Noches de sexo en San Petersburgo – I, II , III final

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Capítulo 01

Hay amistades funcionales, derivadas de la necesidad inmediata de construir un vínculo momentáneo con otra persona para sortear múltiples situaciones, estas amistades suelen ser por interés y en su defecto, muy frágiles, pero hay otras que se logran mantener en el tiempo y perdurar por razones que hasta hoy se me hacen confusas.

Ese es el caso de mis dos grandes amigos, Manuel y Alejandro, con quienes he logrado conservar este fuerte vínculo de camaradería desinteresada desde nuestros días de escuela. Nuestras reuniones con frecuencia constan de tranquilas sesiones de charla acompañadas de varias cervezas en las que discutimos y analizamos la complejidad de la vida y las relaciones humanas, así también, con el pasar de las horas, nuestras experiencias personales y a la vez profesionales, suelen hacernos decantar por conversaciones algo más candentes y hasta cierto punto, morbosas, donde solemos derivar en relatos de experiencias particulares.

Manuel quien es un psicólogo algo apetecido en nuestra pequeña ciudad, suele compartirnos con toda la discreción que amerita, algunos de los casos más interesantes acerca de los pacientes que atiende en su consultorio, por otro lado, Alejandro, el cual vive prácticamente de los recursos de su familia, es en gran parte la definición de “hijo de papi” pero que esta burda definición no los engañe, el sujeto no es alguien tan engreído como se podría imaginar y realmente a cuando lo conoces bien, te enteras de que es un tipo sencillo que destina la mayoría de su tiempo y fortuna a viajar por el mundo, y es precisamente esa facultad la que lo ha colmado de vivencias más específicamente relacionadas con el sexo, las cuales suele compartir con nosotros sin ningún pudor.

Por último, está su servidor, quien ustedes ya conocen, un neófito escritor de relatos eróticos, justamente el tema que nos compete aquí. Resulta que además de las series que estoy desarrollando y tengo planeadas empezar dentro de poco, se me ocurrió plantearles a mis colegas la opción de relatar sus historias por este medio y de alguna forma darlas a conocer para que más personas disfruten de ellas tanto como lo hacemos entre nosotros mismos. Afortunadamente, ambos accedieron muy emocionados y es por eso que hoy les traigo el inicio de una de las dos series resultantes de las experiencias de mi círculo interno de amistades.

Hace poco nos intrigó saber cuál fue la primera conquista de Alejandro en tierra extranjera, pues ya han pasado varios años y aún no sabemos qué acontecimiento le dio paso a su buena fortuna con las mujeres en sus travesías.

-Ah, pensé que nunca me lo preguntarían, hasta yo me sorprendo de lo suertudo que fui en ese momento, ocurrió en mi primer viaje a Europa. Y aunque no fue mi primera experiencia sexual en mis viajes, prácticamente fue la que les dio vía libre a mis impulsos en futuras situaciones.

Esta historia toma lugar en una de las primeras ciudades que visitamos en ese viaje, San Petersburgo, Rusia. Un dato curioso que tomará mucha relevancia a partir de acá, es que los rusos no son particularmente afines al inglés, algunos no lo dominan del todo bien o no les gusta mucho la idea de comunicarse con él y muchos otros no saben nada de él en absoluto.

Esta barrera idiomática me jugó una mala pasada que sin saberlo se convertiría en una oportunidad insólita.

Para colocarlos un poco en contexto y a su vez, no hacerles muy larga la introducción, solamente diré que yo, para ese entonces, había cumplido recientemente los 20 años y ese paseo lo había realizado junto con mis padres, mi hermano, que es solo un año menos que yo, un par de tíos relativamente jóvenes, los cuales iban acompañados de sus dos hijas aún menores de edad.

En nuestro segundo día en la ciudad estábamos en la plaza de San Petersburgo, frente al museo Hermitage, tomando algunas fotos y disfrutando un poco de la grisácea mañana otoñal. La plaza estaba colmada de turistas y, por ende, de vendedores que ofrecían viajes en carroza, entradas a buses turísticos y uno que nos llamó mucho la atención, un paseo abordo de una pequeña embarcación a través del río Nevá, el cual cruza la ciudad de extremo a extremo.

Nos comentaron que habría comida y bebida dentro del barco, ya que era una especie de restaurante-bar, o bueno, eso es lo que más o menos pude entender, pues ya veía yo que habría uno que otro problema con los idiomas, y no es que me queje, mi ruso no es el mejor por lo que realmente me dediqué a disfrutar de la interacción y a tratar de hacerme entender lo mejor posible. A mi familia le encantó la idea, pero a su vez, estaban absortos por la majestuosidad de los edificios circundantes a la plaza, por lo que dejaron las negociaciones en mis manos.

Aún hoy puedo jurar que le escuché decir al vendedor que el barco zarpaba al otro día a las 12 del mediodía, porque grande fue nuestra sorpresa al revisar mejor los boletos esa noche en el hotel y darnos cuenta de que fijaban en la hora de salida a las 12 de esa misma noche.

Mis padres habían decidido que era muy tarde para ellos, por lo que prefirieron prescindir de la salida, aunque me sentí muy mal que perdieran el dinero, me alivié el ver que se tomaron con gracia mi descuido. Por otro lado, mis tíos ya tenían planeado salir de fiesta, por lo que también se reusaron a ir, y un viaje en bote a temperaturas casi bajo cero no le hacía mucha emoción a mi hermano, quien prefirió permanecer en la cálida habitación de hotel viendo películas con mis primas. Dicho esto, y con mi orgullo realmente herido, sabía que la única forma de enmendarlo y poder disfrutar el resto del viaje sería sacándole provecho al servicio, por lo que me dispuse a enfrentar los vientos nocturnos lo más abrigado posible para tomarme un par de tragos en el barco viendo los hermosos panoramas nocturnos que la ciudad podía ofrecerme.

Ya en el pequeño puerto, me sorprendió ver que no había poca gente en la fila, y más interesante se me hizo darme cuenta de que realmente había muchos más rusos que extranjeros, luego me enteré de que resultaba ser un plan muy común para los locales.

Nos hicieron pasar a varias filas en simultáneo y justo cuando iba a ingresar, a mi lado, un grupo de mujeres en edades no superiores a los 30 años, fueron retenidas por el guardia de seguridad, mientras discutían captó mi atención que todas y cada una de ellas poseían unos rostros realmente bellos, todas tenían un tono de piel semejante a la nieve y facciones, aunque un tanto pronunciadas, muy hermosas en realidad. Noté que una de ellas, una rubia casi tan alta como yo, buscaba desesperadamente a su alrededor con la mirada fija en el suelo, de inmediato comprendí que la discusión se centraba en que ella había perdido su boleto.

En ese momento mi cuerpo se movió por impulso y le pregunté lo evidente, aunque su inglés tenía una fuerte pronunciación eslava, lo hablaba de manera fluida y me confirmó lo que sospechaba. Al verla más de cerca pude notar que sus ojos eran de un cristalino azul celeste, adornados por unas gruesas, pero definidas cejas de rubio oscuro, tan seductoras como sus delgados labios, en conjunto, la hacían parecer a una fina muñeca de porcelana vestida elegantemente con un grueso gabán oscuro y un sombrero lanudo gris por debajo del cual se precipitaban varios mechones de cabello dorados sumamente lacios hasta poco después de sus hombros.

Se nos hizo fácil entendernos por lo que le ofrecí uno de los boletos que me sobraban, aunque para mí fue una acción de lo más normal, teniendo en cuenta que nadie más los usaría, al parecer, para ella fue un gesto de suma generosidad, asumo que no muy común al menos en su entorno, pues su sorpresa fue grande ante mi ofrecimiento.

Digo que su sorpresa fue grande, pero lo curioso es que su cara inexpresiva difícilmente mostró alguna alteración al reiterarme en varias ocasiones:

-Спасибо… большое спасибо… (gracias… muchas gracias…)

Y es que algo curioso me sucedía con aquella mujer, porque si en mi país alguien hubiera reaccionado de tal manera a mi ayuda, la verdad me habría molestado un poco, pero había algo en su inmutable rostro y en su penetrante mirada que me atraía y me impulsaba a cruzar más palabras con ella.

