ESCLAVA
Mi nombre es Vanessa y tengo veinticinco años, soltera, de pequeña contextura, no llego al metro sesenta de estatura, delgada, bastante delgada, de muy pequeños pechos y huesudas caderas, cola chata, cabello negro de corte desprolijo que no llega a mis hombros, grandes ojos miel de mirada inquieta, pequeña nariz aguileña y un boca bastante prominente, como verán no soy una sex symbol ni mucho menos.
Tengo un carácter introvertido, me cuesta mucho relacionarme con la gente y en especial con los hombres, uso pequeños lentes de aumento que de alguna manera me ayudan a proteger mi persona, rayes de una nomás. Tengo una voz suave y pausada, no opino donde no me llaman y trato de no entrar en discusiones inútiles.
Los hombres me atemorizan, al punto que cuando uno se me acerca con dobles intenciones no puedo evitar sonrojarme y avergonzarme. No me considero buena amante, no sé, no me he animado a entregar mi colita y no me gusta que me acaben en la boca, soy de esas de sexo vaginal clásico, y con la luz apagada, por supuesto.
Lo que más me avergüenza es mi perfil de mujer, tranquilamente podría ser la maestra de tu hijo, esa con la que hablas todas las mañanas y ves con guardapolvo escolar, ó podría ser esa amiga que tanto crees conocer, esa con la que sales día por medio a correr por la plaza y escucha todos tus problemas, ó tal vez esa compañera de oficina, que ahora mismo está a un metro de donde tú estás, que parece encerrada en su mundo mientras tu tratas de adivinar en que está pensando.
Como verás, soy más común de lo que crees, es por eso que me aterra seguir escribiendo, porque entiendo que no está bien, que mi mente está enferma, pero es más fuerte que yo y no puedo evitarlo. Acá empieza lo interesante?
Siempre sentí una oscura atracción hacia todas esas cosas de sometimiento, esclavitud, la experiencia de sentirse imposibilitada a reaccionar, a estar a merced de terceros, tal vez por mi extrema vergüenza que me pedía participar en una forma extremadamente pasiva, casi sin voluntad, poniendo en otros la responsabilidad de tomar decisiones de hacer cosas que tal vez muy íntimamente quería hacer pero eran censuradas por mi consiente.
Así siempre buscaba mucha información escrita en internet y de vez en cuando terminaba viendo algunos de esos videos que abundan en la red e irremediablemente me masturbaba luego imaginándome en miles de situaciones.
Al tiempo, por una página descubrí un club virtual que compartía estas cosas y me uní prontamente al mismo, lo positivo era que usábamos nombres falsos y rápidamente me convencí que había más gente de la que imaginaba con los mismos sentimientos que los míos, me sentí acompañada y participé activamente en los foros, era un mundo apasionante, enfermo, dispuesto a todo.
A medida que pasaba el tiempo me sentía más y más atraída, era como tener dos personalidades, nadie sabía de esto, ni mi psicólogo al que yo le contaba todo.
Había muchas personas que participaban activamente y no solo por el foro como yo lo hacía, así fue que tras rechazar varias invitaciones, finalmente no pude aguantar más y terminé entregándome?
Esa tarde tomé un taxi y fui a la dirección donde me habían citado, lucía con vestimenta normal como siempre, pero el nerviosismo me invadía, llegué y me anuncié por un intercomunicador, una voz femenina respondió ?bienvenida, adelante? al tiempo que sonaba la chicharra que me permitiría flanquear la puerta de entrada.
El lugar me pareció bastante sombrío, apenas había un par de sillones y unos viejos ventanales que daban a un patio interno. No habían pasado más de cinco minutos cuando sentí pasos al otro lado de la puerta interna que había, la misma se abrió y fue entonces cuando dos mujeres completamente desnudas me recibieron, solo tenían una máscara de cuero en las cabezas por donde solo veía sus ojos y sus bocas, la reserva de identidad era una regla impuesta que yo había aceptado, nunca sabría quienes eran. El impacto visual fue muy fuerte, me guiaron por un corredor, una a cada lado, no hablaban mucho.
