Dulce, mi primera jovencita

Autor: Zombieman | 18-Sep

Primera Vez
Hola, las historias que voy a colgar en ésta página son una mezcla entre la realidad y lo que pasa por mi mente, en todos los relatos cambiaré nombres de personas, lugares, instituciones, etc., para así proteger mi integridad y la de los involucrados. Mi nombre no lo voy a decir, pero me gustaría que me conozcan como Zombieman, tengo más o menos 21 años pero a decir verdad parezco de 15 cuando no me afeito el escaso mostacho que sale de mi labio superior, no me juzguen por mis historias, simplemente disfrútenlas.

Voy a empezar en éste sitio contando una historia que me sucedió cuando mis días de perversión empezaron. Tenía alrededor de 12 años y mi apariencia era, sin pretender alardear, muy tierna, gracias a mi baja estatura, mis modales y mi apariencia lograba tener el afecto de las amigas de mi mamá en una sola mirada. Como yo me portaba bien y mi hermano era un cascarrabias, mi mamá me llevaba a todos lados: fiestas, cenas, reuniones de trabajo, etc. Un día mi mamá fue a una fiesta en la casa de campo de una de sus amigas y me llevó, como todas las que asistieron eran mujeres estaban conversando sobre ropa, chismes de oficina y peinados de moda.

-Mamá, puedo ir a dar una vuelta por el patio?-pregunté con la cara del gato de Shreck.

-No lo sé hijo, es muy grande y te puede picar un animal, mejor quédate viendo tv si?-dijo, mientras me señalaba un sillón de cuero viejo.
-Tranquila amiga, puede ir con mis sobrinos, ellos están de vacaciones y conocen todo el lugar-dijo mientras tomaba un poco de vino-José, Lupita, Armando, bajen por favor-echó un grito hacia la plata superior.

-Mande tía- dijeron al unísono los tres chicos al bajar.
-Él está aburrido y le sentaría ir a dar una vuelta-dijo mientras me señalaba-vayan a jugar con él al establo o a la piscina.
-Espera!-dijo mi madre al instante- a la piscina no, recuerda que no traemos otro cambio de ropa.

