Amor... Juan me mira demasiado que hago
Su marido roncaba a su lado. María no podía dormir. Había algo que la tenía nerviosa desde hacía unos días. Primero pensó que eran cosas suyas, su imaginación. Después se convenció de que era real. Y la confirmación la tuvo esa misma tarde.
Pensando en todo eso no podía dormir. Le dio un codazo a su marido. Sin querer le dio en plenos riñones, y Mateo dio un respingo en la cama.
-Coño, María. Ten cuidado.
-Perdona, mi amor. No pretendía date tan fuerte. Pero es que...tengo que contarte algo.
-¿No puede esperar hasta mañana? - dijo Mateo, somnoliento e intentando coger el sueño otra vez.
-No, no puede. Es que....
Mateo se dio la vuelta. Sabía que cuando a su mujer se le metía algo en la cabeza no había nada en el mundo que se lo quitase. Cuanto antes terminara ella, antes se podría dormir.
-Venga. Suéltalo ya
-El niño...Me mira.
-¿Cómo que el niño te mira?
-Pues eso. Que me mira. Desde hace días me he dado cuenta que me mira. El escote, las piernas. Y culo cuando estoy de espaldas a él.
-Jajaja ¿Y cómo sabes que te mira el culo cuando estás de espaldas a él?
-Noto su mirada clavada en mí. Además, ayer lo vi a través del reflejo de la vitrina del salón.
-Jajaja. Vaya con el niño. Bueno, ya no es tan niño, con 19 primaveras. Aunque cuando tenga 50 le seguirás llamando niño, ¿No? Jajaja
-No te rías, coño. A mí no me hace gracia.
-Mujer, no te enfades. Es joven, y ya sabes lo tímido que es. Eres la mujer que tiene más cerca, y estás bien buena. No es extraño que te mire.
-Joder, Mateo. Que soy su madre. No debería mirarme así.
-Nah, no es nada, mujer. Ya se le pasará.
-Es que...ha ido a más.
-¿Cómo que a más? -Sí. Esta tarde, por el rabillo del ojo me di cuenta de que se tocaba.
-¿QUE SE TOCABA?
-Sí, disimuladamente se pasaba la mano por...ya sabes...
-Por la polla.
-Sí.
-Así que se sacó la polla delante de ti.
-Joder, no seas bruto. Claro que no. Sólo se pasó la mano por el pantalón.
-¿La tenía dura?
-¡MATEO! Pareces tonto. ¿Y yo que sé? Como comprenderás, no me puse a mirarle la entrepierna a tu hijo.
-Seguro que sí. Apuesto lo que quieras a que se le puso dura mirándote el culo.
-Ay, no sé por qué te lo he contado. Vete al carajo.
María apagó la luz de su mesilla, dejando el cuarto a oscuras y se acostó, dándole la espalda a su marido. Mateo se quedó, boca arriba, pensando en lo que su mujer le había contado.
Recordó su juventud, allá en el pueblo. A su mente vinieron aquellos momentos en los que se empezó a fijar en su madre. Era un pueblo pequeño, sin muchas mujeres. Su madre estaba rolliza, pero eso no le impidió, durante una temporada, el mirarla, intentado ver algo. Un poco de teta, un buen pedazo de muslo. Pero eso pasó. Pensó que era una fase por la que la mayoría de los muchachos pasan, algo natural, sin importancia, que sólo queda en eso y se olvida.
Además, su mujer estaba mucha más buena que su madre, así que entendió a Juan, su hijo. Esas grandes tetas, ese soberbio culamen. Alargó una mano por debajo de las sábanas hasta encontrarlo. Caliente, redondo. Suave al tacto por el pijama de seda que llevaba. Empezó a sobarlo.
-Mateo, ¿Qué haces?
-Nada. -¿Cómo que nada? Me estás tocando el culo.
Mateo se pegó a ella. María enseguida notó la dura polla de su marido pegada a su culo, y una de sus manos la rodeó y agarró una de sus tetas.
-Estoy cachondo, María. Echemos uno rapidito.
-No, déjame - dijo, sin mucha convicción.
Mateo empezó a besarle el cuello, el lóbulo de su orejita. Sabía que ese era su punto débil. La sintió estremecerse. Entonces, metió la mano por dentro del pijama y le abarcó una de sus hermosas tetas. Notó el pezón duro. Lo pellizcó entre sus dedos y ella gimió. Sin duda, también estaba cachonda.
No hubo más preliminares. Le bajó a su mujer el pantalón del pijama, quitándoselo de una pierna. Se bajó los suyos, la hizo poner boca arriba, se subió, poniéndose entre sus piernas y le clavó la polla en el coño, hasta el fondo, de una sola estocada.
-Aggggggggggg- gimió María, dejando los ojos en blanco en la oscuridad.
-Ummm, María. Pero si estás empapada.
Empezó a follársela con profundos golpes de cadera, metiéndole su polla hasta el fondo, y sacándola casi hasta la punta. Se oían los golpes, el chapoteo de la dura barra de carne en el empapado coño. En la oscuridad de la habitación sólo se oían los gemidos, los golpes de la cama, los besos.