Llegamos entonces a otra habitación, de unos cuatro metros de lado y un techo alto y antiguo, al medio había esos sillones camas que parecen de tortura, como tantos que había visto en los videos, aun estaba recorriendo el cuarto con mis ojos cuando comenzaron a desnudarme, sacaron mis zapatos, mis medias, mi pollera, mi camisa, mi sostén y mi tanga, yo también estaba desnuda, me pusieron entonces un grillete con largas cadenas en cada muñeca, el terror se apoderó de mi y comencé a resistirme
- No! no! no quiero? no!, déjenme?.
- Vamos? si llegaste hasta acá por algo es?
Trataba de no avanzar, pero ellas eran mucho más grandes y fuertes que yo, casi a la rastra me llevaron hasta acomodarme sobre el sillón, me ajustaron a el por la cintura con unos cintos de cuero y engancharon las cadenas en unas roldanas, las giraron hasta que mis brazos quedaron extendidos y tirantes, luego pasaron unas sogas por mis piernas, me ataron bien fuerte y me las abrieron por completo, mi cabeza no tenía respaldo, me colgaba hacia atrás, veía todo patas por arriba, estaba totalmente indefensa, la tortura había comenzado y yo era parte del juego?
Ahora me sentía raramente excitada, con ansiedad por lo que vendría pero tranquila por imaginar que estaba en manos de profesionales.
Sentí como una de las dos estaba entre mis piernas y comenzaba a afeitarme la concha, con paciencia, la otra ponía unas pinzas en mis pezones y adhería unos parchecitos a lo largo de mis muslos y mi vientre, no se imaginan la sensación indescriptible que sentía cuando por ellos pasaron pequeñas descargas eléctricas, mis pezones nunca habían sido estimulados de esa manera y la otra mujer luego de enjuagar mi concha ahora lampiña se dedicaba a pegarme suavemente con un latiguillo en mi pubis y en mis nalgas, comencé a gritar, no podía evitarlo el sonido del chasquido contra mi carne y el suave dolor que me producía me enloquecía, sentía mi clítoris hinchado de placer, de loco placer.
La electricidad seguía pasando por mi cuerpo y me contraía involuntariamente por la misma, de repente cesaron los latigazos y sentí que me lamían la concha, con esfuerzo levanté la cabeza y vi a una de las mujeres entre mis piernas comiéndome el clítoris, por Dios! Pensé? una mujer!...
Los minutos pasaban y mi excitación crecía, estaba entregada sin la mínima posibilidad de resistirme a nada, me dolían las muñecas por la tensión de las cadenas y las cuerdas sujetaban tan firmemente mis piernas que parecían cortarme la circulación. Sentía mi clítoris hinchado y caliente producto de la lamida que me estaba pegando esa desconocida, pero cuando parecía llegar a un orgasmo ella solo dejó de comérmelo, entendiendo lo que estaba pasando y dejándome sumamente caliente.
Entonces sentí algo frío y viscoso con lo que untaban toda mi vagina y mi ano, supuse que era algún lubricante preparándome para lo que seguía, y no me equivoqué, pasados unos instantes un dedo se colaba en mi vagina, luego dos, tres, la dilatación era tanta que no podía contener los gritos de placer, entiendo que intentaban meterme el puño y yo lo deseaba, los embates me hacían estremecer, el placer me desbordaba, quería masturbarme, pero el estar atada provocaba en mi una limitación que me atormentaba, y solo conseguía volverme loca.
Cuando mi argolla estaba tan llena de dedos, al punto de perder la noción de cuantos eran, sentí como otro se metía en mi ano para repetir el procedimiento, recuerden que yo no quería saber nada con sexo anal, pero como resistirme a la voluntad de esas mujeres? En realidad, quería hacerlo?
Y al poco tiempo mi culo estaba tan agrandado como mi concha, mis quejidos retumbaban en el cuarto, mis dos agujeros eran invadidos al mismo tiempo y mis pezones ardidos seguían siendo electrocutados?
