Autor: lhr | 12-May
Aquella mañana me levante con una sensación rara, no era igual que todas las mañanas. Me levante pensativa, quizás nerviosa y no tenía ningún motivo aparente para estar así, sólo tenía una cena de amigos aquella noche, pero eran amigos de toda la vida y no había nada de especial ni de extraño en ello.
Tranquilamente me duche y en la ducha intenté eliminar aquella sensación de malestar, intente relajarme para llegar más tranquila al trabajo, sin darme cuenta empecé a tocarme, suavemente acariciaba el jabón que iba cayendo por mis pechos y lo iba esparciendo por el resto de mi cuerpo, la respiración se me empezaba a entrecortar y comenzaba a tener mucho calor, no pude evitar abrir el grifo de agua fría y pasarlo por todo el cuerpo, poco a poco lo fui bajando y sólo deseaba llevarlo hacia abajo, donde hacía ya un rato que mi dedo jugueteaba... lo metí entre mis piernas, estaba muy excitada, cada vez lo apretaba más fuerte contra mí y a la vez no paraba de tocarme los pechos, no podía evitar tocarme y acariciarme... ya no aguantaba más aparte el grifo de la ducha y comencé a masturbarme con mis dedos, los metía y los sacaba suavemente y luego más rápido y más adentro, hacía mucho calor... terminé de ducharme, me vestí y me fui al trabajo.
Caminando por la calle en dirección hacia el trabajo, iba pensando en lo que acababa de suceder. Para mí era una cosa rara, no solía masturbarme por las mañanas, siempre solía hacerlo de noche y siempre lo hacía pensando en alguien o imaginándome una situación, aquella mañana la excitación la había logrado sin pensar en nada, sólo tocándome. Caminaba rara hacia el trabajo, pensando que alguien pudiera notármelo, pero eso era una estupidez, ¿cuánta gente hay que se masturba por las mañanas?. Lo que a mí me pasaba era que no estaba acostumbrada a hacerlo a esas horas pero me sentía bien, más animada.
Llegue al trabajo diez minutos antes como solía ser mi costumbre. Después de posar las cosas y encender el ordenador me fui a la sala de recreo a tomarme un café, allí no había nadie, salvo un obrero con un mono marrón arreglando no sé que historia, la verdad es que ni mire para él, estaba en lo mío, pensando que tenía que acabar algunas cosas para la reunión de aquella tarde.
Estando en mi mesa repasando varios papeles, noté como alguien me miraba, al principio no le di importancia pensé que era una persona que estaba en la oficina buscando a alguien, pero luego me di cuenta de que no era así, permanecía sentado justo enfrente de mí y no me apartaba la vista. Levante lentamente la mirada y nuestros ojos se cruzaron, comencé a sentirme incómoda, ¿quién era aquel hombre?.
No sabía que hacer allí seguía sentado y nadie parecía darse cuenta, y yo me sentía cada vez más incómoda, ¿quizás aquel hombre me atraía?. Mire la hora, eran las doce y media, pensé en ir al baño y a tomar un descanso a la sala de recreo, aquel hombre me estaba poniendo demasiado nerviosa como para concentrarme en el trabajo.
Me levante y pase por delante de él, no sé porque razón no pude evitar el caminar sexy y mover mis caderas suavemente...
Entre en el baño y fui directa a uno de los dos servicios vacíos, cerré la puerta pero justo al cerrarse alguien la abrió con un golpe brusco. Era él, me había seguido hasta el baño.
Me agarro y me empotró contra la pared, me agarro del cuello sujetándome fuerte la cabeza y me soltó una mirada penetrante justo antes de besarme. Dios mío, yo creí morir. Siempre era yo la que llevaba la iniciativa en todas mis relaciones sexuales pero aquella fuerza, aquella decisión me gusto, me gusto tanto que deseaba que besara todo mi cuerpo, que pegara su cuerpo desnudo al mío, deseaba que no existiera nadie más en ese momento solo los dos. Sin importarme si entrase alguien o no, comencé a desabrocharle la camisa y a lamer cada parte de su pecho, fui dándole pequeños besos hasta llegar a su cintura, me pare, no conocía a aquel hombre de nada pero sin embargo deseaba desabrocharle los pantalones y ver su miembro, deseaba tocarlo, chuparlo, hacerlo mío.
Por fin le desabroché los pantalones, allí estaba su pene, comencé a tocarlo y no pude evitar meterlo en mi boca, lentamente lo pasaba por mis labios y recorría su punta suavemente con mi lengua para volver a meterlo de nuevo, comencé a hacerlo rápidamente, aquel hombre estaba suspirando y movía la cabeza, se estaba excitando mucho y estaba a punto de correrse, yo seguía no podía dejar de chuparlo, cada vez me excitaba más, el me acariciaba suavemente, hasta que se corrió. Yo no podía parar, estaba muy excitada, de repente me agarro, me poso contra el retrete y abrió mis piernas para hundir su boca en mi sexo, a cada lametazo de su lengua yo creía morir, mis manos apoyadas en la pared de aquel mínimo servicio no paraban de hacer fuerza. Sus lametazos iban aumentando de intensidad, yo no podía evitar él moverme cada vez que su lengua recorría largamente mi clítoris, por fin paro, yo temblaba de excitación.
