Autor: amina | 27-May
Durante el curso pasado la Asociación de Padres del instituto me contrato para dar clases extraescolares de teatro. Se apuntaron muchos chicos, pero la mayoría lo hicieron obligados por sus padres. Como resultado me encontré peleando diariamente con ellos para que hicieran casi cualquier cosa. Creo que empecé a perder el control a mediados de curso. En la media hora que transcurría entre la salida de las clases del instituto y el comienzo de las clases de teatro, muchas chicas iban a casa a cambiarse. A mi no me importaba que no vinieran con uniforme, pero la verdad es que aquellas minifaldas no las tapaban mucho. Los chicos se revolucionaban en cuanto las veían aparecer y hacían todo tipo de comentarios. La dirección del centro me llamó la atención y yo tuve que obligarlas a traer uniforme. Desde ese momento los chicos me declararon una guerra sin cuartel. Abrían mi taquilla y me quitaban la ropa interior, enviaban mensajes obscenos a mi móvil y cosas así. Todas esas bromas las aguantaba yo estoicamente, lo que no hacía sino que su enfado creciera. Supongo que lo que ocurrió después fue una consecuencia lógica.
Otro de los hechos que probablemente contribuyeron a lo que pasó ocurrió el día del ensayo general. Los chicos pidieron permiso para salir antes de clase y ensayar la obra. Estuvimos cinco horas y al final todos estabamos agotados. Yo nunca me duchaba allí, pero ese día sentía que si no lo hacía no sería capaz de llegar a mi casa. Así que me desnude y me metí en la pequeña ducha del vestuario de las chicas. Escondí bien mi ropa, acostumbrada como estaba a que desapareciera. Aún no había dado el agua, cuando oí ruidos fuera. Eran voces de chicos y chicas. La verdad es que sentí miedo, no sabía de lo que serían capaces y mi situación era delicada. Entraron en el vestuario. Eran tres chicos y dos chicas. Ellas eran de las mas recatadas y educadas, nunca habían dado problemas. Pero ellos eran lo peor. A dos de ellos les había pillado un par de veces grabando como se cambiaban las chicas y quitándome las bragas de la mochila. El tercero era Dani, un muchacho extraño, muy serio, que siempre iba con ellos pero que parecía no mezclarse en sus fechorías. Como no sabía muy bien lo que pensaban hacer me quedé muy quieta, mirando a través de una rendija que dejaba la cortina. Las chicas no parecía tan serias como en clase, se reían de cualquier cosa que ellos decían y les permitían algún que otro manoseo. Mi sorpresa fue mayúscula cuando la primera de ellas empezó a desnudarse. Los chicos se quedaron sentados en un banco, mientras ella se desnudaba bailando y les tiraba su ropa. Luego la segunda de las chicas comenzó a hacer lo mismo. Se contorneaban de un lado a otro, moviendo las caderas y los pechos de forma muy sexual, casi pornográfica. Ahogué un gritito que subía por mi garganta. Nadie excepto Dani pareció darse cuenta. Él miró hacia la ducha, pero no hizo ningún gesto. Las chicas seguían con su baile. Se fueron juntando cada vez más y, al quedarse una frente a la otra, comenzaron a tocarse los pechos y a besarse. Yo no podía creer lo que veía, pero los chicos las miraban extasiados. Una de las chicas comenzó a bajar besando el cuerpo de la otra y al llegar al pubis, le abrió los labios y comenzó a comerle su coño. Los chicos no aguantaron más y sacaron sus penes fuera, comenzando a masturbarse. Me sorprendí mirando la escena, completamente húmeda. Los penes de los chicos no eran gran cosa, pero el de Dani comenzó a hincharse de tal forma que llegó a parecerme enorme. La chica que permanecía de pie se corrió sonoramente en la boca de su compañera y, tras esto, las dos se quedaron mirando a los chicos. Muy lentamente, los dos amigos de Dani se acercaron a ellas. El más fuerte cogió a la chica más delgada y la subió al banco. Allí hizo que saltara sobre él, rodeándole con las piernas. En esa postura le introdujo su pene y, apoyándola en la pared, comenzó a follarla. Yo no podía creer lo que veía, a mis ojos siempre habían sido niños aunque yo apenas les sacaba cinco años. El chico empujaba su cuerpo contra la pared con mucha fuerza y la chica ahogaba grititos de placer. Yo miraba hipnotizada sus movimientos: los huevos del chico golpeando el culo de la chica mientras su pene entraba y salía frenéticamente y también los pechos de la chica subiendo y bajando. Poco a poco deslicé mi mano hacia mi coñito. La humedad empezaba a chorrearme por la entrepierna.
