendo detrás de su antifaz, pero esta vez el cabello de brillante negro azabache, también lo hacía desnuda de pies y manos, según las reglas establecidas.
Las dos muchachas estaban frente a frente, los punzantes ojos de cada una clavados en la otra, como queriendo traspasarse, el compañerismo que durante el corto crucero parecía que hubiera existido, era solo una manera de conveniente de comportamiento, sin ninguna clase de afecto ni lealtad, solo egoístas intereses. Forjadas por similares y duras experiencias que cada una de estas singulares mujeres han tenido, por lo que son capaces de enfrentarse y destruirse una a la otra sin reparo alguno ni remordimientos; primeramente por el placer de hacerlo, luego por las pingues recompensas que recibirán por sus particulares participaciones, y finalmente por la única razón válida como competencia deportiva, la ubicación en el ranking.
Las dos hembras estaban preparadas, la turca para defender su posición y Sadie para mejorar la suya, además debían vencer a su émula sin sufrir mayores contusiones ni heridas, para así satisfacer los requerimientos de más de algún protector que ya las habría requerido para después de este combate, siempre y cuando saliera victoriosa una sobre la otra.
La codiciosa americana sabía de su superioridad, había estado ganando posiciones desde que se inició en estas justas hace solo cuatro eventos a la fecha y no podía estar más ansiosa, teniendo que responder por sus logros a sus protectores y a Kim, ya que de alguna manera estaba apadrinada por la asiática, por quien experimentaba una no disimulada atracción, que en algunas ocasiones era mutua.
El momento esperado llegó cuando se escuchó a Pierre decir:
-Ahora ¡ya! Chicas inicien el encuentro. Sadie fue la primera que reaccionó, abalanzándose
con un gran salto, y con una de sus rodillas en alto, con la que golpeó a la turca Killar en pleno
rostro, que estando desprevenida no esperaba tan temprana y rápida maniobra, dejándola en
la arena totalmente inconsciente apenas comenzaba la contienda.
Sadie sabiendo que tenía el pleito ganado y que de aquí en adelante, si hacía lo apropiado
en el momento no debía temer ya por los posibles embates de Killar, entonces se echó frente
a ella, presionándola a lo largo contra el suelo bajo el peso de todo su cuerpo, separándole y
atrapándole las piernas con sus pies a la altura de los tobillos, avivando con esto, el libidinoso
interés de los presentes por la manera en que la inmovilizó, lo cual bien sabía la chalada joven
que esta cogida era para ellos muy estimuladora.
Mientras Killar estaba aun en estado de inconsciencia, la llamada muñeca americana, que
estando sobre ella, se tomó todo el tiempo necesario para que esta recuperara su lucidez, una
vez que esta empezaba a despabilarse, estiró ambos brazos, y tomándola de las palmas de las
manos, alzó medio cuerpo de la cadera hacia arriba, haciendo de esta manera mayor presión
con su pelvis y piernas, y teniéndola a su antojo comenzó a arquearle sus dedos hacia atrás
lentamente, mirando la sufrida expresión del rostro de la turca, regocijándose con el dolor
que le producía en cada ocasión que crujían y le fracturaba despiadadamente una a una las
falanges de los dedos, con el beneplácito de la malsana y entusiasmada audiencia y el total
consentimiento de Hermann.
Sadie como todas las mujeres participantes, sin excepción, complacía las demandas de los concurrentes dilatando los despiadados tormentos como se sabe, preocupándose también de dosificar el tiempo, tanto en causar dolor, como en mantener consiente a la turca, rutina que se repitió cada vez que le fracturaba cada uno de sus dedos, por lo que la tortura se alargó por varios minutos.
Una vez terminada su lacerante labor, la pérfida Sadie se levantó, recibiendo la aclamación de los concurrentes, mientras observaba pensativamente como se revolcaba de dolor la torturada Killar en la arena, por lo cual sus fanáticos, debían suponer que los siniestros pensamientos de Sadie iban en la dirección de cómo sería la manera en que continuaría con su presentación, inyectándole una mayor cuota de incertidumbre al momento, lo que estas hábiles maestras del suspenso dominan a la perfección.
Sadie se echó un poco hacia atrás, hasta el pasamanos, en donde se apoyó mientras se quitaba la máscara y el brasier que arrojó con indolencia sobre el rostro de Killar, desenmarañando su rubio y largo cabello con las manos, bajándolas lentamente, rozando primeros sus juveniles y pétreos senos, pasándolas luego por su duro vientre hasta su sexo, el que acarició delicadamente, mientras observaba con indiferencia a la sufrida Killar como se quejaba acuclillada en la arena.
Era evidente su disposición de seguir con el combate, o mejor dicho con la tortura, por la inequívoca señal dada al quitarse la caperuza y el top de sus pechos, ahora siempre y cuando así lo considerara el alemán con la evidente decisión que tomará para satisfacer las letales intenciones de Sadie y de los presentes por el esperado final de la contienda.