Mientras ingresábamos a la embarcación, ella me prometió que me pagaría el valor de la entrada invitándome a un par de tragos, por suerte, mientras las personas se acomodaban en sus asientos, nos dio tiempo para conversar un poco más a medida que recorríamos lentamente el pasillo.

  • Меня зовут Алина (me llamo Alina) – me comentó extendiéndome su mano en saludo, al tocarla sentí lo tersa que era su piel y lo delicados que eran sus dedos.

También me presenté y le comenté de dónde venía, en cuanto se enteró de la razón por la que estaba solo allí, me invitó a acompañarla en su mesa junto a sus amigas, pues le estaban celebrando el cumpleaños a una de ellas.

El interior del barco estaba mucho más cálido por lo que primero se quitó el sombrero liberando por completo su dorada cabellera, luego se desprendió del gigantesco gabán debelando su sensual figura, su esbelto cuerpo estaba vestido de un muy pegado vestido rojo de falda corta y un gran escote trasero que dejaba expuesta la blanquecina espalda casi en su totalidad, sus largas piernas estaban adornadas por unas provocativas medias veladas de encaje negro y unas botas largas igualmente negras que le llegaban hasta la mitad de sus muslos.

Mientras caminaba detrás de ella, la oscilación de sus finas caderas me tenía hipnotizado, tanto así que ni me di cuenta cuando llegamos a nuestra mesa. Me senté junto a ella y aunque las demás chicas eran muy amables y se notaba que se divertían mucho hablando en ruso, con la única con la que me sentí cómodo para charlar durante todo nuestro trayecto fue con Alina.

Pasamos una noche genial, bebimos demasiados vasos de vodka y cerveza mientras vimos la hermosa ciudad iluminada por las luces nocturnas y su reflejo en las aguas del río, las demás chicas disfrutaban de la velada a su ritmo, pero Alina y yo estábamos inmersos en nuestro mundo, ella me preguntó mucho sobre Latinoamérica y las costumbres latinas, yo me interesé más que todo en su vida personal, llegados a un punto en la conversación nos dimos cuenta de que ambos éramos apasionados por la fotografía y creo que ese fue el detonante para una conexión especial que ambos sentimos, o al menos, eso quise pensar en ese instante.

-Oye, después de esto, todas iremos a encontrarnos con otros amigos y terminaremos de festejar en mi apartamento, ¿quieres acompañarnos? Me pregunto acercando seductoramente su pequeña boca a mi oído haciendo erizar los diminutos bellos de mi piel.

Aún hoy no sé si fue una decisión imprudente, pero para ese entonces mi libido estaba en las nubes y lo que pudiera brindarme la posibilidad de estar más tiempo con esa mujer sería bien recibido.

Al regresar nuevamente al embarcadero descendimos del bote y escapando de la intensa helada, tomamos todos un taxi a casa de Alina, al llegar, había algunos hombres en la entrada del que presumí era su edificio, todos se saludaron efusivamente, algunas parejas lo hicieron de beso y eso plantó una pequeña duda en mi interior: “¿Qué tan seguro estaba de que Alina fuera soltera?”

Mientras subimos las escaleras internas de la estructura me recriminaba continuamente por no haber corroborado tan importante información en nuestra distendida conversación.

Entramos a su apartamento y con algo de timidez me quité por primera vez la gruesa chaqueta al sentir la calidez que emanaba su hogar, el lugar estaba completamente oscuro hasta que Alina encendió unas leves luces que no iluminaron por completo el interior, pues solo eran unas líneas de leds en el borde de las paredes que inundaron la sala de una luz neón color violeta.

Alguno de los hombres colocó una música que junto a la tenue iluminación creaban una atmósfera propicia para la desinhibición del cuerpo.

Todos empezaron a hablar en un ruso indescifrable y comenzaron a destapar botellas de licor, yo estaba parado en medio del salón, completamente atónito al no entender nada. De un momento a otro perdí de vista a Alina y de repente todos se comenzaron a besar y a desvestir en el lugar, una pareja ocupo el sillón de la sala profiriéndose besos apasionados mientras se desprendían de toda su ropa, al mismo tiempo, otra pareja se tumbó sobre la alfombra a los pies del sillón y el hombre comenzó a penetrar bruscamente la boca de la chica a la vez que a escasos centímetros de ellos la pareja del sillón comenzaba a devorarse sus genitales mutuamente.

Algo chocó mi hombro y al girarme pude ver que un hombre cargaba en sus brazos a una chica que entrelazaba sus piernas tras la cintura del chico mientras él la conducía a la mesa del comedor sobre la cual comenzó a penetrarla agresivamente en cuanto la descargo.

Unos gemidos captaron mi atención al otro lado del salón y junto a una pared pude presenciar nuevamente a otra pareja brindándose placer, el hombre algo encorvado degustaba las pequeñas tetas de la chica que recostada contra la pared me miraba fijamente con ojos perdidos en el éxtasis a la vez que el aliento abandonaba su cuerpo y los dedos de sus manos se extraviaban dentro del cabello del sujeto.

Los sonidos de placer inundaron la habitación, los gemidos parecían sobreponerse unos a otros y era como si las parejas compitieran por ver quién hacía gemir más duro a su hembra.

Yo estaba paralizado, ya que nunca había presenciado algo así, pero la imagen de Alina cruzó por mi mente y preocupado me giré para buscarla temiendo que ya estuviera fornicando con alguien más, no pude encontrarla entre las chicas que ya estaban teniendo sexo, pero la tarea se estaba haciendo más difícil a medida que mis sentidos se embriagaban por el aroma a coito, mi corazón comenzó a latir cada vez más rápido y toda la sangre fue bombeada a mi entrepierna, de repente, una mano me agarro la dura verga por encima del pantalón y una dulce voz acarició mis oídos desde la vertical lejanía diciendo:

  • Ты хочешь поиграть? (¿quieres jugar?) me sugirió una pequeña pelirroja de tez pálida y sonrisa seductora, me miraba 30 centímetros por debajo de mi mentón mientras frotaba mi pene con una diminuta y delicada mano.

Antes de que pudiera responder, un musculoso hombre solo un poco más bajo que yo, llegó y con decisión agarró a la chica de sus muslos desnudos y la levanto para darle un profundo beso, mientras me miraba fijamente y con expresión desafiante ingresó su lengua en la pequeña boca de la chica y pareció atragantarla con ella como si lo que estuviera introduciendo en ella fuera un pene y no su lengua.

El sujeto agarró el cabello de la pelirroja y jaló su cabeza para atrás provocando que los ojos de la mujer se pusieran blancos de placer, el tipo me miró nuevamente y en un muy tosco inglés dijo: “Mine” (mía)

Pude haberle dicho algo si no fuera porque mi atención se centró en Alina, quien bajaba unas escaleras en caracol que conducían al piso superior.

Vestía una lencería muy sugerente compuesta por un elaborado brasier de encaje negro que alzaba sus pequeños senos haciéndolos ver como dos provocativos merengues; su pálido abdomen estaba completamente desnudo y los músculos de su vientre se marcaban levemente junto con sus costillas, su suave piel se coloreaba con el tono violeta de las luces; su pubis estaba resguardado por unas ligeras bragas también de encaje negro adornadas por un fino liguero negro que sostenía el mismo par de medias veladas con las que estuvo en el barco.

La mujer que más bien parecía un dominio por la perversa mirada que me estaba dedicando, caminó lentamente y en punta de pies hacia mí, a cada paso mi ritmo cardiaco aumentaba más y más, sin mencionar que los constantes gemidos y jadeos de placer a mi alrededor, retumbaban en los muros de la casa y me hacían caer en un estupor del cual solo podía huir centrándome en la figura femenina que ya casi estaba parada frente a mí.

Cuando pasó junto al sujeto que había tomado a la pelirroja, este la agarró del abdomen mientras aún tenía a la otra chica, quien ahora le profería una felación sin darle importancia a lo que ocurría sobre su cabeza.

  • Tonight I want him (esta noche, lo quiero a él) la escuché decir claramente, y sé que así lo quiso ella, pues ¿por qué otra razón le habría dicho eso en inglés a su compatriota?

