Mi Cuñada, Julieta
Los hombres y las mujeres somos dos partes complementarias y como tales, no existe más que la división de la sociedad para separarnos, sin embargo la naturaleza nos hizo el uno para el otro y como terrenales, debemos dar cumplimiento a esa suprema orden celestial. Julieta es una de esas hembras que causan deterioros mentales y sexuales, es el tipo de mujer al que todos deseamos comernos centímetro a centímetro y curva tras curva. Julieta es esa mujer que desafortunadamente esta muy cerca de mí, es mi cuñada y qué cuñada ¡eh!.
Resulta que esta historia nace del gusto por las mujeres y de la sensualidad de las mujeres: Julieta tiene ahora 23 años y como tal, ha recibido con agrado los cambios hormonales de la naturaleza ya que su cuerpo, se ha torneado sumamente curvilíneo y de carnes firmes y sensuales. Sus ojos ya no son los de aquella niña temerosa, sino los de una mujer que clama ser acosada. Su boca ya no es más que la de una mujer que se relame los labios, gritando ser besados. Cada día que la veía notaba cambios importantes en ella, y últimamente le he notado ese deseo escondido, el cual derrama al vestirse más femenina, más mujer, más sensual, incluso más atrevida. Sus movimientos son más cachondones y su mirada más solicitante. Sé perfectamente que ella ya se dio cuenta de que mi mirada hacia ella, ya no es de cuñado a cuñada, sino de hombre a mujer, y aunque se ha visto temerosa, su naturaleza le ha hecho responder como debe responder con evasivas, pero gritando que continué viéndola con comentarios de rechazo pero pensando sigue... sigue, con actitudes de negativa pero con un caminar más sensual, con muestras de no me veas, pero vistiéndose más y más rico y atrevida. Esa es mi cuñada, la que dice que no quiere, pero la que desea que todo continué.
Todo sucedió cuando fuimos todos a una excursión, de esas familiares a la playa, donde las vacaciones se disfrutan a todo lo que da la necesidad biológica. Ya en el hotel instalados, mi esposa y yo quedamos hospedados precisamente enfrente de los papás de mi esposa, y ahí con ellos se quedó Julieta. Todo transcurría normalmente, es decir, todos en familia, todos en la playa, en la alberca, tomando cervezas y tequila, y yo admirando a mi cuñadita que se lucía riquísimo con sus bikinis, y etc. Las noches aunque eran más de nosotros los jóvenes, los papás de mi esposa, querían estar con nosotros y eso empezaba a incomodar, ya que deseábamos beber hasta enloquecer, y bailar hasta cansarnos, y trasnocharnos hasta caer dormidos a altas horas. Finalmente una noche los papás de mi esposa cayeron fatigados y esa noche, sería mágica para todos pero en especial para Julieta y yo. Quedamos de ir a una disco del hotel al punto de las 11 de la noche, y para ello, mi esposa y yo, nos arreglamos como lo ameritaba la situación, y llamo Julieta que ella ya estaba lista, y que nos esperaba en el lobby del hotel. Sus papás, al poco rato fueron a la habitación, y sólo nos dieron instrucciones: - Cuiden a Julieta, no la dejen sola -.
