Regalo de cumpleaños

Autor: Anónimo | 27-Jan

Orgias
Me llamo Marta, cuando empecé la Universidad, me mudé de casa de mis padres, en un pueblo del interior de Cataluña, a Barcelona, provisionalmente, me instalé en casa de mi hermana, cuatro años mayor que yo, y casada desde hace dos años. Debo decir que tanto mi hermana como mi cuñado no pusieron ninguna dificultad a que me instalara con ellos con lo que mis padres quedaron tranquilos, de que su hija pequeña, no estuviese sola en la gran ciudad, que pudiera ser controlada por su hermana y no descarriarse, según su forma de pensar, por la libertad que confiere vivir sola a punto de cumplir dieciocho años. Mi hermana Julia y su marido Juan vivían su vida y no se interferían para nada en la mía.

Durante la semana, todos teníamos nuestro trabajo, siempre me ha gustado estudiar y el curso era duro, por lo que solo nos veíamos a la hora de la cena y en realidad mi vida, solo había cambiado que, las conversaciones con mi hermana y su marido eran mas abiertas y francas que las que se mantienen con los padres. Por ejemplo, no es lo mismo hablar de las sensaciones y deseos que sientes con tus amigos o de sexo con tu hermana, que con tus padres. Sin embargo, algunas noches oía a Julia y Juan haciendo el amor en su habitación y porque no decirlo, oír los gemidos de mi hermana en la cama me ponía a cien y mis manos iban directamente a mi sexo y mis dedos jugaban con el clítoris y mis pezones, hasta que notaba mi sexo mojado y sentía un placer que yo creía que era un orgasmo.

El único día que rompíamos la rutina del trabajo diario era el sábado por la noche. Yo salía a tomar una copa con los amigos. Juan y Julia, siempre se juntaban con Pedro, un compañero de trabajo de Juan, y su esposa Adela. Cenaban indistintamente en casa de una de las dos parejas, decían ver el fútbol por TV y luego salían de copas, regresando de madrugada.

Julia quería saber si tenia algún amor o amante entre mis compañeros y supongo para saber, si me acostaba con alguien. Juan un día durante la cena dijo:

- Marta, tu hermana quiere saber si todavía eres virgen y no sabe como preguntártelo.

- Que este tranquila, contesté. Soy virgen y de momento no tengo intención de perder la virginidad, quizás el día que cumpla dieciocho, que será dentro de quince días, me follo al primero que encuentre.

- Ja, ja, ja rió Juan. A ver si encuentras pareja y venís con nosotros los sábados.

No volvimos a tocar el tema, por lo que llegó el día de mi cumpleaños y como era sábado, hicimos una pequeña fiesta familiar, por la tarde, vinieron mis padres, me entregaron sus regalos y se fueron, por lo demás actuamos como un sábado normal. Después, yo salía con mis compañeros y Julia y Juan recibían a Pedro y Adela para cenar en casa. Cuando marchaba Julia me dijo:

- Hazme un favor. Regresa pronto, te esperaremos con Pedro y Adela para entregarte tu regalo de cumpleaños, hoy ya eres mayor de edad. Queremos, hacerte un regalo muy importante y esperamos que te haga muy feliz recibirlo.

- Dádmelo ahora y no me hagas esperar, ya sabes lo impaciente que soy para los regalos.

- No puede ser, ya que en el regalo también participan Pedro y Adela.

La impaciencia y la duda se apoderaron de mí, me tenían que hacer un regalo en el que participaban sus amigos. Le dije a mi hermana:

- Voy a llamar a mis amigos para decirles que no puedo ir y me quedo con vosotros.

- Ni hablar. Queremos cenar solos y prepararlo todo, regresa a medianoche como Cenicienta.

Me pase todo el rato junto a mis amigos, pensando en que podría ser el regalo que me había hablado Julia, que iba a hacerme tan feliz al recibirlo y que tenia que ver la mayoría de edad en el regalo.

A las doce en punto abría la puerta de casa, oí risas en el comedor y la voz de Juan que decía:

- Adela, enséñale a mamarla como solo tu sabes hacerlo.

Me sorprendí que Juan hiciese este comentario, pero quede perpleja al oír a Julia decir:

- Pedro si le lames el coño como tu sabes, veras como goza esta noche.