A todo esto sentí la puerta abrirse, el cuello me dolía bastante por la incómoda postura en la que estaba sosteniendo el peso de mi cabeza, alcancé a contar diez hombres que ingresaban al lugar, con látex negro adherido a su cuerpo, incluso sus cabezas, solo sus vergas estaban al descubierto, con mi vista invertida las vi colgando, serían todas pasa mi! Uno vino por el lado de mi cara, colocó su miembro a centímetros de mi boca, me tomó con fuerza de mis cabellos, me apretó los cachetes pasando sus dedos entre mis muelas y apenas separé los labios me metió su verga en la boca empujando tan profundo al punto de molestarme y arrancarme un grito de reproche, recibí como respuesta una bofetada que me hizo recordar que yo era la esclava.
Solo me limité a aceptar sus deseos, me cogió por la boca, sentía que metía su verga hasta el fondo, hasta que mis labios llegaban a sus testículos, su cabeza pasaba por mi garganta, me agitaba, no podía respirar, tenía arcadas y las lágrimas saltaban de mi rostro?
Al mismo tiempo, las mujeres habían acomodado una máquina con dos enormes consoladores, al mismo tiempo me introdujeron uno en cada agujero, eran tan anchos y regordetes que parecía que me partían en dos, el ruido de un motorcito llegó a mis oídos y ambos juguetes comenzaron a moverse en mi interior, el de la concha llegaba a mi útero y arrancaba orgasmos de mi intimidad, el de mi culo era dulcemente insoportable, el placer era mayúsculo
Los hombres se iban turnando en mi boca, uno a uno, probé pijas de todos tamaños y formas, la saliva chorreaba más y más, bajando por mi nariz y mis ojos, donde se mezclaban con las lágrimas, sentía la garganta dilatada. Por si no fuera suficiente la tortura de mis pezones, tener invadida la boca al punto de no poder respirar y sentir que mi raja y mi culo eran desgarrados por esos juguetes enormes que nunca se cansaban, una de las chicas colocó un gran juguete vibrando directamente sobre mi clítoris, tuve uno de los orgasmos más hermosos y maravillosos de mi vida, mis gritos de placer solo fueron acallados con la carne que permanentemente tapaba mi boca?
Pasada la tempestad sacaron los juguetes de mi interior, los cables y los hombres me dejaron descansar, levantaron mi cabeza y pude recuperar mi respiración, aflojaron un tanto las cadenas y las sogas, comenzaba a relajarme, entendí que la fiesta había terminado.
Pero me equivoqué, uno de los hombres colocó algo en mi boca, pasando unas tiras y fijándomelo en la nuca, me sentí rara, como un caballo llevando a un jinete, no podía cerrar la boca, el aparato de hierro me lo impedía, apenas podía tragar y mover la lengua.
Trajeron un bol transparente y todos los hombres se masturbaron en el, yo miraba y quería creer que no harían lo que pensaba que harían? pero lo hicieron?
Cuando todos acabaron se juntó una mezcla considerable de semen, entonces una mujer tomó el recipiente mientras la otra colocaba un embudo en mi boca, me sujetaron fuerte la cabeza y vertieron lentamente el brebaje por la boca.
Odiaba el semen, pero lo amaba en este momento, el líquido viscoso fue llenando mi boca, mi lengua recibía el sabor amargo de esa mezcla blanca y pegajosa, solo pude tragar y tragar, como una fea medicina tragué todo hasta la última gota?
La suave brisa que entraba por la ventana movió la cortina haciendo que acariciara mi rostro sacándome del letargo que estaba, sola, en penumbras, no entendía nada, toqué mis labios y estaban limpios aunque me parecía sentir el sabor a leche, descubrí mi intimidad sumamente mojada, al punto de tener que cambiarme la bombacha, de a poco volví a la realidad, no había sido más que un sueño, pero que sueño! Estaba agitada, caliente, me masturbé en mi soledad reviviendo lo que para mí fue tan real?
Rápidamente volví a colocarme mi coraza, introvertida, vergonzosa, me escondí tras mis gafas, esas que me protegen, pero el sueño fue suficiente para empujarme a escribir mis deseos en el foro, ya están preparando algo, y recuerden?
podré ser la maestra de tu hijo, esa con la que hablas todas las mañanas y ves con guardapolvo escolar, ó podría ser esa amiga que tanto crees conocer, esa con la que sales día por medio a correr por la plaza y escucha todos tus problemas, ó tal vez esa compañera de oficina, que ahora mismo está a un metro de donde tú estás?
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