Convertí a mi novia en puta con un taxista
Autor: relatornocturno | 14-Dec
Quisiera empezar hablando de mi novia y yo, de la manera en la que nos conocimos, de cómo a mi relación con ella se fueron añadiendo visos de lujuria y deseos de cuernos de manera paulatina, y de la forma en la que he venido manejando dicha situación.
Mi nombre es Miguel Y tengo 28 años: sinceramente un tipo normal. 1,76 de altura, moreno de cabello negro y ojos negros. Soy más bien introvertido, pero esto no me afecta en el momento de conocer y hablar con la gente, relacionarme de buenas a primeras con extraños. Ahora bien, mi novia Daniela es quizás diferente a mí en estos aspectos. Ella tiene un año menos y es algo más baja que yo, diría que mide unos 1,74-75. Su rostro, y en especial sus expresiones, le dan más que un aire de niña buena, sino de mujer inocente y ciertamente muy afectiva. En estos, sus ojos negros y grandes la hacen ver como un gatito en busca de amistad, de una charla. Sus largas piernas resaltan especialmente cuando viste faldas y tacones y en nuestra intimidad no me alcanzan los brazos para tocarla toda. Su cola no es su fuerte, pues cuando viste faldas no se le marca mucho (pero exhibe sus piernas) y la mayoría de sus pantalones contornan con su forma una cola pequeña pero hermosa. Y sin embargo, lo mejor de ella son sus grandes tetas. Completamente naturales, con pezones que generalmente se marcan a través de sus camisas y blusas. Bueno, esto último depende del sostén que utilice, como es natural.
Lo cierto es que Daniela, con esa belleza natural y espontánea, atrae a los hombre de maneras que ella preferiría evitar, lo cual resulta imposible. Constantemente la abordan en la calle, le dicen cosas ?apropiadas?, así como obscenidades que la molestan, e incluso le han llegado a meter mano en plena calle, como si fuera une pequeño juguete sexual disponible para el que estire la mano. Sus tetas y sus piernas son el principal objetivo. Esto la molesta de sobremanera, y yo entiendo su frustración y malestar cuando cosas como esas acontecen, pero así mismo con sus relatos ella logre que se me ponga dura la polla, imaginando situaciones más propicias en el mundo de mis fantasías secretas.
Yo la conocí intermedio de unos amigos. Salimos a tomar un grupo de unos 4 o 5 y a medida que la noche avanzaba más y más amigos de los amigos iban llegando hasta formar un grupo unos 10 o algo así. Entre esos estaba ella. Era una noche fría típica de la ciudad y todos íbamos abrigados, pero llegados al bar, el calor pudo más y nos íbamos deshaciendo de las bufandas, guantes y chaquetas. Esa noche Daniela estaba hermosa y varios de mis amigos y conocidos, con algunas copas en la cabeza, intentaron seducirla o cuando menos acercarse a ella. Sea como sea me gané sus afectos por sobre los demás, pero me causó una gran impresión ver cómo los hombres la querían para ellos. Esa noche -así como otras- quedaron grabadas en mí como semillas de mis deseos de cuernos con ella.
Fue pasando el tiempo hasta llegar al presente y así se cumplieron 2 años de relación. Es un buen tiempo y varios coincidirán conmigo en que dos años son más que suficientes para hacer y deshacer en una relación. Las inhibiciones, temores y secretos se iban destapando entre nosotros, haciendo más rica y divertida la relación. Pasamos de que ella ni se acercara a la polla con su boca, a pedirme constantemente semen directo en la lengua para intercambiarlo en un largo y viscoso beso. Igual su manera de vestir fue cambiando, combinando ropas más reveladores y ajustadas, dejando lucir esa figura tan femenina y de proporciones naturales que a tantos hombres excita.
No podría decir en qué momento exacto la idea de los cuernos se apoderó tajantemente de mí. Supongo que siempre estuvo ahí, si es posible decirlo. Una vida sexual desinhibida y sin tabúes siempre ha llamado mi atención, pero no tanto así a Daniela. Alguna vez le propuse hacer un trio e incluso, si eso no le gustaba, le dije que si ella quería, podía salir con otros hombres siempre y cuando yo supiera. Siempre recibí su negativa y así preferí dejarlo. No quería ir en contra de su voluntad de mantener una relación candente pero convencional.