-Tranquila amiga-dijo la señora calmándola- Arriba hay ropa que le puede quedar.
-Ok hijo ve- dijo mi madre mientras sobaba mi cabeza-pero ten cuidado.
Subimos a la planta superior y me metí a un cuarto a cambiar con algo que me habían prestado. Estaba pensado en Lupita, era muy bella, incluso tenía mi edad pero era mucho más alta y ni hablar de Armando, era un año menor que yo pero aún así medía más o menos 1.60 y yo a duras penas 1.45, pero gracias a mi estatura pude usar ropa de José, el hermano menor de Lupita, que tenía 9 años.
Estaba despojándome de mi ropa y noté un suave movimiento debajo de las sábanas, el lugar era tétrico así que pensé que era algún espíritu, pero al darme la vuelta y mirar bien pude ver que era una niña quitándose las sábanas, tenía alrededor de 8 años, no era ni gordita ni flaca, estaba vestida solo con una bata, la cual se le subió dejando a plena vista su panty de princesas, me sentí tentado a tocarla, me estaba acercando a la cama y de repente un grito me interrumpe.
-Ya nos vamos, mientras te pruebas todas esas bermudas y ves cual te queda mejor nosotros vamos a la cocina a comer algo, te esperamos abajo-dijo Lupita con su voz suave pero autoritaria.
-Está bien, allá los veo-dije con voz nerviosa.
Traté de quitar esos pensamientos de mi mente y procedí a probarme las prendas de ropa, pero una voz en mi cabeza me ordenaba seguir con mi cometido. Antes que nada busqué rápidamente una bermuda que me quedase bien, luego me acerqué suavemente a la cama, me subí al colchón y me metí debajo de las sábanas ya que la niña se había cubierto de nuevo. Al estar debajo pude ver sus piernas tan torneadas y firmes, le di muchos besos, en la parte de los muslos, ella solo se movía pensando que era un sueño supongo. Cada vez me iba acercando más hasta su tesorito hasta que estaba a dos centímetros de mis labios, primero le di un beso sobre el panty y le abrí las piernas, pasaba el dedo sobre los límites del panty, desde su pubis hasta sus glúteos bien dotados. Le daba besitos en la panza mientras mis dedos cada vez se metían lentamente pero firmes por debajo de su ropa interior, subía mis besos cada vez más y más hasta llegar a sus pechitos los cuales solo eran un par de tetillas, las chupaba con cautela para no despertarla y mientras mis manos ya estaban masajeando la entrada de su vagina. Pensé que todo iba bien hasta que escuché un gemido seguido por una contracción en su abdomen. Salí de las sábanas y pude ver que ella estaba despierta y con cara asustada, pero no por lo que le hacía, sino por quedar al descubierto que ella no estaba para nada dormida.
-Emm, este, te estaba quitando un animal-dije muy nervioso.
-Está bien, ya lo encontraste?- dijo con una voz tan dulce que empalagaría.
-Si, pero prométeme que no le dirás de esto a nadie.
-Ok, seremos novios en secreto jejeje.
Eso me dejó sorprendido, pero al momento de querer hablar tocaron la puerta, era José pidiéndome que baje. Abrí la puerta y se dio cuenta que la niña estaba despierta.
-Rayos, despertaste a Dulce?-dijo mientras se lamentaba.
-Si, fue sin querer-dije aun mas nervioso por lo que ella pudiese decir.
-Si van al establo quiero ir-dijo Dulce
- Está bien, solo porque eres mi hermana-le dijo en tono regañador-Y tú la vas a cuidar porque es tu culpa-me dijo entre bromas y verdad.
Bajamos y nadie estuvo feliz con la noticia de que Dulce nos iba a acompañar, comimos algo y a fin de cuentas quedamos en que yo la cuidaría por ?meter la pata?. Fuimos a dar vueltas en el patio y poco a poco me daba cuenta por qué nadie quería cuidarla, aparte de hablar mucho, preguntar mucho y quejarse del sol, iba muy lento gracias a sus piernitas cortas. Fuimos a montar caballos, coger algunos frutos y asustar algunas gallinas, todo fue muy divertido, especialmente porque Lupita andaba con un vestido el cual dejaba ver de vez en cuando sus glúteos muy bien formados. Mientras Dulce hablaba yo asentía con la cabeza perdido en las curvas de Lupita, era muy hermosa. Al cabo de media hora llegamos a un riachuelo al cual le llamaban la piscina ya que tenía un sector donde el agua estaba quieta y un poco profunda. Como Dulce era muy pequeña no se podía bañar, así que hasta aquí terminaba el paseo para ella.
-Dulce, ya debes volver a casa, aquí te puedes ahogar-dijo Lupita mientras se quitaba el vestido y dejaba ver su traje de baño.
-Owww-dijo quejándose con los ojos llorosos-bueno, pero no quiero ir solita de regreso.
-Está bien, como la culpa es tuya tu debes ir a dejarla-dijo mientras me señalaba-pero como no sabes el camino, te va a acompañar José, llévenla de la mano.
Los tres nos pusimos en marcha de vuelta a la casa, iba muy enojado por no estar allí viendo a Lupita bañarse, en el camino proponía varias maneras de que Dulce se quedara, hasta que una de ellas acertó.
-No tienes flotadores? Yo te puedo cuidar y así te podrás divertir-le dije a Dulce.
-Si tiene, pero seguro que la cuidarás?-me preguntó José un tanto incrédulo.
-Claro, es más, ve a verlos y yo me regreso al riachuelo con Dulce y la llevo a la parte seca.
