Cuando era docente en una escuela tuve un alumno ideal
Esta historia sucedió ya hace mucho tiempo, cuando aun me desempeñaba como docente en una escuela de preparatoria, que por obvias razones nunca haré mención. Pero como ahora ya me he retirado, y he perdido todo contacto con aquel chico, es por lo que me he animado a confesarlo.
Por esos días pasaba por mis cuarenta años, siempre he cuidado bien de mi cuerpo, pero en ese tiempo, la crisis de los cuarenta me había obligado a casarme con el ejercicio por lo que me cuidaba más de lo normal, así que gozaba de un cuerpo envidiable para mi edad. Sí, no me avergonzaré por decirlo, en ese momento de mi vida tenía un auto-estima elevado, y se notaba en mi confianza para modelar vestidos cortos, faldas y escotadas blusas por toda la escuela.
Todo iba marchando a la perfección en mi vida, pero nada es para siempre, aunque también debo aceptar que todos los cambios suceden por algo. Bueno en un momento todo me comenzó a salir mal, o así lo veía. Primero fue mi divorcio después de casi treinta años, a raíz de eso mi salud decayó y para colmo de males me cambiaron al área administrativa.
Esto último no es para nada malo, todo lo contrario, es un acenso a jefe de materia, lo que implicaba menos trabajo, y más dinero, pero mi pasión siempre ha sido la enseñanza, no existe nada mejor para mí que estar en el salón de clases, y eso de atender a los alumnos por corto tiempo y de vez en cuando no me llenaba la vida.
A consecuencia de todo eso, mi vida inicio una especie de declive emocional, poco a poco me fui apagando como una vela en extinción, fui perdiendo mi brillo de mujer, deje de hacer ejercicio me teñí el cabello de castaño oscuro, dejado de lado mi color rubio característico y mi vestuario se fue haciendo más largo y sombrío.
Aquella apariencia permaneció con migo por casi un año, había cambiado mucho desde mi divorcio, apenas sonreía por mera cordialidad, estaba encerrada en un pequeño cubículo de trabajo casi todo el día, y eso me entristecía más y más sin que pudiese notarlo ni evitarlo. Pero todo eso estaba a punto de cambiar, pues llegaría un chico que le daría a mi vida un giro de trescientos sesenta grados.
El chico
El sistema de enseñanza permite a los alumnos que han reprobado, recursar su o sus materias con un examen único cumpliendo con un conjunto de clases de accesorias antes de presentarlo. Como yo era jefa de materia, estaba encargada de elaborar y aplicar dichos exámenes, también me encargo de inscribir a los alumnos a los grupos de accesorias correspondiente.
Un día como todos, estaba en mi oscuro, frio y confinado cubículo de trabajo preparando todo para los ?recursadores? -como suelen hacerse llamar entre alumnos-, cuando entró al área de maestros un grupo de chicos de último grado haciendo sus características bromas de adolecente. No les presté importancia y continúe con mi trabajo, pero al ver al grupo esperando en la puerta de mi cubículo no me quedó más opción que detenerme y atenderlos, pues sabía que habían venido a inscribirse al curso. Fue ahí cuando lo vi por primera vez, vestía una camisa azul que se le pega fuertemente a su pecho delatando su musculatura, no sé porque noté eso pero aun no puedo olvidar esa primera imagen.
Chicos van chicos vienen, así que es muy fácil olvidar rostros y nombres, pero uno como maestra, adquiere cierta habilidad para recordar personas, y ese rostro nunca se me olvidará. Uno a uno comenzaron a pasar para iniciar el proceso, entre broma y broma me fueron dando sus datos y los comencé a capturar en el sistema, pero de inmediato se destacaron dos chicos, ya se les notaba más maduros, no tanto en su apariencia pues aun tenían cara de niños, -para mí todo ellos podían bien ser mis hijos-, más bien se les notaba su madurez en sus actitud, eran más serios y concentrados en lo que debían hacer, eran los clásicos amigos que ayudan a los otros más ingenuos, inocentes y distraídos. En seguida me entró la duda de por qué un par de adolecentes como ellos estarían recursando, pero me reserve las dudas para otra ocasión.
Los días pasaron sin mayores incidentes, convirtiéndose rápidamente en semanas, y antes de ponerse a pensar, el día de las primeras accesorias había llegado. Ya que mi materia es de Inglés, es muy común ver un grupo numeroso en los salones de ?recursadores? pero en esa ocasión solo había inscrito a poco más de diez alumnos, por lo que me decidí a aprovechar la oportunidad y dar las asesorías yo misma. Y con la confirmación de mi superior me encaminaba felizmente a un salón de clases por primera vez en casi un año.
Asesorías
Por supuesto que estaba encantada, hacía mucho tiempo que no iba al trabajo tan feliz, pero la felicidad no me duró mucho tiempo pues al llegar al salón, me di cuenta que estaba vacío. Como aun era temprano decidí esperar un poco pero con el paso del tiempo de los doce alumnos inscritos solo aparecieron tres. A pesar de la oportunidad de recuperar la materia, es muy común que los alumnos deserten antes de iniciar el curso, aun en grupos pequeños pasa esto todo el tiempo. El reglamento dicta que para hacer un grupo debe haber un mínimo de quince alumnos, pero no dice nada con respecto a los grupos de ?recursadores? por lo que queda a decisión del docente decidir si el grupo se mantiene o no. Y así se los plantee, les comente que si eran responsables continuaría el grupo, o de lo contrario se cerraría.
No era lo mismo dar clases a tres alumnos, pero por lo menos ya no estaba encerrada en mi cubículo, así que sin prisa ni esperanza alguna de que llegaran más discípulos, inicie mi clase como si fuese la primera de muchas, reglamentos, lineamientos, temario, lo clásico. Pero al terminar con todo eso mi suerte cambiaría, pues por la puerta llegarían corriendo otros cinco estudiantes, ni más ni menos que el grupo del chico apuesto de aquel día. Los reconocí al instante y no negaré que me puse muy feliz, en parte por el chico que me había llamado la atención, pero en gran parte por que con la energía de aquellos alumnos las clases tomarían otro tono más dinámico.
La primera clase daba inicio y tal como lo había predicho aquellos chicos no pararon de bromear toda la clase, fue muy agradable, sin ellos hubiese sido de lo más aburrido, sus bromas eran ya más maduras e hicieron que no pudiese soportar la risa en más de una ocasión, principalmente aquel chico que casi no hablaba pero cuando lo hacía rompía con el silencio en una risa al unísono de todo aquel presente en el salón. Ese día todo fue risas y diversión.
Las clases no eran siempre a la misma hora ni todos los días, así que aquello se convertiría en una especie de escape para mí. Era más que un pretexto para salir de lo cotidiano, era ahora la única razón de continuar con mi empleo.