-¿Te gustó ver cómo Juan se tocaba la polla?
-Agggg, calla...cómo se te...ocurren...esas... cosas....
Mateo alargó, sin dejar de follarse a su mujer, una mano y a tientas buscó el interruptor de la lámpara de la mesa de noche. Encendió la luz. La miró. Las mejillas sonrosadas, los labios resecos, los ojos semicerrados, y el placer reflejado en su rostro. Se la clavó a fondo y se quedó quieto.
-Venga, mujer, dímelo, que no pasa nada. ¿De verdad no te gustó verlo? ¿No te gusta saber que él te mira?
-No digas eso....Ummmmm....fóllame...no te quedes quieto.
-Pues dímelo. Estas muy caliente... ¿Me vas a decir que no es, aunque sea un poquito, por él?
María se mordió el labio inferior, mirando a su marido, suplicante.
-Fóllame mi amor...fóllame... -Dímelo.
La cabeza de María daba vueltas. Miró fijamente a los ojos de Mateo. Sentía clavada en su coño su polla. Necesitaba que se moviera, que la follara hasta hacerla correr. Cerró los ojos, y apenas audible, dijo:
-Sí
-¿Sí qué?
-Sí me....gustó.
-¿El qué?
-No seas malo....ya sabes el qué...fóllame... -No hasta que me lo digas.
María no podía aguantar más aquella tortura. Necesitaba ser follada, ya.
-Me gustó...ver como se...oh...dios mío....como se tocaba...
-¿La polla? ¿Cómo se tocaba la polla?
-Agggggggggggg síiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii... fóllame yaaaaaaaaa.
La besó, metiendo la lengua en su boca. Brutalmente, con fuertes embestidas que hacían que la cama entera vibrase. Hacía años que no follaban así, con tanta pasión, con tanta intensidad. Y también hacía años que no era Mateo el primero en correrse. María arqueó la espalda sobre la cama, con los músculos tensos, su coño rezumando jugos y palpitando. Fue un orgasmo arrollador, que no hizo más que aumentar cuando Mateo, gruñendo, enterró su polla hasta el fondo y se empezó a correr, llenando el marital coño de su espesa y abundante leche.
Se quedó sobre ella, resoplando. María con los ojos cerrados. Sus corazones galopando en sus pechos. Al poco, él se dio la vuelta y se quedaron los dos boca arriba, sudando, jadeando.
-Joder María, vaya polvo.
-Uf... me has dejado agotadita...pero...que rico.
-Estabas muy caliente.
-Umm, sí. Me calentaste mucho.
-¿Yo? jeje, ¿No sería por Juanito?
-Calla loco. ¿Cómo dices eso? Claro que no.
-Pues no decías eso hace un momento.
-Era para que me follaras de una jodía vez.
-Sí, sí.
-Bueno, dejémonos de tonterías que mañana tienes que trabajar.
María se dio la vuelta y apagó la luz. No quería que Mateo siguiese hablando, mirándola, y le hiciese confesar que no había mentido, que en verdad se había excitado por su hijo. No era algo que quisiese reconocer. No era algo como para ir por ahí contándolo. Una cosa es que un jovencito mirase a una mujer, aunque fuera su madre, y otra muy distinta es que esa mujer se excitara con ello. Y encima, su marido, en vez de ayudarla, la había excitado aún más. Bueno, al menos me ha echado un estupendo polvete - pensó.
-María... - susurró Mateo.
-Queeeeeeeee - contestó con desdén.
-Mañana ponte ropa ajustada y con escote, a ver que hace Juan.
-¿Pero? Tú te has vuelto de verdad, Mateo. ¿Encima quieres que lo provoque?
-Mujer, sólo como...experimento.
-Ni experimento ni leches. Me pondré una bata bien cerrada.
-Jooooo
-Ay, Mateo. Eres peor que un crío. Duérmete ya, coño.
-'Ta bien.
+++++
Durante varios días, las cosas siguieron igual. María estaba más atenta a las miradas de Juan, que cada vez eran más osadas. Y por la noche, Mateo la cosía a preguntas. Casi siempre terminaban en un rico polvete. Parecían dos novios, más que un matrimonio de años.
Una mañana, Mateo se levantó, siguió su rutina matutina (que linda rima). Se afeitó, se tomó un café y se fue a trabajar. María durmió, como siempre, un poco más. Cuando se despertó, hizo pis, se dio una ducha para limpiarse. Después volvió a su cuarto para vestirse.
Abrió su armario y se puso a buscar. Cuando se dio cuenta de que ropa había cogido, se sorprendió. Era tal y como Mateo le pidió. Ajustada y con escote.
-Joder, parezco tonta - dijo, al tiempo que devolvía la ropa a la percha.
Buscó ropa más decente, se quitó la bata con la que había salido del baño, quedando desnuda. Se miró en el espejo. Ya no era una niña. El tiempo no pasa en vano y su cuerpo ya no era el de antes. Pero se gustó. Para una mujer de 45 años no estaba nada mal. Buenas tetas, algo caídas, caderas poderosas, hermoso culo. Le sobraban unos kilitos, pero Mateo siempre le decía que no. Que así, jamona, estaba más buena.
