Clases de Matemáticas y sexo

Autor: Anónimo | 27-May

Infidelidades
En esa época contaba yo con 22 años y estaba cursando la facultad de matemáticas en los primeros años. La historia que lo voy a relatar sucedió en el mismo barrio donde vivía.Resulta que yo estaba de novio con una chica de 19 años, de cabellos rubios, largos y llamativos, en realidad muy linda y cuya relación no era tan bién visto por sus padres.

Con la familia de mi novia vivía su prima Marité quien contaba con 18 años, hermosa chica, de físico esbelto y bién desarrollado de estatura mediana y de ojos color miel que hablaban con la mirada, tenía unos labios carnosos y tentadores acompañada siempre con una sonrisa picaresca. Era en realidad el foco de atracción del barrio, pues su vestimenta hacía que su bien proporcionado cuerpo resaltara más de lo normal y a la vez invitaba a que se vea un poco mas de lo debido.

Todo empezó cuando a fines de diciembre mi suegra, de ese entonces, me pide que le enseñe matemáticas a Marité, puesto que ella no había pasado de curso al final de año y debía prepararse para rendir un examen extraordinario en el mes de febrero próximo.

Accedí a su petición aclarando que sería en mi casa y el horario de clases sería los días lunes, miércoles y viernes, a partir de las 09:00hs hasta las 11:00hs, porque yo trabajaba a partir de las 13:00hs en un lugar bastante apartado de mi casa.

Pues bién, llegó el primer día de clases y la estaba esperando a Marité en mi casa, específicamente en mi dormitorio. Aclaro que vivía con mis padres y una hermana en un departamento de 3 dormitorios y la habitación del medio era la que me correspondía exclusivamente. Al llegar ella a la hora señalada, la recibí y me saludó con 2 besos, con su mirada y su sonrisa muy picarescas, pero mi mayor sorpresa fue la forma en que vestía, tenía puesto una miniblusa bastante escotado y que no le alcanzaban la cintura, dejando al descubierto su pancita perfectamente rectas, y más abajo tenía puesto una pollerita de minifaldas que le llegaban solamente hasta la mitad de su cuarto y que dejaban ver a plenitud sus piernas bronceadas de color canela y bien formadas. Estaba como para devorarla completamente.

La hice pasar a mi cuarto, en donde tenía una mesa de dibujos, el cual nos serviría para estudiar, además de una cama, un equipo de sonido y un ropero. La invité a que se sentara en la silla, traje otra silla para mí y me senté cerca suyo para comenzar con la lección. En esas horas mi madre se pasaba en la cocina muy ocupada, mi padre estaba en su oficina y llegaba alrededor del mediodía y mi hermana se pasaba el día en la casa de sus compañeras.

Al principio hacía como que no la miraba y trataba de concentrarme en lo que debía explicarle, ella no se quedaba quieta y a cada tanto me decía que sentía mucho calor, la verdad es que en ese mes el calor de repente se torna insoportable y para apaciguar un tanto el calor, encendí el ventilador de techo, pues no tenía acondicionador de aire y con el ruido que hacía difícilmente nos escucharían desde las otras habitaciones.

Luego, llegaba unos momentos en que me era difícil no mirarla ya que el escotado de su miniblusa permitía ver sus hermosos pechitos con su sujetador super sexi. Ella notaba enseguida que la comía con la mirada y se sonreía constantemente. Esta situación me excitaba de sobremanera y me daba cuenta que a ella también, pues se le notaba en la punta de su pecho porque la tenía bién paradito. Yo tenía puesto una remera bastante grande y un pantalón buzo también bastante holgado y mediante ello podía disimular mi erección. No intentaba hacer ni decir nada, mas aún teniendo en cuenta que los primeros días estudiábamos con la puerta del dormitorio abierta.

Durante toda esa mañana traté de mantener una conversación dirigida únicamente a sus lecciones, a fín de no desviarme hacia el tema que ella trasmitía con su sola presencia y que era sexo.

Al retirarse ella me quedaba con una calentura impresionante, pero pensaba que no podría ni siquiera acariciarla porque era la prima de mi novia.