Cuando la clase se daba por la mañana casi nadie llegaba, y como el chico que me interesaba no asistía nunca en ese horario, decidí cancelar ese día por completo, así quedando solo dos días a la semana. Para ese momento aquel adolecente ya destacaba en muchos aspectos para mi, era guapo, inteligente, divertido, aplicado, responsable, puntual, en fin todo lo que cualquier mujer buscaría de un hombre, o por lo menos yo. Eventualmente el ciclo fue tomando su propio rumbo, a veces unos faltaban otras veces faltaban los demás, y así.
Cambio de suerte
Un día mientras estaba en mi cubículo, mi alumno preferido entró para darme una terrible noticia, me contaba que por su trabajo ya no podría asistir a las clases. Claro que eso me entristeció mucho, pero después de pensarlo no quise que perdiera su avance pues faltaban pocas clases para terminar con su curso. Se lo comenté, pero me decía que le habían modificado su horario y ya no podría llegar a la hora. Sin dudarlo le pregunté cuando podría, el lo pensó un poco solo para que respondiera tristemente que solo por la noche pues la última clase era la única que podía perder ya que irónicamente era de inglés y gracias a mis clases, -según él- era en la que iba mejor y quizá podría faltar un par de veces. De inmediato le dije que platicaría con su profesor ya que al ser la jefa de todos los maestros de esa materia tenía cierta jurisprudencia sobre ellos. Le dije que me visitara un unos días para ver como se resolvería.
Y en efecto, como su maestro era gran amigo mío, le comenté sobre el problema, y en parte por nuestra amistad y porque soy su jefa, acepto que el chico faltara una hora de las dos de clase. Felizmente le comente al chico sobre lo hecho y así nos repartimos al pobre entre dos materias al mismo tiempo.
Todo en mi vida se iba acomodando nuevamente, ya no solo daba clases de asesorías, sino que también me dieron un par de grupos porque una de mis compañeras estaba a punto de tener a su hijo, y lo mejor es que era en el horario de la tarde por lo que tendría esa clase justo antes de que mí ?alumno ideal? ?por llamarlo de alguna forma- tuviera sus asesorías.
El primer día llegaba y yo estaba de lo más ansiosa, mi clase terminaba y como él no llegaría sino después de la primera hora, yo tenía tiempo para preparar otras cosas y el material que estudiaremos ese día. Poco rato después llegaba el muchacho, con su alegría al máximo, y esa energía que le rodaba y que siempre me ponía alegre. El chico se sentó en la silla más cercana a mí y apenas comenzamos a hablar me pidió un favor, me preguntó si podríamos hacer todos los diálogos en inglés, para que se fuese aprendiendo el idioma ya que su maestro así los obligaba a cursar la clase, y ya que estaríamos solos le daría más confianza, solo me pidió que le corrigiera en cualquier error pues no quería que por cordialidad le dejase pasar alguno.
Así comenzamos a platicar en mi segundo idioma, al inicio le costó mucho trabajo hilar la palabras, pero poco a poco se desenvolvía mejor. Ese día yo llevaba una blusa transparente negra, debajo de un saco del mismo color, como ya era de noche, al ser la última clase, hacía mucho frio, así que estaba bien tapada, pero al final de la clase sucedió algo extraño.
Ese primer día solos la pasamos increíble, nos burlamos de su poca facilidad para el idioma, conversamos de otras cosas fuera de la esculla, su trabajo, el mío, en fin, yo estaba fascinada con el chico. Al final le hice hacer un cuestionario de lo que habíamos aprendido ese día, sin perder tiempo lo completó y me lo entregó. No me sorprendió que aquello estuviese perfecto, le califique con una carita sonriente, pues me pareció ilógico ponerle un número ya que no tendría valor alguno.
Ahí terminaba nuestra clase, pero aquel chico es todo un caballero, y al ver que guardaba mis documentos y computadora portátil, no dudo en ofrecerme su ayuda, y sin que aceptara del todo ya me estaba auxiliando a cargarlo. Aquello terminó de encantarme de ese sujeto, pero no conforme con eso, continuo hablando con migo en inglés, aun después de la clase, y eso tuvo un efecto en mí, que me atrajo a él irremediablemente.
Exhibicionismo
En el recorrido del salón a mi cubículo, se fue dando una pequeña conversación un tanto austera, me platicaba que se había divertido mucho ese día, que era una excelente maestra entre otros halagos que a mucho esfuerzo me hacía entre palabras. Mi ego estaba por los cielos, y mi autoestima poco a poco retomaba su rumbo a lo más alto a media que mi alumno me coqueteaba sutilmente en camino a sala de maestros. Al llegar comencé a acomodar mis documentos en el escritorio, por lo que debí agacharme para abrirlo y cerrarlo. Cuando regrese a mi postura normal, pude ver que la expresión de mi estudiante había cambiado, me miraba de forma distinta y estaba bastante sonrojado. No le presté atención y me despedí de él, pero fue en ese instante cuando noté que su actitud cambiaba por completo. Normalmente se despedía de mí, con palabras y un ademan de mano, pero ese día cambio todo, pues se me acerco, me tomo por la cintura y me beso en la mejilla. Nada obsceno, fue muy natural, pero la firmeza y la seguridad con la que lo había hecho me dejo impactada.
Nos despedimos y cada quien tomo su camino, el hacia la puerta y yo en tanto, al baño. Nunca me ha gustado entrar al baño de maestros, así que siempre entro al de alumnas. Ahí frente al espejo lo supe todo; debido al movimiento natural para acomodar mis documentos el saco que llevaba puesto, se me había desabotonado, solo un poco, pero lo suficiente para dejar mi blusa transparente debajo, y como el bra que llevaba aquel día era muy pequeño parecía que no traía nada debajo. Seguramente todo eso lo había excitado un poco.
Ya estaba acostumbrada a esas miradas, pero aquella ocasión fue diferente por diversos factores; pues ya hacía mucho que no me vestía así, y la mirada del chico era muy diferente, no solo era lujuria pura, sino otra especie de interés, además desde mi divorcio ningún hombre me había tocado, y al sentir a mi alumno ideal tomarme por la cintura, me estremeció en muchos aspectos.
Frente al espejo me observe por un largo rato, pese a que había dejado el ejercicio aun conservaba una buena figura. A sabiendas que estaba completamente sola en la escuela, a excepción de mis superiores que estaban en sus respectivas oficinas, y de los empleados de limpieza que poco antes los había escuchado en el último piso, me atreví a quitarme el saco, y me mire, me toque mis pechos acomodándolos a manera de hacerlos más grandes para levantarlos y ver su firmeza al dejarlos caer. Sin más me puse mi saco, pero al comenzar a abotonarlo y ver la blusa blanca transparente debajo, me pregunté cómo sería si en verdad no hubiese tenido nada debajo. La idea me lleno de ansiedad, jugaba con mi sostén haciéndolo a un lado para ver mis pezones cafés claros, y entonces no soporte más la ansiedad, pensaba que alguien me estaría observando al estar en el baño de las alumnas, así que salí para asomarme pero solo pude ver la escuela completamente sola. El único ruido era el de los encargados de limpieza al mover las bancas haciéndolas resonar fuertemente en el eco del completo silencio, y así indicándome que nadie entraría la baño por un tiempo, no obstante al regresar al baño cerré fuertemente la puerta que por seguridad no tiene botón para asegurarla.
