Experiencia sobrenatural

Hola a todos, voy a relatarles una historia que me ocurrió recientemente y que es digna de una película porno. Mi nombre es Sheila, tengo 23 años, soy morena, alta, delgadita... vamos, la típica morenaza española. Suelo vestir de una forma llamativa, me gusta provocar, que la gente se gire para verme dos veces. Llevo minifaldas (casi son cinturones), jerséis escotados, camisetas que dejan entrever mis enormes pechos y lencería fina (con encajes) de diferentes colores.

Todo comenzó un día que yo estaba en mi casa tranquilamente, bueno tranquilamente no, estaba masturbándome. Siento debilidad por usar piezas de fruta o comida para producirme mayor placer. Ese día me estaba metiendo un plátano, ya pelado, e intentaba no gritar mucho para no alertar a los vecinos, pero no fue posible. Cuando llegue al orgasmo no lo puede contener y chille como una loca, sin pensar en lo que pudiese ocurrir. Dio la casualidad que mi vecino, recién mudado, andaba por la escalera transportando muebles y las ultimas cosas de la mudanza y me oyó. Llamo a mi puerta y yo me vestí corriendo, solo me puse un short (pantalón corto) y una camiseta de tirantes. Al abrirle la puerta me sonrió lascivamente y me quede muy parada. Se presento, se llamaba Francisco y por su aspecto físico deduce que iba al gimnasio día sí, día también. Solo verle me puse a cien y aunque hubiese deseado entrar a casa y masturbarme de nuevo pensando en él, me ofrecí a ayudarle.

Después de tres cuartos de hora para arriba y para abajo, y por las escaleras porque en mi casa no hay ascensor, acabamos sudados y bastante cansados pero la recompensa mereció la pena. Me invito a pasar y a tomarme algo y después de estar un rato hablando me confeso que me había oído. Durante este rato no dejo de mirarme los pechos, luego mi coño rasurado y yo cada vez me calentaba más. Francisco era enorme, mediría casi dos metros y yo no podía dejar de pensar y si todo iría en relación, solo podía pensar en su poya, en su capullo, en verlo desnudo, en poderle tocar y besar toda su piel.

El se quito la camiseta, diciendo que hacia mucho calor y dijo que yo hiciera lo mismo ( yo no llevaba sujetador), así que me arme de valor y le dije que no se andará con rodeos, que estaba deseando follarmelo y que por su cara deducía que a el le pasaba lo mismo. Entonces se levanto, y de un tirón me arrancó la camiseta. Ahí quede con mis tetas al aire, tenia los pezones muy duros y en mi short se comenzaba a observar la marca de mi humedad. Tras quitarme el short también, me tiro al sofá y lo primero que hizo fue tocarme el coño, con su dedo índice frotaba suavemente la piel que va desde el ano hasta el coño y yo creía que me moría de placer, después paso a hacerlo con la lengua, para arriba y para abajo, introdujo la punta de uno de sus dedos por el ano y con la lengua se fue acercando a mi entrada, que estaba chorreando, y metía y sacaba la lengua, cuando estaba dentro la movía hacia las paredes como queriendo tocar todas las paredes de mi vagina. Me hacia sentir como una diosa, dentro, fuera, luego más rápido y mi orgasmo estaba cerca, cuando estaba a punto de llegar, el dedo que estaba en el año se introdujo fuertemente y grite muy fuerte, sentí algo de dolor pero su caliente y húmeda lengua en mi coño me daba tanto gusto que el dolor y el placer se fueron haciendo solo uno.

Sentir como mis dos agujeros estaban llenos y algo se movía dentro de ellos me daba un placer celestial. Note como alcanzaba un punto muy alto, mis caderas se movían constantemente y de vez en cuando daban latigazos, como si quisiera comerse a los invasores. Mis caderas adoptaron un ritmo desenfrenado, y cuando ya galopaba sobre su boca ( porque yo estaba sentada en su cara) no pude aguantarme mas y me corrí en su cara, todos mis jugos en su boca... él paseaba la lengua por todo mi coño, llegaba hasta mi culo, extendía mis fluidos por mis bajos, hasta que caí encima de el exhausta. El me dijo:

- Bueno, veo que has disfrutado, y creo que ahora me toca a mí ¿no?

