Si hay una noche que para una mujer es inolvidable, esa es la noche de su boda. Pero en mi caso fue y es inolvidable por muchas razones. Ya de novios, mi esposo me había sugerido en varias ocasiones la posibilidad de tener sexo con otras personas, pero a mí, si bien me excitaba la idea, no me tenía muy convencida. Dos semanas antes de nuestra boda, por causas variadas, no había tenido sexo, por lo que yo ya venía bastante caliente, factor en parte desencadenante para lo que luego sucedió. Para esa noche muy especial me preparé en forma muy especial.
Aquí estaba yo, frente al espejo, recién duchada viendo mi cuerpo desnudo. Delgada, alta, muy bonita y de lindas curvas. Cola redonda y parada, piernas trabajadas y bien depiladas. Mi conchita totalmente depilada, se ve muy linda. Me agacho y me miro el culito, casi virgen, rosado, apretadito. Esa noche sería de mi esposo como regalo de bodas. Hasta el momento no me lo había penetrado ningún hombre, solo mis dedos, mi pequeño consolador y mis bolitas chinas. Me lo acaricio y trato de meter un dedo. Se siente apretado. Me coloco un poco de crema dilatadora para ver si realmente funciona. En pocos minutos logré meterme tres dedos y no sentí dolor. La crema realmente funcionaba. Decido probar hasta donde dilataba mi culito. Busco en mi armario una caja con un gran consolador, regalo de una amiga, que únicamente me lo había podido meter en la conchita hasta la mitad de lo grande que era. Mide 26 x 6. Una monstruosidad. Me lo meto en la conchita y realmente se siente grande. Pensé que en el culo no me iba a entrar ni siquiera la cabeza. Pero me equivoqué. Me coloco mas crema, que era un ungüento muy resbaloso por cierto y lentamente me lo voy metiendo en el culo sentándome sobre él. Increíblemente lo llevo por la mitad cuando siento que la puerta se abre. ¡Me había olvidado de cerrar con llave! Era mi hermana que me venía a preguntar si ya había utilizado el baño. La sorpresa y el temor de ser descubierta hicieron que me dejara caer, metiendo todo el consolador en el culo. Estaba segura que el dolor iba a ser insoportable, pero para mi sorpresa, no fue demasiado intenso. La crema realmente funciona y su efecto dura varias horas. Retiro el consolador de mi dilatado culo y comienzo a vestirme, siempre frente al espejo. Me pongo un par de medias auto sostén de color blanco. Luego un porta ligas de color blanco también. Encima coloco un micro colaless. Me miro de atrás y adelante y me veo muy bella. Encima un corpiño de media copa que lo único que hace es levantar mis senos, dejando el pezón libre. Mi vestido es relativamente corto, a medio muslo y con un escote muy amplio, casi dejan ver el corpiño. Me coloco los zapatos de taco muy alto y plataforma. Luego me ayudan con el peinado y el maquillaje.
Esa noche estaba realmente impactante. La ceremonia religiosa fue realmente hermosa y muy emotiva. Luego la fiesta. Mi esposo estaba radiante al igual que yo. Luego llega el momento del reparto de las ligas de la suerte y comienzo a quitármelas y mi esposo a colocarlas a mis amigas y parientes. El padrino de bodas, Juan, íntimo amigo de mi esposo, en broma reclama la bombacha para el padrino. Yo le digo que luego se la entregamos... Luego los brindis, el baile, la fiesta, las bromas, mucho champán, vino y dulces. Yo estoy muy alegre y algo borracha, por lo que me encontraba bastante desinhibida. La fiesta, luego de cortar la torta de bodas y haberse retirado los mozos llega a su fin. Aún quedaban varios amigos y amigas en la fiesta. Yo estaba algo embriagada y muy caliente, por lo que voy al baño y me coloco un poco mas de crema dilatante en el culo, preparándolo para mi esposo.