Me agarro y se sentó en el retrete, bruscamente me sentó encima de él, separo mis piernas con brusquedad y comenzó lentamente a penetrarme, mis manos no podían parar, me tocaba el pelo, agarraba con fuerza la pared, mientras él me sujetaba fuertemente por la cadera, eso me excitaba más, estaba completamente a su merced durante esos veinte minutos fui completamente suya.
De repente paró, me agarro y me levanto de nuevo empotrándome contra la pared, sujetaba mis piernas, mientras realizaba fuertes envestidas. Al principio los gritos y suspiros me preocupan por si alguien nos oía, pero ahora no sólo me daban igual sino que no podía evitarlos, a cada envestida yo gritaba más, estaba a punto de alcanzar el cielo, hasta que minutos más tarde él me agarró fuertemente y saco su pene para segundos después correrse.
Salí de aquel baño sintiéndome más mujer que nunca, muerte de calor y avergonzada. Pensé que todo el mundo se había dado cuenta, cuando todo el mundo estaba sentado en su mesa trabajando como si todo aquello que había pasado hubiera sido un sueño mío. Ni siquiera vi a aquel hombre salir del baño. ¿Qué me había pasado?, Yo era una mujer pasional, me gustaba el sexo, pero nunca pensé que mi grado de excitación llegará hasta tal punto y menos con un desconocido.
La reunión duro más de lo que yo esperaba, o quizás fue porque a mi se me hizo eterna, sólo deseaba salir de allí y volver a mi casa, darme una ducha, pensar lo que demonios había sucedido ese día en la oficina y prepararme para salir a cenar con mis amigos.
Llegue a las ocho y cuarenta y cinco al restaurante donde habíamos quedado, llegue la primera como siempre, pero eso me gusto porque así podría tomarme una copa de vino y pensar en lo de aquella tarde.
No tuve mucho tiempo, poco a poco fueron llegando todos mis amigos y ya no tuve tiempo de estar sola.
En la cena me daba la sensación de que todos lo sabían, nadie me pregunto nada, pero tenía la sensación de estar rara, de sentirme diferente y tenía miedo a que todos me lo notaran. No se lo quería contar a todos y no era el momento de agarrar a mi mejor amiga y llevarla aparte para contarle y mucho menos susurrárselo al oído, seguro que querría detalles ya tendría tiempo de llamarla al día siguiente.
La cena se alargo como siempre, nos lo pasábamos muy bien juntos y hacía tiempo que no nos veíamos.
Después de cenar decidieron ir a un bar a tomar una copa, yo normalmente no solía ir porque al día siguiente trabajaba y tenía que madrugar bastante, pero sin embargo aquel día fui, estaba convencida de que no podría dormir pensando en la loca aventura sexual que había tenido aquella tarde en un baño de la oficina.
Era bastante tarde para mí y decidí irme la primera, me ofrecí para llevar a alguien a su casa a pesar de que todos teníamos coche. Para mi sorpresa, David me dijo que había bebido bastante y que estaba un poco mareado y que si no me importaba llevarle a casa. No me pareció extraño, yo quería mucho a David, era un tío encantador y tenía su toque. Nos subimos en el coche y me dirigí a su casa, yo no le notaba nada raro, tampoco lo había visto nunca en esas condiciones. No hablamos mucho por el camino, yo tenía sueño, o mejor dicho estaba cansada y David estaba raro, solía ser muy hablador, pero no me preocupe supuse que eran los efectos del alcohol.
Al fin llegamos a su casa, yo me baje del coche para despedirme y acompañarlo hasta el portal. En el portal estuvimos hablando un rato me estuvo contando anécdotas de las que se enteró en la cena, nos abrazamos y nos dimos dos besos, al separarnos él no me soltó y quedamos abrazados mirándonos fijamente. Yo en esas décimas de segundo nunca podía pensar, me ponía muy nerviosa, ni siquiera me dio tiempo a pensar que demonios estaba pasando, cuando sin darme cuenta su lengua estaba recorriendo mi boca. Yo no sabía que hacer, en esos instantes me deje llevar, pero pensaba que aquello iba ir a más y pensé que a David si que lo conocía y no sólo eso sino que le quería, miles de pensamientos se me pasaron por la cabeza, de repente me aparte y me solté de él bruscamente, él se me quedo mirando como comprendiendo mi reacción, no sé lo que pensé, quizá estaba demasiado excitada para dar marcha atrás, sólo se que le agarre y le metí en el portal, le tumbe sobre las escaleras y empecé a besarle el cuello, fui desabrochando su camisa y besando cada parte de su pecho, de repente lo levante y lo puse cara a la pared, le arranque la camisa y empecé a mordisquear su espalda. Mis manos acariciaban su culo y sus muslos por encima de la ropa, era algo que siempre me había atraído de David, su culo.
