Autor: alnatural78 | 18-Sep
Cuando tenía 17 años y en compensación a mis buenas notas en el colegio secundario, una prima de madre (de 38 años) que aún vive en Córdoba, me invitó a pasar un mes en su casa. Les cuento que mi tía está casada con un industrial, en muy buena posición, el cual es presidente de un club social que entre sus actividades tiene un equipo de básquet de muy buena categoría.
Al llegar a la terminal me esperaba mi tía junto a sus hijas (mis dos primitas) de 14 y 18 añitos, las que estaban tan ricas que no les podía sacar la vista de encima. Me llevaron a la casa, la estaba ubicada en un barrio privado, con parque bien cuidado, árboles y verde por doquier y detrás de la casa una pileta de natación espectacular. Después de almorzar me puse mi malla y partí rumbo a la pileta a refrescarme porque hacía mucho calor. Estaba disfrutando del agua cuando al rato hicieron su aparición mi tía y mis primas. Desde donde estaba, la vista que me brindaban era de ensueño, cuál de la tres estaba mejor, mi tía con un bikini blanco que destacaba aún más su bronceado. Mis primitas con unas tangas para el infarto que no les cubrían sus hermosos culos. Se metieron al agua y luego de nadar un rato me salí y me tendí sobre un sillón, de esos para tomar sol. Al rato mi tía se acostó boca abajo en el sillón de al lado. Se desprendió la parte de arriba del bikini para que el sol no le dejara marcas, al tener tan cerca mío ese cuerpo de pendeja, mis ratones entraron en acción. Al rato mi tía me preguntó si no me molestaba que le pusiera un poco de bronceador. Ese pedido fue un hermoso regalo. Me puse de rodillas, coloqué bastante bronceador en mis manos y comencé a masajearla disfrutando el momento. Cuando ya le había puesto el bronceador en la espalda, me senté en mi sillón y ella me preguntó si no le pondría también en las piernas. La verdad no me podía negar. Agarré el pomo de bronceador y le puse una larga línea en ambas piernas, subiendo desde los tobillos hasta sus muslos, luego con ambas manos fui desparramando el bronceador, a medida que subía por sus piernas, mi pija también iba subiendo. Tener a la vista tan hermoso culo me empujó a subir mis manos para probar si decía algo, de poco fui subiendo y como ella no puso reparos, comencé a masajearle ambos cachetes que estaban cubiertos casi nada mas que con una tirita. Ella me agradeció y me dijo que tenía unas manos fuertes pero suaves a la vez. Me puse de pie y el bulto en mi malla ya no podía disimularlo con nada, ella giró su cabeza para mirarme y descubrió lo que por apuro no quería que viera. Entonces como pude la dejé sola y me tiré de nuevo al agua para ver si la cosa pasaba. La tarde pasó y a la noche durante la cena, mi tío nos dijo que por razones de trabajo debía ausentarse una semana a Buenos Aires y en chiste me dijo que a partir de mañana yo sería el hombre de la casa. Al otro día fuimos con mi tía a llevarlo al aeropuerto, una vez que el avíón despegó volvimos al auto y mi tía me dijo que maneje yo, entonces le dije que no porque no sabía manejar. Entonces se ofreció a enseñarme. Esa misma tarde después de estar en la pileta, me dijo que iríamos hasta un parque cercano que no tiene tráfico para darme las primeras lecciones. Cuando subí al auto no podía quitarle los ojos de encima, ya que se había puesto unos pantaloncitos bastante cortos que dejaban al aire parte de sus lindos cachetes y arriba una remera de esas llamadas ?puperas? que dejaban muy poco para la imaginación. Llegamos al parque y cambiamos de lugar, me puse al volante y ella en el asiento del acompañante a darme instrucciones. Después un buen rato de lecciones de manejo nos paramos en un claro y de una me preguntó si yo le gustaba. La verdad, me tomó por sorpresa y le dije que era muy bonita, con un hermoso cuerpo y que llama la atención de cualquier hombre. Entonces me dijo que me lo preguntaba porque había visto mi bulto el día anterior cuando le ponía el bronceador. Yo me puse de todos colores. Ella acercándose me dio un beso en la mejilla y sentir su cercanía hizo que se me despertara el indio de nuevo. Ella lo notó y ni lerda ni perezosa puso su mano encima de mi pija y comenzó a apretarla, yo no sabía como reaccionar, creo que me quedé petrificado. Eso no le importó porque