El hombre, algo enojado, tomó a la pelirroja del cabello y se encerró en una habitación aparte, poca atención le presté, ya que Alina justo estaba en frente de mí y me veía directamente a los ojos por primera vez con una expresión que no era la típica cara carente de emoción, esta vez, había algo erótico en ella; algo lascivo.

  • So? (¿y bien?) me habló al oído empinándose levemente y recargando su liviano cuerpo contra el mío. – ¿Me deseas?

Que me hablara en español fue la gota que colmó el vaso de lujuria que se derramaba sobre ella.

Me acarició el abdomen por debajo de mi camisa, sus delicadas manos estaban frías al tacto, pero rápidamente se nivelaron con la temperatura de mi pecho, me pareció ver que se sorprendió al notar que mis músculos estaban levemente tonificados debajo de todas las capas de ropa con las que había deambulado durante toda la noche; a pesar de no tener un cuerpo escultural, me gustaba hacer deporte constantemente y ella lo apreció mucho, pues sus manos no dejaban de explorar las pronunciaciones de mi pecho y espalda mientras que con su insondable mirada parecía buscar una confirmación explícita a su pregunta.

  • Да (si). Dije y de inmediato una leve sonrisa algo maléfica escapó de sus estilizados labios.

Se giró dándome la espalda y se despojó del sujetador, pegó su espalda contra mi pecho y, por ende, su pequeño y redondo culo contra mi pelvis. Con sus manos guió las mías hacia sus pequeños senos y me incitó a envolverlos con decisión, aunque parecían delicados dentro de la totalidad de mis enormes manos, estaban perfectamente formados sobresaliendo de su pecho lo suficiente como para curvar exquisitamente su silueta, a su vez, sus diminutos pezones rosados hacían parecer al conjunto como una fina escultura de mármol.

Mientras apretaba sus pezones entre las yemas de mis dedos y los pulía con giros suaves, comenzó a profesar unos excitantes jadeos a la par que movía sus caderas apretadas contra mi entrepierna, buscando estimular mi aún escondida verga.

Lanzó una mano hacia la parte posterior de mi nuca y me jaló el cabello, posicionando mi cabeza junto a su largo cuello perlado, ahora expuesto ante mi boca, con una mano lo agarré y apreté levemente mientras comenzaba a devorar su piel desde las inmediaciones de sus espigados hombros, hasta la parte posterior de su oreja, recorriendo toda la extensión de su cuello relamiéndolo y besándolo a la par que mi otra mano invadía su sexo y comenzaba a familiarizarse con los suaves pliegues del tesoro escondido en su entrepierna. Mis dedos se resbalaban fácilmente por sobre su vulva y su clítoris poco a poco se fue pronunciando gracias a la facilidad de movimiento que me estaban brindando sus desbordantes fluidos.

Su respiración se agitó y sus muslos se comenzaron a tensar, de repente giró medio cuerpo y secuestró mi boca con sus sensuales labios, su lengua ingresó repentinamente dentro de mí y comenzó a entrelazarse y a acariciar la mía mientras yo intentaba arrancar furtivamente un leve trozo de su labio inferior mordiéndolo y estirándolo hasta el límite previo a hacerle daño.

Agarré su cintura con mis manos y pareció como si la pudiera rodear completamente con ellas, la volteé bruscamente, cosa que pareció agradarle y nos puse de frente con el fin de sacarle el mayor provecho a nuestros besos. Ella trazó caminos por todo mi pecho y glúteos con sus manos hasta dejarlas agarradas de mi barbilla a la vez que yo imitaba el mismo recorrido en su cuerpo, pero culminándolo en su suave culo, cada una de mis manos abarcaba una de sus nalgas y las apreté levantándolas sutilmente impulsado por el deseo de comprimir aún más nuestros cuerpos.

Ella desprendió su boca del profundo beso que nos ocupaba y me miró fijamente mientras me arrancaba el cinturón. Al estar tan absorto en nosotros, no había notado que las demás parejas ya estaban juntas en el suelo teniendo una orgía tan salvaje que difícilmente se podía identificar quien penetraba a quien, entre lo poco que mis sentidos pudieron develar, observé a un par de chicas ensañadas mutuamente con sus bocas mientras que dos hombres fornicaban a una de ellas por sus orificios inferiores; aunque era una escena muy excitante, sinceramente yo no deseaba participar de esa mezcla de genitales, me decantaba más por conservar a Alina solo para mí, además de que me sentía un poco cohibido compartiendo mi desnudez con tantos extraños. Por suerte, Alina notó mi incomodidad y dijo:

-let’s go to my room (vamos a mi cuarto)

Me condujo de la mano rápidamente por las escaleras y poco antes de que ascendiéramos por completo, ella se giró y mi rostro quedó al nivel de su abdomen, sin pensarlo, me acerqué y lo besé cariñosamente; cuando acerqué mis labios a la zona inferior de uno de sus senos pude ver que tenía un pequeño tatuaje de la torre Eiffel que bordeaba cuidadosamente sus costillas con finas líneas, se lo besé y creo que le gustó porque por primera vez me sonrió plenamente liberando unas cuantas carcajadas.

Alina tomó mi cabeza entre sus manos y me hundió en su sexo, mi boca se intoxicaba gradualmente con el penetrante aroma que emanaba de su húmedo coño y los jugos que expedía tímidamente se impregnaron en mi lengua al más mínimo contacto. Devoré por completo sus labios y aspiré el perfume de su clítoris ya erecto, ella comenzó a emocionarse y cada vez fue más el placer, hasta tal punto que posó una pierna por sobre la barandilla de la escalera brindándome un mayor ángulo de extensión en su zona erógena, agarré sus piernas con firmeza, pues con cada una de mis lamidas y chupetones en su vagina, estas comenzaban a temblar mientras perdían su fuerza.

Abrí bien su culo y le proferí una profunda lamida desde su ano, visité su perineo con mi lengua y recorrí la abertura de su vagina culminando mi camino con un delicado beso en su redondo clítoris, esto último la obligó a soltar un gran gemido acompañado de un estremecedor orgasmo. Únicamente hasta que terminó de temblar me permitió levantar, me besó y robó de mí, todos los fluidos que yo le había arrebatado. Extrajo mi pene de su hacinamiento con una mano furtiva y comenzó a frotarlo con desesperación, no había necesidad de hacerlo crecer más, pues ya estaba listo para relacionarse con su interior.

Me agarró de la verga como si se tratase de alguien que pasea a su perro y nos condujo al interior de su habitación. Cerró la puerta y rápidamente se agachó, primero levantó mi miembro admirándolo por un segundo; su cuarto estaba iluminado por las mismas luces tenues que había en el resto de la casa, el ambiente le confería una atmósfera erótica mucho más íntima.

Alina no perdió el tiempo y de inmediato expuso mi pegajoso glande que palpitaba a escasos centímetros de su rostro, comenzó besando mi pubis y descendió a la base del tronco mientras me masturbaba y jugaba con mis bolas entre sus delgados dedos, lentamente lamió toda la extensión de mi pene desde la unión con los testículos, hasta llegar al frenillo ya lubricado, mayor era la provocación de sus acciones al realizarlas mirándome directamente a los ojos; cada felación iba acompañada de miradas seductoras y sugerentes arrojadas por un par de perlas celestes que me observaban desde la lejana oscuridad inferior.

Sus labios se estiraban lentamente con la arremetida de cada chupada; colocó sus manos tras mi culo como si tratara de evitar que me escapara de sus lascivas atenciones, cosa que claramente no era mi intención. Me sobresalté de imprevisto, ya que de la nada me había mordido suavemente el frenillo, no fue una sensación dolorosa, pero sí nueva en su totalidad, mi reacción pareció deleitarla, pues la repitió un par de veces más.

El placer caló en mí y comencé a mover con mayor fuerza mis caderas, su inexpresivo rostro succionando mi endurecida verga, liberó algo salvaje en mí, por lo que de manera brusca le agarré el pelo y violé su garganta hasta hacerla lagrimear, solo hasta que sentí que la dejaba sin aire la dejé sacarse mi pene de su boca arrebatándole una muy sensual arcada.

