De recién casados vivíamos con mi suegra, pocos meses después se casó la hermana de mi esposo, así que ya éramos dos parejas, mi cuñado y mi suegra, algo apretados. El esposo de mi cuñada no me caía muy bien porque sentía que me veía con morbo, casi siempre andaba de viaje.
La noche de un viernes, esperaba a mi esposo, no había nadie en casa, queriendo aprovechar que estaríamos solos me preparé para recibir a mi marido coquetamente con un corpiño y una tanguita, pero el chasco que me llevé cuando llegó, muy ebrio. Intenté animarlo pero se durmió. Escuché un ruido en la sala pero no le di importancia, me levanté a tomar un vaso de agua, regresé a la recámara, mi marido seguía dormido. La verdad estaba que ardía por ser penetrada, y molesta aventé a mi esposo de la cama.
Intenté dormir, me acosté boca abajo y mi mente empezaba a fantasear. De pronto una mano recorría mis nalgas, pensé que mi marido ya se había animado, a mi no me importaba que estuviera borracho, quería verga. Abrí un poco las piernas para dejarle el camino libre, sus dedos exploraban mi vagina a través de la tanga, otra mano acariciaba mi espalda y nalgas mientras los dedos de otra hacían a un lado la tanga para entrar en mi raja.
Me extrañó que mi esposo me masturbara de esa manera, es más casi no me acaricia, esas manos hacían un trabajo experto. Mi vagina estaba inundada de jugos, sentí que subían a la cama, colocándose detrás de mí, me quitó la tanga, siguió con sus manos masturbándome, yo movía en círculos mis nalgas de lo caliente que estaba. Levantó mis nalgas, sentí una lengua en mi vagina que me hacía ver estrellas, me extrañaba que a Enrique mi esposo no ere muy afecto a mamarme la raja, esa boca y lengua recorrían toda mi zona erógena, desde la raja hasta el culo, donde nunca una lengua había estado. Pensé que me la metería pero no, me volteó y sin dejar de mamar mi panocha se colocó sobre mí, haciendo el 69,empecé a mamar su verga como loca, no era experta pero estaba perdida en la cachondez. No era el olor de mi marido, esa verga me parecía extraña erótica, la diferencia ya lo había notado en su experiencia, al sentir su boca en mis nalgas, porque mi esposo no tiene bigote y este tenía hasta barba. Seguía dándome gusto con su lengua hasta que me vine y mucho, fue un orgasmo tan largo que gritaba quedito, no me podía controlar, era la primera vez que una lengua me hacía explotar.
Me dolía mi panocha por ese orgasmo tan intenso. Me volteó boca abajo, se colocó detrás de mí, sentí en mi espalda una bola de pelos, ya no tenía duda, sabía que el esposo de mi cuñada era quien me estaba dando tremenda cachondeada. Puso su verga en mi raja, yo ansiaba que me la metiere, pero el momento lo alargó volviéndome loca. De repente tremendo palo se abre camino en mis entrañas, la fuerza con la que me cogía era tanta que otro orgasmo nublo mi pensamiento. Sin venirse sacó su verga, lamía mi culo y llenaba de jugos mi culito. Metió un dedo, luego su verga entraba por ahí, tenía miedo del dolor pero ni modo que peleara o gritara, fue complaciente, poco a poco me la metía, al mismo tiempo que su mano acariciaba mi clítoris, esa sensación me pareció tan rica que no me importó darle mi virgen culo.
Cuando sentí que más de la mitad había entrado a mi ano, se detuvo, me relajé un poco y de pronto un dolor lacerante que me hizo llorar de dolor y placer. No supe cuanto pero llegó el momento en que de dolor no había nada, y el placer de sentir en mi culo una verga mientras me masturbaban el clítoris me estaba volviendo loca y porqué no decirlo, bien PUTA. Estando detrás de mí, se paró agarrándose de mis nalgas, su verga entraba toda, mi culo ya lo sentía dormido y tambien tan abierto que cuando la sacaba toda imaginaba que me dejaba vacía, hasta pedos me sacaba, pero me excitaba, mi cuñado me estaba volviendo putita.
El ritmo creció, la sensación de sentir una verga en mi culo entrando y saliendo provocó un tercer orgasmo que casi me desmayo, de repente escuché un gemido de placer, se estaba viniendo en mi culo, casi en ese momento mi venida me estaba perdiendo en la locura. Al terminar se quedó un rato dentro de mí, me recosté sin sacar su verga, me puse de lado, no hablamos, no sabía que decir, me acordé de mi marido, levanté mi mirada y ahí estaba borracho en un sillón. El esposo de mi cuñada se levantó, no hubo palabras y se fue. Yo me quedé llorando, no sabía si de felicidad o de rabia por haber dejado que ese cabrón me cogiera, pero estaba tan caliente.
Al otro día, hubo una reunión familiar, en pláticas me enteré que el esposo de mi cuñada se había topado a mi marido en el centro, y se fueron a tomar, supuse que los dos regresaron al mismo tiempo, pero mi marido bien borracho. En la reunión mi cuñado se portaba igual, como si nada hubiera ocurrido. Y es algo que le agradezco. Pasó mucho tiempo sin volver a estar con él, pero ahora es mi amante, luego les cuento.
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