Confiada en que nadie me vería o que al menos tendría tiempo de avisar que estaba ocupado si alguien quería entrar, me quité la camisa y la acomode junto al saco, me saqué el sujetador, aun temblando de miedo a que alguien entrará, lo doble rápidamente y lo metí en mi bolso de mano, sin perder la prisa, con los nervios de punta y la adrenalina al máximo me puse la blusa de nueva cuenta. Entonces ahí me relaje un poco, no estaba tan mal, juegue otro poco con mis pechos, ya no tenía la firmeza de antes pero todo aquello aun seguía en su lugar, me imaginaba como me vería mi alumno con ese atuendo, seguramente lo pondría como loco, al igual que todo el colegio, pero los demás no me importaban, era solo él. Enseguida me puse el saco sin abrocharlo y salí de lo más natural del baño de chicas a mi auto y me fui a casa pensando en todo lo que había pasado ese día, apenas podía creer lo que había hecho.
Miles de pensamientos rondaban por mi mente, y al siguiente día lo primero en que pensé fue qué me pondría ese día. Después de analizarlo por un largo rato me decidí por desenterrar mis faldas y mis blusas escotadas, elegí una combinación y me la lleve a la escuela. Me sentía como nueva, diferente, más llena de vida, como la que era antes, aun mejor, más deseada más amada. Así pasaron los días hasta la semana siguiente en que debía dar clase de asesoría a mi alumno ideal. Ese día me puse unas medias modeladoras, son como unos leggin?s pero tienen un ochenta por ciento de transparencia, no tanto como unas pantimedias comunes, pero si se puede mirar debajo, arriba vestía una minifalda ajustada y una blusa bastante escotada, pero encima una chaqueta negra de cuero que me dejé cerrada todo el día.
De nuevo mujer
Para ese día ya era una mujer diferente, me había colorado el cabello regresando a mi color rubio con el que todos me conocían, había retomado mi rutina saludable de ejercicio y alimento. Todo el día estuve muy ansiosa, no podía esperar que llegara aquella noche. Apenas terminaba mi última clase me dirigí al baño para ponerme presentable y atractiva para mi chico. Me acomode el cabello casi hasta llegar al punto de la perfección, me desabroche la chaqueta y regrese con normalidad a mi salón, aunque por dentro estaba llena de nervios. Ya en el aula, la ansiedad me consumía aun faltaba media hora para que llegara y yo no tenía nada que hacer, me puse a repasar el material de estudio de ese día, pero nada podía distraer mi mente de mi principal objetivo.
Todo el día había estado en constante ataque de las miradas de los estudiantes, como era costumbre al vestir de esa manera, recordaba el sentir la mirada de todos mis alumnos clavada en mi trasero al darme la vuelta para escribir en la pizarra. Aquello me dio una idea, y quise probar la misma estrategia con mi colegial preferido. Idee una forma para obligarme a escribir en la pizarra y espere, pero el tiempo no parecía andar a la velocidad de siempre, y mi mente no me daba tregua.
Pensaba en las sensaciones de aquel día cuando me atreví a desvestirme en el baño de la escuela, y la excitación que me había provocado. Todo eso me comenzaba a poner muy caliente, y poco a poco el frio de la noche en esa aula comenzaba a desaparecer, la chaqueta ya me estaba estorbando y la desesperación era insoportable. Sin poderlo resistir más, me puse de pie y me acerqué a una de las ventanas para mirarme. Aquellos ventanales son de esos en los que no se puede ver hacia adentro pero si de dentro afuera en el día, y lo contrario de noche, por lo que a esa hora me funcionaba perfecto de espejo. A sabiendas que los que estuviesen fuera podrían verme me quite la chaqueta de cuero y me acomode la blusa escotada con relativa confianza, pues el salón se encontraba en el último piso y al otro lado había un parque cuyos árboles me ocultaban a la perfección. Con esa confianza me acomode mis pechos dentro de mi ajustado sujetador con la tranquilidad como si estuviese sola en mi propia habitación.
Aquel atrevimiento me estaba despertando las mismas sensaciones de la semana pasada, mi calor corporal se disparaba, y el demonio dentro de mí no me dejaba en paz. Me miré la pequeña falda que me había atrevido a usar ese día, y recordé porque lo había hecho, y es que al llevar aquellas licras semitransparentes no me importaba que las miradas de los estudiantes se desviaran a mis piernas pues me sentía segura al saber que no mostraría de más, pero ahora, el que me vería sería mi alumno ideal y con él no me molestaría mostrar más piel.
No sé porque fue él, quizá mi mente inconscientemente lo había elegido al tener tanto parecido con mi ex esposo, y por tener muchos otros meritos que me atraían de un hombre, pero sentía que debía enamorarlo, atraerlo a mí, como si de esa manera compensara mi divorcio, pues aun me sentía culpable y responsable de mi rompimiento. Por esa razón y la tremenda calentura que me había puesto la fantasía de exhibirme a aquel muchacho, me decidí a disfrutar de la misma y vivirla al máximo, gozarla. Así que me decidí y me saqué la pequeña falda, deslicé la cremallera y la desabotoné sin dejar de ver la puerta rogando a los cielos porque nadie entrara en ese momento. Rápidamente la doble y la guarde en mi bolso.
En eso estaba cuando mi alumno ideal entraba por la puerta, con la energía que le caracteriza, siempre sonriente y alegre. Sin preámbulos se me acercó y me saludo nuevamente de beso en la mejilla, sin darme opción alguna, lo hiso con tal seguridad que jamás habría podido negarme. Enseguida tomó asiento arrimando una banca a mi escritorio y permaneció esperando pacientemente mientras terminaba de preparar la clase, ajeno a lo que pasaba conmigo, las sensaciones que me rodeaban y la tremenda calentura que me tenía al máximo.
Al inicio comenzamos hablando de la clase, le mostré el último tema del curso y en cuanto lo entendió me puse de pie para ponerle un par de ejercicios en el pizarrón. Nunca olvidé el hecho de que debajo de esas licras solo llevaba un pequeño tanga que dejaría ver mis nalgas tras la semitransparente prenda, estaba muy nerviosa, sabía que en cuanto le diera la espalda me clavaría la mirada en mi trasero, pero tome aire y me puse de pie intentando parecer lo más normal. Al estar escribiendo me tentaba a mirarle por sobre mis hombros, pero no quise parecer tan obvia y me resistí a verlo hasta que retome camino a mi escritorio. Fue ahí cuando lo mire, parecía estar sobre-ventilado, comenzaba a sonrojarse, pero lo disimulaba muy bien al desviar la mirada para escribir lo que había puesto.