Los espectadores miraban a la hermosa muchacha de tan bellas facciones, las que no reflejaban para nada sus intenciones y lo oscuro de su corazón, quien se recreaba observando el dolor que le provocaba a su rival con tanta indolencia.
Esta combinación de dulce jovencita, de cuerpo escultural y de perversos instintos, era un arrollador incentivo para aquellos que buscan nuevas emociones, una mezcla de inocencia y perversión, candidez y maldad, una criatura irresistible para los que desean deleitarse con esta jovencita de tan ambigua naturaleza.
Karl esperó que se acallaran las aclamaciones, para comunicar, que no tenía sentido continuar con el combate entre dos contendoras superiores y que era suficiente el castigo recibido por Killar, la que por de pronto ya perdió su posición, quedando en el cuarto lugar, el tercer lugar es ahora para Sadie, que se retiraba del anillo un tanto molesta, evidentemente por no haber acabado con su presentación como hubiera querido.
Sadie se dirigió luego a donde estaba el público, los anfitriones, y sus protectores. A los primeros que saludó fue a Karl y especialmente a Kim, quien sabiendo la atracción que la joven sordomuda sentía por ella; la acarició y estrecho obscenamente, en impropia forma de felicitar. Sosteniendo luego la misma rutina acostumbrada, aproximándose a la muchacha luego al resto de la asistencia, por orden de relevancia en el medio, haciéndose entender como lo hacía habitualmente, con algunos ademanes y sonidos que lograba expresar, como eran los que podría articular una salvaje sacada de un antiguo film ambientado en una jungla tropical, dándole un exótico y torcido atractivo animal, a los ya conocidos talentos de la corrupta jovencita que este público sabía apreciar.
Era poco más de las veintitrés y treinta horas, cuando Karl y Kim se retiraron, luego lo hiso Pierre, Osman, y la jovencita Sadie para cumplir con sus compromisos ya convenidos, mientras tanto los que quedaban en el aposento, se complacían con espontáneos y arbitrarios enfrentamientos en los que Dae ?La guerrera coreana? y Elke ?La hiena nazi?, enfrentaban, o mejor dicho masacraban a unas ?Ratas?, o rivales inferiores, que habían reemplazado a las contendientes oficiales, que por razones ?ajenas a su voluntad? no se pudieron presentar, como era el caso de Rouge y Seba.
Las ?Ratas? como sabemos están desprovistas de toda protección, tanto por parte de la sociedad, como en la lid misma, durante la cual solo cuentan con la remota posibilidad de vencer a su oponente, o bien someterse a la entera voluntad de esta, la que decidirán finalizar el combate de la forma que favorezca los anhelos del respetable público, el que por decisión unánime, no admite derrotas, con desenlaces siempre fatales para las desafortunadas, las que serán inmoladas finalmente en la arena.
Una media docena de personas se encontraban en el salón esperando los combates, Paula entre ellas, en las que participaban las contendientes ya citadas. Poco antes del inicio de estos apareció Ebba que venía saliendo de los camarines, que luego de tomar una ducha, se vistió con la misma tenida de gladiadora, oculta bajo un sobretodo, dirigiéndose hasta Paula para decirle:
-Mi putada ahora será en privado para Karl, le dijo la sueca a la vez que estrechaba el talle de la latina, compartiré roles con Kim, para esta noche no me esperes ?Mi mamita?, acto seguido la besó apasionadamente en la boca.
En el anillo el turno le correspondía a la combatiente alemana mejor dicho la ejecutora alemana, que se enfrentaba a una delgada indoeuropea que estaba sentenciada al ?castigo? por una rebuscada y dudosa falta, recibiendo los fuertes golpes que Elke le propinaba en cada oportunidad que podía alcanzarla con los puños, mientras la infeliz trataba de de escabullirse a la vez que se esforzaba inútilmente en igualar las acciones.
En aquellos momentos Ebba y Paula se despreocuparon de lo que pasaba en el anillo, estando más interesadas en sus arrumacos, acariciándose y besándose a vista y presencia de los demás que ignoraban los impulsos amorosos de las dos muchachas, pues estaban más motivados por lo que sucedía en la arena, lo cual eran mucho más atractivo para los intereses de estos.
Ya habiendo terminado el tiempo en que ?La hiena nazi? le concede ciertas licencias a las ratas, creándoles expectativas de una lucha pareja con probabilidades de triunfo, entonces recién empiezan a aparecer sus verdaderas intenciones cuando ha conseguido acabar con las energías de su antagonista, y el efecto de las drogas que le suministraron empieza a disminuir luego de extenuados minutos, quedando Elke en total control sobre su inexperta y débil rival, sometiéndola fácilmente en variadas e inspiradas maneras, las que sabe bien acompañar con desvergonzadas manifestaciones, para luego, reiniciar el castigo a placer, todas las veces que pueda, antes que la mujer sucumba.