Yo ya estaba deseando que llegara ese momento, tenia ganas de saber como la tenia, como era, probar su sabor. El se sentó en el sofá, le quite los pantalones rápidamente debido a mi impaciencia, y pude ver, a través de su calzoncillo un enorme mounstro.

- Joder, no pensé que fuera tan grande.

- 25 cm de puro músculo para ti solita.

Solo de verla casi me corrí de nuevo, no podía esperar, la saque del calzoncillo y estaba muy dura. Antes de empezar a tocarle me tuve que acariciar el clítoris, porque me iba a reventar, mi coño estaba deseando tragarse aquel objeto gigante. Primero toque su capullo, era suave y estaba húmedo, no pude evitar chuparlo al instante y su sabor era muy agradable. Su poya tenia muchas venas, era bastante gorda y dude que me pudiese caber pero necesitaba sentirla. Lamí su capullo, alrededor, la punta y poco a poco me fui tragando todo el tronco, cm a cm, a la vez que la metía y sacaba de mi boca realizaba unos movimientos para darle el mayor placer, sentía gotas de su semen en mi garganta y aun chupaba con mayo rapidez, como ordeñándole. Saque su poya de mi boca y comencé a chuparle los testículos a la vez que le hacia una maravillosa paja. El gemía y gemía, cada vez un poco mas fuerte y me agarraba de la cabeza, del pelo, como diciendo “eres mi puta y hasta que no termines y me corra en tu boca, tu no te vas de aquí”. A mi ese juego me encantaba.

Volví con la mamada y con la mano acariciaba la entrada de su ano y los testículos que estaban mojadísimos por mi saliva y su semen. De repente el se levanto, estaba enloquecido porque iba a llegar ya al orgasmo, y me agarro aun más fuerte la cabeza. Yo estaba de rodillas delante de el, comiéndosela fuertemente cuando dejo quieta mi cabeza y era él el que hacia sus movimientos, adelante y atrás, dentro, fuera, su cadera se movía a un ritmo desenfrenado, hacia círculos con su poya dentro de mi boca, él gritaba como loco diciendo que se iba a correr... luego me tiro al suelo y empezó a follarme la boca, yo no me movía solo trataba de excitarle tocándole los testículos a la vez que me acariciaba el clítoris. Su poya tenia vida propia, se movía dentro de mi boca y a mí me encantaba. Todo ocurrió muy rápido, me levantó, me elevo en el aire y me clavo en su poya que estaba chorreando. Yo estaba como empalada, saltando sobre sus caderas.

Me llevo a la habitación, nos tumbamos en la cama y me apoyo contra el cabecero de la cama. Sus embestidas eran salvajes, parecía un toro, por la poya y por la fuerza que tenia, comenzamos a gemir los dos a la vez. Yo casi me hacia daño en la espalda contra el cabecero pero me daba igual, lo único que hacia era agarrar sus caderas para dar mas impulsos a la embestida, lo único que quería era que se corriera dentro de mí y yo tenia la sensación de que me iba a partir en dos, hacia círculos con sus caderas y dentro de mí, sentía como aquel bicho se movía, giraba y podía distinguir su grande capullo cuando sacaba la poya fuera de mi, los dos poseídos por el placer, gritando, chillando y gimiendo nos corrimos a la vez, todos sus líquidos entraron en mi como impulsados a presión y aun cuando saco su poya de mi, tuvo tiempo de correrse sobre mis tetas y mi coño, luego lo fue masajeando con suavidad, retorciéndome los pezones y acariciando mi clítoris hasta que alcanzo su estado normal.

Todavía sigo teniendo experiencias de todo tipo con Francisco, que en otro momento os relatare.

Sheila