Después solo esperé, matando el tiempo organizando mis apuntes y otros asuntos. Al terminar se me acercó para conocer su calificación que sin sorpresa era perfecta, mientras le calificaba no pude dejar de notar que su mirada se desviva a mi escote, sabía que aquella vista le debía de estar gustando y en lo personal a mí también me gustaba que me viera, por lo que me tome mi tiempo para calificarle.
Más que un alumno
Más tarde continuamos con el repaso, pero al estar tan avanzados pronto el material de estudio se me acabó, y la plática tomaba otro camino; le pregunté sobre sus otras materias, y por qué había reprobado la que ahora recursaba, a lo que me comentaba que por cuestiones de trabajo simplemente no había podido llegar a las primeras clases y por desgracia aquella materia era una de ellas. Sabía que algunos maestros son un poco ?estrictos? por no llamarlos de otra manera, con respecto de la asistencia, así que lo comprendí a la perfección. Más tarde la conversación subió de tono y me atreví a preguntarle sobre su vida amorosa, a lo que me confesaba su soltería antes de retornarme la misma pregunta. Yo al ver su sinceridad y confianza no me quedó otra opción que platicarle mi situación.
De esta forma terminaba el día y ya nos encaminábamos fuera del edificio. El me acompañaba ayudándome con mis archivos, en tanto yo cargaba con mi computadora personal. En el camino mientras concluíamos la charla en nuestro segundo idioma, el chico se me aproximo con la excusa de estar cursando el estrecho pasillo para rozarme su mano con la mía, y al ver que no le ponía resistencia alguna, al final de aquel pasillo se animó y me tomó de la mano como si de viejos novios nos tratáramos. Yo estaba encantada, al ver la seguridad y ternura con la que había hecho tal acción me deje caer en su encanto, aceptando y tomándole la mano durante el trayecto del último piso hasta la planta baja. Ahí me desaparte de él y le solté la mano, pues aunque sabía que la escuela ya estaría sola, no quise arriesgarnos a ambos.
Lamentablemente todo estaba a punto de terminar, y con el siguiente día de asesoría cumpliría con los requisitos para presentar el examen y quizá jamás le volvería a ver. Por eso estaba decidida a que ese último día fuese especial, solo quería quedarme con una buena impresión, y una linda fantasía.
Aquel día amanecía un cielo muy nublado, parecía que en cualquier momento comenzaría a llover, pintaba para ser un día triste de lluvia. Aun así me puse un vestido color morado muy entallado, y bastante corto, unas medías negras para el frío y unas botas largas de tacón alto, complementando el atuendo con una gabardina negra que planeaba no abrir en todo el día para evitar miradas insidiosas. Y así lo hice, el día terminaba y para cuando estaba por concluir mi última clase ya comenzaba a llover, por lo que decidí dar fin a la clase más temprano para que mis estudiantes no se mojaran. Apenas concluí pasaron unos minutos y comenzó a caer un diluvio tremendo, yo solo esperaba que mis alumnos hubiesen alcanzado a tomar el bus.
Todo el día había estado muy ansiosa, y al verme sola en el salón escuchando la lluvia cayendo fuertemente me di cuenta que aun faltaba mucho para que llegará mi alumno ideal. Inevitablemente la ansiedad se fue convirtiendo en excitación con el pasar del tiempo, un tiempo que parecía andar cada vez más lento. Debido a la lluvia habíamos cerrado todas las ventanas y la puerta, así que con el frío del exterior combinado con el calor de los alumnos que se había encerrado, se daba el efecto de las ventanas empañadas, lo cual aumentaba aun más la sensación de privacidad.
Con esa confianza me quité la gabardina y la puse sobre el respaldo de la silla, no sentía frio alguno, sino todo lo contrario. Comencé a organizar mis apuntes y preparar la clase de mi alumno ideal, pero a decir verdad ya no tenía nada que hacer, así que encendí mi computadora personal y entre a mi perfil de red social. Mientras navegaba viendo los mensajes recibidos por mis amigos compañeros y alumnos, no tardé en preguntarme si estaría aquel chico, sin perder tiempo lo busque por su nombre y ya que tenia a sus amigos en mi lista, no tardó en aparecer su perfil en las sugerencias de búsqueda. Sin enviar la solicitud aún, entre en su perfil, y me infiltre en sus fotos, algo que lamentaría más tarde. Primero aparecía junto con sus amigos, más tarde encontré unas con su equipo de futbol, pero al retrasar más la línea de tiempo encontré fotos de su ex novia. Sinceramente era una chica hermosa, también de cabello rubio y un cuerpo envidiable, había fotos de ambos besándose y paseando en diferentes lugares. Me preguntaba muchas cosas, pero en ese momento íntimo solo pensaba si en verdad estaba interesado en mí, pues al haber pasado por un noviazgo con una chica tan atractiva, seguramente no tendría ojos para una mujer de mayor edad como yo. Pero después recordé su mirada, sus atenciones, y aquel día en el que me tomo la mano, y todos mis pensamientos se confundieron aun más.
Mientras fisgoneaba en sus fotos, miraba como besaba a aquella chica, y no pude evitar imaginarme cómo sería besarlo, desde que me divorcie no había tenido ningún contacto cariñoso con ningún hombre, ni siquiera con migo misma. Así que mientras fantaseaba imaginándome en el papel de esa bella chica, comencé a masajearme mis grandes senos, y como no tenía sujetador debajo del vestido, de inmediato pude sentir como mis pezones se me ponían duros seguido de un escalofrió a todo mi cuerpo que agradecía tal caricia. De inmediato me puse al cien, miré el reloj de mi ordenador y al ver que aun faltaba un poco, me desinhibí por completo. Imaginarme que aun era atractiva para aquel chico con tan buenos gustos, me regresaba el autoestima a lo más alto, mi sentido de mujer regresaba a la cordura, y mientras me figuraba como la mujer más bella de la escuela aun por encima de la alumnas, mi mano baja lentamente de mis pechos a mi entrepierna, pero mi entallado vestido no me permitía llegar más lejos de lo que quería, así que me puse de pie y me lo subí por encima de la cadera, me senté nuevamente y continúe con lo que estaba haciendo. Apenas me toque mi sexo por encima de las medias y de inmediato sentí como se inflamaba y humedecía, continué tocando por la ingle y lentamente bajé hasta mis piernas, dándole masaje para relajarlas de haberme soportado todo el día sobre los tremendos tacones de que me había puesto.
Regresé mi mano a mi ardiente coño y continúe tocándome, pero aun deseaba más, así que me baje las medias que se atoraron en las largas botas, sin dejarme abrir las piernas como quisiera. Con el miedo de que se fuesen a romper me quité las botas deslizando la cremallera de cada una. Después las acomode debajo de mi escritorio y me quite las medias del todo para retomar camino y masturbándome sobre mis bragas. La sensación era increíble, escuchar la lluvia cayendo fuera, sentir mi calor interno combinada con la helada brisa que soplaba sobre mis pies y piernas ahora desnudas, me estaba llevando al éxtasis total. Así que me bajé los tirantes de mí vestido, deslizándolos por mis hombros, y dejando que se me cayera para dejar al aire libre mis senos, que se ponían duros como nunca al sentir el frio del exterior. Sin dejarlos así, comencé a tocarlos, y jugar con mis pezones, levantándolos como botones de seguridad de la puerta de algún automóvil.