La sujeté del cuello y la levanté mientras aún trataba de recobrar el aire, la giré y le hice bajar su torso contra la pared dejando su culo en alto a mi merced, lo abrí y le di un par de lamidas, Alina trató de secuestrar mi cara hundiéndola con su mano en su sexo, pero yo tenía planeado algo mejor. Me levanté y sin advertencia alguna le penetré el coño con mi palpitante verga, parecía como si ambos genitales se ansiaran mutuamente desde hacía tiempo porque al introducir mi miembro y aunque su vagina se sintió algo estrecha, me pude deslizar en su interior sin mucha dificultad; sinceramente sentí como si nuestros cuerpos fueran compatibles físicamente a la perfección, ya que mi pene se abrió paso rápidamente hasta la frontera de su útero, sus pliegues se amoldaban a la forma de mi pene y lo apretaban en un abrazo sumamente húmedo y cálido; era como si estuviéramos hechos el uno para el otro.

Ella giró su torso para verme a la cara y con un brazo se agarró de mi pecho, yo le alcé una pierna para que se le hiciera más fácil la posición y vi en sus ojos el placer que le profería cada una de mis embestidas.

Como era de esperarse, ya que la vida no es una porno, sus piernas no aguantaron mucho, por lo que la conduje hacia la cama con mi verga aun dentro de ella, la posicioné en cuatro patas y continué penetrando su culo aferrándome a su delgada cadera y su sensual liguero.

Sus dorados cabellos se balanceaban a la par de sus erectos pezones, los gemidos de placer eran ensordecedores y rápidamente sus brazos se quedaron también sin fuerzas, se dejó caer sobre una almohada y si no fuera porque yo sostenía sus livianas caderas, estas también habrían sucumbido.

Se agarró desesperadamente de la sabana, pues mis embestidas tenían mayor ímpetu alentado por cada uno de sus alaridos; a cada penetración, un:

“Да, Да, more… like that… Мне нравится!” (sí, sí, más… así… ¡Me gusta!)

Volteó la cabeza hacia un lado y se mordió los labios mientras tenía los ojos cerrados, luego se giró lo suficiente para verme y me lanzó toda clase de expresiones lascivas que me motivaban más y a las cuales yo respondía con sonrisas extenuadas.

Sus esponjosos glúteos trazaban el mismo movimiento de mi pelvis y aunque podía ver levemente parte de mi verga fuera de su coño, mis manos de inmediato traían de vuelta su pequeña cintura para nuevamente apuñalar su interior con mi miembro, algunas gotas de sudor se desprendieron de mi barbilla y cayeron sobre el valle entre sus nalgas, lentamente se deslizaron sin contratiempos por la curvatura de la espalda de Alina y se entremezclaron con su propio sudor en su lomo arqueado.

Por otro lado, su cabeza no podía quedarse quieta en un solo lugar, a veces miraba hacia adelante expidiendo un gemido con cada penetración y otras simplemente se hundía en la almohada para morderla y posteriormente jalarla furiosamente con los dientes en medio de un rugido de excitación.

En un momento me tomo de las manos y dijo:

-I want to be on top (quiero estar arriba)

Así que nuevamente, sin sacárselo, la levanté y la posicioné sobre mí, curiosamente ahora parecía mucho más pequeña, ya que con mis brazos casi que la podía cubrirla del todo cuando le agarraba el culo y las tetas mientras realizaba varios sentones sobre mí.

En medio de uno de eso violentos movimientos, mi verga se resbaló fuera de ella, por lo que la agarró del tronco con una mano y con premura volvió a introducírsela dentro del chorrearte coño, desde ese ángulo por fin pude detallarlo mejor, era rosadito y estaba pulcramente afeitado, no parecía tener los labios sueltos por fuera por lo que a simple vista parecía una vagina impoluta; pequeña y estrecha.

Cada vez se dejó caer con mayor fuerza, introduciéndose aún más en su interior, en una de esas iteraciones arrojó la cabeza hacia atrás y con la boca abierta, liberó un gemido de absoluto placer, lentamente ascendió sus caderas y repitió el proceso un par de veces más, al parecer estaba palpando rincones dentro de ella nunca antes explorados, su inmaculado pecho se exponía en el aire mientras algunas gotas de sudor se deslizaban a través de él culminando su recorrido vertiéndose sobre mi cuerpo.

Alina arqueó su columna y reposo las rodillas en la cama, su cuerpo colapso sobre el mío y brindándome una sensual sonrisa, se abalanzó completamente encima de mí entregándose a un apasionado beso. Mis brazos la aprisionaron contra mi pecho y mis caderas comenzaron a balancearse hacia arriba haciéndola estremecer nuevamente, su cabello nos estorbó por lo que se lo peino fácilmente tras las orejas, pues estaba tan sudoroso como nuestros cuerpos entrelazados.

Nuestros latidos se sincronizaban al unir nuestros pechos y luego disputaban por ver quién se aceleraba más tras el placer que estábamos sintiendo a medida que nos asfixiábamos con prolongados besos; ella jadeaba y respiraba con dificultad en las inmediaciones de mi boca y yo trataba de arrancar el poco oxígeno que portaba su incesante aliento.

La humedad de sus labios me incentivó a pedirle algo un tanto pervertido: “spit on me” (escúpeme), ella me miró muy confundida.

  • in my mouth (en mi boca) le aclaré.

Lo comprendió y creo que le fascinó la idea, recogió un gran cúmulo de saliva y lo dejo caer lentamente en una gran gota sobre mi boca, la sensación fue tan estimulante que la tragué de inmediato y ella se deleitó viéndome con una expresión complacida, sin repetirlo, volvió a hacerlo y ese estímulo fue el necesario para llevarme a mi límite, le avisé que estaba por venirme, pero pareció no escucharme, Alina estaba absorta en la locura del placer, volví a intentar preguntarle donde podía eyacular y esa vez pareció que no entendía a lo que me refería.

Llegué a mi clímax y su cuerpo no me dio otra alternativa, lo dejé salir todo en su interior y a medida que expulsaba mis chorros en su vientre, sus ojos se cerraron con fuerza mientras su boca caía sobre mi cuello mordiéndolo sin contemplación, sus uñas arañaron mi espalda y culminaron su ataque contra mi pecho, sentí como todo su interior era llenado completamente por mi semen caliente y a cada eyaculación remanente, ella dejó salir un leve chillido acompañado de múltiples espasmos.

Ella recostó su cabeza junto a la mía y ambos nos reímos un poco, estábamos extenuados y completamente embelesados por el placentero momento, permanecimos un largo rato en esa posición, abrazados y exhaustos.

Pasado un tiempo, Alina se obligó a levantarse para buscar algo con que limpiarnos, pues en cuanto ella se reincorporó, todos nuestros fluidos se derramaron desde su interior y quedaron esparcidos sobre mí.

  • Ты в порядке? (¿estás bien?) le pregunté a lo que ella respondió afirmativamente con una amable sonrisa, pero quise corroborar que entendía a lo que me refería, por lo que insistí a lo que ella me confesó que estaba operada y que realmente no podía quedar embarazada por lo que no había problema, eso realmente me tranquilizó un poco, aunque aún no sabía qué procedía en esas situaciones tras terminar nuestro encuentro.

Me sentí un poco incómodo después de que ella me limpiara, ya que en ese instante ella estaba ocupada aseándose a sí misma y la verdad sentía que su falta de atención quizás se tratase de una indirecta requiriendo mi salida, comencé a recoger mi ropa y cuando estuve a punto de ponérmela, en un gesto atípico, ella se me acercó por la espalda abrazándome de una manera un poco tierna debo de admitir.

Me detuvo y me invitó a compartir su cama por un rato, si así lo deseaba, obviamente no le di vueltas al asunto y retorné junto con ella, nos cobijamos con el mismo edredón y dimos paso a una charla igual de amena a la del barco, era curioso estar tan compenetrado con alguien que fácilmente podía tener 8 años más que yo y, aun así, allí estábamos, viéndonos a los ojos como dos iguales.

La culminación de la noche hubiera sido perfecta si no fuera porque al revisar el celular por un momento, noté que ya era de mañana, aunque el sol aún no había salido.

Intenté despedirme, pero ella me retuvo por un instante

– what are you going to do… today? (¿Qué vas a hacer hoy?) me cuestionó con un rostro inexpresivo nuevamente. Resulta que en la noche se celebraría el cumpleaños de la pelirroja, así que Alina quería que la acompañara si podía y a lo sumo, repetir lo acontecido.

