LA ENFERMERITA ya CUMPLIÓ SUS 18 AÑOS

Autor: GALENO ARDIENTE | 24-Aug

Confesiones
Estaba a punto de cumplir sus 18 añitos. Le faltaban cuatro meses para ser mayor de edad y sinceramente, tenía unas lindas nalgas y unos senos atractivos dentro de su uniforme de enfermera a donde llegué a trabajar en mi último año de carrera. Su rostro quizá no era muy atractivo pero me encantó su sonrisa y su trato amable cuando me abrió la puerta y me pidió que esperara al doctor porque estaba ocupado. Conocí al patrón, un médico ya grande y amanerado que me hizo muchas preguntas incluyendo mis hábitos respecto de las mujeres, al extremo de que pensé que era maricón, pero finalmente me aceptó para que cubriera las guardias de noche en aquel lugar, pero me hizo una advertencia.

Esta consistía en que debía yo respetar a las enfermeras, ya que a fuerza debía tener una asistente en las noches y decía que no quería problemas de tipo amoroso dentro de su clínica porque iba en detrimento del servicio, y además, refiriéndose a la chica que me atendió, dijo que era menor de edad y que estaba ahí porque los padres de ella se lo habían pedido y que por ello me hacia esa recomendación. Le dije desde luego que no había problema y que sabia respetar peor ustedes saben que cuando algo nos lo prohíben es cuando más se antoja y esas nalgas se me antojaron desde que la vi darse vuelta en su apretado uniforme de enfermera.

El caso es que empecé a trabajar y para evitarme problemas le hablaba las enfermeras de ?Usted? pero como el patrón era de provincia un día me dijo que esa noche iba a salir a su tierra y que debía yo cubrirlo también en el día, y que estaría al pendiente de todo su mujer, una hermosa dama mas joven que el doctor, y que a sus 40 años quizá tenia un cuerpo estupendo, alta, esbelta, de fácil y agradable conversación y además, una mujer interesante ya que cultivaba el arte de la música (Tocaba el piano) y la pintura (Numerosos oleos adornaban la clínica de su marido) y me insistió en que respetara a las enfermeras, ya que durante su viaje yo tendría que lidiar con las dos de día y con la que se quedara de guardia, y le dije que se fuera sin pendiente y que cualquier cosa le avisaría su señora, e incluso lo llevé en su auto a la terminal de autobuses.

Al regreso solo estaba Lupita, la enfermera menor de edad y me invitó un café. Pregunté por la señora y me dijo que ya se había ido a acostar porque llevaba a sus dos hijos temprano a la escuela. No había pacientes internados así que me puse a platicar con ella y sin darnos cuenta nos dieron mas de las 2 de la mañana. Todo tranquilo y bien, solo platicando de cosas de la familia, como conociéndonos. Tocamos el tema de la música y a ella le encantaba el baile, sobre todo la música tropical según me dijo, y sin reparo alguno se levantó del sillón donde estaba y puso la música en la radio, muy bajita, y luego se sentó dejándome ver sus hermosas piernas. De noche el patrón aceptaba que la chica que se quedara de guardia no empleara uniforme formal, ya que había chance de dormir si no había paciente, como ocurría esa noche, así que Lupita lucia una bata ligera pero sin gracia alguna.

Nos despedimos muy formales y cada quien se fue a su cuarto que en realidad era de los enfermos, y dormíamos en el que estuviera desocupado. A la noche siguiente Lupita me preguntó qué música me gustaba y se lo die. Ella sintonizó en su radio una estación que tocara ese tipo de música y de nuevo estábamos platicando cuando yo le dije que esa música era mas bien ara bailar pero muy tranquilos. Sonreí y la acerqué mi mano para bailar con ella y sonriendo ella también, aceptó. Era lindo sentir su cuerpo pegadito al mío, oler su cabello recién lavado y su cintura, tal vez un poco pasada de peso pero su carne era firme, al igual que sus senos repegados a mi pecho, y ahí en el consultorio estuvimos bailando un buen rato. Sentía su respiración agitada y su rostro se ponía colorado cuando acercaba mis labios a su orejita, algo que me encanta porque pienso que es una zona erótica tremenda.