Se preguntó en cómo le sentaría el primer traje que cogió. Hacía tiempo que no se lo ponía y había cogido un par de kilitos desde la última vez.
-Sólo por ver cómo me queda - se dijo, volviéndolo a coger.
Se lo puso. Le costó un poco, pues le quedaba muy ceñido. Se volvió a mirar. Se vio preciosa. Le resaltaba las curvas, era como una segunda piel. Sus tetas quedaban apretadas y pugnaban por salirse por el escote. No se había puesto sujetador, ni bragas. Se sintió casi desnuda.
-Uf, si Juanito me ve así, me come. Jajaja.
-Buenos días, mamá.
María dio un respingo y miró a la puerta de su alcoba. Su hijo estaba allí, mirándola. Parecía embobado.
-Bu...buenos días, tesoro.
-Voy a desayunar.
-Vale. Ahora voy yo también.
Cuando él la dejó, María sintió sus mejillas acaloradas. Él la había visto así. ¿Qué hacer? ¿Cambiarse de ropa? Quedaría raro. Y la forma en que su hijo la miró, recorriéndola con la mirada de arriba a abajo, le encantó. Así que decidió quedarse con ese traje. Pero se puso bragas. Sujetador no, pues hubiese tenido que bajarse el vestido. No se dio cuenta, pero los pezones se le marcaban como dos pitones cuando entró en la cocina.
+++++
Al medio día, Mateo volvió de la oficina para comer. Entró en la casa y buscó a su mujer. La encontró en la cocina. En cuando la vio, se quedó maravillado. Estaba hermosa, como hacía tiempo que no la veía.
-María, pero que guapa estás.
Ella se dio la vuelta y le sonrió. Mateo, acercándose a ella, la miraba, embelesado. Se plantó delante de ella. Generalmente, cuando volvía a casa, le daba un besito, un piquito en los labios, y quizás, una palmadita en el culo. Esta vez, la abrazó y le dio un buen morreo, llevando sus manos al culo y sobándoselo bien sobado. Ella gimió entre sus brazos.
-¿Te vio Juan así?
-Sí. -¿Dónde está?
-Ha salido a no sé qué con unos amigos.
-Cuéntame, cuéntame. ¿Qué ha pasado? ¿Te miró? Dímelo todo.
Mateo le besó en el cuello, mientras una mano sobaba las tetas sobre el vestido, notando enseguida los pezones, duros como piedras.
-Aggg...mi amor...desde que entré en la cocina por la mañana no me quitó los ojos de encima. Me miraba las tetas, el culo, los muslos.
-Joder, no me extraña. Si es que estás para comerte.
María, con los ojos cerrados y sintiendo contra el pubis la dura polla de su marido, relataba lo sucedido.
-Tenía sus manos debajo de la mesa...yo creo que...ummm
-Que se sobaba la polla.
-Aggggg, sí...sí....creo que se estaba tocando mirándome.
Mateo le cogió una mano a su mujer y la llevó hacia su polla, que sin que ella se diera cuenta, se había sacado. En cuanto ella la notó, dura y caliente en tu mano, la agarró y empezó a manearla.
-Guárdate eso - decía, sin dejar de acariciarla - que Juan podría llegar en cualquier momento.
-¿Que más, qué más? - decía Mateo, cada vez más encendido.
-A veces...nuestras miradas se cruzaban. El disimulaba, sonreía, pero sus ojos se desviaban a mis tetas.
La mano que sobaba el culo de su mujer, se fue hacia adelante, hacia medio muslo, en donde terminaba el traje. Se metió por debajo y fue subiendo. Debido a lo ajustado de la tela, a medida que subía arrastraba la falda. Subió y subió por entre los muslos hasta llegar a las bragas. Se sorprendió de lo mojadas que estaban. Los jugos de su coño traspasaban la tela y mojaban sus dedos.
-Mi amor...pero si estás empapada.
-Uf, llevo así toda la mañana.
-¿Te pone cachonda que tu hijo te mire así, verdad?
-Agggggg Mateo...
La mano se metió por dentro de la braga y recorrió la raja del coño. Parecía que tuviese jabón de lo llena de jugos que estaba. María se mordió el labio para no gritar y apretó aún más fuerte la polla que palpitaba en su mano.
-¿Se te mojó el coño mientras te miraba? ¿Te pusiste cachonda delante de tu hijo?
-Ummmmmm Mateo.....Mateo...
Empezó a frotarle el inflamado clítoris, besando su cuello, lamiéndolo. La sintió estremecerse, próxima al orgasmo.
-No lo niegues. Lo sé. Sé que el coño te chorreaba mientras veías sus manos bajo la mesa. Sé que imaginabas que tenía la polla dura y se la sobaba, mirando tus tetas. ¿Verdad? Y seguro que llegaste a pensar que se la había sacado y se hacía una paja mirándote. ¿Verdad?