Mi esposa gusta de vestirse muy sexy, ya que como les he dicho, Julieta carga un cuerpazo riquísimo, y como tal mi esposa tiene los mismos atributos que ella. Pues al bajar, Julieta ya estaba esperándonos y mis ojos quedaron prendidos de ella y ella lo notó. Estaba vestida con una minifalda de una pieza completa color rojo, de un reducido tamaño que la hacía verse... uffff. Sin medias y unas zapatillas tan altas que era increíble que alcanzará el equilibrio y sobre todo por el tacón estilo aguja. Su espalda totalmente descubierta y su escote delantero, tan pronunciado que se lucía la comisura de sus senos. En realidad no supe cómo me notó, pero lo cierto es que noté algo de incomodidad de su parte, ya que de inmediato se colocó al otro lado de mi esposa, y tratando de siempre quedar tras de nuestro paso, como queriendo que no la viera más. Así nos dirigimos a la discoteca, y por la hora el ambiente empezaba a calentarse más y más. Las bebidas iniciaron y el tiempo pasaba. Una botella y tres vasos con hielo, fue nuestro pedido inicial y ahora siendo las dos de la madrugada, la botella casi se acababa y ya Julieta y yo nos dedicábamos a bailar y tomar sin recato alguno. Yo la admiraba sin temor y ella ya no le daba importancia a que la viera, es más, creo que hasta se lucía a propósito para darme un gusto. Tratando de no incomodar a mi esposa, bailábamos y tomábamos como si nada pasara, pero mis ojos estaban con Julieta y ella lo sabía.
A esas horas, el estado ya era tan inconveniente, que mi esposa ya estaba con la lengua trabada y Julieta ya se mostraba más abierta, no sólo conmigo sino con los demás. En mas de una ocasión la sacaron a bailar y ella aceptó gustosa y los celos me empezaron a llegar, ya que le notaba gusto cuando la bailaban, y cuando se quedaba a platicar con esos desconocidos, y más aún cuando se intercambiaban números telefónicos. En más de una ocasión, hasta despedida de beso en mejilla, prendieron mi enojo, pero no podía hacer no decir nada.
Lo que generó la erupción de mi volcán, fue el hecho de que Julieta, fue al baño y ese deleite por verla, no me permitía darme cuenta de mis actitudes, y mi cuñada se daba cuenta de ello, ya que cuando iba rumbo al baño, volteó y me atrapó comiéndomela con la vista. Me sonrió pero se fue directo al baño. No sé cuánto tiempo pasó, pero lo cierto es que se me hizo demasiado tiempo, y no podía despegarme para ir a ver porque la tardanza, ya que tampoco podía ser obvio con mi esposa. Los celos quemaban mi actitud, y no sabía cómo actuar. No pude más y le dije a mi esposa que Julieta ya había tardado y que la fuera a buscar. Así lo hizo sin recato, pero su condición no le permitía actuar muy bien, por lo que me paré y la acompañé, con el pretexto de cuidarla. Llegamos al baño, y ahí le encargué a la camarera, que le apoyara, para que entrara bien al baño a buscar a otra gente. Así lo hizo, y cuando entraron, otro joven que estaba ahí me dijo: - busca a alguien - Contesté afirmativamente, y le dije que era a una chica de un vestidito rojo, cabé de decirle cuando me indicó, que la había visto irse hacia la barra, con un chico.
No pude aguantar y fui hacia la barra, y tampoco la vi, por lo que me regresé y tratando de preguntarle al joven sobre ella, sólo me dijo: - la vi que iba hacia allá, pero no a la barra, sino por esa puerta, que está al lado de la barra. Sentí que el calor me subió a la cabeza, y no sabía qué hacer, meterme a ese lugar o esperar a mi esposa. El tiempo se hizo eterno, ya que mi esposa no salía del baño. Al salir (casi quince minutos más tarde), le indiqué que fuéramos a la mesa que al parecer ya sabía dónde estaba - sin alarmarla -. Ella obedeció y cuando la puse en el banquillo, le indiqué que me esperara ahí. Con intranquilidad, pero pensativo, me dirigí al lugar donde me dijeron se había metido. Al acercarme, noté que era prácticamente imposible entrar, ya que existía una puerta intermedia que debía abrirse desde adentro, y mi incomodidad era total. El mesero al verme ahí cerca, me preguntó qué deseaba a lo que sin saber qué decir, sólo pregunté: - ¿No ha visto a una chica de una minifalda roja que estaba por aquí? -. El mesero viéndome, preguntó: - ¿es algo de usted? - y yo sólo contesté - sí, mi cuñada -. El mesero, pensó mucho tiempo, y acercándose a mí. Me dijo: - si la vimos por aquí... pero estaba con el dueño de la disco... y ya no les vimos después -. Me volvía loco nada más de pensar que estuviera cogiendo con otro que no fuera yo, y que su culo fuera penetrado antes de que lo pudiera hacer yo. No me imaginaba a mi cuñada dando una soberana mamada a otra verga que no fuera la mía, y sobre todo, no me imaginaba pidiendo a gritos la follaran toda la noche, antes de que me lo dijera a mí... a mí que soy su cuñado.