Casi siempre era ella la que quería iniciar la conversación sexual haciéndome preguntas muy personales e íntimas al cual yo no accedía a contestarla, al principio.

En uno de esos días apareció ella vistiendo su miniblusa escotado y sin portasenos y haciendo juego con su minifalda, que me parecían cada vez más pequeños. Al verla así empecé a dejar de lado mi condición de novio fiel y la encaré diciéndole lo bién que le quedaba su conjunto y que es difícil dejar de admirar sus hermosos pechos con sus pezones rosaditos y paraditos. Ella al principio se sonrojó y en enseguida se sonrió agradeciéndome por lo dicho, a la vez que se acomodaba para dejarlos ver mejor. Comencé a ser más osado todavía y apoyé mi mano derecha sobre su muslo izquierdo dándole un liviano masaje y le dije lo duro y suave que lo tenía.

El haber sentido mi mano sobre su pierna la excitó notablemente soltando un suspiro muy profundo y al mismo tiempo separó un poco mas sus piernas invitándome con ese gesto a que la acariciara un poco más arriba. Así lo hice, levantando un tanto su pollerita para que se viera su tanguita y su muslo lleno de pequeños pelitos rubios. La visión que tenía era impresionante y la excitación hacía que ella note mi bulto entre mis piernas.

Al rato ella también puso su mano sobre mi cuarto, yo tenía puesto un pantaloncito de fútbol, por lo que mi erección era evidente, y la dirigió hacia mi entre piernas. En ese momento abandoné su mini y metí mi mano por debajo de su blusita y le agarré de uno de sus pechos sobándola suavemente hasta sentir que su pezón duritos y levantaditos como queriendo explotar. Ella no se animaba a tocarme el bulto, solamente rozaba suavemente con su palma la cabeza de mi aparato que apuntaba hacia arriba. Le pregunté si tenía novio y si ya tuvo relación sexual, me contestó de que estaba peleada con su novio y ya hacía 3 semanas que no lo veía. También me contó que en una oportunidad, su primer novio la penetró pero en una situación no tan cómoda y a las apuronas por lo que ella no consideró como un acto sexual en toda su magnitud. Al escuchar esto, yo me dispuse a atracarla en ese mismo momento, pero lastimosamente llegó la hora en que debía irse.

Ni se imaginan como pasé las siguientes horas, me la imaginaba en todas las poses y por la noche ya me habría masturbado como 5 veces, es que tener una carne fresca de esa categoría no sucede todos los días.

Llegó el día siguiente y ya la estaba esperando nuevamente en shorcitos y remera liviana, y apareció ella vestida esta vez con un pantalón largo de hilo color rosa casi trasparente en donde se le notaba claramente su tanguita color blanco, arriba tenía puesto otra miniblusa y naturalmente, no tenía puesto sus portasenos. Al verla vestida así, tragué salivas y bién serio, la hice pasar a nuestra sala de estudios, pero que esta vez no sería de matemáticas sino de sexo.