La idea me atrapó por lo que intercambiamos números para encontrarnos, no pude pensar en nada más de regreso a casa, fue tanto mi ensimismamiento que ni siquiera reparé en el montón de cuerpos desnudos amontonados en la sala del apartamento.

Estaba decidido, esta noche se repetiría.

Capítulo 2.

En la mañana, cuando regresaba al hotel donde mi familia se estaba hospedando, vi bajar de un taxi a mis dos tíos, por suerte, ambos parecían haber experimentado una noche similar o hasta más candente que la mía, era evidente por su actitud acaramelada la cual les hizo ignorar por completo mi presencia. Esperé un tiempo prudente e ingresé a la habitación tras de ellos, aprovechándome de su distracción para escabullirme sin ser notado.

Para mi desgracia, fue efímero mi descanso, ya que había transcurrido menos de una hora desde que posé mi cabeza sobre la almohada, hasta que mis padres irrumpieron en la habitación que compartía con mi hermano, exhortándonos a prepararnos para salir, habían dejado muy en claro que quedarse en el hotel no era una opción en nuestro último día en la ciudad.

La caminata matutina fue especialmente agotadora, el cuerpo me pesaba y sentía como si el interior de mi cabeza fuera a estallar, los únicos momentos de alivio que experimente eran en los cuales los recuerdos de los acontecimientos de la noche anterior se volvían a proyectar en mi mente, deleitándome una y otra vez con las visiones y sensaciones que me brindó el cuerpo de esa hermosa rusa.

Los descomunales panoramas que íbamos viendo durante nuestro recorrido no hicieron más que aumentar mi anhelo por ella, pues eran los mismos edificios que juntos habíamos apreciado envueltos por el misticismo de la noche.

La única escapatoria a mis recuerdos fue la charla con mi hermano donde le había narrado con lujo de detalles mi sorpresiva aventura e incluso así, cada que mencionaba a Alina, aumentaba radicalmente mi deseo por verla.

– Oye, ¿será que puedo acompañarte hoy? – Tímidamente me cuestionó mi hermano menor.

Puede que mi egoísmo me tuviera inmerso en la única idea de mi singular gozo, porque hasta que él lo mencionó, no había tenido en cuenta una opción similar, no lo pensé mucho y decidí escribirle a Alina, ¿por qué no? Pensé, al fin y al cabo, mi hermano Daniel, también es un chico corpulento que aparenta mayor edad a la que posee. Lo más seguro es que para ese entonces, Alina sí pudiera estar disfrutando de un debido sueño reparador, ya que su respuesta tardó en llegar y fue atípicamente entusiasta.

El encuentro se dio cerca de la catedral de Kazán con la intención de divertirnos un rato en alguno de los muchos bares de la zona, Dani y yo llegamos sobre la hora y Alina ya estaba esperándonos junto con la pelirroja de la noche anterior.

Las saludé y la pelirroja me sonrió amablemente ignorando la versión seductora que me había revelado anteriormente, Alina por su parte y como era ya costumbre, me saludó con un semblante inmutable, aunque al acercarse la sentí un tanto más cálida; más cariñosa me atrevería a decir.

Les presenté a mi hermano a quien pude notar qué atónito, chorreaba la baba viendo a ese par de bellezas frente a él, ambas fueron muy amistosas y esta vez me obligué a prestar más atención en cuanto la pelirroja se presentó, Ekaterina era su nombre, pero rápidamente nos solicitó que la llamáramos Katya.

Con el pasar de los minutos fueron llegando cada vez más personas, algunos en pareja y otros claramente denotaban un aura de solteros. Todos y cada uno de ellos fueron muy amables y algo cómicos entrados en confianza, muchos me recordaban de la fiesta anterior y se disculparon conmigo por no interactuar de la mejor manera tras conocernos.

Con la mayoría nos pudimos comunicar fácilmente usando el traductor del celular o por medio de gestos, tanto así, que mi hermano pudo trabar amistad especialmente con una hermosa chica de cabello tan oscuro como el carbón, ojos color esmeralda y de una silueta sumamente voluptuosa, que al igual que Alina, desbordaba elegancia con cada uno de sus movimientos. La noté muy atraída por mi hermano, así que me tranquilice sabiendo que no se aburriría a lo largo de la velada.

De un momento a otro llego un pequeño hombre musculoso de ceño fruncido y escasa cabellera, de inmediato lo reconocí como, era el novio de la pelirroja que me había tratado de intimidar tras el coqueteo de su pareja. De todos fue el único que no cruzó palabras con mi hermano o conmigo y llegados a este punto, era muy evidente que nos observaba de forma desdeñosa.

Alina me instó a que no le prestara atención y que me dedicara a disfrutar de la fiesta y, sobre todo, de ella.

El grupo se trasladó a un club que solían frecuentar y allí estuvimos durante varias horas divirtiéndonos en medio de bailes, risas y cantos.

Casi toda la noche estuve bailando con Alina y conversando con ella, aunque esporádicamente algunas de sus amigas me invitaban a bailar con ellas, por otro lado, Daniel parecía estar prácticamente privatizado por la caucásica.

Mientras culminaba una canción de salsa con Alina, unas pequeñas manos atraparon mi cintura y con una fuerza decidida me giraron por completo, era la pelirroja Katya, quien me solicitaba para la siguiente canción, le arrojó una atrevida mueca a su amiga y la rubia le contestó con un gesto de afirmación.

Aunque la diferencia de estatura era basta, nuestros cuerpos se entendían muy bien. Un poco más entrados en la emoción de la música, Katya comenzó a juntar más su cuerpo al mío, sus manos antes inmóviles en mis hombros, ahora se familiarizaban con cada parte de mi cuerpo, y aunque yo sentía la inquisidora mirada de su pareja en mi nuca, también me atreví a recorrer su pequeño cuerpo alentado por ella misma.

Únicamente la fina capa de tela de su ligero vestido azul separaba sus blandas tetas de mi entrepierna, sentí como ella se frotaba contra mí siendo consciente de la erección que me estaba provocando, no pude mirarla a la cara, pues sabía que en cuanto bajara la mirada, una sugerente expresión esbozada por unos acaramelados ojos color canela estaría esperándome, y más allá de ellos, estaría la libre vista de su escote que empeoraría la ya complicada situación en mis pantalones.

What is wrong? (¿qué está mal?) sonó su dulce voz divirtiéndose con mis abundantes nervios a flor de piel-. what is this down here? (¿Qué es esto de aquí abajo?) Dijo aparentando completa inocencia ante la reacción fisiológica que tenía entre manos, la pequeña alborotadora soltó una lujuriosa carcajada que fue súbitamente interrumpida por un fuerte jalón de brazo que le profirió su novio.

El hombre que ardía de furia la llevó a un rincón y le comenzó a reprochar en ruso, el grupo de amigos se quedó inmóvil y nadie hizo un ademán de interrumpirlos. Cuando la discusión se tornó más escandalosa me dispuse a confrontar al sujeto, pero Alina me detuvo y me confesó que esa escena era algo muy habitual, me tranquilizó asegurándome que por más exaltado que el hombre estuviera, no iba a atreverse a hacerle daño a la chica, a lo sumo, la abandonaría por el resto de la noche, y como si se tratase de una profecía, el tipo se separó de la cumpleañera y se alejó dejándola desplomada en medio de un mar de lágrimas.

Alina y algunas de las chicas corrieron a ayudarla mientras que Dani y yo nos mirábamos claramente desubicados, decidimos esperar a ver como se desarrollaban los acontecimientos y en cuestión de minutos, la rubia nos indicó que recogiéramos sus pertenencias para irnos a su casa.

Aunque la angustiada Katya, Alina, la pareja de Dani, él y yo, tomamos un taxi, pude ver como el resto del grupo emprendía otro rumbo. Por un momento me decepcionó ver como la promesa de reiterar la experiencia de la noche anterior ahora se veía muy lejana con los ánimos en el estado actual.