Ya sin pensar en el tiempo ni espacio, me puse de pie y me quité las bragas acomodándolas junto a mis pantimedias dentro de mi bolso. Estaba dispuesta a seguir tocándome, pero en ese momento escuche un sonido fuera, y sin poder reaccionar rápidamente, solo logre subirme el vestido para meter mis pechos y me senté rápidamente disimulando lo que estaba haciendo. Enseguida entraba mi alumno ideal secándose los zapatos para no resbalar, y entró sin sospechar nada. Por mi parte, apagaba mi ordenador para que no se diera cuenta de lo que hacía, mientras él tomaba una silla y la aproximaba a mi escritorio. Yo estaba más nerviosa de lo normal, pese al frio, estaba ya comenzando a sudar, y el sentir el aire pegando alrededor de mis aun desnudos pies, me estaba excitando de sobremanera.
Intentando no pensar el lo que estaba haciendo y sucediendo en mi cuerpo, comencé la clase. Platicamos de lo visto a lo largo del curso a manera de repaso, le preguntaba sus dudas e intentaba respondérselas, pero en una de ellas, al mostrarme su libreta de apuntes, arrimó su banca hasta ponerla justo a un lado de mí. Él lo había hecho con gran normalidad, pero a mí me estaba poniendo muy ansiosa, sabía que así me vería con las piernas desnudas y no sabría que decirle. Y en efecto, mientras le resolvía su inquietud, me miró las piernas y no tardo en preguntarme por ello. Por poner una excusa, ingenuamente le dije que los tacones me habían estado molestando y ya no los aguantaba, el sonrió y sin titubeos me tomó un pie por la pantorrilla y lo subió hasta sus muslos.
Yo no lo podía creer, pero no pude hacer nada, lo había hecho con su característica seguridad que me dejaba congelada, y estaba tan caliente que no le puse ningún impedimento, así que solo me acomode para no resbalar de mi propia silla indicándole que era libre de hacer lo que quisiese. Sin más me comenzó a masajear los pies mientras me decía que seguramente los debería tener adoloridos por el calzado que estaba utilizando. Estaba perdida en sus manos, lo escuchaba entre ecos, cuando sentía sus manos subiendo lentamente de la pinta de mis dedos hasta mis piernas. Al sentir sus cálidas y tersas manos tocándome, mis sensaciones se dispararon al cielo y me deje llevar por sus carisias, entonces, me tomo el otro pie, y continuo repitiendo lo que había hecho con el primero.
El silencio era absoluto, nadie hacia un solo ruido, solo se escuchaba la lluvia golpeando fuertemente las ventanas. Lentamente sus manos tomaban más confianza, estaba completamente excitada, su masaje me había relajado completamente las piernas y mi vagina se me había humedecido al sentir las estimulantes caricias de mi alumno ideal, mientras sus manos llegaban cada vez más lejos. Intentaba abrir más mis piernas, pues quería que llegara hasta el final de ellas, pero de nuevo mi entallado vestido no me lo permitía, solo me quedaba esperar a que sus propis manos lo fuesen subiendo lentamente. Estaba encantada, no podía dejar de mirar a mi mejor estudiante dándome el mejor masaje de pies que jamás hubiese recibido. Pero en el mejor momento se escucha a alguien acercarse arrastrando algo, seguramente debía ser el encargado de la limpieza que se acercaba para hacer su trabajo. En ese momento nos exaltamos y nos separamos, el se alejó diciendo que se había hecho tarde sin saberlo, al tiempo que yo me ponía las botas nuevamente.
El conserje entró con normalidad saludando cordialmente, nosotros nos disculpamos por habernos excedido de tiempo y nos marchamos. Mi alumno preferido cargaba con mis cosas, mientras yo apenas podía controlar mis emociones de camino a sala de maestros. En el camino, él platicaba sobre la nostalgia no volver a vernos, intentando en parte de romper con la tención de lo sucedido. Yo le platicaba sobre la fecha de su examen y sobre cuando se darían a conocer los resultados, pero él me decía que lo que le preocupaba y lamentaba es que no nos veríamos a ver.
Ya con los sentimientos a flor de piel, me atreví a confesarle que también me sentía triste por eso, pero que podía visitarme cuando quisiera en mi oficina. El solo apenaba por no poder tener tiempo para poder hacerlo, así que me dijo que quizá podríamos platicar por medio de chat, así que intercambiamos cuentas de redes sociales y nos despedimos. Felizmente me decía que en cuanto tuviese tiempo libre me escribiría, yo le sonreí coqueteándole un poco respondiendo que estaría al pendiente de sus mensaje, después se me acerco para despedirse, me tomo por la cintura y yo no lo resistí más, estaba muy sensible por todo lo sucedido, así que sin quedarme quieta como acostumbraba hacer, di un paso para acercarme a él y que así me pudiese abrasar mejo, él se acerco y me beso justo a un lado de mis labios. Aquello fue maravilloso, sentir sus labios rozando sutilmente los míos había sido muy tierno, recode mis tiempos de noviazgo y eso me enamoró.
El día más caliente de mi vida
Desde ese día todo cambio, no solo volví a ser la misma mujer de antes, sino que ahora era mejor, me sentía más deseada que antes, sentir que aun era atractiva para los jóvenes y que aquel chico tan encantador tenía tales atenciones conmigo, me llenaba de alegría y autosatisfacción.
Nunca pude olvidar ese día, las carisias de mi alumno, sus manos tocándome y la sensación de relajación y excitación del momento. Desde entonces me había puesto muy cliente, y sin nadie con quien desquitarme no me quedaba otra que hacerlo con migo misma.
Una tarde estaba en mi cubículo, terminaba mi trabajo que debía entregar ese mismo día. Cuando concluía llame a mi superior a su oficina para saber si me podría recibir ya que se encontraba en otro edificio, enseguida me contestaba su secretaría diciéndome que me atendería en unos minutos pues estaba ocupado. Sabiendo que esos cinco minutos se convertirían en horas, encendí mi computador personal y comencé a indagan en mis redes social, respondía algunas publicaciones, regresaba saludos en fin, todo normal. En eso estaba cuando emergía un chat. -Hello- decía aquel mensaje, era de mi alumno ideal quien aparentemente escribía desde clase, de inmediato le respondí reprendiéndole por ello, pero a raíz de ese mensaje terminamos chateando entre ambos.