María no pudo más. Era eso lo que pensaba. Justo eso. Incluso llegó a pensar que Juan se corría mirándola, llenando la parte baja de la mesa con su leche, y que la dejaba allí para que ella lo descubriera luego. Se tensó, se pegó a su marido y empezó a correrse. Toda la tensión sexual acumulada durante la mañana estalló como una bomba contra la mano de Mateo.
La sostuvo, apretándola contra el pollete de la cocina, mientras María se corría, temblando, gimiendo de placer. Casi le arranca la polla de cuajo. Cuando se calmó un poco, Mateo volvió a la carga.
-¿Qué más? ¿Que pasó luego?
-Después de desayunar, se levantó y se marchó a su cuarto. Mateo.... la tenía dura. No pude evitar mirar. Tenía un gran bulto en los pantalones.
-Joder...Ya sabes a donde fue, ¿No?
-Sí...a su cuarto.
-Me refiero a lo que fue a hacer.
-¿Qué?
-Se fue a su cuarto a meneársela. A hacerse una buena paja. Un pajote a la salud de su hermosa madre.
-Aggg, Mateo... ¿Tú crees?
-Estoy seguro. Tan seguro como que ahora te voy a follar.
-Pero está a punto de llegar.
-Me importa un carajo.
Le dio la vuelta. La falda, arremangada hasta medio culo. Tiró de la tela, subiéndola del todo, dejando el amplio y redondo trasero, a la vista. Le bajó las bragas, hasta medio muslo, la hizo echar hacia adelante, apoyando sus tetas en el frio mármol. Se cogió la polla con la mano derecha, la acercó al coño y se la enterró hasta el fondo, haciéndola resbalar, atravesando la ardiente vagina. La agarró por las caderas y empezó una furiosa follada.
-Sí María, sí. Juan se hizo una buena paja en su cama. Le pusiste la polla dura y el chaval tuvo que desahogare.
-Aggggg estoy caliente otra vez. Fóllame...fóllameeeeeeeeeeeeeee.
-Imagínatelo en su cama, con la polla en la mano, los ojos cerrados, recordando tus tetas, tu culo.
Ella, cerrando los ojos, lo imaginaba. Sentía la dura polla de su marido barrenándole el coño y pensaba en su hijo pajeándose por ella.
-Agggg María... ¿En qué pensaría? Seguro que en follarte las tetas...o en que le chupas la polla...
-¿Sí?...Ummmm ¿Me imaginaría chupándole la polla? ¿A su madre haciéndole una mamada?
-Desde luego que sí....Eso y mucho más.
Mil ideas pasaron por la cabeza de María, que se volvió a correr, echando la cabeza hacia atrás y reprimiendo un enorme grito. Mateo también estaba a punto de correrse, pero tuvo una idea. Siempre quiso hacer algo con María, pero ella siempre le decía que no. Ahora la tenía cachonda perdida. Probó suerte.
-Mami...¿Me chupas la polla?
Cuando María lo oyó llamarla mami casi se corre otra vez. Se quedó quieta...Las palabras resonaban en su cabeza.
-Por favor, mamá...chúpame la polla...estoy muy caliente. Me has puesto muy caliente...ese culazo...tus tetas....
Ella se incorporó, sacándose la polla del coño. Se dio la vuelta. El corazón le latía a mil por hora.
-¿Así que mi niño quiere que mami le chupe la polla, eh?
-Sí, sí... mira como la tengo
La polla parecía a punto de reventar. Hacía mucho tiempo que no se levantaba tanto. María se arrodilló lentamente, puso las manos en los muslos y se la metió en la boca. Sabía a coño, a su coño. Cerró los ojos y empezó una soberbia mamada.
-¿Te gusta como mami tu come la polla? -Agggg sí, sí....
Mateo miraba la felación. No recordaba una tan sensual. Estaba tan cachondo que no podría aguantar mucho. Llevó sus manos al cabello de su mujer y siguió el movimiento de la cabeza.
-Ummm mamá..que rico..¿Me puedo correr en tu boca?
-Claro mi vida...córrete en la boca de mami.
Raramente ella lo dejaba correrse en su boca. Casi siempre se la sacaba en el último momento y lo hacía correrse en sus tetas o en su barriga.
Mateo notó la llegada del orgasmo. Movió sus caderas ligeramente, follándose la caliente boca de su mujer.
-Aggggg mamáaaa...me voy a correr....te...te ¿ tragarás toda mi leche?
-Mami se beberá toda la leche que su niño le dé.
Él no pudo más. Estalló con fuerza y su polla empezó a disparar fuertes trallazos de semen contra la lengua y el paladar de María. Y cuando la oyó tragar, cerró los ojos y siguió corriéndose, gozando hasta lo indecible.
Jamás ella se había tragado su leche. Y ahora, pensando en que era a Juan el que se corría en su boca, tragaba y tragaba. Cuando la polla dejó de manar, siguió chupando, relamiendo, hasta dejarla bien limpia.
Se la sacó de la boca y miró a su marido.
-¿Le ha gustado a mi niño como mami le chupó la polla?
-María, ha sido la mejor mamada de mi vida.
La ayudó a levantar y la besó. Su boca sabía salada. En ese momento, oyeron la puerta. Juan había regresado.