Daba vueltas y vueltas, desesperándome más y más, sin obtener una respuesta clara a mis actitudes. En ese momento veo que sale un hombre de la puerta donde me dijeron que la había visto entrar, y no supe qué hacer nuevamente. Era un hombre joven, alto, como de 1.90 de estatura, cejas pobladas, con cuerpo atlético, y su cabello embarrado a su cabeza con una coleta larga que casi le llegaba a media espalda. Su camisa abierta hasta medio pecho dejaba ver una cadena gruesa de oro y en sus muñecas, unas pulseras sumamente ostentosas de oro, anillos y un puro Cohíba encendido. Imagine todo lo peor, a mi Julieta comiéndole su verga y engulléndose todo su semen hasta no dejar nada. Imaginaba ese culito que deseaba para mí, enculado por ese hombre, y sus tetas, manoseadas hasta el cansancio por esas manazas. No me imaginaba a mi Julieta, gritando de placer y gruñendo más y más en cada embestida de ese hombre. Mi mente se volvía loca y no aclaraba nada. Vi tan tranquilo a ese hombre que no podía concebir nada más. Imaginaba todo lo peor y me sentí derrotado, mi cuñada había sido follada por un cabrón que ni la conocía, no puede ser.
Entonces sucedió algo, salió de esa puerta una mujer en una minifalda enloquecedoramente pequeña, de color rojo, pero no era Julieta. Sentí un terremoto encima de mí, a la vez de un gusto merecido. Sin embargo dónde estaba Julieta, mi mente comenzó a revolverse más todavía y empecé a inquietarme otra vez. Sin más, volteé para buscarle, y no la veía. Me acerqué a mi esposa, y ahora ella estaba con otro hombre platicando en realidad no sentí celos porque mi mente estaba ocupada por Julieta y yo no medía consecuencias. Sólo me acerqué y pregunté si no la habían visto, y al recibir una negativa le dije a mi esposa que volvía enseguida. Me retiré del lugar, y salí a dar una vuelta fuera de la disco. No vi a nadie ni nada. Volví a meterme, y dentro daba vueltas tratando de encontrarla. Una energía especial, me hizo voltear mis ojos hacia donde estaba mi esposa, y lo que vi me impactó sobremanera estaba besándose con ese individuo desconocido. Mi mente se volvió loca y mis reacciones no daban crédito a lo que veía. Estaba por irme contra ellos, cuando otra cosa pasó: Julieta salía de esa famosa puerta del bar, donde antes había visto salir a ese hombre y a esa mujer vestida tan similar a mi cuñada. Pero lo peor fue cuando detrás de ella, venía un cabrón moreno, nada atractivo, y de estatura más bajo que ella, gordo y sin cabello. No lo podía creer, qué estaba pasando.
