Una encargada con más de un año sin sexo

Autor: Fardy | 30-Mar

Confesiones
Pasar a saludar a la encargada de la mueblería, no tenía otra intención que no fuera la de deleitarme viendo su cuerpo enmarcado por su ropa entallada. Ella casi siempre usa mallones, leggins y blusas pegaditas que resaltan las curvas de su cuerpo. Aunque no es una jovencita, su cuerpo esta moldeado, se ve elástico y firme carente de celulitis y estrías. Siempre que llegaba con ella, la plática comenzaba con temas al azar y poco a poco el tema se centraba en picardía de doble sentido.
En una de esas visitas, la plática se desarrolló en su anatomía, Por lo que sin perder oportunidad le comente que su forma de vestir y caminar, era realmente el motivo por el cual, yo pasaba a saludarla. Ella se ruborizo y al enseñarme una imagen de su celular, note que le temblaban las manos y su respiración se agitaba. Así que la tome de la cintura con una mano y con la otra le recline la cabeza. Ella consiente de mis intenciones, entreabrió los labios para recibir los míos. Fue un beso tierno al principio, mis labios se posaron en los suyos y mi lengua comenzó a husmear dentro de su boca. Cada lengüetazo lo combinaba con mordiscos en sus labios y pude sentir como se estremecía con la caricia. Así continuamos por varios minutos hasta que ella misma comenzó a repegarse contra mi cuerpo al sentir mi erección. Se repegaba y frotaba su pubis como esperando ser penetrada en uno de esos movimientos. Muy a mi pesar la aparte de mí y le dije suavemente al oído que me diera un día para salir con ella. Contesto casi susurrando que el viernes descansaba. Como ese día era martes. Me despedí, no sin antes asegurale que el viernes a las 14:00 horas pasaría por ella para invitarla a pasear. Al salir de la mueblería note claramente que sus mallones blancos, estaban mojados por la parte de enfrente justo en la separación natural que forman los labios vaginales.
Está por demás decir que conté cada eterno minuto hasta llegar al día señalado. Como es de suponer, yo quería volar hasta el lugar de la cita, pero el tráfico de la ciudad me retraso por más de una hora, Ella al ver que dieron las 14:00 y no llegaba, comenzó a mandar mensajes preguntando si iba a ir, después, si no había tenido algún problema y finalmente si la iba a dejar plantada.
Al fin llegue, le abrí la puerta del carro, se subió y lo primero que pregunte fue: ¿A dónde quería ir? Me dijo que a donde quisiera. Le dije que si quería comer, ir al cine o tomar un café. Se rio nerviosa y me dijo nuevamente que a donde yo quisiera. Maneje hasta un centro comercial cercano. Baje para abrirle la puerta y al ayudarle a bajar. Le volví a preguntar que si quería comer o tomar un café en ese lugar o que si prefería otro sitio. Sonrió y me dijo que ya había comido, que no apetecía café y que el lugar al que quería ir lo habíamos pasado antes de entrar al centro comercial. Torpemente le conteste que yo no había visto ningún restaurante, cafetería o bar en el trayecto, más que un hotel. Ella soltó una risita burlona y dijo: ¡Ahí es donde me gustaría comer! No capte la indirecta y tomándola del brazo caminamos hacia la entrada, Cuando pregunte si quería ir al cine, me contesto sin ganas que si era lo que yo quería, que fuéramos. Al notar el tono de su repuesta me detuve y le dije que lo que realmente quería era llevarla a un lugar donde estuviéramos solo Ella y Yo. Así que si sabía de un lugar así, me dijera donde quedaba. Asintió con la cabeza, nos subimos al carro y ella misma me guío al motel más cercano.
Metí el carro al motel, pague y al ayudarle a bajar del carro, repare en su vestimenta: una blusa vaquera entallada dejando entrever un sostén de media copa color amarillo que permitía ver parte de sus senos redondos. Un pantalón stress perfectamente ajustado a sus formas, resaltando sus caderas y levantando sus exquisitamente respingadas nalgas, y unas zapatillas que estilizaban sus piernas. En cuanto tuvo los dos pies en el piso, la enlace por la cintura y comencé a besarla, nuestras lenguas jugaban dentro de las bocas y mis manos comenzaron a pasear por toda su anatomía. Ella se repego a mí y su pelvis se movía cadenciosa, frotándose contra mi sexo. La separe y rápidamente subimos las escaleras.