Ante tal situación, no me quedó de otra que acudir a la imaginación y divertirme en mis ratos de soledad con las ideas más sucias que me podía hacer de mi novia. Quería verla comportarse como una puta, en el sentido más utópico de la palabra. Yo quería que ella disfrutara de otras experiencias y no todas necesariamente sexuales. Que disfrutara de las miradas pervertidas de los hombres en la calle, que algún roce ocasional en el transporte público se convirtiera en un pequeño juego de insinuaciones. Por otra parte también la veía follando de manera desaforada con su jefe en el trabajo (que por cierto al tipo no le faltan ganas y si estuviera en su poder, ya hubiera llenado a mi novia de leche), o que cuando nos pasáramos de copas no le importara bailar con nuestros amigos o desconocidos y dejar que la tocaran y disfrutaran con su cuerpo, una mano agarrando su cola, otra acariciando sus piernas y explorando debajo de la falda, o un pene duro apretando contra ella. Me excitaba pensar que todo lo excitada que ella se ponía conmigo en la cama, también lo podría hacer con otro u otros hombres.
Fue así que una noche de copas con unos amigos nos obligó a tomar un taxi para llegar a las respectivas casas. Eran un poco más de las 3 de la mañana y ya habíamos tenido suficiente alcohol. En el taxi viajamos un amigo de ella, Daniela y yo, y en ese respectivo orden nos fuimos bajando en las casas. El taxista era un hombre algo mayor, probablemente de unos 40 y algo más. Recuerdo bien que Daniela tenía puesto un hermoso vestido negro que le llegaba hasta más arriba de la rodilla y llevaba unos tacones del mismo color. Las medias de nylon eran de color piel, de tal manera que se notaba que las llevaba puestas y a su vez dejaba relucir esas largas piernas en la oscuridad de un taxi. Cuando Daniela se subió y se bajó del taxi, pude notar que le tocó abrir mucho las piernas (quizá producto del alcohol), enseñando sus muslos y pantis al conductor. Eso me excitó de sobre manera. Al dejarla en su casa yo también bajé y le agarré fuerte la cola y me despedí con un buen beso de lengua. Me aseguré de hacer esto desde un punto de vista cómodo para el conductor. Al regresar al interior del coche, no pude contenerme e inicié una conversación con el taxista a los pocos metros de comenzar a andar.
-Hombre! Qué noche más loca esta!
-¿Y eso qué pasó, mucho alcohol?- respondió el taxista
-Sí hombre, algunas copas, algunas copas. Pero más allá de eso, me trae mal esta chica que acabamos de dejar. Una pasada total.
-¿Y eso por qué?
No sé en que momento comencé a elaborar toda una situación pero así respondí a la pregunta del taxista: -Pues esta vieja es toda una putica, no se imagina la cantidad de mano que le metimos en el bar con el otro amigo que se bajó hace un rato.- Para ese momento mi corazón comenzó a latir fuerte. Una presión de pura excitación me nacía del pecho y el pene lo tenía completamente erecto.
-Mmm sí se veía muy guapa, además que me dejó ver más de lo debido cuando se subió y se bajó. Tiene buenas piernas?- dijo el taxista y supe que él me había seguido la línea.
-Pues verá -le dije al taxista-, yo llevo saliendo con ella unos tres meses y desde el principio me dijo que ella quería ser libre de salir con otros hombres y me preguntó si eso no me molestaba. Creo que con el tiempo me fui acostumbrando y hasta me empezó a gustar la idea.
-Pues cuando dan hay que aprovechar, en especial si es una chica tan guapa como ella. ¿Pero se cuidan de las enfermedades de trasmisión sexual, no?-
-Ah claro! -respondí un poco sorprendido por esa pregunta.- Ambos nos cuidamos en ese aspecto, pero si me lo permite, le confieso que me encanta saber que salgo con una mujer tan suelta, siempre en constante estado de arrechera.-
El taxista guardó por unos instantes silencio, y yo no sabía si se concentraba en manejar o pensaba en lo que hablábamos. Luego de eso me dijo: -Bueno, cuénteme: ¿qué hicieron con la chica?
