Autor: compadreloco | 14-Aug
Hola soy Marisa (ficticio para evitar cualquier problema), quiero escribir y relatar la historia de mi primera infidelidad, la cual fue especial por ser como dije, la primera vez, aunque después hubo muchas más. He aprendido que infiel es cuando coges con una sola persona, pero cuando solo te quitas las ganas de tu instinto sexual con cualquiera que escojas, no lo es.
Para ayudar un poco a la economía familiar, decidí buscar un empleo tomando como base el título que ostento, que es de enfermera. Finalmente lo conseguí en un Hospital Público. Conforme pasaba el tiempo me dí cuenta que el Hospital era como dice la gente, una auténtica Sodoma y Gomorra, había de todo, doctores que fornicaban con enfermeras, enfermeros con doctoras, doctores con pacientes, etc. Sobre todo eso sucedía en los turnos de las noches, que todos teníamos que hacer en ese Hospital.
Casi no había enfermera casada, soltera o divorciada que no hubiera cogido con uno o varios doctores y enfermeros. Sin embargo fiel a mis convicciones me abstuve de hacerlo al menos por los primeros 10 meses. Sin embargo, bien dicen que el diablo anda suelto. Recibimos un paciente de aproximadamente 23 años, soltero, de buen físico, a quien tenían que hacerle una cirugía menor, sin embargo como suele suceder se le infectó la herida y hubo que tenerlo en observación algunos días. A mi me tocó atender a este paciente, quien desde el principio comenzó su recital de alardes y atenciones a mi persona. Por mi parte, en ese entonces tenía 36 años, me conservaba muy bien a pesar de un hijo, soy rubia de nacimiento, de 1.70 mt de estatura y tengo muy buen cuerpo, con senos grandes y un trasero en forma de corazón. Durante esos diez meses anteriores había recibido ofertas e insinuaciones sexuales por parte de mis compañeros hombres, pero nunca había cedido a ellas.
Durante los días que este paciente estuvo allí (le llamaremos Ricardo), mis compañeras me decían que era muy evidente que yo le gustaba un montón a ese chico, me enviaba recados con otras enfermeras y a veces hasta mandaba a traer flores rojas para mi. Sin embargo, a pesar que era muy atractivo y me gustaba verlo, trataba de mantenerme ajena, pero, por esos días descubrí que mi maridito me jugaba la vuelta con una secretaria de su trabajo. Eso me puso muy furiosa y fue doblando mi convicción poco a poco, más cuando Ricardo se portaba muy atento conmigo y me hacía sonreír cuando yo atendía su habitación. Durante un almuerzo, una compañera que atendía también esa sección me confesó que durante un examen que un doctor le había hecho a Ricardo, el se tuvo que quitar los calzoncillos, estando ella presente, le pudo ver la verga, era gigantesca, nunca había visto una de esa talla me decía mi amiga. Esa confesión aumentó mi morbo y tomé la decisión de entregarme a él.
Ese día Ricardo me comentó que el día domingo le darían de alta; entonces le dije que el sábado que me tocaba turno le daría su despedida, se lo dije con una risita sarcástica, que creo que él entendió.
Llegó el día sábado por la noche, debajo de la bata de enfermera, solo me dejé puesto un hilo dental y un brazzier minúsculo para el tamaño de mis tetas. Me quité las zapatillas de trabajo y me puse tacones altos para mejorar mi figura.
Previo a nuestro encuentro, le solicité a mi compañera de turno que me avisará si venía algún medico, que le iba a dar su despedida al paciente. Ella me sonrió picaramente.
Entre con Ricardo, me saludó amablemente como siempre y le dije que iba por lo de la inyección, el hizo un gestó como de desconocimiento y muy inocentemente se dio la vuelta para colocarse boca abajo, yo abriendo mi bata hasta la cintura, le volví a decir,
-Quiero que tu me inyectes ahora a mi!- él se volteo a ver y me vio con la bata abierta mostrándole mi ropa interior. Ricardo se sonrío invitándome a subirme a su cama, antes de subirme bajé la cabecera de la cama para que toda estuviera a un nivel horizontal. Luego me quité la bata quedándome solo con ropa interior y los zapatos, me subí sobre él y me pidió que me pusiera sobre su cara, es decir que quería empezar comiéndose mi panochita.
Abrí las piernas y me coloque en su rostro, el con la mano hizo a un lado mi tanguita para dejar descubierta mi rajita, luego su magistral lengua comenzó a lamer toda la longitud de mi panochita y con la punta estimuló mi clítoris, que rico sentí esa lengua caliente, era diferente a lo que mi marido me hacía en el sexo oral, había más pasión, lujuria y desenfreno. En pocos minutos, su esfuerzo de mamarme la rajita tuvo su recompensa, me corri en su boca, él recibió mis jugos con su lengua, gemí varias veces para indicarle que me lo estaba haciendo bien rico. En unos minutos se me olvidó que esta siéndole infiel a mi marido por primera vez, solo estaba concentrada en el placer que me estaba dando este chico con su lengua comiéndose mi rajita.
Me recordé de los que mi compañera me había contado acerca del tamaño de su pene, entonces giré 180 grados alrededor de su boca, para quedar en la posición 69, busqué rápidamente su miembro bajándole sus calzoncillos, y alli estaba, era espectacular!. Nunca he sido partidaria de medir o comparar penes, pero este chico tenía una verga de más de 9 pulgadas, era inmensa, además era gruesa, hasta tuve miedo que no entrara en mi vagina. Mientras eso sucedía, me puse a mamársela, apenas pude meter en mi boca su glande, el cual lamí y chupe como desesperada, yo estaba ardiendo de ganas en ese momento, mi grado de excitación era máximo, no recordaba bien cuando había sido la última vez que me había pasado esto.