Entramos a la habitación y antes de darle tiempo a nada, la abrace por atrás, comencé a besarle el cuello, los oídos, los hombre? mis manos recorrían cada curva de su anatomía. Ella se movía cadenciosamente respingando sus nalgas y alzándolas repegandolas a mi miembro aún cautivo dentro del pantalón. Con una mano la seguí acariciando y con la otra desabotonaba su blusa. Se la quite y mis manos frotaron sus senos firmes, suaves y sus pezones duros. Levanto una mano para acariciar mi nuca y la otra la pasó por atrás, que en cuanto sintió mi pene erecto lo tomo apretándolo por encima del pantalón. Mis manos quitaron su cinturón, desabotonaron y bajaron el cierre para bajarlo hasta el piso. Besaba su cuello, sus hombros, la espalda, todo, todo. La volteé hacia mí y admire el conjunto de sostén y tanga ambos amarillos. El encaje de su ropa interior dejaba ver unos pezones erectos, un pubis con bellos perfectamente recortado al área del bikini y volví a ver la parte de enfrente mojada. No recuerdo cómo es que me desnude, solo recuerdo que la atraje hacia mi comencé a besarla. Esta vez de una forma agresiva, salvaje, mis manos recorrían todo su cuerpo, le quite el sostén con una mano y con la otra la tanga. Mis manos volaban de un lado a otro en su cuerpo. Mi boca subía y bajaba por sus senos, su vientre las piernas. Mi legua se deslizaba por toda su piel atrapando su sabor y enviando el mensaje al cerebro haciéndome pensar una mil formas de gozarla. Mis sentidos se despertaron de golpe y hasta mi olfato llego el olor de su perfume, el cual inmediatamente fue desplazado por el aroma de su sudor, ese sudor producto de la excitación. No duro mucho porque instantáneamente todo fue remplazado por el exquisito aroma que emanaba de su sexo. Ese sexo recién bañado, rasurado y perfumado que ahora dejaba salir su aroma natural por la excitación. Todo perfume o esencia que use una mujer, desaparece en cuanto su cuerpo excitado libera las feromonas de su sexo, su vagina secreta el aroma más exquisito que el cerebro no puede ignorar haciendo que todo pase a segundo término y únicamente ordene a cada célula alistar los sentidos y los órganos para dar y recibir placer, liberar sexualmente toda nuestra energía.
La recosté en la cama y mis labios recorrieron su anatomía, mis manos hurgaban cada rincón y mi lengua se deslizaba por su piel. Ella emitía leves gemidos cada que tocaba puntos clave y al mismo tiempo abría y cerraba las piernas, arqueaba la espalda y su mano se aferraba a mi verga con tanta fuerza que me dolía pero al mismo tiempo me la ponía más dura. Le abrí las piernas para penetrarla y me fascino ver como escurría su líquido vaginal por entre sus muslos. Ella las separo más y con su mano tomo mi pene y lo paseo por la comisura de sus labios vaginales haciendo círculos entre su pubis. Quería lubricarlo antes de ser penetrada, lo cual era innecesario porque tanto su vagina como mi falo estaban escurriendo néctar sexual. Cuando sintió que escurría el líquido seminal entre sus dedos, separo cuanto pudo las piernas. Me deleite con su vulva rosada, mojada y ese olor a sexo que emanaba, me súper excito. La punta de mi verga comenzó a abrirse paso entre los pliegues y mi propio peso empujo el pene que no se detuvo hasta ser detenida por su pubis. Ella tomo mis caderas, elevo sus piernas para separarlas más y con sus manos empujaba hacia adentro. Mis testículos pegaron entre sus nalgas y comencé un frenético mete-saca. Gemía se retorcía, se arqueaba y sus dedos se aferraban a mi espalda para no dejarme salir más allá de lo largo de mi falo, no quería que se saliera, lo quería adentro. La volteé, sus nalgas respingadas quedaron frente a mí y nuevamente le deje ir la verga hasta el fondo. Se movía retorciéndose y su fricción provocaba que se endureciera aún más mi fierro. La cogía con mucha fuerza y el golpe de sus nalgas con mi pubis emitía un ?splof? excitante. Cada embestida provocaba que su líquido vaginal escurriera bañando mi palo. Le eleve las nalgas obligándola a ponerse en cuatro, ella susurro que dé a ?perrito? era su pose favorita, así que cada que metía y sacaba la verga ella se movía hacia adelante y hacia atrás respectivamente. Su primer orgasmo fue espectacular, ya que se levantó tomando con sus manos mis nalgas y mientras gemía, su vagina chorreaba ese líquido viscoso escurriendo entre mi verga y bajando por sus muslos. Por un momento nos quedamos quietos, ya que ella tenía pequeñas convulsiones y apretaba las nalgas para succionar mi falo. Por mi parte, me quede quieto para no eyacular, ya que quería seguir cogiendo. En breves minutos nos repusimos y me pidió que la dejara montarme. Le saque la verga, me recosté y ella se incoó abierta de piernas frente a mí. Antes de clavarse ella misma, se inclinó y comenzó a mamarme el fierro; Que rico coges, -le decía- ya quería tenerte dentro de mí desde hace mucho. Eres un cabezón