En tanto las drogas ya no le ayudan a resistir el cansancio de la pobre infeliz, pero sí consiguen aun bloquear el dolor, con lo cual no corre el riesgo de que esta claudique antes del tiempo que Elke necesitará para enardecer y encender el ánimo de los asistentes, quienes la animan a seguir con su tarea en la forma acostumbrada cuando la presentación llega a su punto culminante con gritos y sugerentes requerimientos, mientras la ?hiena? se complace a más no poder asfixiando a su víctima, presionándole salvajemente el cuello entre el dorado caño y su duro abdomen.
-Disfruta de esta magnífica exhibición, Dae y Elke son muy buenas en esto, cada una con su particular estilo, las que estoy muy segura que te excitarán, además que todo esto te resultará muy ilustrativos le expresó la rubia a Paula a modo de despedida.
-¿Por qué tan rápida esta despedida le dijo Paula.
-Bueno si deseas, me acompañas camino a la villa de Karl para, tú ya sabes, el jueguito que recrearemos con Kim esta noche, le contestó alegremente la sueca.
-Me parece muy bien dijo Paula, aceptando la propuesta, y cruzando ambos brazos por
la espalda una a la otra, tomándose muy juntas por la cintura, se encaminaron fuera del salón.
El acceso a la residencia de Karl estaba separado del salón por un despejado jardín, de unos veinte metros, que cruzaron a poco andar, el que las apasionadas amantes se esforzaron en distanciar más con lentos pasos vacilantes. El eunuco guardia, al ver que se aproximaban las mujeres, comunicó por citofono interno la presencia de la escandinava, a quien ya los anfitriones aguardaban, escuchándose luego algunos sonidos metálicos inentendibles del otro lado del artefacto como mera respuesta, los que el africano interpretó perfectamente como la aprobación del ingreso de Ebba al exclusivo recinto.
Paula se despidió con el juego de ?La nena y su mamita?:
-Muy bien mi bebita, pórtate bien, se buena chica, la rubia le respondió de igual forma siguiéndole el inocente juego, modulando como una bebita:
Me vas a dar un premio si me porto bien mamita.
-Así será mi princesita.
-Bésame mamita linda.
-Oh si, si, ¡Si mi bebita preciosa!
La despedida fue breve pero muy ardiente, interrumpida por el sonar de un reloj que anunciaba ya la medianoche, en ese momento la morena terminó de acariciarla y besarle el cuello con pasión a Ebba, para luego retirarse.
Paula regresó al salón de los eventos, en donde Elke ?La hiena nazi? ya había dado cuenta de la desafortunada infeliz escogida para su presentación, con las correspondientes felicitaciones por parte de sus protectores y admiradores, los que no ocultaban el lujurioso deseo de poseer a la malvada mujer, más esta exigía de su eventual pareja un ?Menaje a trois? con una tercera persona más, sea hombre o mujer, daba igual, pues solo la usaría para victimizarla durante sus juegos, estimulando de esta manera un más su insaciable libido, quedando preparada con más ánimo para complacer a su ocasional amante.
En medio del anillo estaba Dae tratando de enfrentar a una gorda y fofa mujer del tipo centroamericano que se negaba a participar, por lo que la coreana ordeno que las ayudantes la ataran al pasamano, para evitar que pudiera huir, prometiendo seguir de todas maneras con el espectáculo, pidiendo un látigo largo del tipo ?Serpiente negra?, con el que empezó a juguetear, dándole suaves flagelos a la obesa mujer, los que fue incrementando en rigor. La rutina era simple, aparentemente sin cambios, solo que el castigo terminaba cuando Dae estuviera totalmente complacida y hasta hoy no se sabía de ninguna ocasión en que esto haya sucedido, y una vez animada podía seguir golpeando cada vez con mayor entusiasmo, incluso cuando su víctima quedara inconsciente, o ya hubiese expirado.
Uno de los presentes se acercó a Paula, para invitarla a participar con Elke en un juego de a tres, donde sin lugar a dudas la tercera persona, en este caso Paula debería ser inmolada.
-Sospecho que te confundes conmigo, lo reprendió Paula, a no ser que ?La Hiena nazi? quiera aceptar el rol pasivo, para que la someta de la manera que yo más disfruto, lo cual dificulto que ella consienta, al menos por lo que demostró hace algunos momentos, ¿no sé si me entiendes?, debes saber que si bien soy nueva en este ambiente, no estoy aquí para ser castigada y luego ser desechada como un envoltorio que ya no se pueda usar, has de saber que vengo a demostrar mis habilidades como una ?Gata?, tu propuesta me ofende, ¿Acaso no ves lo que tengo?.
Una vez que hubo terminada su aclaración Paula, el varón se disculpó largamente por el error que cometió, como lo hiso también la morena bajando luego el tono con que se expresó inicialmente, manifestándole a modo de excusa que desafortunadamente tenía concertado un compromiso en algunos minutos más, no indicándole para nada que servicio prestaría para esta ocasión, sabiendo que los invitados que quedaban en el salón, además del torpe varón eran tres o cuatro, por lo que sería sencillo averiguar quién o quiénes eran los afortunados, excusa que le sirvió a Paula para mantener las buenas relaciones. Una vez que hubo aclarado la situación, esta dio media vuelta y se retiró a su habitación.
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