No supe qué hacer, por un lado mi esposa fajando con un desconocido y por otro lado mi cuñada saliendo de otro sitio con un insignificante hombre, ¿qué hago? Me preguntaba a mí mismo. El impulso me llevó a irme directamente con Julieta para reclamarle, y al acercarme a ella, su sonrisa picara y coqueta, doblaron mis pies, y en lugar de regañarle, le pedí que me dijera qué hacía con ese hombre. - Mira cuñado no sé qué o cómo decírtelo, sólo te puedo decir que estuve con él.- En ese momento mi imaginación me llevó a verle a mi cuñada sus labios carnosos y delicadamente maquillados, y no podía imaginar que esa ricura de boca estuviera mamando esa verga del hombre que acababa de salir. No podía imaginar a ella gozando con ese hombre insignificante y lo peor no me imaginaba a Julieta gozando intensamente con ese individuo... - ¿Qué te pasa cuñado, por qué esa cara? - me interrumpió mi cuñada al momento que sólo logré contestar. - Y ¿Por qué con él? - Sonrió para sí, y sólo logró decirme - No te preocupes cuñado, no pudo hacer nada. - Mi rostro se iluminó, pero volví a preguntar - no pudo hacer nada... pero ¿y tú? - a lo que coquetamente me contestó - Bueno... hice mi parte -. Todo eso me volvía loco, pero para entonces mi bulto en medio del pantalón estaba al máximo. De mi esposa no sabía nada y en ese momento Julieta absorbía todo de mí. Vamos a bailar me dijo mi cuñada, y como robot, me dejé llevar cuando sus manos tomaron las mías y sus dedos se enrollaron a los míos.
En el baile, esa música cachonda y sus brazos rodeando los míos, su aliento cerca del mío y su piel rozando la mía, me pusieron a mil, y mi bulto en medio del pantalón, se agitaba como serpiente queriendo salirse. Un paso de muy cerca de mí, hizo que su cadera rozara mi miembro y en otro su mano volvió a rozarme. Ufff, sólo vi sus ojos, y sin decirme nada, vio en medio de mis piernas y volteó hacia otro lado. No supe qué decir, y en un momento la volví a apretar contra mí, quedando su vientre pegado al mío, y mi cosota, en medio de sus piernas. No supe qué decir y ella tampoco, pero nos sentimos ambos, y ese fue un deleite encabronado para los dos. Mis manos recorrieron su desnuda espalda, y sus manos simulaban araños tiernos en mis brazos. Su aliento se agitó, y al preguntarle cómo conoció a ese hombre, acercó su boca a mi oído y al empezar a decirme, percibí su aliento con olor a semen... - Estaba saliendo del baño, y me lo encontré, y es que él es el maestro de mi escuela me saludó y ya tenía unas copas encima, yo también y un mesero nos vio y nos dijo que podíamos platicar más a gusto en una salita que tienen en la disco, y yo no suponía nada más hasta que nos metimos a esas salitas, y ahí dentro empezamos a platicar, y sin más, sentí unas ganas de besarlo, pero entre besos y abrazos, sentí su cosa firme y no pude contenerme de abrirle el pantalón y devorarme ese miembro. No supe de mí hasta que sentí que me ahogaba por su leche en mi boca y fue entonces cuando me di cuenta lo que había hecho. Nos arreglamos y salimos y fue cundo te vi -.
En ese momento, recordé cuando la vi, y recordé a mi esposa. Volteé a buscarla y ya no estaba en su lugar, pero sí cuatro copas, la de ella, la de Julieta, la mía y... ¿la otra?. Intenté razonar pero sentí en ese momento una fricción de la cuquita de mi cuñada a mi verga y sentía que me venía. Julieta sólo me dijo, ¿Quieres ver donde fuimos?. Y yo viendo la oportunidad de mi vida, me dejé llevar por ella. Salimos de la pista y nos dirigimos a la barra, donde Julieta llamó a un mesero y con familiaridad le dijo - Oye Hugo, ¿Puedes dejarnos pasar a tu sala?- El muchacho me vio y sonriendo sólo dijo. - Claro -. Nos abrió la puerta y entramos por la parte de atrás, y al abrir la otra puerta, sentí un escalofrió de deseo enorme, Julieta sería mía como siempre lo había soñado. Bajamos un piso hacia abajo, y ahí había varios privados, donde estaba un sofá, una mesa de centro, unos floreros y bien alfombrado. A pedir de boca. Entramos a uno, y empezamos a platicar a lo que yo, sin querer perder el tiempo y viéndole las piernas luciéndose tras una minifalda espectacular y más decidido, Sólo le comenté y ¿Qué le hiciste más?. Eso fue todo para que ella me dijera: - ¿Quiere mi cuñadito saber qué hice? - yo le dije que me dijera qué había hecho, contestándome solo: ¿Quieres saber o quieres sentir?. Eso fue todo y de inmediato, nos enrollamos en un beso tan caliente que no me daba cuenta que estábamos desnudándonos completamente. Mis manos más que acariciar ese delicioso cuerpo, la arañaban y mis besos eran más bien mordidas, pero Julieta gemía dulcemente, pidiéndome más y más. - Así cuñadito, hazme tuya... ahora es cuando, ahora soy tuya, sólo tuya... ohhhh... más... así... quiero que esto no lo sepa nadie... nadie oíste cabrón, guauuuu, qué verga tienes, métemela toda, hasta el fondo, así... ahhhh.