A esa primera noche siguieron muchas más. Siempre discretos y con la música muy bajita, éramos cómplices en cuanto a esto y lo ignoraban todos. Los viajes del patrón, frecuentes por la salud de sus padres, nos permitían pasar noches enteras charlando y bailando, intimando mas y mas y con infinito cuidado fui despertando en Lupita una sensualidad que me sorprendía. Platicamos de los novios que había tenido y con candor me habló de los dos que había tenido pero con los que no había llegado más allá de un beso furtivo a los doce uno y a los 15 el siguiente. Le pregunté porqué ese límite y sonriendo me dijo que era porque su papá, un agente de la policía judicial, era muy celoso y, sonriendo, agregó:

-¿Has de creer que mi hermana, apenas le presentó a su novio, ahora mi cuñado, y mi papá exigió fecha de boda y todas esas cosas?

Y lógicamente me puse en guardia ya que yo deseaba terminar mi carrera y por más que me atrajera la chica no pensaba aun en casarme. El caso es que pasaron las semanas y en nuestros momentos de baile yo buscaba excitarla pero poco a poco, como rozando su cuello, sus orejas, las mejillas, quizá un poco su cintura, etc. Pero cuidando de no sobrepasarme debido a su minoría de edad.

Una semana antes de cumplir sus 18 años fue la primera vez que la besé y procuré ser tierno. A propósito evité manosearla y me limité a pasar mis manos por su nuca y entre su cabello, que usaba largo y suelto cuando no estaba trabajando, y acaricié el lóbulo de sus orejas hasta oírla suspirar y agitarse su respiración, pero de ahí no pasó, aunque estaba seguro que ella se había dormido con la vagina empapada de jugos de la excitación que provocaron en ella mis caricias. Así pasó una semana mas, y con ella el día en que Lupita cumplía años, sus lindos 18 años.

Pero por fin llegó el gran día de sus 18 años. Ese día tenía examen en el Hospital pero me di tiempo de ir a comprarle una rosa y fui a la clínica a eso de las seis de la mañana solo para dársela. Ella sonrió y vi sus ojos llorosos así que como no queriendo la cosa le di un abrazo y un beso en la comisura de los labios y salí rápido para el hospital dejándola agitada. Quizá les resulte tedioso esto pero he visto que el juego de seducir a una mujer vale la pena y mas cuando esta es SEÑORITA y deseamos ser los primeros en cogérnosla? y esa era mi intención con Lupita, pero debía ser todo calmadito y sin prisa alguna.

Sabia yo que esa noche el patrón viajaría a Xalapa, pero esa noche lo haría acompañado de sus dos hijos y de su mujer, y se quedaría dos días por allá, regresando hasta el domingo y era viernes, así que llegué, le sonreí a Lupita que de plano estaba radiante y se veía hermosa? ¡Qué mujer no se ve linda a los 18 años! Llevé al patrón y a su familia a la terminal y regresé a la clínica. Todo estaba oscuro porque no había pacientes internados y solo estaba prendida la luz del cuarto donde Lupita dormía. Como estábamos solitos en la clínica, toqué con suavidad y ella solo dijo:

-Pasa; Te estaba esperando para darte las gracias? ¡Qué lindo detalle el de la rosa!... mira, ahí está en agua y la señora me preguntó quien me la había traído? y le dije que un amigo. Te lo comento por si te pregunta, porque ya sabes que al doctor no le gusta que nos llevemos mas allá del trabajo? ¿Ya cenaste o quieres que te prepare algo? ?me dijo sonriendo y poniéndose de pie. Traía puesta una bata pero mas ligera y se veía muy linda.

-Ya tomé algo, pero si te digo la verdad, me gustaría brindar aquí contigo ?le dije, al mismo tiempo que sacaba del bolsillo una botellita de jerez dulce. Me gusta esa bebida porque es fuerte pero el dulzor de la misma hace que se le tenga como algo ligero. Lupita me miró, sonrió y dijo:

-¡Si, claro, no todos los días se cumplen 18 años! ?y después de servirle un poco de jerez saqué de una bolsa lo que le había comprado y se lo entregué. Ella se sorprendió y me dijo:

-¿Es para mi de verdad? ¡Uyy, yo pensé que ni te ibas a acordar de mi cumpleaños! ¿Lo puedo abrir?