Al entrar cerré la puerta sin llaves y nos dispusimos a repasar su lección. Esperaba el momento clave para iniciar la cacería. Luego de ½ hora, le dije “descansemos un rato” y ella accedió, entonces me levanté de la silla y me senté en la cama de forma transversal mirando hacia la puerta. Ella también vino a sentarse a mi lado y me dijo “apuesto a que no te animas a llavear la puerta” y me sonrió, entonces le contesté “yo me animo, pero la que no se animaría sos vos” y como si nada, se levantó y llaveo la puerta con cuidado para no hacer ruido. Seguidamente se acercó y se paró delante de mí, yo me recosté de espaldas en la cama, mirándonos fijamente, se sentó sobre una de mis piernas con sus piernas abiertas y mis muslos tocando su entrepiernas, notando que su pantalón ya lo tenía humedecido. Al instante sentí que mi excitación se aceleraba y mi pija empezaba a crecer sin disimulo. Ella lo notó enseguida y pasó a recostarse al lado mío. Me volví a sentar para mirarla mejor y empecé a recorrer mis manos por sus senos, primero y por sus muslos después. Ella cerraba sus ojos y gemía suavemente. La agarré por la espalda y la acomodé mejor en la cama haciéndola acostar completamente. La besé en los labios casi devorándola y le metí mi lengua en su boca para alcanzar los suyos. Al rato ya estabamos con un lengüeteo desenfrenado. Ella estaba dispuesta a aceptar todo lo que yo quería. Con las dos manos la empecé a sacar su miniblusa y al tener delante de mí esos hermosos senos, cosa que nunca lo olvidaré, la agarré con una de las manos y con la boca comencé a succionar la punta de uno de ellos, notando como se le ponía cada vez más durito, mientras con la otra mano le masajeaba el otro seno pellizqueándole la puntita. Sus gemidos eran cada vez más seguido, su pulso, al igual que el mío, estaba aceleradíssimo y más aún a sabiendas que en la sala mi madre recibía la visita de unas amigas suya. De repente las manos de ellas se empezaron a inquietar buscando mi bulto. Yo la seguía besando sus pechos por turno y luego, comencé a bajar mis besos por su pancita hasta llegar a su pantalón. Procedí, inmediatamente, a quitárselos suavemente besándole en cada parte de su cuerpo que quedaba al descubierto. Sentí que con esa acción mía ella ya alcanzó mas de un orgasmo. No decía ni una sola palabra, solo respiraba medio jadeando y con continuos gemidos. La desprendí de su tanguita sin apuros, disfrutando plenamente del espectáculo. Me metí entre sus piernas y haciéndola abrir me agaché para chuparle su conchita. Ella me apretaba la cabeza con ambas manos hacia su cuerpo diciéndome lo bién que lo hacía y de lo mucho que estaba disfrutando. Mordisqueaba su clítoris y le succionaba sus labios vaginales. Estando de esa forma por varios minutos recibí en mi cara un tremendo orgasmo suyo y que me relamí bebiendo su preciado jugo. Me fregué la cara y me levanté. Me saque mi remera y me acosté de espaldas. Ella se levantó y se arrodilló al lado de mis piernas, bajo su cabeza hacia la mía y me dio un beso calentísimo. Me dijo: ahora lo disfrutarás tú, ya lo verás. Acto seguido, me bajo el pantaloncito primero y el anatómico después, saltando de su encierro ese pájaro que quería volar al nido ajeno.

Una vez desnudo, se posicionó entre mis piernas y me agarró de la pija, frotándola lentamente de arriba para abajo. Acercó sus labios a la punta de mi polla y primero lo besó y luego se fue introduciendo en la boca como si fuera un verdadero helado de chocolate. Esta pequeña era una experta. Lo hacía tan bién que ya estaba a punto de largar. Se lo hice saber. Levantó la mirada y me preguntó: “No es malo el tragarse?- con un gesto de aprobación le dije – “Está bién y no te preocupes que no pasa nada”. Nunca tuve una descarga igual, le llené de semen y ella hasta tosía de la cantidad que le pasaba por su garganta, pero no soltó en ningún momento mi pija y se lo tragó todito. Al sacar mi aparato de su boca, me lo dejó reluciente tal cual como lo había metido, sin rastro alguno de semen. Que orgasmo jefe que me ligué, esto fue de primera división. Sensacional y lo mejor de todo es que recién empezaba. Se levantó y nuevamente empezó a fregar mi aparato con su mano y me dijo – “Me gusta su tamaño y lo quiero sentir dentro mío!". Yo no decía nada, solamente esperaba a que mi pija se ponga tieso. No tardé mucho en volver a estar a punto. Ya nomás la acosté boca para arriba. Me puse nuevamente entre sus piernas y me agaché para relamerle nuevamente esa preciosa conchita que esperaba ansiosa a su taladro. Luego le hice pasar la cabeza de mi pija por toda su abertura y al sentir que la tenía bien lubricado la empece a meter la cabeza suavemente, pues la quería disfrutar al máximo. Ella se contorneaba y se movía para atrás pidiéndome: “Por favor mételo ya”. “Tranquila mi putita vamos entrando suavemente” – decía yo. “Por favor, ya no aguanto” – me replicaba. Continúe en forma lenta metiendo y sacando, hasta que lo metí todito. Ella suspiró y comenzó a moverse como enloquecida. Yo al mismo tiempo la empecé a mordisqueara la oreja, le introducía mi lengua en el oído. Veía como se le ponían los pelitos de punta. Le besaba en el cuello dándole chupaditas, pero tratando de no dejarle marcas en la piel. Luego procedía por su boca chupando también sus labios y su lengua. Ella me apretaba con sus manos mis nalgas con el vaivén del mete y saca de una forma salvaje. Me pedía- “No pares ahora, sigue, sigue así, ok, ya viene, ya viene, si, si, sí” Y sentí sus uñas clavándome la espalda, a la vez que se iba relajando con movimientos tipo espasmos. Yo aún no llegué a terminar y como ella ya estaba relajada, le dije que se volteara – “En esta posición voy a acabar más rápido” – le dije.

