Autor: alnatural78 | 18-Sep
La historia que les contaré me ocurrió cuando yo tenía doce años. Al finalizar las clases siempre me iba de vacaciones a la casa de mis abuelos en la Provincia de San Juan. Ellos tenían una casa grande situada delante de un gran terreno cubierto de frutales. Al fondo dos higueras y un gran cañaveral con un zanjón ancho que siempre llevaba agua clara. Mis abuelos vivían con una de mis tías, la cual tenía un hijo de dieciocho años, mi primo Juan. Para el que no conoce San Juan les diré que en verano es raro el día que la temperatura no supera los 40º. Una siesta mi primo me invitó a que fuéramos hasta el fondo del terreno y nos refrescáramos en el zanjón que cruzaba la propiedad. Allí fuimos, él con una malla negra y yo con un pantaloncito corto, debajo por el calor no me pude bombacha. Arriba solamente me puse una remerita, la que hacía destacar mis pechos, que para mi edad ya estaban bastante desarrollados. Llevamos unos toallas que dejamos enganchados en un árbol y nos metimos al agua. Yo no sabía nadar así que mi primo me dijo que el me enseñaría. Para eso cruzó sus brazos por debajo de mi cuerpo, uno a la altura del pecho y el otro debajo de mis muslos. La verdad que me sentía segura en brazos de mi primo, que con sus dieciocho años era alto y por el trabajo que hacia en los frutales tenía un físico bastante desarrollado. La cosa iba de maravillas hasta que no se si por casualidad sentí como una mano de mi primo se apoyaba en mis pechos, no le di mucha importancia y continuamos con mis clases de natación, al rato decidimos descansar un poco y al sentarnos en la orilla noté el bulto que se le había formado en la malla. Por curiosidad e ignorancia, ya que a esa edad había visto un pene solamente en un libro, le pregunté que le pasaba, el se puso colorado y me contestó que nada, pero como yo insistía el directamente me empezó a decir que debido al contacto físico que habíamos tenido, no pudo evitar tener una erección. Yo re boluda le dije que me mostrara, entonces el se bajo la malla y quedó ante mi vista una tremenda pija. El me dijo que para que se pasara lo acariciara un poco. Yo se lo agarré y mi mano no alcanza a rodearlo por el grosor que tenía. El me enseñó como debía hacerlo y me encantó ver como él cerraba los ojos y comenzaba a gemir, al rato de esto noté que la punta aparecía un líquido transparente y me dijo si quería probar. Yo me acerqué, primero le pasé la lengua y era un sabor raro pero agradable, luego abriendo bien grande la boca me metí la cabeza inmensamente rosada y comencé a chupársela, él estaba que explotaba y me subió la remerita que llevaba puesta y comenzó a acariciarme los pechos, sentí una sensación nueva y hermosa. Luego de chupársela un buen rato, me dijo que saliéramos de la orilla del zanjón y llevando nuestras toallas nos internamos en el cañaveral, para mi sorpresa al poco de andar descubrí una parte totalmente limpia justo en el medio de las cañas, el me dijo que cuando quería estar solo venia y se escondía allí, pusimos los toallones en el piso y nos sentamos. El me sacó la remera y el pantaloncito dejándome totalmente desnuda, con su boca recorría mis pezones, mi cuello y al llegar a mis labios los abrió con su lengua, mientras una de sus manos me acariciaba mi sexo, sobre el cual recién comenzaban a aparecer algunos vellos. Fue bajando su boca hasta el centro mismo de mi vagina y su lengua suavemente empezó a recorrerme, haciendo que mi cuerpo se encorvara buscando que ese momento no terminara nunca. Estando así sin quererlo comencé a gemir y contorsionarme mientras él con su boca me devoraba la conchita y de pronto sentí que todo se nublaba, algo así como un desmayo mientras que su lengua seguía dentro mío. Cuando pude reaccionar lo abracé y le agradecí con un beso. El me preguntó si me había gustado a lo que le contesté que me había encantado. Entonces me dijo que ahora el que debía satisfacerse era él y dicho esto, me puso boca abajo y boca fue directamente al agujerito de mi culo. Con sus manos me abría los cachetes y su lengua comenzó a introducirse en mi agujero produciéndome sensaciones que hasta ese momento eran desconocidas para mi. Al rato sentí que uno de sus dedos se metía en mi cola totalmente lubricada por su saliva y la otra mano acariciaba mi conchita, llevándome de nuevo al séptimo cielo. Luego sentí dos dedos que exploraban mi interior y nuevamente su lengua me llenó el agujero de saliva. Entonces me dijo que trataría de meter su enorme pija en mi culito. Yo sentí un poco de miedo pero caliente como estaba di mi consentimiento. Sentí como apoyaba la cabeza en el centro, con sus manos me abría los cachetes y comenzó a empujar. Cuando me enterró la cabeza pegué un grito y él me dijo que me quedara quieta que ya pasaría el dolor. Estuvo quiero unos cinco minutos, la sacó y otra vez me chupó el culo lubricándomelo bien. Otra vez volvió al ataque, sentí nuevamente como la cabeza de su pija se habría camino en mi culito, yo aguanté todo lo que pude y él empezó a entrar en mi, centímetro a centímetro, hasta que me lo enterró todo. Una vez con el pedazo adentro comenzó a moverse sus dedos acariciaban mi conchita produciéndome una sensación indescriptible. Al poco tiempo sentí que algo caliente se derramaba dentro mío mientras que mi primo bufaba como un toro. Se quedo dentro mío un bien rato y cuando la sacó sentí que un líquido salía de mi agujerito. Yo me pasé la mano para recogerlo y ví que era bastante pegajoso. El me explicó que era su semen que mezclado un poco de sangre de mi culito salía de poco. Ese fue mi debut sexual, con mi primo Juan una siesta en medio del cañaveral.