-¡Claro, es tuyo, y además? me encantaría vértelo puesto! ?le dije como restándole importancia al asunto pero cuando abrió la bolsa y sacó el regalo se puso colorada, ya que le había comprado un Baby Doll muy bonito, de color lila bajito, que se complementaba con una pantaleta diminuta que solo cubría la parte de la vagina de quien se la pusiera.

-¡Está lindísimo de verdad!? ¿Y cómo supiste mi talla?-me dijo, sin enfatizar en eso de que me gustaría vérselo puesto.

-¡Pues ya ves! Es que recordé tu talla de las veces que te he abrazado mientras bailamos ?le dije sonriendo y ella, dejando la ropa en su cama me miró de frente y me dijo:

-¿De verdad te gusta que bailemos? ?yo solo sonreí y tomándola por la cintura comencé a bailar con ella sin música, solo para disfrutar del placer de abrazarla, y de la manera mas natural fui acercando mis labios a los suyos hasta que ella abrió la boca dejándome meter mi lengua y entrelazarla con la suya. Lupita repegaba su cuerpo al mío, mientras mis manos la jalaban de su cintura y la hacia repegarse a mi cuerpo. Mi verga estaba paradita y Lupita la sentía porque su respiración se hacia mas y más agitada. Acaricié y besé con suavidad sus orejas y sus mejillas y pasaba el dorso de mis manos hasta su cuello y ella suspiraba con fuerza y ya bastante excitada. Me separé de ella y serví otro poco de jerez y aunque Lupita hizo un gesto con la mano negándose a beber más, por fin lo aceptó y se lo bebió, y era notable el efecto de esa bebida tan ?suavecita? porque estaba colorada de la cara, aunque no sabia si era la excitación o la bebida, ya que ella no estaba habituada a beber.

Entre el baile y los besos, zafé el primer botón de su bata y ella me miró como dudando en decirme o no algo. Sonrió y asintió con la cabeza, así que zafé el segundo de los botones, y el tercero. Debajo de la bata solo llevaba un sostén pero de esos sencillos, sin gracia, de ?trabajo? podríamos decir; Seguí zafando un botón mas y el ultimo, y metí mi mano hasta tocar su espalda, y zafé los broches de su brasier, algo que me encanta hacer desde siempre, desde que pude cogerme a la primera mujer en mi vida, ya que creo que no hay nada mas sensual que desnudar a la mujer hasta dejarla encueradita. Por fin estaban libres los senos de Lupita y cuando los iba a tocar ella se separó un poco de mí, me miró a los ojos y dijo que no con la cabeza mientras con la boca decía:

-¡Perdóname, pero tengo miedo? créeme, soy SEÑORITA y jamás he tenido relaciones intimas? no sé si debamos! Te repito que tengo miedo ?y yo, mirándola, solo asentí y la jalé hacia mí para besarla en los labios, dejando de tocar sus senos. Los sentía duros y firmes pegados a mi peco, y procuré calentarla lo mas posible con besos intensos a los que ella respondía de la misma forma. Había decidido que seria ella, Lupita, la que terminaría por pedirme que se la metiera y si quería lograr eso debía ser muy cuidadoso, porque sinceramente nada hay que se compare al placer enorme de ser el primer hombre en la vida de una mujer.

Le decía lo hermosa que se veía, y acariciaba su cabello, su nuca, las orejitas, las mejillas, y besaba sus ojos. Luego, pasaba rozando sus labios con los míos pero sin posarlos con fuerza, sino solo rozando sus labios. Luego, ponía la punta de mi lengua en las comisuras de sus labios, alternando el ritmo y la frecuencia, y eso enardecía a Lupita que me apretaba la cintura con sus brazos y me jalaba hacia ella. Repegué mi cuerpo al suyo y ella sintió mi verga parada chocando contra su vientre, y ella solita hizo por zafarse la bata que cayó al suelo y luego hizo ambos brazos hacia adelante para que el sostén cayera también? ¡Ahí estaba Lupita, desnuda de la cintura hacia arriba y solo medio cubría sus senos con su larga cabellera!