Hice un poco de ruido para que se dieran cuenta de mi llegada y entré al comedor diciendo:

- Como podéis ver soy muy puntual. La impaciencia no me dejaba disfrutar de mis amigos y aquí estoy.

Al ver a los cuatro mi sorpresa fue enorme, Julia y Adela vestían solo con un sostenedor de blonda negra que les dejaba ver sus perfectos y redondos senos, un liguero en la cintura también negro y un mini tanga, que era un muy pequeño triangulo, del mismo conjunto del sostén, que solo les tapaba la mitad de su zona púbica. Juan y Pedro como único vestido llevaban un tanga negro, en el que se les insinuaban dos hermosas vergas. Supongo que mi cara fue todo un poema, y la sorpresa me dejo parada en la puerta del comedor por lo que mi hermana dijo:

- Marta, antes de emitir cualquier juicio, escúchanos, deja que seamos nosotros los que te iniciemos al sexo, no te forzaremos en nada y cuando tu dispongas dejaras de participar, pero créeme, siempre será mejor que te iniciemos nosotros, que no uno de tus amigos sin experiencia. Los cuatro que te vamos a iniciar, nos gusta disfrutar con el sexo, lo hacemos a menudo y puedo asegurarte que el fuego que sentirás en tu interior, hará que seas tu que nos vaya pidiendo mas y más, y si, como pienso y tu nos has dicho eres virgen, necesitas de un grupo de expertos para que te desfloren.

Yo debía continuar con mi cara de sorpresa, pero os aseguro que no estaba enfadada para nada por lo que dije:

- Si no me gusta parareis, fue lo único que se me ocurrió decir.

Debieron pensar que era estúpida y todos respondieron con un si rotundo.

Explicado claramente por mi hermana cual era el motivo de aquel encuentro y aceptado por mí, con un poco de vergüenza, pero por que esconderlo, con una sensación especial que se iniciaba en mis pezones y continuaba en la vagina, era cuestión de dejarse llevar y dejar iniciarme en el sexo. Abrimos una botella de cava y brindamos para que yo tuviera la noche más feliz. Adela y Julia dijeron a sus parejas vamos a preparar a Marta. Entonces me dieron el primer regalo, un juego de lencería como el que llevaban ellas, pero blanco, decían que una virgen debía vestir de blanco. Fuimos a la habitación y empecé a ponerme la lencería erótica, tengo bastante vello púbico, por lo que sobresalía del tanga, Adela dijo:

- Julia, vamos a rasurar el coño a Marta y dejárselo para que Pedro y Juan se lo coman.

Me rasuraron y cuando terminaron me llevaron al bidet, las manos de Adela empezaron a acariciar mi sexo y Julia me besó con cariño y dijo:

- Estas fabulosa, cuando te vean los hombres sabrás lo que es que te coman el coño.

- Nunca hubiese pensado que en el sexo fueras tan liberal Julia.

- Espero que esta noche, aprendas la diferencia entre amor y sexo, si logras entender esto, tu vida funcionara, sino serás desgraciada en ambas cosas.

Dicho esto, Julia me estampó un beso en la boca que me sorprendió por la fuerza de su lengua para abrirme los labios y ponérmela dentro de mi boca. Dejé de resistirme al beso de Julia, cuando Adela por su parte empezó a lamerme los pezones. Abrí la boca y Julia empezó a mover su lengua dentro de la mía, mis pezones empezaron a ponerse duros y Adela con su lengua parecía querer darles forma, afinándolos por la punta. Noté que una mano tocaba mi sexo, y buscaba mi clítoris y al encontrarlo empezaba a darle masaje. Empecé a notar que la vagina se humedecía y que mis miedos se desvanecían, en aquel momento mis manos querían tocar el sexo de Adela o Julia y devolverles el placer que me estaba dando. Dicho y hecho mis dedos recorrieron el tanga de Adela y moviéndolo hacia un lado, mis dedos penetraron en su sexo. Julia dijo:

- Adela, vamos que nuestros hombres la terminen de preparar, ya que si no se correrá antes de que nuestros hombres jueguen un poco con ella.

Me vistieron con el sostén, liguero y tanga. Cuando me vi en el espejo, debo deciros que me encontré muy guapa, mis senos erguidos, mi cintura delgada y mi culo, lucia perfecto con el tanga puesto. Salimos hacia el comedor donde estaban Juan y Pedro sentados en el sofá. Juan dijo:

- Hemos pensado con Pedro de poner un video erótico para que Marta nos diga lo que le gustaría que le hiciéramos.