A toda prisa, se subió las bragas, se bajó la falda y Mateo se guardó la polla.
Durante la comida, Mateo no dejó de mirar, de reojillo, a su hijo, el cual no dejó de mirar a su madre. Mateo también miraba a su mujer y le hacía señas, guiños. Y ella, encantada.
A partir de ese día, vistió más provocativamente dentro de casa.
++++++
Sábado, sabadete. Aunque no había camisa nueva, sí que había polvete. En su dormitorio, María y Mateo follaban. Ella, a cuatro patas sobre la cama, recibía los soberbios pollazos de Mateo.
-Así que sigue tocándose y mirándote, ¿No?
-Sí mi amor...Y...se hace el encontradizo. Se roza conmigo.
Ella notó como la polla de Mateo tenía un espasmo.
-¿Sí? Cuéntamelo todo. - dijo, arreciando es sus embestidas.
-Pues...cuando pasa a mi lado me roza. Aprovecha a que no hay apenas sitio para pasar...Ummm primero lo hizo de espaldas a mí, y su culo se rozó por todo mi culo...Aggggg fóllame....más... más...
-Cómo me pones, mi amor...¿Qué más, que más?.
-Ay...Mateo...al rato hizo lo mismo, pasó por detrás de mí, pero esa vez cara a mí. Mateo...me restregó su paquete por el culo...
-Ummmm, joder con el niño...¿La tenía dura?
-Durísima, mi amor. Yo hice como si nada hubiese pasado... Y después....se fue a su cuarto. -Seguro que a meneársela.
-Sí, se la meneó... Mi amor...lo..lo seguí. Me arrimé a su puerta, y pequé la oreja.
-¿No me digas que lo oíste?
María cerró los ojos, sintiendo la dura polla entrar y salir de ella, y recordó lo sucedido, mientras se lo relataba a su marido. Le contó cómo se acercó sin hacer ruido a la puerta, como pegó la oreja a la puerta y como oyó los gemidos de su hijo.
Los gemidos y lo que decía. Frases entrecortadas..."Qué buena estás, mamá", "Vaya par de tetas que tienes", "Ese culazo tuyo me tiene loco". La que más le calentó fue "Ummm, mamá, cómo te deseo...cómo deseo follarte bien follada y dejarte el coño rebosando de mi leche".
Le contó a su marido, que la oía extasiado, como se calentó tanto que se metió una mano dentro de las bragas y se masturbó oyendo, al otro lado de la puerta, como Juan hacía lo mismo.
-Aggg María.... me tienes a punto..¿Te corriste?
-Sí, sí, síiiiiiiiiiiiiiiii. me corrí cuando él se corrió. Dijo "Mamá..me corro...". Lo oí gemir más fuerte. Me lo imaginé corriéndose y me corrí con él.
-Ag, Ag... qué fuerte...yo...también..me corro...
No se corrió solo. En cuanto María sintió el primer golpe de leche estrellarse contra el fondo de su coño, se corrió con él, gozó con él, agarrando las sábanas y apretando los dientes para no gritar. Noto cada disparo de la polla, cada espasmo del cuerpo de su marido, y seguía corriéndose cuando éste, agotado, cayó a su lado. Ella se cayó hacia adelante, apoyando la cabeza en la cama. El culo quedó levantado, en pompa. Un reguero de semen y jugos vaginales salía de su coño y bajaba, lentamente, por uno de sus muslos.
Se miraron. Se sonrieron.
El domingo salieron a ver a los padres de Mateo y Juan salió con sus amigos, así que fue un día 'tranquilo'. María tuvo tiempo de pensar. Por la noche, en la cama con Mateo, le planteó sus dudas.
-Mi amor, esto no puede seguir así.
-¿El qué?
-Lo de Juan. No está bien. Soy su madre.
-¿Y qué? No has hecho nada.
-Bueno, algo sí que he hecho. Bueno, hemos hecho, pues tú me animaste. Lo hemos provocado. Y...si seguimos así, se nos va a ir de las manos.
-No mujer, es sólo un juego. No pasará nada. Ya se le pasará. Y mientras, nos calentamos tú y yo.
-Joder, Mateo. Sólo piensas en ti. ¿Qué pensará Juan? No creo que esto le haga ningún bien.
-Está bien, está bien. Quizás tengas razón.
-Sí, mejor lo dejamos. Iré más decente. Espero que se fije en otras mujeres. En chicas de su edad.
Se abrazaron. María apoyó su cabeza en el hombre de su marido, que le acarició el cabello para tranquilizarla. Al poco, dormían.
++++++
El lunes, cuando Mateo llegó a casa al medio día, enseguida notó tensión en el ambiente. Su mujer y su hijo estaban serios. En cuanto estuvo a solas con María, le preguntó.
-¿Qué pasa?
-Nada - contestó, seca.
-¿Cómo que nada?
-Te he dicho que nada. Ahora no tengo ganas de hablar.
Mateo iba a insistir, pero al ver la cara de su mujer, decidió callarse. La tensión seguía presente cuando volvió a la oficina. Y también cuando regresó.