Como ya sabía un poco más de inglés y el auto-corrector de su móvil le ayudaba con las palabras difíciles, comenzamos a escribirnos en este idioma. A mí me gustaba mucho que me platicara en mi segundo idioma, con el pretexto de no tener el lenguaje tan extenso, las palabras que me decía eran muy bellas y mucho más atrevidas, quizá si las dijese en español se escucharía demasiado forzado, pero la inocencia y carisma con que las escribía y decía, me hacía sentir de maravillas.
Aquella conversación se extendió largo tiempo, era muy cortada pues seguramente tenía cuidado de que el maestro en curso no le pillará con el móvil en mano o se lo quitarían, pero entre mensaje y mensaje, las palabras que escribía eran hermosas, con la seguridad del chat, me estaba coqueteando descaradamente y sin medida, y eso me encetaba, me decía que se moría de ganas por tener otra clase de noche después de todas, insinuando que quería estar con migo en las clases de asesoría, o que pensaba en reprobar el resto de sus clases de inglés para tener más clases con migo, entre otras cosas.
Eventualmente la hora pasaba y yo debía presentar mi informe con mi superior, así que le envié un último mensaje diciéndole que era todo por ese día pues estaba ocupada. Sin más apague mi ordenador y salí de mi cubículo hacia el otro edificio para enrejar mi trabajo. Mi jefe aún seguía ocupado, así que decidí esperarle fuera de su oficina. Ahí me senté en una cómoda sala de espera y repasé mis apuntes para saber mejor lo que le diría. En eso estaba cundo me puse a pensar en mi perfecto colegial, recordaba lo que me escribía y me reía sola, en parte por su ingenuidad e inocencia, pero en parte por nervios al no saber que pensar o sentir al respecto, pues entre juego y juego ya comenzaba a enamorarme de él.
Le entregué mi informe a mi jefe, regrese a mi cubículo y ahí me di cuenta de algo; estaría sola y aburrida durante el resto de la tarde pues no tenía más que hacer. Abrí nuevamente mi computadora y desplegué el chat de mi estudiante predilecto, pero ya no estaba disponible, aun así indagué en el historial de conversación y me puse a leer la conversación. Retomaba todas aquellas sensaciones que me hacía sentir, su tono sutil de escribirme las cosas con tan cariñosas palabras. ?Beautiful, lady, honey- entre otras palabras que me levaban el ego hasta la estratosfera. Leyendo aquellas palabras, una oleada de hormonas invadía mi cuerpo, recordaba las atenciones que había tenido con migo y entonces tuve la necesidad de tocarme. Me desabroché el chaleco que tenía y con alevosía me rozaba mis pechos tan calientes como el resto de mi cuerpo. Más tarde continué navegando en el perfil de mi estudiante y no tarde en encontrar fotos suyas, me atreví ir más allá sin pudor alguno y encontré fotos en el gimnasio presumiendo su trabajado cuerpo, y entonces las sensaciones me consumían, intentaba relajarme masajeándome las piernas sobre mis pantimedias, pero lejos de tranquilizarme me recordaban sus propias manos cuando casi llegábamos a hacerlo antes de ser interrumpidos. Y al recodar aquello no puede resistir más, me puse de pie y cerré mi puerta, regrese a mi escritorio y me quité las pantimedias. Me acomode en mi silla abriendo mis piernas tanto como los apoyabrazos me lo permitían e imaginando como hubiese sido si nadie nos hubiese interrumpido aquella noche comencé a tacarme alrededor del tanga que tenía, presionaba fuertemente imaginándome que era su pene queriendo entrar, después me lo quite dando paso libre a mis dedos para que simular el roll de su miembro mientras fantaseaba con la idea de que me estaba cogiendo mi alumno ideal.
Miraba capturas de él, en la pantalla de mi ordenador jugando futbol, y presumiendo sus abdominales al festejar, mientras metía fuertemente mis dedos tan adentro de mi vagina como podía, y entonces terminé de esa forma con un espectacular orgasmo que ahogaba para no gritar sabiendo que a mi alrededor había maestros en sus respectivos cubículos.
Ya regresando en mí misma, me acomode la falda y regrese los botones de mi chaleco a su lugar y continúe navegando en internet buscando otras cosas. No conforme con mi exhibicionismo al masturbarme en mi cubículo con maestras a mí alrededor, ese mismo día me atreví con otra cosa. Por la tarde llegó un compañero de la misma materia a tratar asuntos sobre sus días de descanso, mientras hablábamos noté como su mirada se desviaba a mi escote, yo sabía perfectamente lo que intentaba mirar, pero lo disimulaba como otras cientos de veces. Pero ese día me sitia diferente la masturbación que me había hecho minutos antes me había puesto más sensible de lo normal y aun con la adrenalina a tope me sentía como la mujer más hermosa del mundo, me sentía sexy y deseada. Entonces quise jugar con él un poco más, imaginando que era mi alumno ideal, solo quería jugar con mi compañero, no quería insinuarle nada tan solo fantasear pensando que pasaría si fuese aquel chico que ya no sería más, mi alumno.
Después de organizar los horarios para que pudiese pedir días libres, le dije a mi compañero que fuese con mi supervisor para que le firmara la hoja con sus derechos de vacaciones. Me agradeció y se fue para cumplir mis órdenes, pero al despedirse me di cuenta que una vez más su mirada se caía de mis ojos para meterse tan adentro como mi chaleco cerrado le permitía antes de salir. Entonces el diablo entro en mi mente, sabía que debía regresar a terminar el tramite con migo y entregarme una copia del proceso, y quise aprovechar la oportunidad para pillarlo. Así que me quité el chaleco quedándome en la blusa de vestir blanca que tenía debajo, pero mi calentura me aventuro a ir más allá, así que me la desabotone un poco para dejar más piel al descubierto, sabía que su mirada se clavaría en mi escote, pero aun así no me era suficiente, quería ponerlo de rodillas, y al mismo tiempo regresarlo a la realidad hacerle saber todo lo que tenía y que jamás sería suyo, lo tomaba como una especie de venganza hacia mi esposo, desquitándome con el pobre hombre, cuyo único pecado era estar tan caliente como yo.
Sin pensarlo mucho y temiendo que alguien más entrara en ese momento, me quite la blusa para desabrochar mi sostén y meterlo en mí bolso, después me puse la blusa nuevamente y la abotone solo hasta un botón por encima de mis senos, y esperé. Como bien sabía mi compañero regresaba para entregarme una copia de su orden, yo actué con normalidad pero por dentro estaba muy caliente y casi temblando, en parte por el frio de haberme quitado la parte de arriba pero en gran medida por la excitación de mí juego. El hombre entraba por la puerta de mi cubículo y yo solo intentaba actuar con normalidad pero no me pude resistir a mirar su reacción, y al levantar la mirada la expresión de mi compañero era justo lo que imaginaba, sin disimulo alguno sus ojos se pegaron a mis senos como de caricatura, fue muy cómico, o ahora me lo parece al recordarlo, pero en ese momento me pareció de lo más excitante, aun continuaba con mi fantasía imaginándome cómo sería la misma reacción de mi alumno ideal. Entonces me fui al cielo y presioné al máximo me puse de pie simulé acomodar algo en mi estante, después puse las hojas que debería firmar sobre el escritorio y me incline para firmarlo aun de pie, a sabiendas que al hacerlo la blusa con pocos botones afianzados a mi blusa dejarían que esta se deslizara debelando mis senos que colgarían por la precaria posición.
