Autor: anonimo63237 | 01-Jul
Mi amigo Ignacio y yo teníamos por aquel entonces 30 años, habíamos hecho la colimba juntos y, después, seguimos nuestras aventuras. Lo cierto es que, un día de tantos, quedamos en un bar de la Recoleta para tomar unas copas. Llevábamos varios minutos sentados cuando entró una mujer de unos 35 años, hermosa, con esa cara de despiste que tienen algunas minas cuando están fuera de lugar. Su ropa no era de la última moda, pero pasable. Ignacio me dijo "Esa no sabe donde está y tiene ese aire de mujer fácil que no es normal encontrar, voy a cojermela". Tengo que decir que, Ignacio, tenia ese sexto sentido que le decía cuando una mujer estaba a su alcance, casi nunca que intentaba algo fallaba.
En efecto, se levantó y se acercó a la barra donde estaba ella. Entablo conversación y, al poco rato se sentaron junto a mi. "Te presento a Susana, es la primera vez que viene por aquí." Me fije en ella, alta y grande, aunque no mucho, con esa cara de mujer en la flor de la vida que las hace excitantes. Sus pechos eran de un tamaño magnifico, ni grandes ni pequeños, en su punto. Su cara era muy agradable y no estaba muy maquillada. Sus piernas largas y firmes. En conjunto una mujer que pedía guerra.
Estuvimos hablando un buen rato hasta que ella dijo que iba al baño. Ignacio me dijo cuando se fue "Esta es de las que les pones la mano en la concha y te dejan hacerles todo, me la voy a llevar a ver si cojo". Dicho y hecho, cuando Susana volvió le propuso ir a un local cercano donde se podía bailar. Ella aceptó y yo me quede solo.
Al día siguiente llamé a Ignacio "Fue como te dije, la manosee bailando y me la lleve al coche, le metí mano y, en cuanto le puse la mano en la conchita accedió a ir a su casa. He estado con ella toda la noche, coja de primera". Me contó la historia de Susana : Tiene 34 años y trabaja en Once. A los 20 años se quedó embarazada y tiene una hija de 14 años, si al natural está tan bien como en fotos es una monada, no la vi por estar dormida.
Les comento algo, cuando enganchamos una mina fácil la compartimos, de manera que aquello me hizo ponerme recaliente. Quedamos para el viernes siguiente y nos presentamos en casa de Susana. Llevamos la cena e invitamos a madre e hija. Fue una velada agradable,la hija María era una preciosidad, no tan alta como su madre, pequeños senos y un culito paradito que te la hacia parar de solo verla, en seguida congeniamos y pasamos un buen rato hasta las 12 que la nena se fue a la cama. Según nos contó su madre no la dejaba salir, por miedo a las malas compañías (si llega a saber lo turros que éramos nosotros no se que hubiera hecho entonces, luego cuando se enteró era tarde).
Ignacio y ella se fueron a dormir al dormitorio y yo me acosté en la habitación libre. Esto se repitió varias semanas, hasta que una noche, me levanté para ir al baño y me encontré a Ignacio.
-"¿Qué pasa, te olvidaste de los amigos?,
- En absoluto, me respondió, salí a buscarte. Susana está despierta, entraremos juntos a ver que pasa". Cuando regresó a la habitación yo le seguí. Susana se sorprendió al verme y le preguntó a Ignacio porque estaba yo allí. El se acercó a la cama y le dijo que no le parecía bien que yo durmiera solo,habiendo una mujer capaz de satisfacerme. Esto lo dijo metiendo la mano bajo las sábanas poniendola sobre la concha de ella. Yo me acerqué por el otro lado de la cama y me metí debajo de las sábanas, quitandome los calzoncillos.
Me acerqué a Susana y la abrace, ella no se movió y me dejó hacer. Su conchita tenía una mata considerable y su culo era perfecto, mis pelotas encajaban a la perfección. Comencé a tocarla, mientras Ignacio la masajeaba la argolla. Ella se relajó y abrió las piernas, mi pija mas dura que una piedra se coló entre sus nalgas y se colocó al entrada de la concha. No me costó mucho metersela.
Fue una noche como pocas, era una verdadera delicia, desde que le dí el primer empujón se dejó hacer de todo. Entre los dos se la metimos por delante y detrás dos veces, ella nos chupó las bolas y se dejó meter un consolador que tenía Ignacio, hasta que nos acabo 2 veces mas.Cojia como una loca y tenía hambre de pija. Según nos dijo, se metió en la cafetería buscando un hombre, ya no aguantaba mas masturbandose. Desde luego podría haber conseguido pija en cualquier lugar, pero a nosotros nos tocó la lotería.
Desde ese día, mediados de marzo, hasta junio, la cojiamos todos los fines de semana. Salíamos de casa de nuestros padres el viernes y regresábamos el domingo por la noche. Nos quedábamos en su casa a dormir. Verdaderamente no había tenido una hembra que cojiera como Susana nunca y no la he vuelto a tener, salvo ......
Sigue la historia con su hija Anita..