Y sé que mi actitud para este punto pudiera parecer un poco frívola, pero no hay que olvidar que hacía menos de 24 horas que conocía a estas personas y sus dramas eran muy ajenos a mí tanto por la diferencia cultural como por la generacional, por esta razón, al llegar al departamento, me planteé indicarle a mi hermano que nos retiráramos y evitásemos ser entrometidos, pero cambié de parecer inmediatamente tras ver que Dani y la chica de cabello negro aún estaban muy cariñosos, era nuestra última noche en la ciudad y si al menos él podía sacar provecho de ella, yo estaría satisfecho.

Alina se sentó en un sofá junto a Katya y comenzó a consolarla, secándole las lágrimas con un pañuelo, la otra chica se le acercó a la rubia y le susurró algo que no pude entender, ella asintió despreocupada y la voluptuosa mujer se llevó de la mano a mi hermano directo una habitación aparte, ese gesto sí que pude comprenderlo a la perfección; me alegré por él, por otro lado, yo me limité a ver como Alina calmaba el sollozo de la pelirroja a la vez que sobándole el sedoso cabello le comentaba dulces palabras al oído para contentarla.

La pequeña charla dio paso a un prolongado silencio que, más que ser incómodo, me hacía sentir inútil en un momento así, por suerte, mi presencia no pareció molestarles y mucho menos mi dubitativa mirada sobre ellas.

De la nada Katya comenzó a cuchichearle algo a Alina quien comenzó a reírse sin control, su ruso era incomprensible para mí y en un momento pude notar que sus burlas y secreteos eran acerca de mí, pues ambas me miraban fijamente y paso seguido, se despotricaban de la risa; hicieron lo mismo una y otra vez.

Me vi superado por la situación y no supe cómo comportarme ante eso, solo permanecí allí sentado, observando como sus caras me arrojaban miradas tanto de dulzura como de morbo.

De un momento a otro, Katya acarició el cabello rubio de Alina y sin inmutarse, esta hizo lo mismo con la mejilla de su compañera, la pelirroja se mordió el labio provocativamente viendo los de Alina y se arrojó a plantarle un profundo beso el cual la rubia respondió de buena actitud. No fue un beso tierno, ni suave; fue apasionado y tan salvaje que cuando sus labios y lenguas se encontraron, Alina no demoró en desvestir a su amiga. Todo ocurría frente a mi atenta mirada, como si mi existencia fuera intransigente para su derroche de amor.

Katya se arrodilló sobre el sillón y dejo completamente expuesta a mi vista, su espalda nacarada y con ella, su gran y terso culo; sus nalgas daban la impresión de ser dos suaves almohadillas de carne, igual de rellenas que sus blanquecinos muslos. Katya tenía unas caderas mucho más anchas que Alina y aunque ambas compartían una tez similar, el tono de la pelirroja se tornaba un tanto colorado fruto de la sangre que iba hirviendo a medida que sus manos despojaban de prendas a su víctima.

Alina se dejó caer con Katya sobre ella, otorgándole esporádicos besos en el cuello, las mejillas y la boca. Ambas se miraron a la cara y compartieron una cariñosa sonrisa que se fue transformando en una malévola parodia de esta, nuevamente sus bocas se buscaron y una maraña de cabellos dorados y cobrizos se entrelazaron cubriendo por completo sus rostros como si se tratara de un velo.

Pude escuchar que se dijeron algo y ambas me dedicaron traviesas muecas que desembocaron en Katya retornando a sus menesteres de proveedora de placer, lentamente fue bajando por la curvada silueta de Alina mientras sus piernas se enganchaban y sus pies jugaban tímidamente rozándose mutuamente.

La pelirroja fue trazando un camino de besos desde el mentón de su pareja, hasta detenerse en su busto, succionó con delicadeza la pronunciada protuberancia carnosa que se marcaba en el centro de uno de los senos y mientras lo estimulaba con la lengua y los labios, pasó una de sus manos rozando todo el lateral de la cintura de Alina hasta juntarla con las de ella que permanecían recostadas por sobre sus cabezas.

Las risas y los espasmos de las dos chicas comenzaron a emocionarme y sus esporádicas miradas me incentivaron a prestar cuidadosa atención en cada uno de sus gestos y roces.

Alina arqueó la espalda e inferí que era gracias a que Katya le estaba relamiendo el otro seno, lo tuve que suponer, ya que desde mi posición solo podía ver los coños expuestos de ambas siendo perturbados por las manos de la otra. Los delgados dedos de Alina se resbalaban fácilmente dentro de los pliegues húmedos de la vagina de Katya y ella, sacudía incansablemente la pequeña esfera rosada que coronaba la vulva de la primera.

Katya bajo rápidamente aún más, hasta posicionar su boca frente al coño chorreante de Alina, aunque se tomó el tiempo de que su lengua fuera conociendo todo el abdomen, vientre y pubis de su amiga.

A diferencia de como yo lo había hecho, Katya fue cuidadosa y sumamente meticulosa con los movimientos de su lengua en el sexo de Alina, quien no podía hacer más que cerrar los ojos entregándose al placentero viaje directo al paraíso. Las manos de la rubia se inmiscuían en los caóticos mechones de la pelirroja y los revolvía a la par que su pelvis ejecutaba movimientos ascendentes buscando el contacto de la lengua o quizás un órgano de otra índole.

Alina dejó salir el esquicio chillido de un fuerte orgasmo que la hizo extenderse completamente en el mueble, Katya se levantó triunfante y se giró hacia mí debelándome una expresión que interpreté como un reto personal; era como si se jactara de sus propias habilidades comparándolas con las que yo demostré en mi oportunidad con la rubia.

Su satisfacción no duró mucho, pues esa misma rubia ya había recobrado el aliento y ahora estaba dispuesta a devolver el favor. La pelirroja se incorporó sobre sus rodillas aún en el sofá y se sentó sobre sus tobillos, extendió sus brazos en el respaldar del mueble y abrió las puertas a su sexo, gesto que aprovechó Alina para sumergirse en su entrepierna y empezar a proferir lengüetazos que rápidamente produjeron sucesivos espasmos pélvicos.

De frente, el cuerpo de Katya era igualmente seductor, la silueta de su cintura generaba el más erótico contraste con las pronunciadas curvas de su cadera y piernas, aunque su busto era algo más pequeño que el de Alina, sus pequeñas tetas también estaban perfectamente formadas y se veían suculentas teñidas de la tenue iluminación.

Alina fue más profundo con sus estimulaciones y los cabellos cobrizos de su amiga se dejaron caer como una cascada carmesí frente a su rostro, la escena en general me obligó a estimular mi palpitante verga por fuera de mi ropa. Katya lo notó y me dedicó un gesto supremamente excitante, retorciendo sus ojos y sacando la lengua mientras me invitaba a hacer parte de la acción guiándome con el movimiento de su dedo índice.

Join us (únetenos) reafirmó mi suposición, aunque para cuando lo dijo, yo ya estaba arrodillándome junto a ellas, Alina se percató de mi presencia y se levantó para que compartiéramos un beso triple, nunca había experimentado nada igual. Katya succionó mi lengua para posteriormente morder el labio inferior de Alina, seguido a eso, la rubia acercó su boca a la mía y volvimos a darle rienda suelta a nuestros deseos mientras la pelirroja acariciaba nuestras cabezas impidiéndonos apartar el uno del otro a la vez que nos ofrecía una perversa mirada.

Agresivamente, Katya me arrebató de los labios de Alina y mientras nuestras lenguas se conocían, empujó la cabeza de su amiga hacia abajo, guiándola en dirección a mi erecto pene mientras aún disfrutaba de mis atenciones en su boca y cuello.

Volvimos a juntar nuestros labios a la vez que los de la rubia se unían a los pliegues de mi prepucio recogido, con la mano derecha agarró mi verga y la masturbó con la misma agresividad con la que frotaba los labios ligeramente sueltos del coño de Katya con la otra mano; esa sensual rubia nos estaba surtiendo de placer a ambos a partes iguales.

Pero antes de llegar al clímax se detuvo de imprevisto, traté de sondear la razón de su interrupción, pero fui absorbido por las delicadas manos de Katya que apretaban mi rostro privándolo de libertad, su lengua surco mi mentón, labios y nariz dejando una estela que olía levemente a licor dulce.