Cuando salgo del baño, me encuentro con mi esposo, con Juan y otros dos amigos de mi esposo. Juan bromeando me dice “la tanga para el padrino”. Miro a mi esposo y le pregunto “¿Se la damos?”. El me dice que si y yo ya mas lanzada, y frente a varios amigos le digo que me la saque él. Se agacha frente a mí y me mete ambas manos debajo del vestido y trata de quitarme el portaligas. Yo le digo que espere, que es más fácil de lo que piensa y me levanto el vestido permitiendo que me vean la cola y la tanga. Todos quedan petrificados, incluso mi esposo. Juan lentamente me va bajando la bombacha y yo no bajo mi vestido, permitiendo que todos vean mi depilada conchita que estaba muy mojada y el clítoris se veía casi de lo inflamado. Juan toma mi bombacha y se la va a guardar en un bolsillo. Sorprendo a todos cuando le digo que así no, que si el me la ha quitado es para usarla, que se la debe poner. Juan y mi esposo quedan sin poder pronunciar palabra. Yo me acerco y le desprendo el pantalón. Juan se deja hacer. Se descalza y se lo saca. Yo me agacho y mi cara queda a la altura de su pija, que se notaba muy dura debajo del bóxer. La tensión era muy grande. Lo miro a todos y las pijas parecen querer saltar de los pantalones, incluso mi esposo. Bajo los bóxer y la pija de Juan golpea mi cara, yo de boca abierta la quedo mirando y les digo a todos que en ese estado mi bombachita no iba a entrarle. Le subo el bóxer y el pantalón y todos quedan mirándome. Le digo a mi esposo para irnos que estoy muy caliente. Juan no mira y me dice “¿Y el padrino?”. Para sorpresa de todos, incluso mía, le digo “Si el padrino nos quiere acompañar... ¿Alguien más?”.
Llegamos a nuestro apartamento y detrás de nosotros llegan los amigos de mi esposo. Entramos y mi esposo me comienza a besar y a tocar la cola. Me suelta para desvestirse y es Juan que me toma en sus brazos y me besa y acaricia las tetas. Alguien desde atrás me desprende el vestido. Mi cuerpo le pertenece al grupo. Me meten mano por todos lados. Uno de los amigos de mi esposo se acerca por atrás con la pija de afuera y me la hace resbalar por la cola, intentando metérmela de atrás. Le digo que no, que ese es mi regalo de bodas para mi esposo, que luego que él lo desvirgue, puede ser que se los entregue al resto. Le pido a mi esposo que se acueste en la alfombra y lentamente me meto toda su pija en el culo. Cabalgo sobre él hasta que su leche me llena los intestinos. Me levanto y le comienzo a chupar la pija arrodillada, exponiendo el culo al grupo de amigos. Juan se sube encima de mí y me mete su pija en el culo sin darme tiempo a reaccionar. Me coge realmente muy fuerte provocando que un orgasmo me llegue en forma violenta. Minutos después, Juan se descarga dentro de mi culo, mezclando su leche con la de mi flamante esposo. Cuando me la saca, la leche corre por mi conchita que estaba deseando recibir una pija adentro. Me paso la mano en la concha y la saco llena de la leche de mi esposo y de Juan, me miro la mano y mi anillo de matrimonio, de fidelidad, estaba impregnado en la leche de ambos. Pensar en eso me excita nuevamente. Mientras pasaba todo esto le seguí chupando la pija a mi esposo hasta que éste me llenó la boca de leche, que en parte tragué, aunque no me gusta hacerlo y otro poco fue a bañar mi cara y mi pelo.
Me trato de ir a bañar pero los otros amigos de mi esposo no me dejan, estaban demasiado calientes como para esperarme. Me acuesto de espaldas y abro mis piernas. Uno a unos los seis amigos de mi esposo me cogen por la concha y me vuelcan su leche adentro. Cuando el último se acaba, yo estaba realmente cansada. Me acabé dos veces mas mientras era cogida por nuestros amigos. Estaba tan cansada que ni opté por higienizarme luego de tanta cogida. Cuando me despierto estaba hecha un asco, el pelo todo pegoteado de leche, igual que la cara, las piernas, la concha y el culo. Llamo a mi esposo y no me contesta nadie. El olor a sexo es tan fuerte que nuevamente me excito y me masturbo hasta acabarme. Me doy un buen baño y voy a la cocina a beber un jugo cuando me encuentro una nota de mi esposo que decía que regresaba a la noche, ya que habían ido a arreglar todo para la luna de miel.