Imaginándome la cara de mi compañero al ver tal espectáculo no pude simular una sonrisa coqueta que intentaba retener una carcajada maléfica que se me deslizaba de los labios. Después de firmar y exhibirme, me reincorpore y le entregue la hoja a mi compañero, al hacerlo pude notar dos cosas, primero fue su gran erección al ir levantando la vista, y más tarde fue su enrojada cara como tomate cuando le entregaba el documento. Aun siento pena por él, intentó hacerme más platica para quedarse y admirarme los senos por más tiempo, pero yo no quería absolutamente nada con él, regresé a mi escritorio fingiendo tener cosas que hacer y le cortaba toda intención de permanecer ahí, sin dejarle otra opción más que retirarse.
Aquello no solo fue lo más atrevido que haya hecho, sino que también fue muy divertido, ese día algunos estudiantes más fueron a visitarme para saludarme, pero después de mi exhibición a mi compañero ya me había puesto mi saco, dejando el chaleco en mi bolso que ahora llevaba más ropa que yo misma; -el tanga, las pantimedias, mi sujetador y ahora mi chaleco-. Sabía que aquellos adolecentes me intentarían ver por entre el saco que no había abrochado, seguramente al darme vuelta y con u poco de suerte se podría ver dentro mi par de senos desnudos tras la blusa trasparente. Pero eso, lejos de calentarme me puso nerviosa, no quise darles tantas libertades a esos chicos y crear malos momentos a futuro, así que decidí abotonarlo para no dejar escapar ninguna.
Mi hombre ideal
Aquella vez fue la única en el que me atrevía a exhibirme de esa manera, o por lo menos a alguien diferente a mi estudiante perfecto. Sí, a aquel adolecente que me visitaría y que me terminaría por dar la mejor despedida de fin de año.
Bueno ese día aun no sabía que tendría esa alegre visita, pero era como si algo en mí lo presintiera. Toda la semana los cubículos habían estado llenos de alumnos buscando conocer y firmar su calificación de los últimos exámenes del ciclo escolar, así que sabía que vería nuevamente a ese chico que me traía como loca. Pero como todo, nada sucede como uno quisiese, y esa semana se terminaba sin que recibiera la visita que tanto esperaba. El lunes siguiente espere, y nada, así pasaron los días hasta aquel viernes inolvidable.
Era el último día de clases, ya nadie asistía a la escuela, todo era trámites finales, y yo tenía un poco más trabajo de lo acostumbrado. La navidad ya estaba a la vuelta de la esquina, ya todo estaba adornado desde hace semanas, los pasillos y las bancas estaban prácticamente vacías, los estudiantes solo se reunían para planificar fiestas y yo terminaba con los documentos e informes finales para intentar no dejar trabajo ese año, mientras esperaba que entrara mi alumno ideal por la puerta de mi cubículo para verlo una última vez, si no veía a ese chico ese día, tendría que esperar al siguiente año.
El día terminaba como cualquier otro, la mayoría de mis compañeros ya se habían ido, solo yo y una maestra aun terminábamos el trabajo, pero ya comenzábamos a afinar los detalles finales para terminar el año. Ya estaba resignada a que no lo vería, pero en ese momento alguien entraba en la sala, espere ansiosa por que fuera el chico que estaba esperando, y de pronto por mi puerta aparecía por fin. El chico vestía elegantemente, era claro que estaba listo para una fiesta, y portaba un lindo adorno floral. Con la gran alegría que siempre le adornaba, entró y me saludo enérgicamente, haciéndome olvidar toda la carga de trabajo que había acumulado, y la fastidiosa rutina de todo el año. Me tomó por la cintura con la delicadeza y respeto que me derretía a sus pies y me besó en la mejilla, un poco cerca de mis labios. Pero a mí no me importaba, estaba feliz por tenerlo al fin aunque fuese por solo unos minutos. Terminando un largo abraso, de paso adelantando el de navidad y año nuevo me estiraba su mano con el adorno floral y me lo entregaba cortésmente.
Quería besarlo en ese momento, me había pegado justo en lo que más me enamoraba de un hombre, y es en los detalles como ese, pensaba que si la diferencia de edades no fuese tan grande, seguro que me casaría con él. Bromeábamos un poco con respecto a que había esperado al último momento para firmar sus calificaciones, cuando se me acercó la maestra que aun estaba en el lugar, despidiéndose igualmente, con un abrazo con respecto a las fiestas y se marchaba pidiéndome de favor que no olvidara cerrar las puertas al salir pues era la única que faltaba, asegurándome de esa manera que estaría sola con mi alumno ideal.
Ya con la confianza de estar completamente solos, nos acomodamos como los viejos tiempos, yo coloqué el ramo de flores en mi escritorio y el tomó asiento esperando los resultados del examen. Sabía que su calificación había sido perfecta, pues ya la había visto días antes, pero quise aprovechar la ocasión para iniciar la plática con ese pretexto. Reímos otro poco, bromeamos, y conversamos sobre lo vivido a lo largo del curso, y entonces el chico comenzó a hablar en inglés, retomaba la plática de aquel chat que habíamos tenido semanas atrás. Yo no me pude resistir y me comencé a sonrojar, intentaba hacerme la difícil, pero no sé, el chico tenía un acento al hablar el idioma que me encantaba. Yo también le respondía de esa forma y poco a poco nos perdíamos en nuestro propio mundo.
En ese momento surgía el tema sobre el resto de mis alumnos y sus calificaciones, y con eso sucedía todo. Giré el monitor de mi computadora para mostrarle la tabla de calificaciones, pero como su gran adorno de flores estaba en mi escritorio no podía ver bien, así que intente quitarlo de ahí, pero antes de hacerlo el chico se puso de pie y se pasó al otro lado del escritorio poniéndose a un lado mío. Aquello me puso muy ansiosa y ya comenzaba hacerlo evidente en mi manera de actuar. Disimulando mi estado me puse a contarle sobre los alumnos y el por qué de sus calificaciones, y mientras le explicaba el perfil de los que recordaba, se me salió la una frase que insinuaba que no había tenido un alumno mejor como él, o de hecho creo que así se lo dije. Por supuesto que me quería desaparecer después de eso, había debelado mi secreto, pero él no tardó en aprovechar la oportunidad para regresarme el cumplido respondiendo que se debía a la mejor maestra del mundo de todos los tiempos.