Toqué sus senos con suavidad, como con curiosidad, sin dejarla de ver a los ojos. Ella estaba roja de tan excitada, y me incliné para besar su cuello, lentamente, despacio. Sobre todo ese surco entre los dos senos, aspirando el aroma de su perfume y de su excitación. Envolví uno de sus pezones en mi boca y comencé a pasar mi lengua despacio y en círculos y al mismo tiempo succionaba ese pezón oscuro y ya durísimo de tan caliente como estaba. Traía una pantaleta de esas sin la menor gracia, de algodón, y aunque ansiaba tocarle su vagina preferí esperar y seguí estimulando sus senos. A lo largo de mi vida, créanlo, no conozco a una sola mujer de cualquier edad, que no responda de maravilla cuando dedicamos tiempo y cuidado a excitarla a través de caricias en sus senos, y además, considero que como latino, tengo una fuerte inclinación por los senos femeninos? ¡Sencillamente me encantan!

Nos recargamos en el borde de su cama y así, más cómodos, los besos subieron de intensidad pero insisto, procuré no irme al bulto y evité tocarle esa vagina virgen. Acaricié sus muslos, lentamente, y pasé mis dedos justo al lado del resorte de la pantaleta entre el vientre y el muslo, y ella suspiraba. Tenía los ojos cerrados pero su respiración denotaba el grado de excitación que sentía. Me puse justo frente a ella y con ambas manos la tomé de la cara para besarla con la mayor ternura posible, y ella solita puso sus dedos en el resorte de su pantaleta y comenzó a bajársela. Movió apenas las caderas y la prenda bajó por completo hasta el suelo, y Lupita, con un ligero movimiento, sacó un pie y luego el otro quedando ahí frente a mí totalmente desnuda, hermosa, caliente y virgen.

Procuré ser aun más tierno, y con suavidad la hice recostarse atravesada en su cama. La luz estaba encendida así que la miré y le dije que estaba hermosísima. Ella solo sonrió y con un gesto me invitó a acostarme a su lado. Yo estaba vestido por completo y me limité a besar cada porción de su cuerpo. Ella se dejaba, gozaba de cada beso, pude ver cómo abría sus piernas y dejaba ver su vello púbico, abundante desde luego, que brillaba de los juegos que escurrían de esa vagina hermosa virgen. Besé su vientre mientras mis manos acariciaban sus muslos y rodillas, y metí mi lengua en el ombligo, que sinceramente me parece un lugar muy erótico y que generalmente desperdiciamos por ese afán de ir al punto lo más rápido posible.

La empuje con suavidad a modo de que se colocara atravesada en la cama y comencé a acercarme a esa vagina. Lupita, por puro instinto, cerró sus piernas pero bastaron dos o tres besos en su vientre y en sus ingles para que las abriera de nuevo, sin decir una sola palabra ninguno de los dos. Olí ese lugar maravilloso, desconocido para una verga, y pasé lentamente mi lengua por entre el vello que olía a fresco, a limpio (Luego supe que se acababa de bañar cuando llegué de dejar al doctor y a su familia) hasta que pude alcanzar sus labios mayores. Los apreté traviesamente con mis labios, uno primero y otro después y Lupita se reía diciendo que sentía cosquillas. Mentalmente yo pensaba que en pocos momentos mas estaría sintiendo y no precisamente cosquillitas sino una verga, ¡mi verga, dentro de su vagina velludita y virgen!

Acariciaba con ambas manos sus caderas pero su vagina solo la tocaba con mi lengua y labios. Lupita abrió sus piernas con libertad y pude ver no solo esa vagina hermosa sino hasta su culito, fruncidito, desde luego también bastante velludito, y de un tono mas oscuro que el resto de su piel. Pude penetrar esa vagina con mi lengua y sentí su clítoris erecto que al contacto con mi lengua respondía haciendo que Lupita gimiera de placer. Seguí estimulando su clítoris sin tocar con mis manos su vagina hasta que sentí en mi boca ese sabor tan especial y tan delicado de un orgasmo femenino, abundante, rico, y Lupita solita tomó mi cabeza e hizo que la pegara lo mas posible a esa vagina que en unos momentos mas penetraría yo con mi verga.