Me arrojó con una fuerza la cual no pude entender de que parte de ese pequeño cuerpo provenía y con una agilidad sorprendente se encaramó sobre mí en cuanto mi espalda se tumbó sobre la abollonada superficie, sus gruesos muslos apresaron mi cintura y sus manos se apoyaron en mis pectorales intentando retenerme con su leve peso corporal. Antes de que pudiera deleitarme con su desnuda imagen encima de mí, dejó caer sus caderas con un fuerte impulso, penetrándose decididamente con mi verga.

A diferencia de la actitud que hasta ahora había demostrado Alina, Katya quería ser quien tomara la iniciativa, demostrándolo con la agresividad de sus embestidas y la fuerza cada vez mayor con la que profería los sentones que me obligaban a introducirme mucho más profundo en ella.

Alina, por su parte, se había escapado de mi percepción; no podía verla en los pocos segundos que mi mente se aclaraba tras las complejas arremetidas de mi jinete. Me tomó por sorpresa cuando un par de espigadas piernas cruzaron por el cenit de mi mirada y posicionaron un rosado y muy humedecido coño por sobre mi rostro, nuevamente antes de poder reaccionar de alguna forma, la cintura de la rubia dejó caer la totalidad de su pubis encima de mi cara.

Su coño y zona perineal asfixiaban mi nariz y la sometían al embriagante aroma de sus feromonas, intenté tomar una bocanada de aire, pero eso solo sirvió para que la zona superior de su vagina se acomodara en mi boca obligándome a consumir todas sus dulces secreciones de placer.

Mis manos se arrojaron a agarrar las curvas del cuerpo de Alina, pero fueron interceptadas por las eficientes garras de Katya, me obligó a prestarle atención a su cuerpo antes que al de su amiga y posicionó mis manos sobre su descomunal trasero que, al tacto, transmitía la misma suavidad de la que hacía alarde visualmente.

Ambas chicas movían las cinturas de atrás hacia delante, a veces al unísono y otras a ritmos completamente disonantes. La rubia quería que la sumergiera lenta y suavemente en un mar de pasión, consumiendo con sumo detalle cada pliegue y cada rincón de su vagina, por otro lado, la pelirroja sólo quería que la cogiera con fuerza; que la follara duro y sin miramientos; que hiciera de su interior un completo desastre con mi verga.

En lo único en lo que coincidían era en que ambas jugaban con mi cuerpo a placer, concediéndose tantos estímulos como quisieran, y no me malinterprete, yo estaba muy conforme con ello.

En un momento me pareció escuchar que Katya le decía algo a Alina, pero era inaudible teniendo ambos oídos taponados por las tonificadas piernas de la rubia que apretaba con fuerza los laterales de mi cabeza. Llegados a un momento, ella se retiró rápidamente de mi cara y mis ojos apenas tuvieron un instante para identificar la cara de Katya acercándose a mí al igual que un cazador se abalanza sobre su presa.

Me devoró la boca substrayendo todos los líquidos que permanecían de su amiga. Sus arremetidas se hicieron aún más intensas; estaba en su límite al igual que yo.

– She can not have babies either (ella tampoco puede tener hijos)- me susurró Alina al oído, cosa que hizo estallar por completo mi lujuria.

Agarré firmemente la cintura de Katya y como si me poseyera un lascivo espíritu, levanté mi pelvis repetidas veces con mayor vigor que ella, haciéndola gemir y jadear más duro con cada penetración. Su boca soltó la mía, había perdido el control tanto de ella como de sus piernas; sus brazos apenas podían aferrarse con ligereza de mis hombros, punzándome con sus largas uñas hasta perforar levemente mi piel.

Su cuerpo se derrumbó sobre mí mientras yo aún seguía vertiéndome dentro de ella, dejé salir hasta la última gota, incluso después de sentir nuestros fluidos entremezclados derramarse desde la boca de su coño sobre mí.

Capitulo 03

Aunque había logrado satisfacer absolutamente todas las necesidades de Katya y la chica reposaba con el cuerpo tumbado casi inerte sobre el sillón, aún había otra mujer que requería de mis atenciones y ella no me iba a permitir librarme de brindarle el mismo placer que a su amiga.

Con un leve susurro, Alina me incitó a seguirla una segunda vez a su habitación, dejamos a la exhausta pelirroja que descansara allí y nos dirigimos para la segunda planta. En cuanto ingresamos, fragmentos de imágenes pasaron por mi mente recordándome las escenas de la noche anterior en el mismo lugar y la sensación de familiaridad reactivaron mi libido.

La rubia hizo gala de las diferencias que la apartaban de la personalidad de Katya al lanzarse impulsivamente sobre su cama, dando paso a la invitación que me ofrecían sus piernas abiertas. La pelirroja había demostrado ser más agresiva con sus intenciones y ejerció en mí un semblante claramente dominante, mientras que Alina, aunque con acciones asertivas, siempre se había comportado de forma sumisa, prestándose a la voluntad de mis instintos. Realmente no podía decidirme por cuál de las dos personalidades me atraía más y simplemente me limité a disfrutar de los placeres y las muy distintas experiencias que me ofrecía cada una.

El movimiento pendular de sus porcelánicas piernas me extrajo de mis pensamientos y el pequeño coño jadeante que se desvelaba entre ellas convocaba mi completa atención, las sutiles contracciones eran como un breve llamamiento que atraía mi cuerpo a su intimidad tal como el cantar de una sirena.

Agarré sus espigadas pantorrillas y de un fuerte jalón me introduje hasta las más lejanas profundidades de su vientre. Tiré sus tobillos en dirección a su cabeza para exponer en mayor medida su pubis, permitiéndome ingresar aún más en ella. Su delgado abdomen se marcó y me pareció ver una pronunciación en su vientre cerca de donde debía estar el extremo de mi verga.

La rusa se mordió los labios con fuerza cuando volví a besar su útero y su pecho se agitó a tal medida que su escápula parecía estar a punto de desgarrar su piel desde dentro, una de mis manos la acarició por encima y lentamente se deslizó por sus pronunciados bordes acercándose tímidamente al elongado cuello que se exponía indefenso a mis dedos; Ahorcar a una mujer durante el acto no era una de mis fantasías por lo que me decanté por transportar mis dedos por detrás de su nuca y tirar de ella para acercar nuestras agitadas caras a un apasionado beso.

Cada embestida de mis caderas le arrancaba gemidos, alaridos y gritos de la más embriagante excitación. Los dedos de mi otra mano se entretenían alterando las humedecidas partes externas de su coño mientras mi pene revolvía sus entrañas, y es que para este punto la clase de expresión que esa rubia me estaba dedicando no tiene descripción literaria, pues hay experiencias en este mundo que solo podrían ser apreciadas en su compleja totalidad, vivenciándolas por uno mismo.

Aumenté el ritmo de forma eufórica y mi quijada se apretó como reacción a la fuerza con la que la estaba penetrando, ella se agarró de todo lo que tenía a la mano, su cabello, sus senos, sus piernas estiradas en el aire o las mías que descargaban mi peso sobre ella, y yo, hipnotizado por el desespero de su placer, únicamente me podía aferrar a sus mejillas observando fijamente cada minuciosa alteración gestual que experimentaba por las diferentes estimulaciones que estaba percibiendo.

– I’m coming! (¡Me vengo!) – dijo.

– me too! (¡yo también!) – le contesté.

En cuanto sus espasmos orgásmicos comenzaron, solté mi segunda carga sobre ella y aunque quería vaciarme en su interior, también deseaba rociar mi esperma sobre su palpitante sexo.

Parece que la cálida sensación la divirtió, pues entre sus lascivos alaridos escuché un par de carcajadas.

Al finalizar, me quedé inmóvil visualizando el escenario como si estuviera admirando algún tipo de obra de arte. El placentero culmen sexual fue adornado por una morbosa, pero muy seductora ejecución de Alina, la chica esparció mis blanquecinos fluidos por toda la extensión de su vulva, los revolvió y los restregó sobre su abdomen, pecho y senos; extrajo un tanto con su dedo y se lo llevó a la boca para saborearlo.

– был очень вкусный (estaba delicioso) – me expresó.

-Спасибо (gracias) – le respondí.