Ricardo por su parte, me tomaba con ambas manos las nalgas e incrustaba su cara hasta dentro de mi rajita, la punta de su lengua fácilmente penetraba mi gruta mojada y me recorría todo hasta mi agujerito del culo y me proporcionaba un placer exquisito, en ese momento estaba gimiendo como una vulgar puta. Me penetró la panochita con un dedo mientras me chupaba el clítoris y lo empezó a mover adentro de mi; mi vagina estaba eyaculando líquidos lubricantes por montones que iban a parar a su inquieta lengua. Por mi lado, no dejaba de chupar su glande, lamer todo el largo de su gran verga y acariciar sus cojones. Por un momento los dos gemimos acompasadamente, volviendo la habitación en un centro de lujuria.
Luego del exquisito sexo oral, me sacó mi tanguita y mi brazzier, me colocó en cuatro sobre la cama y me comió a besos mis nalgas y mi ano, yo ya deseaba que me la metiera, quería tener ese monstruo de verga dentro de mi. No me hizo esperar mucho, se colocó atrás y me puso su pene entre mis labios vaginales y luego lo empujó poco a poco, como gozando cada centímetro de mi vagina, sentí como esa gran pinga iba abriendo y acomodándose en mi interior, jadee bastante mientras me penetraba, Ricardo se sujetó a mis nalgas para terminarla de meterla toda, creí que ya no me entraría, pero las vaginas tienden a ser elásticas y se dilatan, finalmente estaba completamente ensartada.
Ricardo inició con los movimientos de cintura tradicionales, sacando y metiendo su verga en mi vagina, sus cojones chocaban contra mi coño y mi vientre. Allí estaba yo viviendo y gozando mi primera infidelidad, en una cama del hospital, desnuda solo con zapatos de tacón puestos, con una gran verga taladrándome la rajita, convirtiéndome en una puta esa noche.
Cada vez que me penetraba me hacía desfallecer de placer, sentía que su verga me entraba hasta los ovarios, no soy estrecha, pero con semejante grosor me hacía sentir una adolescente otra vez. Su follada me hizo chillar en vez de gemir. El por su parte me alardeaba mis dotes.
-Que rica tu vagina!- -Que rico cogerte, estas bien rica mujer!-
Para regresarle un poco el placer que me daba, comencé a mover mi trasero en pequeños círculos, lo cual ocasionaba una mayor penetración de su verga en mi vagina. Eso le gustó ya que empezó a decirme que me movía rico. No cabe duda que su excitación también iba en aumento, ya que luego de unos minutos, me tomó de la cintura y con mucha fuerza me empezó a penetrar aceleradamente, Ricardo empezó a gemir y sus ensartadas eran ahora golpes secos dentro de mi rajita. Estaba por correrse, se inclinó sobre mi espalda me tomó por el cuello y explotó, un chorro de esperma tibio cayó dentro de mi vagina, yo aullé de placer cuando me dio las últimas ensartadas para vaciarse adentro de mi y tuve que agarrarme de la parte de atras de la cama para no caerme. Su lechita me salía de mi interior y se derramaba en mis muslos.
Divina juventud!, mi macho quería más, no descanso un solo segundo y sin perder tiempo me dio vuelta, quedando ahora boca arriba, se puso una mi pierna en su hombro y la otra libre, me clavó su enorme verga, que no perdió nada de erección, hasta el fondo, me hizo pujar cuando la sentí entrar, luego buscó mis tetas para mamarlas mientras se movía dentro de mi. Yo por mi parte con las manos tomé mis tetas y le facilitaba ponerla en sus labios. Qué rica cogida me estaba dando otra vez!.
A continuación subió mi otra pierna a su otro hombro, puso sus manos en la cama y se empujó hacia delante, ocasionando que mis piernas se abrieran y el se pegara más a mis pechos, pude sentir toda la longitud de su verga dentro de mi vagina, buscó mi boca y nos dimos un beso bien húmedo. No dejaba de moverse dentro de mi un solo instante. Le rodee la cabeza con mis brazos para que nuestro contacto fuera al máximo, la cama rechinaba como si fuera a derrumbarse. Mientras me besaba tuve un orgasmo salvaje que le mordí los labios, eso creo que aceleró su clímax y nuevamente dejó liberar una gran cantidad de semen que inundó por segunda vez mi vagina. Entre gemidos, besos y movimientos pelvicos nos quedamos gozando nuestro orgasmo.
Tardamos allí acostados, el sobre mi, su pene dentro de mi vagina. ?No me equivoqué de ti, eres una mujer muy hermosa y ardiente- me dijo allí con su cara frente a la mía.
Me vestí le di un enorme beso de despedida y me marché, ya no lo volví a ver, ya que al otro día yo descansaba.
Fue mi inicio. A partir de ese día, he tenido relaciones sexuales con varios doctores jóvenes (ahora prefiero el vigor) que hacen residencias temporales allí. Inclusive tuve sexo con dos al mismo tiempo, allí probé por primera vez la penetración doble y fue magnífica. He dejado que mi marido siga con su aventura con su secretaria y yo sigo cogiendo en los turnos en el hospital y asunto arreglado.