-Antes de ir a tomar ella y yo fuimos a un pequeño hotel y allá la cogí y me la comí, le di duro la llené toda de semen. Verla vestida así me puso como un animal. Me corrí tres veces: la primera y en la que más leche le regué fue en la boca, me dio una mamada de muerte. La segunda vez fue en sus tetas después de un buen rato tirando. Y finalmente después de un descanso, me vine adentro de ella en la última clavada que le di antes de irnos.
Él se sonrió y me agradeció los detalles. Después de eso me pidió que continuara la historia:
-Después de eso fuimos al bar como a eso de las 10 a tomar unos tragos y allí llegaron otros amigos. Algunos se fueron y entre más tomábamos, ella se excitó de nuevo. Pude ver cómo alguno de los chicos que bailó con ella le agarraba el trasero y le susurraban cosas al oído. Después de eso nos sentamos afuera para hablar con más calma y fue allí donde el amigo venía con nosotros le metió buena mano. Yo sé que esos dos también tiran de vez en cuando, así que no me disgustó para nada el pequeño espectáculo. A decir verdad, en algún momento ella me dijo al oído: ?mañana me toca la verga y la leche de él?.
Para ese momento el taxista tenía una de sus manos sobre su bulto en el pantalón. Estaba claramente en sintonía con mi idea de la novia puta. Fue en ese momento en que se me ocurrió la mejor idea de la noche. Saqué mi celular y abrí las fotos privadas que tengo de nosotros y escogí las mejores para mostrárselas. Creo que ya no había razón para inhibirme con él. Esperé llegar a un semáforo en rojo y allí le alcancé mi celular y le dije: -Mire, aquí algunas fotos de esa putica? ¿Si pudiera tirársela cómo sería eso?-
El semáforo cambió y el taxista soltó una risa un poco nerviosa o eso me pareció, pero con mi celular en la mano y echando un que otro vistazo a las fotos. Luego me dijo: -Yo también me he encontrado con viejas fáciles como esta. ¿Cómo dijo usted que se llamaba? -Daniela le respondí. -Claro, puro nombre de puta. A desvergonzadas como esta hay que usarlas sin remordimientos. Las muy depravadas lo que quieren es pito y eso es lo que uno les debe dar. -Sinceramente no esperaba sus palabras. El pene estaba que me estallaba dentro del pantalón y comencé a sobármela también. Luego continuó el taxista: -A esta particularmente lo primero que le ordenaría sería arrodillarse y que abriera bien grande para que se trague mi verga. Le daría en esa boca hasta que sienta que va vomitar, apenas si la dejaría respirar. La tengo agarrada por el cabello, así que no puede decir que no, pero por lo que veo -miró las fotos del celular- yo sé que le gustaría. Y por como la vi vestida hoy, se ve que es como ejecutiva la zorra, así que la pondría en sus cuatro patas de puta y le rompería con mi verga esas medias que tenía puestas y clavarle esa cuquita y luego pasar al culo. Haría que se destapara las tetas para verlas rebotar con las embestidas de animal que le daría. Por su puesto al final me vendría en su boca. La abofetearía si dejase derramar una sola gota de semen.-
No lo podía creer. Pude ver con claridad todo lo que el conductor me dijo en la cabeza. Necesitaba sacar el pene y matarlo a manotazos, pero por supuesto allí dentro del taxi no podía. Como ya estábamos llegando a mi casa, le di las últimas indicaciones al conductor, así que paramos la conversación por un momento. Al llegar me regresó el celular. Me pidió mi número del celular y a su vez me dio el suyo. Me dijo que si alguna vez necesitaba un ?servicio? no dudara en llamarlo. Más que feliz, le pagué y luego me bajé, imaginando lo puta que había convertido a mi novia con un taxista y esperaba con ansias la próxima vez que necesitara un taxi después de una noche de copas.
Espero que les haya gustado el relato. Es el primero que escribo y avísenme si les gustaría leer más de este tema. ¡Gracias por su lectura!
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