María seguía sin querer decir nada. Cuando se acostaron, Mateo ya no podía más.
-¿Me vas a decir qué coño pasa?
Ella se echó a llorar. Mateo a abrazó, tratando de calmarla.
-Ya te dije que no estaba bien lo que hicimos. Que la cosa se nos iría de las manos.
-Tranquilízate y dime que ha pasado.
-Oh.,..dios mío....
-Tranquila, María.
Ella cogió aire.
-Esta mañana, me vestí con un traje normalito, nada llamativo. Pero él siguió mirándome. Siguió tocándose por debajo de la mesa. Y rozándose conmigo. Esta vez más descaradamente. Me pegó la polla al culo y se quedó unos segundos. Incluso apretó.
Mateo escuchaba con atención.
-Me di la vuelta, encarándolo. Le dije que no estaba bien lo que estaba haciendo, que era su madre y que tenía que respetarme. Y...entonces.
María se tapó los ojos con las manos, sollozando.
-¿Qué pasó?
-Mi amor...me dijo que yo era una zorra, una calientapollas. Mi hijo me llamó zorra.
-Joder, joder, joder. Se ha pasado. Voy a decirle un par de cosas al mocoso ese - dijo Mateo, levantándose de la cama.
María lo detuvo, agarrándolo del brazo.
-No, no. No le digas nada. Él tiene razón. Me he portado como él dice. He sido una... calientapollas. Fuimos demasiado lejos, Mateo. -Tienes razón. Nosotros lo provocamos. Pero no tiene derecho a hablarte así. Voy a hablar con él. Le exigiré que te pida perdón.
-Por favor... no le digas nada. Hablaré yo con él.
-¿Estás segura? -Sí, lo estoy. Iré ahora mismo.
-De acuerdo.
Ella se levantó, se puso una bata sobre el corto pijama y se fue hacia el cuarto de su hijo. Mateo se quedó en la cama, esperando. Y pensando.
Su mujer tenía razón. Lo ponía tan caliente saber que Juan la deseaba, que la animó a que siguiera. Para luego calentarse al oírlo y echar unos estupendos polvos. Los mejores que recordaba. Pero se olvidó de Juan, de sus sentimientos. Esperaba que María lo arreglase todo y que las cosas volvieran a la normalidad.
Esperó a que María regresara. Esperó... Esperó....Y esperó. El tiempo pasaba y ella no regresaba. Se empezó a poner nervioso. Habían pasado cerca de 20 minutos. Estaba a punto de levantarse para ir a buscarla, cuando ella volvió.
La miró de arriba a abajo. La bata agarrada con las manos. El pelo alborotado. Las mejillas sonrosadas.
-¿Qué pasó? ¿Por qué tardaste tanto?
-Mateo...Juan...acaba de ...follarme.
-¿QUEEEEEEEEEEEEEEEEE?
-Que Juan, tu hijo, me acaba de follar bien follada.
Mateo se quedó mirándola, con la boca abierta.
-Fui dispuesta a hablar con él, arreglar las cosas. Estaba es su cama. Le pedí permiso para entrar. Me dijo que pasara. Estaba serio. Me acerque a su cama y me senté, como cuando era pequeño.
Mateo la miraba con la boca aún abierta, incrédulo.
-Él se incorporó en la cama. La sábana cayó hasta sus caderas. Su torso estaba desnudo. No sabía que era tan...musculoso. Es...hermoso.
-¡María! - consiguió articular Mateo.
-Sí, hermoso. No pude evitar mirarle. Pero empecé a hablar. Le dije que lo que me dijo estaba mal, pero que comprendía que había sido por mi culpa. Que tenía que haberlo cortado todo desde que empezó. Entonces me dijo que...
-¿Qué te dijo?
-Que era muy hermosa. Que le gustaba mucho. Que me deseaba. Yo le dije que no podía ser, que era su madre. Que debía buscar una mujer adecuada.
-¿Y?
-Me dijo que no le importaba quien era. Que lo ponía caliente. Que le gustaban mis tetas, mi culo, que..que...
-¿QUÉ?
-Que le ponía la polla dura. Que se mataba a pajas pensando en mí.
-Coño.
-Mateo...intenté decirle que eso no era correcto. Pero él me miraba a los ojos. Sonrió y me dijo "Mamá, estoy cachondo sólo de tenerse sentada en mi cama".
-Coño.
-Y....uf..Mateo. Entonces tiró de la sábana. Estaba desnudo, y ...ummmm su polla..dura...y era...muy..grande..preciosa.
-¿Más grande que la mía?
-Sí, más.
-¡COÑO!
-Se quedó mirándome, sonriendo, con su enorme polla tiesa. Yo no sabía qué hacer, que decir. Me quedé embobada, mirándole la polla. Me dijo "¿Te gusta mi polla, mamá?"
-¿Y tú que dijiste?
-Nada. No podía hablar, mi amor. El corazón me latía con fuerza. Y el coño se me mojó en el acto. Me dijo después : "Cógeme la polla, mami. Mira lo dura que me la pones".