Lentamente me deslicé hacia el otro lado de la cortina. Por la rendija podía ver a los otros dos muchachos. Él estaba de sentado, con los pantalones bajados por los tobillos. Ella estaba frente a él, a cuatro patas, chupando su miembro. Él la recogía el pelo y empujaba su cabeza con mas fuerza cada vez. Pensé que la polla del chico debía llegarla hasta la garganta, pero ella no daba signos de estar molesta. De hecho creo que no le prestaba a aquel muchacho más atención de la necesaria. Ella estaba mirando de reojo a Dani, que seguía en el otro banco mirando la escena y masturbándose. La chica movía las caderas circularmente, invitándole al festín, al tiempo que se introducía un dedo en el coño, haciendo más sugerente la invitación. Esta situación, que parecía no tener efecto en Dani, a mi me estaba volviendo loca. Mis dedos recorrían mi coño cada vez con mayor rapidez, recogiendo mis jugos que ahora parecían correr por mis piernas. Volví a deslizarme con mucho cuidado al otro lado de la cortina. Los movimientos de la pareja parecían ya fuera de control. La chica tenía la cara congestionada y gritaba cada vez más alto. En cuestión de segundos noté como su cuerpo se tensaba y luego se relajaba mientras ella tenía un orgasmo y dejaba escapar suspiros de placer. Pero el chico seguía empujando más fuerte. No pasó mucho tiempo, cuando el chico sacó su verga y dejó caer a la chica, que resbaló por la pared hasta quedarse frente a él de rodillas. Luego, agarro la polla con las dos manos y se la metió en la boca. El chico apenas duró unos segundos así y, agarrando a la chica de la cabeza, soltó todo su semen en la boca de esta con unas cuantas sacudidas. Yo no podía más. Introduje un dedo en mi agujero y comencé a sacarlo y a meterlo. Pero apenas lo notaba y tuve que meterme otro. Estaba excitada a mil, y cada vez que me metía los dedos parecía a punto de correrme. Sin embargo logré deslizarme hacia el otro lado de la cortina. Justo en ese momento, Dani se había levantado y caminaba con seguridad hacia la chica y su amigo. Sostenía su polla con una mano, acariciándola. Era un miembro enorme, mucho mayor de los que yo había visto en hombres que le doblaban la edad. Con mucho cuidado se arrodilló tras la chica. Está, el estar más excitada, subía y bajaba muy deprisa la cabeza haciendo que el otro chaval pusiera los ojos en blanco de placer. Dani pasó un par de veces la punta de su pene por el coño y el culo de la chica, humedeciéndoselo. Después le introdujo el glande un par de veces y lo sacó despacio. La chica se estaba poniendo roja de placer, y yo también. No dejaba de pensar que era yo la que estaba a cuatro patas, recibiendo esa gran polla de Dani dentro de mi. Luego, despacito, Dani le metió todo su miembro. Puede ver la expresión de la chica y luego la del otro muchacho, que sintió la sacudida de Dani. Primero muy lentamente y luego más deprisa, Dani empezó a empujar. El espectáculo era grandioso. Pero la cara de Dani no reflejaba pérdida de control, como la de los otros chicos, sino todo lo contrario. Desde mi posición podía ver como su pene engordaba cada vez más. El grupo se movía al unísono, al compás que marcaba Dani, la chica empezó a tensarse y su cabeza empezó a moverse cada vez más rápido y más profundo. El otro chico no aguantó mucho la situación y se corrió en la cara de la chica. Con el semen resbalando por toda la cara, la muchacha soltó un grito de placer y su cuerpo se conbulsionó con un gran orgasmo. Dani seguía sin parar. Sus sacudidas se volvieron casi brutales. Yo no podía más, me dolía la cabeza de aguantar el orgasmo y estaba completamente aterida. Mi lengua se disparó fuera de mi boca, haciendo gestos obscenos que había visto a las putas en la calle y en las películas. De repente, Dani sacó su polla del coño de la chica y, con un golpe de cabera, se la metió por el culo. La chica hizo un gesto de dolor e intentó quitarse, pero él la sujetó fuerte y se excitó aún más. Su rostro se contrajo y, lanzando un grito se corrió, agarrando a la chica por los pechos. Al sacar la polla aún la tenía dura y tuvo que masturbarse un buen rato más para que saliera todo su semen. Eso fue demasiado para mi. Agarré mi bote de gel y me lo metí por el coño hasta la mitad, logrando el mejor orgasmo de mi vida. Cuando levanté la mirada, vi como Dani me miraba fijamente, mientras extraía su última gota. Luego todo pasó muy rápido. Todos se vistieron, bromeando como si no hubiera pasado nada y pensando en lo que hubiera pasado si les hubiera pillado yo. Uno a uno fueron saliendo. Dani se quedó el último y, empujando el banco que estaba al lado de la ducha, descubrió mi ropa. Inclinándose cogió mis bragas y se las guardó en el bolsillo. Luego salió por la puerta silbando.