Mis manos recorrían ese delicioso cuerpo, sus manos envolvían mi verga como si fuera su tesoro. Me dio una mamada tan rica que estuve a punto de venirme en su boca pero aguanté, ya que necesitaba cogérmela bien. En eso escuché un grito de placer enloquecedor en una sala continua, y me impactó cuando escuché: Assíííí... Ohhhh... métanmela todos a la vez... esa voz me dejó paralizado, era la voz de mi esposa. Se la estaban follando al lado mío, en tanto yo me cogía a mi cuñada. Otra vez escuché su voz pero más suplicante: - aquí esta su puta cabrones, me van a coger como lo que soy o me salgo a buscar otros más hombres ¡ehhh! -. No supe qué decir, ya que estaba cogiéndome a mi cuñada y su mirada perdida me indicaba que estaba gozando como pocas veces. Sin embargo el escuchar que mi puta esposa estaba al lado cogiendo con desconocidos, me crispaba pero ese dolor y celo, se transformaba en placer y rabia, por lo que embestía más y más a Julieta hasta que logré hacerla venir dos veces más y yo no podía venirme ya que la rabia me tenía obstruido, pero Julieta lo estaba disfrutando más y más.
De pronto se volteó mi cuñada y me indicó: - Ahora sí cuñado... siempre deseaste este culito verdad, pártemelo con tu verga, pártemelo en dos como se lo están partiendo a tu esposa aquí al lado, ándale cabrón, cógeme que esta será la única vez que te permita hacerme esto, jamás vas a volver a meterme tu verga, solo hoy seré tu puta, solo hoy y nunca jamás después de este día -. Al decirme esto, me aceleró y empecé a darle durísimo por el culo, hasta que empezó a gritar que la estaba partiendo en dos, pero que le siguiera. Al lado, mi esposa gritaba lo mismo y estaba erotizado por completo. Estaba enculándome a mi cuñada pero mi esposa estaba siendo enculada por varios hombres al lado. Julieta sólo alcanzó a decirme: - Cuñado, dame más, que esta será la única vez que me cojas, por eso... ahhh... aprovéchate, como mi hermana se esta aprovechando ahora, cógeme más... más... hazme tu puta, si tu puta, porque jamás te permitiré hacerlo nuevamente, como mi hermana esta siendo ahora una puta, pero solo por hoy lo será -. Le di durísimo hasta que después de media hora logré venirme en su culito y en su boca en tanto que de mi esposa no hice mucho caso, ya que sentí un gran deseo y gracias a ella, logré follarme riquísimo a mi cuñadita y nunca se enteró que yo supe de su aventura.
A nuestro regreso, Julieta se quedó en nuestra casa y antes de despedirse, me sonrió nuevamente y dijo: - Lo que fue... fue. Y lo que no fue... no fue... y no se volverá a repetir. Y efectivamente lo ha cumplido, a pesar de que siempre llega en minifaldas y ropa entallada... ¡¡¡Que cuñada!!!.
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