metiendo su mano dentro de mi malla me sacó la pija y agachándose empezó a darle besos en la cabeza para de inmediato abrir su boca y chupármela como nadie lo hizo nunca. Yo la dejaba hacer pero como no soy de fierro, enseguida acabé salpicándole la cara con lecha y enchanchándome la malla. Pasado este momento ella me dijo que hacía tiempo que no veía pija tan joven y grande como la mía y que esta historia estaba comenzando. Como era sábado esa noche ella propuso ir a cenar y luego a bailar un rato. Fuimos a un restaurant los cuatro, ella, que se había puesto una solera con dos breteles finitos que la hacían más que apetecible; mis primas que para no ser menos iban bastante provocativas y yo. Nos ubicamos en un lugar apartado del resto de las mesas e hicimos el pedido al mozo. Ella estaba sentada frente mío y mis primas a ambos lado de ambos. Cada vez que miraba a mi tía me encontraba con sus ojos y en determinado momento se le cayó el tenedor, al agacharme por debajo de la meza para levantarlo, vi que ella tenía las piernas abiertas dejando a la vista su sexo,, ya que no se había puesto bikini. Como se imaginarán me quería quedar a vivir debajo de la mesa, pero como un caballero levanté el tenedor y se lo pasé a ella, al agradecerme la atención me guiño un ojo y me regaló una pícara sonrisa de complicidad. Luego de la cena dejamos a mis primas en la casa de unas amigas donde se quedarían a dormir y nosotros nos fuimos a bailar. Durante el trayecto, como ella manejaba, comencé a acariciarle las piernas y subiendo mi mano derecha bien arriba llegué hasta el tesoro de su sexo, totalmente depilado y al introducirle un dedo noté que estaba bastante lubricada. Llegamos al boliche y nos mezclamos con la gente, que era bastante, lo que prácticamente nos obligaba a estar con nuestros cuerpos pegados. Ella refregaba su sexo contra mi bulto y yo estaba a mil. Le levanté un poco la falda y coloque mis manos sobre sus cachetes atrayéndola contra mi y así estuvimos como quince minutos, luego ella separándose un poco bajo el cierre de mi pantalón y sacó mi pija que estaba al máximo de su potencia. Se levantó por delante la falda de su solera y se acomodó la pija en su conchita, comenzamos a besarnos y acariciarnos sin importarnos la gente que nos rodeaba, que por lo oscuro del lugar nadie notaba nada. En determinado momento agachándome un poco le metí la pija en su concha que por la calentura estaba a punto y nos movimos como dos desesperados hasta acabar los dos juntos. Como pude saqué mi pañuelo me sequé un poco la pija y la guardé y le presté el pañuelo a ella para que se secara. Demás está decirles que me lo devolvíó empapado por sus jugos y mi semen. Más tarde volvimos a la casa y ella tomándome de la mano me arrastró hacia su dormitorio, nos besamos y al correr los breteles de su solera, esta de deslizó hasta la alfombra dejándome a la vista una mujer con uno de los cuerpos mas hermosos que haya visto. Ella son rapidez me desnudó y al instante estábamos hechos un nodo sobre la cama, acostándome boca arriba ella se subió y nuevamente engulló mi pija con su concha. Yo no podía creer que esto me estuviera ocurriendo a mi, me cabalgó un buen rato y sentí que acababa en medio de gemidos y contorsiones, para después acostarse sobre mi cuerpo, yo la besaba y acariciaba, la puse boca abajo y comencé a besarle el cuello y asi de a poco fui bajando hasta llegar a su cola, con mis manos el abrí los cachetes y comencé a lamerle el agujero del culo. Ella me dijo que era la primera vez que alguien le hacia eso, que no parara. Eso para mi fue como el ?vía libre? para mis intenciones, le succioné el agujero del culo y se lo llene de saliva. Acto seguido le acomodé la cabeza en ese rico agujerito. Cuando le metí la cabeza ella lanzó un quejido pero me dijo que no parara, que me quería tener bien adentro. Yo no me hice rogar y empujando de poco se la enterré hasta los huevos. Con una de mis manos le estimulaba el clítoris lo que hacia que ella levantara más su cola, de esa forma estuvimos un buen rato hasta que sentí que mi leche le llenaba el culito, justo en el momento que ella entre gritos volvía a acabar. Estuvimos cogiendo hasta la madrugada, cuando quedamos cansados nos dormimos abrazados, como dos amantes, no como tía y sobrino.