La delicadeza con lo que lo decía, su acento en su otro idioma, y al tenerlo tan cerca, me produjo una sensación increíble, pero aun faltaba lo mejor. Estaba tan nerviosa que involuntariamente me estaba tensado de la ansiedad del momento, así que meneé mi cuello como queriendo relajarlo, al ver la acción el chico me preguntó si estaba torcida o algo así, yo estaba tan perdida en el momento que solo pude responder que sí. Entonces se puso detrás de mí, y sin decir nada comenzó a darme un masaje justo en los puntos de presión que me tenían tensa. Olvidándome de todo, cerré los ojos y me deje llevar, sabía que seguramente era la última vez que sentiría sus manos, y no quise dejar nada a medias, quise dejarlo llegar a donde quisiera, tan solo me recogí el cabello dándole paso libre a sus manos que me tocaban con firmeza pero delicadeza al mismo tiempo.
En ese momento el silencio nos acobijaba en la privacidad del lugar, mientras sus manos poco a poco se deslizaban cada vez más lejos bajo mi blusa. Aquello había pasado a otro nivel, sin decir nada sabíamos a donde nos llevaría eso, así que me dejé consentir y me relajé por completo. Entonces sus manos comenzaban a bajar por delante de mi cuello casi hasta llegar a mis pechos, pero justo antes de entrar por mi sujetador, se detenía y retomaba rumbo de regreso. Yo ya estaba a sus pies y quería terminar todo allí mismo, quería despedirme de ese año tan maravilloso, y de ese chico como se merecía, si no me casaría con él, por lo menos me llevaría un lindo recuerdo y le daría una merecida parte de mí. Así que sin abrir los ojos comencé a deslizar mi blusa de delgados tirantes sobre mis hombros, dejando libremente mi sostén, el chico lo entendió de inmediato, y me ayudo a hacer lo mismo con mi ropa interior que se deslizaba hasta caer y liberar mis tetas de su aprisionamiento, ofreciendo el par a sus manos que no tardaban en tomarlos con el cariño que tanto me enamoraba.
Ya estaba totalmente entregada, podría hacerme lo que él quisiese, pero aquel chico parecía no poder reaccionar, no hacía nada, solo se concentraba en el masaje, que si bien me estaba encantando, yo quería más, por lo que tuve que tomar la iniciativa. Me puse de pie con mis tetas al aire libre y le bese, le bese con la pasión que tanto me moría por besarlo, culmine toda la ansiedad en ese beso que me respondía con un fuerte abrazo, y una gran pasión mientras le quitaba desesperadamente su camisa elegante que me impedía tocar su cuerpo. Poco a poco, botón tras botón su musculoso cuerpo se presentaba ante mí, al que sin poderme retener bese dulcemente, rose mis labios sobre su marcado abdomen y continúe hasta sus pectorales musculosos, terminando mi camino en otro largo y apasionado beso en los labios, que nos llevaba a la estrecha alfombra del suelo.
Acomodándonos como podíamos tras mi escritorio, nos recostamos sin despegar nuestros labios en ningún momento, ya no nos importaba donde estábamos, solo éramos él y yo. Sin quitarme la blusa ni la falda, comencé a sentir como su gran pene se intentaba abrir paso entre mis piernas, mientras desesperadamente se bajaba el pantalón para quitárselo. El momento y el lugar eran muy excitantes, y nosotros estábamos tan calientes y al mismo tiempo tan temerosos de que alguien pudiese llegar en cualquier momento que aumentaba las sensaciones del ya de por sí, excitante momento.
Nunca había cogido de esa manera, aun no nos desprendíamos de nuestras prendas y ya estábamos unidos en de más de una manera. Estaba como loca, nos besábamos como queriendo comernos uno al otro, mientras sentía su pene entrando fuertemente y mi caliente coño, que hace mucho no experimentaba tantas sensaciones.
Eventualmente quedamos completamente desnudos, y ya olvidándonos por completo de lo que pudiese pasar, iniciamos un carnaval en el pequeño cubículo. Primero él se puso detrás de mí, penetrándome por la vagina pero por detrás, obligándome a cerrar mis piernas para aumentar la fricción, y como yo soy más pequeña que él, sus grandes brazos musculosos podían llegar hasta mis rodillas que me hacia flexionar para presionarme aun más a él, que me penetraba fuertemente mientras me besa la parte trasera del cuello haciéndome llegar al éxtasis. Más tarde, nos pusimos de pie, y primero me sentó en el escritorio dejando mi coño sobresaliendo para que pudiese penetrarme, en esa posición le abrasé al tiempo que le continuaba besando, afirmándome fuertemente a su cuello para no deslizarme ante el movimiento de sus caderas que empujaban su miembro fuertemente. Después me bajó del escritorio, me dio media vuelta y me restregó contra éste para penetrarme nuevamente por detrás, y ahí tuve mi primer gran orgasmo de la tarde. El sentir su gran pene entrando fuertemente hasta dentro haciendo rebotar sus testículos justo en mi clítoris, me llevo hasta el cielo, así que no pude más y baje una de mis manos para hacerme venir, mientras sentía como me cogía por detrás y me pegaba fuertemente en mi clítoris, lo masajeaba fuertemente. Aquello fue increíble solo pude sentir como el escalofrió del orgasmo me recorría todo el cuerpo casi haciéndome perder el equilibrio cuando mis piernas tambaleantes eran incapaces de sostener mi cuerpo al tiempo que mi vagina empapaba su pene de mis fluidos que luchaban por salir.
Quizá al ver que ya no era capaz de aguantar mi peso en esa posición y que mis piernas comenzaban a ceder involuntariamente ante tan gran orgasmo que experimentaba, el chico me tomó por la cintura y sin sacar el mejor musculo de su cuerpo, me sentó sobre él en la silla. Literalmente me cargo y me puse sobre él, mis piernas no pisaban el suelo, así que su pene entraba lo más adentro que ningún otro hubiese llegado. Yo solo me sujeté de los apoyabrazos de la silla rogando por que la pobre soportara nuestro peso y los movimientos que hacia la moverme de arriba y abajo como si fuese una de sus pesas del gimnasio. En algún momento se fatigó, pero yo estaba como loca y quería más. Puse mis pies al piso alfombrado y sosteniéndome está vez sobre sus rodillas, comencé a moverme como toda una zorra profesional, levantando mis caderas y deslizando su pene hasta adentro, haciendo subir y bajar mi culo como la mejor bailarina erótica del mundo. Poco a poco sentía que estaba por terminar de nuevo, aumentaba la velocidad sentándome en el gran pene de mi alumno ideal haciendo bailar mis caderas más y más rápido tomando el absoluto control del momento, hasta que sentía estallar mi coño una vez más, esta vez haciéndome gritar olvidándome por completo en donde estábamos, mientras mi vagina chorreaba como nunca obligando a mi alumno a sacar su pene que tras unas sacudidas eyaculaba sobre mi ya empapado coño terminando ambos en un excelente orgasmo. Acabé tan exhausta que me dejé caer sobre el cuerpo de mi alumno incapaz de poder mover un musculo más.
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