Le hice el sexo oral con ternura y cuidado y como no queriendo, pasaba mi lengua hasta su culito sin que ella dijera nada, solo suspiraba y gemía. Apretaba mi cabeza con sus piernas mientras mis manos sobaban sus senos. Tuvo dos orgasmos más y luego oí su voz feble diciéndome:

-¡Hummm, que rico, papacito? créeme que jamás pensé que esto de hacer el amor fuera tan rico? mi hermana Raquel casi me espanta al contarme como se la cogió Jorge, mi cuñado? ¡pero es tan sabroso y tan? lindo lo que me hiciste, mi amor!... Ven, acuéstate junto a mí, aquí- dijo, al mismo tiempo que se acomodaba en la cama dejándome lugar. Me recosté junto a Lupita y ella reposaba su cabeza en mi pecho y así se estuvo hasta que la respiración se volvió normal. Luego se incorporó sobre su codo, me miró y dijo con voz decidida:

-Bueno, ya me encueraste, ya me conociste, ya me probaste, ya hiciste de mi casi todo lo que quisiste pero ahora yo te voy a hacer el amor? ponte flojito y déjame trabajar a gusto mi amor ?dijo Lupita y le seguí el juego. Se hincó a mi lado y comenzó a desvestirme. Al fin mujer se tardaba pero todo formaba parte del encanto así que me dejé hacer. Prenda que me quitaba la doblaba y acomodaba y así lo hizo hasta con los calcetines, hasta que me dejó desnudo como estaba ella. Luego, con cuidado, comenzó a sobarme la verga, la miraba de cerca, la besaba, y luego comenzó a metérsela en la boca a manera de un helado. No dejaba de verme pero ella pasaba mi verga por sus labios, la metía en su boca, la besaba y medio la mamaba y luego se iba a los huevos, los sobaba, los amasaba con sus manos, y obligándome a abrir mis piernas, me sobaba los huevos al mismo tiempo que acariciaba mis ingles. Luego me platicó que su hermana Raquel le contaba todo lo que hacia en la cama con Jorge, su esposo, y aunque la famosa Raquel parecía bastante tranquila, era obvio que le gustaba coger y lo mas importante, le pasaba los datos a Lupita, y ella me hizo muy bien el sexo oral aquella noche de su cumpleaños numero 18.

Pasamos la noche así, encueraditos y acariciándonos, con solo la luz del tocador encendida, ya que en la parte de atrás de la casa vivía una tía de la esposa del doctor y podían ver que había movimiento en el cuarto ese y podrían avisarle a los patrones cuando regresaran, lo que de ninguna manera nos convenía a ninguno de los dos.

Lo más importante fue que a eso de las 2 de la mañana, Lupita dijo que, técnicamente, ya era mayor de edad y podía coger conmigo. Para esto yo ya le había casi metido la verga en la panocha pero ella, haciendo un mohín, se había zafado de mi verga y se había puesto a mamármela lo que, lejos de apagar mis ganas de coger me las había aumentado, así que a esa hora ya estaba yo con la verga durísima y con ganas de metérsela. Ella era virgen y lo pude comprobar porque incluso mi lengua chocó con esa membrana que se llama HIMEN cuando le estaba haciendo el sexo oral. Abrazados, ella me dijo:

-Oye mi amor, si me la metes? ¿Me va a doler mucho? Tengo unas amigas que ya lo hicieron con sus novios y unas me dicen que duele muchísimo, y una me dice que no le dolió casi nada y que luego sintió bien rico con esto dentro de su ponche ?dijo mientras me apretaba la verga con su mano, y siguió diciendo- pero mi hermana dice que se siente rico cuando lo hacemos con quien nos gusta, mi amor? ¡Y tu me encantas! No quiero que me duela, o que me duela lo menos posible, pero también debo decirte que tengo miedo de salir embarazada? tú, mejor que nadie, sabe que eso de un legrado duele mucho y sinceramente no tengo ganas de tener un chamaco ahorita? ¿Tu qué piensas, mi amor?¡tengo muchas ganas de hacer el amor... eres lindo, y esto- dijo, tocándome de nuevo el glande- me encanta, aun que te la siento muy gruesa mi amor? mi hermana dice que la de mi cuñado es delgada y que por eso no le dolió mucho en su primera vez? ni cuando se la metió por ? ¡Ay, no se ni porqué te estoy contando todo esto, perdóname!