delicioso, mira como tienes a mi ?cosita? toda empapada y feliz. Lo besaba, lo chupaba, jugaba con él entre su boca, lo mordisqueaba con los labios y con los dientes. Levanto la vista hacia mí y con una sonrisa me dijo: Es más grande y rico de lo que imagine. Lo tomo con la mano, levanto levemente una pierna y se ensarto ella misma. Cuando lo tuvo todo adentro, apoyo sus manos en mi pecho y comenzó a subir y bajar, primero suavemente y fue subiendo el ritmo hasta alcanzar la velocidad deseada por ella. Se elevaba y su vista se deleitaba viendo como entraba y salía mi verga de su panocha. Su rostro comenzó a sudar, su respiración se agito, su cuerpo nuevamente se tensó y lanzo un gemido largo, fuerte, note su piel enrojecida, sudorosa, las venas saltadas y sus ojos en blanco. Fue un espectáculo alucinante ver como se venía. No perdí tiempo y moví rápidamente mis piernas elevando mi sexo, mis manos agarraron sus nalgas e introduje un dedo en su ano, su culo respingo al ser penetrado sorpresivamente en un mete y saca frenético, solo oía como bramaba con cada embestida, se convulsionaba toda. Se venía una y otra vez, sus orgasmos empaparon mi reata y mis huevos. Ella grito que parara, que ya no podía más. Instantáneamente me quede quieto, no porque me lo pidiera, sino porque ya estaba a punto de eyacular. Se recostó sobre mi pecho y nos quedamos un rato así, abrazados. En cuanto me recupere, comencé a besarla, a recorrer su cuerpo con mis manos, mis labios besaban su cuello, mordisquee sus lóbulos, la bese frenéticamente, mis manos acariciaban sus curvas y mis dedos se fueron directamente a su concha. Introduje un dedo, después otro, ella se arqueo con la caricia. Lleve mi boca hasta sus senos y los bese, los chupe, les di pequeños mordiscos con los dientes y con los labios. Como mis dedos aún seguían en su vulva, los metí totalmente. Volví a ver como brotaba una cantidad considerable de jugo vaginal, su pucha estaba súper mojada tanto por los orgasmos como por la excitación. Le separe las piernas, puse la punta de mi fierro en la entrada de su panocha. Le lance una mirada lasciva, ella respondió con una mirada de súplica pues adivino mis intenciones y antes de que lo evitara, le deje ir toda mi verga de un solo empujón. Nada detuvo mi embestida, pase mis manos por debajo de su culo, mis dedos se clavaron en sus nalgas y apoyado en mis rodillas comencé a meter y sacar mi verga de su vagina, sus piernas intentaron cerrarse por el castigo, pero mi cuerpo se lo impidió. Yo estaba poseído de lujuria e excitación. Había llegado la hora de culminar mi placer. Me incline hacia ella y comencé a decirle al oído: Sientes como entra y sale mi verga de tu vagina? Ella dijo ?Si amor? ? Es lo que querías verdad? ?Si mi vida, ya deseaba esto- Pues abre más tus piernas para que disfrutes mi fierro, ?Metémelo hasta el fondo mi amor, cogeme fuerte, no pares, dame más, soy tuya mi cielo? ?No pares, sigue, quiero más, mas, así rico? ?Muévete, aprieta esas nalgas, quiero que aprietes mi verga dentro de esa cosita rica que tienes mamacita- ?Si, mi cielo, te lo aprieto todo lo que quieras pero no lo saques. Ahggg, así, dame más, estoy a punto de venirme, sientes como lo aprieto? Sientes como esta empapada por dentro? Te amo, te amo mucho, -Mamasota no sigas, estoy a punto de venirme, voy a estallar dentro de Ti- ?Si corazón, vente dentro de mí, inundame, dame toda tu leche, ya quiero sentir su semen inundándome por dentro?- Saque mi verga hasta ver la punta y con las misma velocidad se la clave nuevamente, esto lo repetí un par de veces para que mis testículos se estrellaran con su panocha. Ella grito ?Me vengo, amor, me estoy viniendo ahhgg, así cogeme, meteme tu verga hasta el fondo, no te detengas, dame tu leche, ahhgg, me vengo, me vengo amor?? Mientras decía esto, sus caderas se elevaron arqueando su espalda, sus muslos se tensaron apretando y succionando mi verga hasta el fondo de su vagina. Por lo que ya no aguante más, tense mis muslos y sentí como desde mis testículos, comenzó a recorrer un líquido que corría a una velocidad impresionante todo mi miembro, para salir disparado por la punta del glande, una cantidad tremenda de semen, mi leche inundo su panocha, salpico toda su pared vaginal, pero como mi tronco ocupaba prácticamente todo el espacio, la leche comenzó a buscar la salida, escurría entre sus labios vaginales y mi miembro. Ella se convulsiono y grito: ?Es riquísimo sentir tu venida dentro de mí. Están muy calientes, ahhgg, ¡Dios! Me vengo, me estoy viniendo otra vez amor, te amo, me estoy vaciando, me vengo?
Con estas palabras, terminamos. Nos abrazamos, nos besamos en la boca varias veces, nos recostamos abrazándonos hasta quedarnos dormidos. No sin antes darnos las gracias con besos, por el placer tan inmenso que nos proporcionamos mutuamente, después de una larga espera.

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