Un sutil chillido erógeno nos devolvió a ambos a la realidad. Atrás de nosotros, estaba Katya recostada contra una pared junto a la entrada de la habitación, se deleitaba con el espectáculo mientras jugaba con su intimidad. Nuestras actividades nos habían librado de notar completamente su presencia hasta ese momento, y creo que así lo quería ella, ya que no fue sino hasta que la vimos que se decidió a unírsenos.

Yo esperaba poder tomarme un pequeño descanso después de que ambas habían exprimido hasta la última gota de mi capacidad física. Ahora, recordando esos sucesos, pienso en lo ingenuo que fui.

Creo que si no somos todos, al menos la gran mayoría de hombres deseamos tener un trío con dos mujeres alguna vez y no discernimos a fondo los detalles que esto implica, uno de esos y creo que el más importante es que vas a tener que exigirte el doble, pues evidentemente hay dos cuerpos femeninos que requieren ser llevados al límite y a menos de que seas un egoísta desconsiderado, estás en el deber de satisfacer por completo a ambas mujeres, y es que justamente eso se dé por sentado muy fácilmente y no se llega a dimensionar realmente lo agotador que puede llegar a ser.

En cuanto culminé mi segunda ronda con Alina, Katya estaba lista para la suya propia y no pretendía que algo tan insignificante como que mi pene estuviera perdiendo su rigidez, se interpusiera en su búsqueda de volver a experimentar el estupor del placer a través de mi cuerpo una vez más.

Antes de que me pudiera precipitar sobre el colchón, la pelirroja agarró con firmeza mi pene y lo apretó tratando de evitar que la sangre de este retornara a mi cuerpo, con apuro se lo introdujo en la boca y comenzó a absorberlo, humectándolo con la integridad de su boca. Sus chupadas al igual que su sexo eran más agresivas que las de Alina, la chica meneaba enérgicamente la cabeza e introducía mi pene en su garganta, cada vez en un ángulo diferente.

Mi glande estaba extremadamente sensible y todas las terminales nerviosas de mi miembro me hacía estremecer involuntariamente con cada felación, la situación empeoró en tanto Alina se unió a la actividad de su amiga, ambas se posicionaron a cada lateral de mi verga y con sus húmedos labios, empaparon toda la parte frontal del órgano profiriéndole besos en los que se rozaban sus labios con mi glande como intermediario de ambas lenguas.

Sumergí mis dedos en las cabelleras de cada una y como respuesta a las múltiples estimulaciones que me ofrecían (muy cercanas al umbral del dolor, he de decir) agarré con fuerza de sus cueros cabelludos y me atreví a deshumanizarlas implementando sus cabezas como meros medios de autosatisfacción empujando a una de las chicas mientras halaba a la otra para que recorrieran con sus lenguas la extensión de mi verga e imbuyeran por completo cada uno de mis testículos en sus pequeñas y sensuales bocas.

Cuando notaron que mi miembro recobraba su completa rigidez, Alina posicionó a Katya en cuatro y empujando mis caderas me obligó a penetrarla efusivamente.

La idea de estar en una posición de completa sumisión no pareció fascinarle a la pelirroja, pero rápidamente se entregó voluntariamente al placer cuando comencé a empujar mis caderas contra sus prominentes glúteos, sustrayéndole jadeos y gemidos provenientes de las profundidades de su sensibilidad.

A su vez, la boca de la pelirroja fue ocupada por Alina, quien se había acostado frente a ella y ahora empleaba la lengua de su amiga para surtirse de placer, haciéndola degustar su coño aún chorrearte de mí esperma.

La cama parecía absorber el peso de nuestros cuerpos y me fue difícil vislumbrar en la tenue oscuridad los muslos recogidos de Katya, pues su suavidad y color se camuflaban con el blanco edredón que se empapaba cada vez más con el sudor de los tres animales que jadeaban encima de él.

Mientras embestía con más fuerza el colorado coño de mi pareja, una de mis manos fue apresada por le pliegue entre su cadera y muslo, la acolchonada sensación que experimente allí me obligo a permanecer agarrado de esa carnosidad mientras mi otra mano se lanzaba sobre su lechosa nuca y apretando su cuello desde el posterior, atraje su cuerpo cada que mis caderas se preparaban para asestar una nueva penetración; la emoción del vaivén de nuestros cuerpos al unísono me obligaba a buscar nuevos lugares que agarrar, apretar y conquistar.

Recorrí el interior de sus cobrizos cabellos y de imprevisto, mi mano se encontró con la de Alina que se hallaba obligando a su amiga a devorar su clítoris sin descanso. Ambos entrelazamos nuestros dedos en el interior del cuero cabelludo de Katya y juntos sumergimos su cabeza más profundo en la vulva de la rubia, ahogada por los labios vaginales de su amiga, escuchamos los gritos orgásmicos del culmen de su clímax, sus estremecedores espasmos no me evitaron seguir perforando su vientre y solo hasta que me rogó con ojos llorosos que parara porque ya no era capaz de aguantar más placer, me retiré de su interior.

Al recuperar un poco de mi cordura comencé a sentirme un poco mal, pero al ver la dulce sonrisa que me dedicaba tras esa cara invadida por el más placentero éxtasis, me tranquilicé al comprender que no le había hecho daño alguno.

Alina no perdió tiempo y con decisión me posicionó junto a su amiga, tumbado en la cama; Salto sobre mí y comenzó a cabalgar mi palpitante genital.

Noté un cierto desespero en sus movimientos y es que al ver su rostro colorado comprendí que también estaba llegando a su límite, agarró mis manos y me instó a agarrar y retorcer sus senos mientras su cadera se dejaba caer numerosas veces sobre mí. Miré hacia mi derecha y escasos centímetros estaba el rostro de Katya aún jadeante y con una complacida expresión; abrió lentamente los ojos y estos se plantaron en los míos, se acercó tímidamente y me dio un beso, esta vez fue tierno, lleno de sentimiento.

Mientras mi pelvis profería embestidas brutales al coño de la rubia y mis manos apretaban su delgada cintura, Katya acarició mi rostro y me dio lentos besos colmados de cariño. Ambos estímulos me hicieron eyacular una vez más y de inmediato sentí el cuerpo de Alina temblar sobre el mío recibiendo todo el cálido líquido seminal en su vientre. Cuando la última carga dejó mi verga para impregnar su interior, el cuerpo de la rusa se desplomó sobre mi pecho y con sana envidia se nos unió a nuestra sesión de besos, profiriéndonos los propios también cargados con todo su cariño hacia nosotros.

Los tres compartimos un largo rato de enajenación en esa misma posición con las mentes en blanco, solo disfrutamos de la compañía de los otros.

Después de un tiempo, nos levantamos y fuimos juntos a la cocina en búsqueda de algo con lo que saciar nuestras gargantas resecas, allí ya se encontraban mi hermano Dani y la chica de cabello negro, su motivo era similar al nuestro y se notaba que él había gozado de las múltiples atenciones de la rusa.

Todos sabíamos acerca de los acontecimientos que se habían desarrollado entre los diferentes grupos y solo mi hermano y yo nos sentimos un tanto incómodos al vernos, aunque las chicas sí que cruzaron una que otra palabra, nosotros permanecimos en silencio.

Tras hidratarnos y asearnos, Dani y la otra chica retornaron a la habitación, a su vez, Katya, Alina y yo hicimos lo mismo. Los tres nos acostamos en la cama de la rubia y nos acurrucamos juntos para dormir durante las pocas horas que aún le quedaban a la noche, el sentimiento de paz y satisfacción que sentí al estar rodeado por los brazos de ambas rusas aún hoy es difícil de equiparar.

A la mañana siguiente, la despedida resultó ser desalentadora, pues mi familia y yo nos iríamos de San Petersburgo en unas cuantas horas, todos sabíamos desde un principio lo que significaba nuestra relación y que lo único seguro en ella era una inevitable despedida. Nos abrazamos y besamos una última vez con la promesa de un incierto reencuentro en el futuro.

Y así, mi hermano y yo retornamos con nuestros padres; él regresaba con una gran sonrisa de oreja a oreja y yo, con el punzante pensamiento de si, alguna vez volvería a ver a alguna de esas dos hermosas rusas que abrieron mi vida a un nuevo mundo de aventuras en el extranjero.

¿Fin…?

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Lujurian
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