Le giré y le levanté los brazos agarrandole fuertemente con mis manos, no puso mucha resistencia, le bese la boca, el cuello, hasta que se cansó y sacando fuerza me arrastro hasta el ascensor, me puso contra el espejo y me quito la camiseta. Comenzó a besarme suavemente el cuello, sus besos iban acompañados de fuertes lametazos, comenzaba a hacer mucho calor como siempre y mis manos comenzaban a tocar todo su cuerpo. Me acarició suavemente los pechos, bajo mis tirantes y empezó a besarme delicadamente los pechos, mis pezones comenzaban a erizarse con el contacto de sus labios y de su saliva. Todo mi cuerpo estaba erizado, no recuerdo como llegamos a su piso, ni como entramos en su casa, sólo recuerdo que le tumbe encima de la cama y le tape los ojos con mi camiseta y le ate las manos, me gustaba tenerle a mi merced, me excitaba mucho más.
Me aparte de él, estaba completamente desnudo, comencé a besarle los pies, luego me apartaba y le besaba el cuello, él se sorprendía y se asustaba, eso le excitaba no sabía dónde estaba, no me veía, no me tocaba y no sabía que parte de su cuerpo iba a besar, su respiración comenzaba a acelerarse.
Le di un pequeño mordisco en sus muslos, continué besándolos, y comencé a acariciar suavemente su pene. De repente pare, y me aleje, él se quedo callado como buscándome, no sé movió, estaba nervioso y excitado, volví a acariciarle durante un rato y luego me aparte, me pidió que no parase, aguante un poco más y el no paraba de repetirme que no parase, que por favor no parase. Cada vez que lo decía yo más quería esperar, hasta que seguí acariciándole para más tarde comenzar a lamerla, la metí en mi boca juguetee con ella, estaba dura y rígida, la sostenía entre mis manos, la sacaba y metía en mi boca, él suspiraba y cuanto más suspiraba, más me apetecía juguetear con ella. Le daba pequeños lametazos, pequeños mordiscos, la sostenía en mi mano arriba y abajo, no tardo mucho en correrse. Yo continué besándolo y acariciándolo, sin descubrirle los ojos me coloque encima de él, y comencé a moverme, él en un arrebato de pasión se desato, se quito mi camiseta de los ojos, me agarró y comenzó a moverme con mayor rapidez.
No tardamos mucho en corrernos y cuando yo creí que todo había acabado, él comenzó a besarme de nuevo, en eso momento el sueño y el cansancio se estaban apoderando de mi pero sus besos y caricias consiguieron vencerlo. No me lo podía creer me estaba excitando de nuevo, beso y acarició cada rincón de mi cuerpo, toco cada poro de mi piel y cuando ya parecía que había parado me agarro por la cintura y me movió bruscamente, me colocó a sí antojo, agarro fuerte mis piernas y comenzó a besar mis muslos, cuando me di cuenta su lengua estaba perdida en mi clítoris, recorría arriba y abajo con largos lametazos mi sexo, jugueteaba a su antojo, yo deseaba por momentos que su lengua parara, a veces me daba la sensación de que iba a estallar de que no podía aguantar, cuando pensé que no podía más él comenzó a juguetear con sus dedos introduciéndome uno suavemente, lentamente lo metía y lo sacaba y los lametazos se continuaban con más intensidad, yo me retorcía en la cama de placer, pensé que me moría, él también estaba excitado, desde mi posición podía ver su pene erguido y rígido.
Me agarro y me dio la vuelta en la cama, se coloco encima de mí y me agarro fuertemente los brazos, yo separe mis piernas, eleve un poco mi cuerpo y comenzó de nuevo a penetrarme. Yo sentía el calor de su cuerpo sobre el mío, sentía sus brazos agarrandome fuertemente, no podía evitar gritar más y más, nos movíamos juntos, nuestro movimiento era uno, yo no podía más iba a explotar en cualquier momento, sentía su aliento en mi cuello, sentía resbalar el sudor de su pecho, estaba a punto de alcanzar el cielo...
No sé quien llamo al trabajo para decir que estaba mala, supuestamente había sido yo pero no lo recordaba. Tampoco recordaba como había llegado a mi cama, ni cuantas horas había dormido, miles de sensaciones recorrían mi cuerpo, miles de pensamientos merodeaban mi cabeza y simplemente volví a dormirme.