José emprendió el viaje a la casa y yo regresé los 100 metros hacia el riachuelo a pasos largos, pero Dulce iba muy lento, así que la llevé en mi espalda para así llegar más rápido. Al estar a escasos 10 metros ella me preguntó si quería ser su novio, le dije que no porque era mayor que ella pero parecía no entender ya que insistía mucho. Entonces la bajé al piso, le di un beso en la boca y le dije que ya eramos novios, íbamos a regresar al riachuelo, cuando entre los arbustos veo una sobra borrosa de Lupita y Armando abrazados. Le dije a Dulce que se quedara allí y que ya volvía y pude ver como esos primos estaban teniendo relaciones. Lupita estaba sentada sobre una roca con las piernas rodeadas sobre la espalda de Armando, me sentía tan exitado. Ellos parecían estar acostumbrados a hacerlo a menudo ya que cambiaban de posición y de ritmo con mucha percisión. Me quedé hipnotizado viendo el espectáculo hasta que Lupita bajó y comenzó a hacerle sexo oral a Armando, fue entonces cuando saqué mi pene y comencé masturbarme, Armando y yo estábamos a punto de venirnos cuando vino Dulce detrás mio y me dijo al oído que ellos solían hacer eso pero que no le podía contar a nadie, menos a José. Entonces le pregunté si ella lo había hecho antes y me dijo que no. La senté sobre mi y la comencé a besar, le tocaba sus nalgas muy gorditas y le alcé un poco la bata, la senté sobre la arena y le bajé el panty, comencé a hacerle sexo oral hasta que escuché un gemido pequeño y sus jugos hacían que ella se lubricara mucho más de lo que estaba, luego de eso me senté sobre la arena y le dije que me hiciera sexo oral, lo hacía de una manera deliciosa, luego me acosté y le dije que pusiera sus glúteos hacia mi cara en forma de 69 y mientras ella me hacia sexo oral yo le daba de nalgadas y le estimulaba su clítoris. Estábamos en pleno apogeo cuando escuchaos los gritos de José anunciando su llegada.
Me asusté mucho, al igual que la pareja que no se percató de nuestra presencia. Nos vestimos, limpiamos y arreglamos rápidamente. Cuando apareció José nos encontró jugando en la arena.
-Pensé que estaban en el riachuelo-dijo José secándose el sudor.
-Dulce quería jugar aquí mientras nos traías los flotadores.
-Listo, aquí están, han visto a los demás?
-No, nos quedamos aquí jugando.
-Entonces vamos a buscarlos.
Mi curiosidad y morbo eran muy fuertes al querer ver cómo reaccionarían al vernos llegar, al parecer se habían ido un poco más lejos para tomar ventaja de la distancia y tener tiempo para vestirse bien, caminamos totalmente callados. Al encontrarlos ellos fingían estar jugando en el riachuelo, nos invitaron a unirnos, tenía muchas ganas de ir pero tenía la tarea de cuidar a Dulce en la parte menos profunda del riachuelo así que la llevé a una parte un poco alejada donde a duras penas podía ver las provocativas curvas de Lupita. Mientras le llevaba todos los caprichos a la niña, podía ver como Lupita y su amante entre juegos se pegaban y rozaban mientras José ignoraba por completo lo que en el trasfondo sucedía. Al principio estaba un poco enojado por tener que cuidar de Dulce, pero a los pocos segundos recapacité y realicé que tenía a un nínfula a mi entera disposición, así que mientras ella se quitaba la bata para bañarse en su chaquetilla y su panty, yo disfrutaba enteramente la vista e imaginaba mil elecciones para sacar ventaja de esa situación. Al final sólo fui a ponerle los flotadores en los brazos, pero ella no quería, se notaba un poco triste.
-Tienes algo sweetheart?
-Tú quieres más a Lupita que a mi.
-Eso no es cierto, yo soy tu novio secreto recuerdas?
Luego de esas palabras ella sonrió de nuevo y nos fuimos a un lugar donde los arbustos nos tapaban, la puse encima de mí de nuevo y comencé a besarla mientras mis manos ya estaban sobre esos glúteos que tanto me gustan. Le pregunté si quería seguir con lo de hace rato y ella respondió que sí. Así que entonces la paré y comencé a darle besos en el ombligo mientras le bajaba el panty, alcé la mirada y pude ver su rostro de picardía y placer, sus ojos cafés claros se clavaban en mí y sus manos me insinuaban a seguir con nuestro juego; la acosté y le abrí las piernas para abrirme paso sobre sus labios vaginales y poder hacerle sexo oral, sus gemidos se hacían más fuertes conforme mi lengua penetraba en lugares nunca antes tocados, me encantaba ver como se movía para que mis caricias le dieran más placer. Sus contracciones se volvían cada vez más fuertes hasta que sentí que se orinaba ya que su vagina se mojó de una manera increíble. Le pregunté al oído si quería que hiciéramos lo mismo que Lupita y Armando, pero al mismo tiempo le advertí que le iba a doler un poco, ella me dio su total consentimiento y yo puse mi pene en la entrada de su vagina, primero le daba de roces ya que no entraba, mi líquido preseminal ya estaba saliendo producto de la exitación de nuestra primera vez. Comencé a penetrarla lento pero firme, su cara era de dolor combinado con placer, cada centímetro penetrado se sentía mejor que el anterior, en el proceso le daba besos apasionados y chupaba su pecho, hasta que por fin entró todo y comencé a moverme, al mirar abajo podía ver la sangre manchando la arena. La levanté y me senté sobre una roca con ella encima, un orgasmo mental pasaba por mi mente al darme cuenta lo que estaba haciendo y de plus mis manos estaban de nuevo sobre los glúteos de mi nínfula. Estaba a poco de venirme así que como última posición la puse en cuatro patas y pude ver sus glúteos muy redondos y abundantes pidiéndome más, ésta vez fue mucho más fácil penetrarla ya que su vagina estaba acostumbrada a mi pene, le daba nalgadas leves mientras mis últimos empujones nos daban un placer indescriptible, ella se vino por segunda vez y sus contracciones vaginales hicieron que me viniera a los pocos segundos, la giré y la acosté sobre mi pecho mientras nuestros fluidos se juntaban, alcé la cabeza y los chicos aún seguían jugando así que fuimos a lavarnos al riachuelo y nos vestimos de nuevo para acostarnos acurrucados sobre la arena hasta que al cabo de unos 15 minutos escuchamos que los chicos se acercaban y fuimos a su encuentro, ellos se burlaron de mi por tener que cuidar a la menor y yo simulé estar un poco enojado y así entre bromas y juegos volvimos a casa para comer algo de pastel que la abuela había hecho.
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