-COÑO, COÑO, COÑO..¿Se la cogiste? - preguntó Mateo, cada vez más ansioso.
-No...no pude. Estaba como petrificada. Casi ni respiraba. Sólo mirara aquella polla que daba saltitos sola mientras sentía como el pijama se me mojaba cada vez más. Fue él el que cogió una de mis manos y la llevó hasta su polla. Ummmmmm que dura, que caliente, que suave.
-Uf...María...Le cogiste la polla a Juan.
-No sólo eso, mi amor. Me empezó a mover la mano, para que le hiciera una paja. Cuando retiró su mano, yo seguí sola. Moviendo arriba y abajo la mía, apretando su polla. Estaba ardiendo Mateo. Creo que nunca había estado tan caliente. Él empezó a gemir. Le gustaba lo que le estaba haciendo.
-No me extraña. Sigue, sigue, por el amor de dios. No pares.
-¿Estás cachondo?
-Como una moto. Mira - respondió Mateo, sacándose la polla.
María la cogió con la misma mano que había cogido la polla de Juan, y lo empezó a masturbar.
-Así se la meneaba. Despacito, apretando. Mi mano casi no abarcaba su grosor. Él se recostó sobre cama y me miraba mientras yo lo pajeaba. Me decía que le encantaba como le tocaba la polla. Que lo deseaba desde hacía tiempo. Y...entonces...
-¿Qué pasó?
-Me miró fijamente a los ojos, y me dijo "Chúpame la polla, zorra". Ummmmm en ese momento me sentía así. Como una zorra, haciéndole una paja a su hijo y con el coño empapado. Casi me corro sin tocarme.
-¿Lo hiciste? ¿Le chupaste la polla?
-Ummmmm, claro que se la chupé. Me agaché - dijo, agachándose sobre su marido - y le di un besito en la punta - dijo, dándole un beso en la punta de la polla de Mateo- Saqué mi lengua, lamiendo toda su cabezota. Y después, me la metí en la boca. Me metí la polla de mi hijo en la boca y se la chupé así.
María empezó a chuparle la polla a su Marido como había hecho con Juan. Le miraba a los ojos, subiendo y bajando la cabeza, mamando con fuerza.
-Aggg María, mi amor...¿Así se la chupaste?
-Ummmmm - respondió ella, sin sacarse la polla de la boca.
-¿Se la chupaste hasta el final?
-Ummmmm
-Aggggg ¿Se ..corrió...en.....tu boca?
-Ummmmmmm
-María....ah..ah...¿Te tragaste toda su leche?
-Ummmmmmm
Aquello fue demasiado para Mateo. Se corrió a mares dentro de la boca de su mujer, que sin dejar de mirarlo, tragaba a medida que la polla disparaba. Mateo disfrutó de su intenso y arrollador orgasmo, imaginando la escena de María tragándose la corrida de Juan, mientras éste gemía.
Después de beberse con gusto todo el semen de Mateo, María siguió chupando un poco más la polla, lamiéndola, buscando cualquier rastro de la rica leche. Él la miraba, casi babeando.
-Joder María. Como me has puesto de caliente. Uf, ha sido fantástico. Ahora dime que pasó de verdad.
-Pasó tal y como te he dicho.
-Jajaja, venga ya.
-¿No te lo crees?
-No.
Mateo pensó que todo había sido sólo una manera de calentarlo. Una fantasía como la de los días anteriores.
María se quitó la bata. Estaba completamente desnuda debajo. Mateo la miró.
-Jeje, seguro que te desnudaste antes de venir.
Ella se tumbó en la cama. Abrió las piernas, acercó las manos a su coño y se lo abrió.
-¿También eso es mentira?
Mateo miró el coño de su mujer. Mojado, rojo...y rezumando. Un flujo salía de la vagina. Era un flujo blancuzco. Mezcla de sus jugos y del semen de su hijo.
-Mira como la leche de Juan me gotea del coño.
-¿Pero..? Te ha follado de verdad.
-Ummmmmm y de qué manera.
Se metió un dedo en el coño y lo sacó mojado, manchado de semen. Se lo llevó a la boca y lo chupó.
-Que rico, mi amor. Lechita de mi niño.
Volvió a meterse el dedo, sacándolo, nuevamente, manchado. Se lo ofreció a Mateo.
-¿Quieres probar? Jajaja.
Él la miraba, con la boca abierta. Y cuando se dio cuenta, tenía el dedo en su boca, y lo chupaba. María también se sorprendió que Mateo lo hiciera.
-En mi coño hay más.
No tuvo que repetirlo. Matero se acostó entre sus piernas y empezó a comerle el coño. Su sabroso coño recién follado, lleno de la leche de su hijo. María apretó su cabeza contra su coño.
-Aggggg, sí mi amor. Cómeme el coño.... Trágate la leche de tu hijo, como hice yo...
-Sí, te lo voy a dejar limpito, pero cuéntamelo todo. Dime como te folló.
Mientras Mateo le comía el coño, María le relató el polvazo que Juan le echó.