-No te preocupes, mi amor, es mejor así, que nos tengamos confianza? además, lo que pasa entre nosotros es muy linda y además, estas hermosa y eres muy linda y caliente, Lupita.

-¿De verdad te parezco caliente? Me da pena que me hayas metido la lengua? ahí, pero sentí bien rico papacito? ¿A cuantas mas se los has hecho así, mi amor? No, no te lo pregunto por celos o por algo así, pero tengo temor de que fracasar contigo y que me dejes así nada mas? mi mamá dice que cuando una fracasa con un hombre, luego ya otro no quiere casarse bien con una o le hace la vida imposible? no, no te estoy diciendo que te tengas que casar conmigo, y es por eso que aunque tengo muchas ganas de sentir? esto, dentro de mi, tengo temor? Me entiendes, ¿Verdad?

-Si, te entiendo Lupita pero tampoco te voy a forzar a nada mi cielo?-le dije, besándola y ella respondió al beso repegando su cuerpo al mío y subiendo una de sus piernas encima de mi cintura. Con delicadeza coloqué mi verga en la entradita de su vagina y con mi mano derecha acariciaba sus nalgas pero al mismo tiempo la jalaba hacia mi, para que sintiera la dureza de mi verga. Lupita comenzó entonces a mover sus caderas y solito mi pene se perdió en la maraña de su pelo púbico. Mentalmente me hice el propósito de que, una vez que fuéramos amantes completos, la convencería de que se dejara rasurar ese pelambre. Luego, ella se puso boca arriba y yo encima de ella. Abrió sus piernas y me hinqué en la posición del MISIONERO que no deja de ser la mas grata para que una mujer coja la primera vez. Puse mi verga en la entrada de su ponche y Lupita solita usó su mano para meter la cabeza del pene entre sus labios vaginales y una vez con el rumbo listo, se abrazó de mi cuello, nos besamos y comenzó el clásico vaivén y mi verga iba entrando poco a poco en su vagina hasta que sentimos los dos que mi verga chocaba con el himen. Lupita entonces sonrió y, animándose más, dijo en voz alta:

-Ya papacito, métemela, quiero ser toda una SEÑORA. Pero házmelo despacito mi amor, para que no me duela-y yo metí mi verga con un poco más de fuerza pero el himen se resistía a romperse. Lupita entonces pasó sus piernas sobre mi cintura y apretándome contra ella, hizo que yo ejerciera mas presión y? por fin, entró hasta mas allá del himen y los dos nos quedamos quietecitos. Ella solo apretando su vagina y yo disfrutando e esos apretones que, mas adelante, se convirtieron en un PERRITO sensacional que nos hizo felices a los dos el tiempo que duramos cogiendo, que fueron casi un año y medio a razón de tres a cuatro veces por semana, aunque los fines de semana que hacíamos guardia pobreteábamos o hasta tripleteámos en dos ocasiones.

Luego de un ratito así, solo sintiéndonos el uno al otro, comenzamos a movernos despacito, disfrutando, hasta que le besé el cuello y los labios, sintiendo los apretones de un nuevo orgasmo de Lupita, lo que hizo que yo deseara terminar ya, y le dije:

-Mi cielo, siente el semen, mamacita? ahí te va mi amor? Agh, que ricos apretones me das Lupita? siente mi leche mamacita.

-Si papacito, siento rico cómo me echas la leche mi amor? ¡Te amo, mi cielo, y qué lindo eres al hacerme SEÑORA, mi amor!

Al amanecer me levanté a orinar y pude ver mi verga sucia de sangre. Luego, al regresar a ver a Lupita, ella estaba dormida y se hizo a un ladito y vi ahí en la sabana, la mancha de recuerdo del himen. Y sus piernas y vulva ensangrentadas? ¡Lupita ya era toda una señora y había que celebrarlo! Nos besamos, acariciamos y luego, aprovechando que era temprano, los dos nos bañamos juntos. Desde ese día y por casi dos años, vivimos prácticamente como casados, cogiendo casi a diario, pero siempre cuidando de que no saliera embarazada, y Lupita se cuidaba siempre, al extremo de que dos veces, como estaba en sus días fértiles, ella misma me pidió que se la metiera por el culito pero esa, como dice Mamá Yoya, es otra historia que mas adelante les platicaré.

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