- Ningún inconveniente dijeron sus parejas, nos gustan estos videos.

Juan puso el video y yo me senté en el sofá en medio de Pedro y Juan, Adela se sentaba al lado de Juan y Julia se quedaba de pie junto al sofá detrás de mí y de Pedro. Yo estaba tan nerviosa y me habían dejado tan caliente, que veía imágenes sin saber exactamente que ocurría, pero lo que vi era la mano de Adela situada sobre el tanga de Juan y mi cuñado empezaba a removerse en el sofá y un magnifico bulto necesitaba salir de su tanga, al mismo tiempo Julia le acariciaba los pezones a Pedro. Al ver esto me moví nerviosa y note que una mano empezaba un masaje con el dedo sobre mi pezón, era Pedro que reproducía el movimiento que Julia le hacia sobre el suyo.

Pedro se levantó, arrodillándose frente a mis piernas las cuales separó con suavidad, mientras su lengua se acercaba a mi sexo, Julia mientras tanto se arrodilló a mi lado y su lengua empezó a recorrer en círculos mi pezón, a Juan, Adela le había liberado su polla del tanga y lo estaba masturbando. Juan se levantó y acercando su polla a mi cara dijo:

- Marta, por favor chupámela.

Tuve un momento de duda, no sabia si me daría asco tener el sexo de un hombre en la boca, pero oí a Julia decir:

- No tengas miedo, chupala sin reparos veras como te gustara.

Como las lenguas de Pedro en mi sexo y Julia en mi seno me hacían sentir la necesidad de participar, agarré la verga de Juan y me la acerqué a la boca, mi lengua tocó la punta de su glande, el sabor que noté era agradable, por lo que me la introduje dentro de la boca, empezando tímidamente a pasarle la lengua por toda la punta y a medida que mi timidez se perdía, a introducir profundamente su pene hasta mi garganta. Mi sexo estaba lleno de saliva de Pedro y de mis jugos vaginales, el placer que sentía era enorme, pensaba que mis gritos de placer se oirían por toda la casa, pero no me importaba, necesitaba este placer, mucho mas intenso que mis masturbaciones cuando escuchaba a Julia y Juan hacer el amor. Pedro separó su boca de mi sexo y noté que sus dedos lo recorrían, pidió un gel lubricante y me untó interna y externamente con el. Entonces dijo:

- Por favor Juan, vas a tener el honor de desvirgar a tu cuñada, úntatela con el gel y penétrela con cuidado.

Noté una verga muy caliente que se introducía muy despacio y con cuidado dentro de mi sexo, al principio noté un poco de dolor, pero como la boca de Juan se enganchaba a mis pechos, mi placer era tan grande que le pedía a Juan que apretara mas y más. Notaba que su polla me penetraba, hasta romper un punto de resistencia, cuando este punto desapareció, noté un ligero escozor. Juan sacó su pene y Julia me llenó la vagina de gel con lo que desapareció el ligero escozor que sentía, en este momento Juan volvió a introducir su pene en mi vagina, parecía un hierro y empezó a moverse, primero con una cierta lentitud y a medida que yo sentía mas placer él aceleró sus penetraciones, yo sentí un placer que no había sentido jamás y noté que mi vagina se llenaba de liquido y oí la voz de Juan que decía:

- Cariño voy a llenarte de leche.

Sentí que un liquido viscoso y caliente se mezclaba con mis jugos vaginales, parecía que los espasmos de Juan no iban a terminar y en cada espasmo un chorro caliente me llenaba.

- Cariño que te ha parecido.

- Lo mejor que me ha pasado nunca.

- Por favor descansa un rato y mira que nosotros tres, estamos muy calientes.

Adela, Julia y Pedro empezaron a follar como locos, Juan a mi lado a los diez minutos volvía a estar empalmado, pero para no alargar el relato solo os diré que al cabo de una hora no era virgen ni por el culo, ya que Pedro era un experto en el sexo anal, según me dijo Julia.

- Julia y Juan sois maravillosos, Pedro y Adela muchas gracias - les dije a la madrugada cuando terminó toda la fiesta.

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