-Después de tragarme toda su corrida, seguí chupándole la polla. Seguía dura, mi amor, muy dura. Entonces, se abalanzó sobre mí y me besó. Ummm, sus labios me quemaban y todo mi cuerpo se estremeció. Me empezó a quitar la bata, y después me acarició las tetas.
Mateo lamía y lamía. Su polla, dura otra vez, se aplastaba contras la cama. Él se movía. Era como si se follase el colchón mientras se comía aquel sabroso coño.
-No tengo pijama porque me lo rompió. Me lo arrancó y se lanzo a por mis tetas. Me las sobó, las agarró entres sus manos y luego...ummmm me las chupó. Enteritas. Y me mordió los pezones. Con fuerza. Estaba como poseído.
Mateo metía dos dedos a fondo en el coño y los sacaba, para chuparlos. Atrapaba el clítoris entres sus labios, lo chupaba. María apretaba su cabeza contra ella, restregándole el coño por toda la cara.
-Por fin me tenía desnuda. Me acarició el coño. Mi amor... en cuanto sentí como mi hijo me tocaba el coño me corrí. Me agarré a él con fuerza y mordí su hombro para no gritar. Mientras me corría, el me frotaba y frotaba. ¿Sabes lo que hizo?
-No. ¿Qué hizo? - respondió el lamedor levantando un segunda la brillante cara.
-Me enseñó su mano, llena de mis jugos, se la llevó a la boca y se chupó los dedos, relamiéndose. Me dijo "Ummm, mami, que rica estás. Me voy a hartar de comerte el coño". Eso hizo que siguiera cachonda.
-¿Te lo comió?
-No... me tumbó en la cama, me hizo abrirme bien de piernas y...
-¿Y queeeeeeeeeee?
-Me clavó su pollón en el coño, hasta el fondo. Jamás me había sentido tan llena, mi amor. Creo que me he enamorado de su polla.
Mateo escuchaba el relato de la soberbia follada a que sometió Juan a su madre. Como le metía y sacaba la polla con fuerza, a fondo, golpeando el fondo de su coño. Como le chupaba y le apretaba las tetas. Como la besaba, con pasión, buscando su lengua, sin dejar ni un solo momento de follarla. Y lo que le decía. Las cosas que le susurraba al oído "¿Te gusta mi polla, mami? ¿Te gusta cómo te folla tu hijo, zorrita?".
-¿Y tú que le decías?
-Que sí. Que gustaba...agggg que siguiera follándome así. Que era su zorrita. Le dije que era su zorritaaaaaaaaaa.
Recordándolo todo y sintiendo la lengua de Mateo en su coño, María estalló en un intenso orgasmo que la obligó a arquear la espalda sobre la cama y quedarse unos segundos sin respiración. En su mente, el placer que sintió cuando la polla de Juan estalló en lo más profundo de su coño, llenándoselo del incestuoso semen. Mateo, que tampoco podía más, abandonó el coño de su mujer, se tiró sobre ella y le metió la polla en le palpitante coño. Se corrió en el acto.
Minutos después, los dos estaban sobre la cama, boca arriba. No decían nada. Mateo acercó una mano a la mano de María. Se agarraron.
-Joder - dijo Mateo.
-Uf - respondió María.
++++++
Al día siguiente, Mateo regresó al medio día ansioso por saber que había pasado. La casa estaba en silencio. Fue a la cocina a buscar a su mujer. No estaba. Se fijó en que no había comida preparada, como siempre. Buscó y la encontró en su cama, desnuda. El pelo alborotado.
-María!
-Ummm hola mi amor.
-¿Qué pasa?
-Nada... Será mejor que pidas comida al chino. No he preparado nada.
-¿Y eso?
-Es que Juan ha estado toda la mañana follándome. Ese chico es...incansable. No puedo ni moverme. Pero jamás me había corrido tantas y tantas veces.
-¿Dónde está?
-Ha salido. ¿Sabes una cosa? Ya no tengo nada virgen.
-¿No querrás decir que....?
-Sí, me ha follado el culito. Al principio me dolió horrores, pero luego fue fantástico. Ummmmm lo que me he perdido.
-Cabrona. Mira que te lo he pedido veces y siempre me lo negaste. Y a él, a la primera, le das tu culazo - dijo, sacándose la polla y acercándose a su mujer.
-No le puedo negar nada a mi niño.
-Pues ahora te voy a dar yo por ese culito tan lindo que tienes.
-Mi amor, déjame descansar. No puedo ni con mi alma. Necesito dormir.
-Joder, María. Al menos chúpamela.
Ella estaba acurrucada en la cama. Mateo se arrodilló al lado de su cabeza y le acercó la polla a la boca. Más que una mamada, fue una follada de boca. María se limitó a dejar que Mateo usara su boca hasta que se la llenó de semen, el cual se tragó... y se durmió.
++++++
Después de cenar, estaban los tres en el salón. María se sentó entre los dos. Al poco, llevó sus manos a cada una de las pollas, empezando a acariciarlas. Giró su cabeza a la derecha y besó a su marido. Giró su cabeza a la izquierda y besó a su hijo.
-¿Quién va a ser el primero en follarse a mami?
FIN
Holandés Errante
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