Ella accedió y se puso boca para abajo, sin pensar que mi intención era invadir ese precioso culito virgen. Una vez de espaldas le pedí que se pusiese como perrito, asi lo hizo. Allí empecé a atacar mi preciada presa. Primero metí toda mi cara entre sus nalgas para chupar su botón negro, la ensalivé con la lengua y después con sus jugos que corrían aún por la entrada de conchita. Le metí un dedo y me dijo – “Me va a doler”. Le dije que le picaría al principio pero que después le pasaría y le daría un placer inigualable. “Te prometo que lo hago suavecito y si no te gusta lo suspendemos, ok?”- le aclaré. “Bueno” – contestó.

Mojé mis dedos con mi saliva y lo introduje en la cola. De manera cuidadosa le fui metiendo, primero un dedo y luego dos dándole giros para que se acostumbre al grosor. Saqué mis dedos y moje la cabeza de mi pija con sus jugos y con un poco de saliva y lo coloque a la entrada del culo. Empecé a forzar de manera suave y progresiva. “Uuuy, esto está que arde” – me decía, mientras seguía avanzando. Cuando le metía unos centímetros me quedaba quieto y asi sucesivamente hasta llegar al fondo. “Ya está?” – me preguntó. “Ahora vas a sentir lo mejor” – le contesté. Y retrocedí un poco y avancé con todo. “Aaahgg” – le escuché gemir. Pasé a tocar su clítoris con una mano y con la otra le pellizcaba la punta de su tití (tetas). Acto seguido procedí con el mete y saca hasta sentir mis huevos golpearse contra su nalga. Gemía, gesticulaba, me pedía, al principio, que parase, pero con el correr de la acción me pedía que lo haga más fuerte. Con el bamboneo me corrí de forma espectacular y le llené su desagüe anal con toda mi leche. La apretaba contra mí con fuerza hasta que se me salió la última gota de semen. Jadeante y cansado de tanto ir y venir, todo sudoroso. Se acostó ella y me salí de adentro. Le dí la vuelta y me tiré a besarla nuevamente en la boca. Me acosté al lado de ella abrazándola y pasando nuevamente mis manos por todo su cuerpo, empezando por sus espaldas, sus nalgas, sus muslos, su entrepiernas, la abertura de su conchita, sus bellos púbicos, su pancita hasta llegar a sus senos. Le dije – “Eres una chica fenomenal y lo que hemos realizado, nunca lo llegué a hacer con otra, incluyéndole a tu prima”. Me besó en la boca de forma dulce y me dijo – “Yo nunca lo hice de ésta forma con nadie y ahora sí sé lo que es hacer el amor, me encantó que me hayas enseñado todas estas cosas. Sin dudas eres el mejor profesor que he tenido. Ah, y no te preocupes que de mi parte jamás se va enterar mi prima de esto. Este será nuestro secreto y si volvemos a tener otra oportunidad yo no lo desaprovecharé”.

Después de vestirnos, ella se fue muy contenta. No sé si habrá entendido sus lecciones de matemáticas, pero estoy seguro que sobre sexo ya está muy avanzada.

Al terminar sus exámenes se fue a vivir con otros parientes y nunca mas la he vuelto a ver.

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